Amistad, seguir, salvar. ¿Qué significan estas palabras en el mundo de la web? El padre ANTONIO SPADARO, director de Civiltà Cattolica, experto en las nuevas redes sociales, nos explica cómo Internet está cambiando nuestra vida. Y por qué la Red «no es virtual»
«Cuando hablamos de la Red, deberíamos preguntarnos cuál es su papel en el plan de Dios sobre la humanidad». Discutiendo con el padre Antonio Spadaro cómo está cambiando nuestra vida en la era de Facebook, Twitter y Google, no se corre el riesgo de caer en lo superficial. El porqué se hace evidente cuando llevas cinco minutos escuchándole hablar: lo que cuenta es fruto de una larga experiencia en el mundo digital y de una verificación personal. Un trabajo propio de un paciente misionero enviado a explorar los confines de la web, que como sus predecesores jesuitas de las “reducciones”, se ha dado cuenta bien pronto de que los deseos y esperas del corazón del hombre son los mismos aunque se cambie de latitud, o de direcciones de Internet.
«La red es un lugar de experiencia, no de alienación» – explica –. «Puede llegar a serlo, sin duda. Pero aquí radica el desafío educativo, en la superación del dualismo digital que pretende, por una parte, que la web sea un espacio anónimo y por otra, en cambio, una supuesta vida “real”, donde soy verdaderamente yo mismo. Es necesario recuperar la Red como lugar de la experiencia real, con la misma ética de la vida ordinaria, sometida a las mismas reglas».
El padre Spadaro ha superado con hechos el dualismo vida real-vida digital. Como director de Civiltà Cattolica, dirige una revista austera y prestigiosa que desde 1850 es la voz autorizada de los jesuitas en el mundo. Pero las raíces “de papel” y tradicionales conviven sin traumas con su blog “Ciberteologia”, sus estudios sobre el fenómeno Apple, las incursiones con el correspondiente avatar en Second Life, una intensa actividad en Twitter, y los análisis sobre las redes sociales. En esto se transparenta la milenaria inteligencia de la Iglesia. Hablamos de la web y de la vida digital en un frío día soleado, en una terraza que se asoma a la fachada del Duomo de Milán. Sobre la pequeña mesa ante nosotros tenemos el título que Benedicto XVI ha elegido para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales de 2013. Redes sociales: puertas de verdad y fe; nuevos espacios de evangelización. Una cita que el Papa, en esta ocasión, ha preparado hablando al mundo también a través de su nuevo perfil de Twitter, @Pontifex, que en las pasadas semanas ha encendido la discusión en todos los periódicos del planeta aún antes de que llegase el primer “tweet” papal, el diciembre pasado. Sin embargo no hay una ruptura, sino continuidad, entre las espléndidas agujas del Duomo y los movimientos en las redes sociales del Santo Padre. Ambos son testimonios de la capacidad de la Iglesia de estar presente en el mundo y hablarle según los instrumentos de cada época.
Contra el olvido. La palabra clave en el mensaje del Papa, es “espacios”. «Cuando Benedicto XVI habla de las redes sociales no las define como “medios de evangelización”, si no que usa el concepto “ambiente”» – explica Spadaro –. «El espacio no es una caja vacía, no es un contenedor donde metes las cosas viejas. La Red no se considera un archivo de materiales sino más bien como un lugar, donde el mensaje ya no se transmite, sino que se comparte. La lógica del Sharing sustituye de manera radical a la del broadcasting. Es un paso fundamental: la Iglesia y su magisterio han acogido ampliamente esta dimensión de la web como red social. Como el Papa ha dicho ya en sus dos últimos mensajes, la Red no es un instrumento que se usa y por tanto tampoco es un instrumento de evangelización. Porque sencillamente no se la puede considerar un instrumento, sino un tejido conectivo, un ambiente». Y aquí el desafío se hace interesante, porque el riesgo del que más veces nos hemos lamentado en estos años es que en Internet pierdan valor palabras como “amistad” o “seguir”, que son, no por casualidad, los términos que caracterizan la vida del que usa respectivamente Facebook y Twitter. «Frente a las redes sociales, la Iglesia, que está llamada a estar donde está el hombre, no tiene la tarea de juzgar un fenómeno en general, sino la de acompañar una humanidad que indudablemente va en esa dirección. Debe conservar el significado de términos que tienen una validez antropológica muy fuerte, y entender cómo se declinan positivamente en el ambiente digital. Por tanto no se trata de decir que este ambiente es ficticio en relación con el real, sino de preservar también en el contexto digital el valor antropológico de las palabras».
«Tomemos el término “salvar”», prosigue el director de Civiltà Cattoliica, sacando a la luz una palabra que todos usamos cada vez más a menudo no en un sentido teológico, sino para indicar el gesto de poner a salvo un archivo en el que estamos trabajando. «Significa “preservar del olvido”. Está claro que el concepto cristiano parecería paradójicamente el contrario: en el momento en que eres salvado, tu pecado ha sido perdonado. Por tanto, olvidado. En realidad no es así, porque en la visión cristiana el perdón no es el olvido, no es la eliminación, es la reconstitución de las relaciones fundamentales». La Red implica por tanto como experiencia una educación necesaria. El padre Spadaro acoge de buen grado la invitación de profundizar en palabras queridas de la enseñanza de don Giussani y se lanza más allá, con la mirada vuelta hacia la plaza del Duomo, en la que bulle la vida de cada día. «La experiencia es una apertura de campo y de mirada. Por tanto tampoco hay que moverse en la Red usándola como instrumento de evangelización, sino vivir evangélicamente. La lógica fundamental es la del testimonio, de otra forma se acaba en la ideología de perfiles de Facebook con recetas sosas y frasecillas del Evangelio. En cambio Facebook puede ser un ambiente en que vivir la fe testimoniando una experiencia corriente, en la que el mensaje evangélico emerge sencillamente de lo que haces. Las relaciones en las redes sociales pueden ser ficticias o no, como en cualquier parte, depende de cómo las vivas. Por ejemplo, yo permanezco en contacto a través de Facebook con antiguos alumnos, con gente cuyos hijos he bautizado o celebrado sus matrimonios, con amigos de EEUU, y así sigo compartiendo momentos de su vida».
Educar en la mirada. Abriendo el ángulo desde la búsqueda de amigos a un panorama más amplio, esta capacidad creciente que tenemos de compartir lo que estamos haciendo nos está cambiando innegablemente en varios frentes. Por ejemplo, en la política o en lo que con razón o sin ella se nos indica hoy como versión 2.0 en boga: la antipolítica. «Potenciando la capacidad de participación de las personas, la Red lleva a vivir lo público de manera más participativa» – explica Spadaro –. «El fenómeno de la llamada antipolítica es en realidad la expresión de una necesidad de tomar mayor parte en la política. Esta necesidad se vuelve “anti” cuando la política no es capaz de dotarse de instrumentos que respondan a esta exigencia. Se tienen ganas de vivir la política de otra manera. Si creas una dinámica que permite filtrar las exigencias y escucharlas, entonces el potencial de dar voz a la gente es enorme y puede volver a poner en el centro el bien común, en lugar de los intereses particulares».
Y aquí se vuelve a la exigencia de lo que Spadaro define como «educación en la mirada y capacidad de seleccionar los contenidos», que permite tener un criterio para discernir la credibilidad y la autoridad en medio del rumor de fondo que hace furor en la Red. ¿Cómo desarrollar estas dotes? «Todo nace de una relación, como siempre en la vida. Una cosa es seguir pasivamente y otra crear relaciones que te permitan desarrollar los criterios de juicio. Pero los instrumentos para entender si una persona o una fuente son fiables están ligados a una relación. Es como si preguntases: ¿Cómo puedes comprobar que una amistad es fiable? La vives y con el tiempo lo entiendes».
La pasión del padre Spadaro por las innovaciones que marcan esta fase histórica de la gran aventura humana no debe ser diferente a la que de quien, en la Iglesia, se preguntó hace siglos que uso se podía hacer de la imprenta de caracteres móviles tras haber visto la Biblia de Gutenberg. Todo lo contrario del estereotipo que pretende una Iglesia enemiga y hostil a los avances del progreso científico. «La tecnología es una expresión del carácter espiritual del hombre. La Iglesia lo ha asumido plenamente reflexionando sobre acontecimientos como la explosión de la primera bomba atómica: el hombre puede destruirse a sí mismo, pero precisamente su capacidad para el mal nos hace entender que la tecnología es un lugar espiritual. Si no fuese posible el mal, no sería espiritual».
Esta formulación vale también para Internet. Y habría que tenerla en cuenta cada vez que, por ejemplo, se trata de atribuir a Facebook o YouTube alguna “culpa” por el descubrimiento de traiciones o crímenes madurados en la Red. La posibilidad del mal hace de estos ámbitos sociales lugares espirituales. Por tanto muy humanos.
EL “CiBERTEÓLOGO”
El padre Antonio Spadaro, de 46 años, jesuita, es el director de la revista La Civiltà Cattolica. Es consultor del Pontificio Consejo para la Cultura y del Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales. Es blogger y autor de fama internacional, especializado en materias tecnológicas y en el análisis de los fenómenos del mundo digital. Su blog Cyberteologia.it está dedicado a profundizar «la inteligencia de la fe en el tiempo de la Red». Su último libro es Ciberteologia (Editorial Vita e pensiero). En diciembre, con ocasión del debut del perfil oficial en Twitter del papa Benedicto XVI, ha realizado un e-book dedicado a la red social, Twitter Theology (ediciones 40k).
Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón