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Huellas N.11, Diciembre 2012

BREVES

Lectura

a cargo de Elena Alonso Serrano

Fabrice Hadjadj
El paraíso en la puerta
(Ensayo sobre una alegría que perturba) 
Nuevo Inicio, Granada 2012
pp. 498 – Donativo mínimo: 25,00 €

Fabrice Hadjadj publicó en marzo de 2011 un libro titulado El paraíso en la puerta (Ensayo sobre una alegría que perturba). En realidad, ese es el título de la versión española que he tenido el privilegio de traducir para la editorial Nuevo Inicio (Granada, 2012). Hadjadj subraya en él la necesidad de reencontrar una esperanza radical en la vida eterna, so pena de seguir viviendo en el frenesí de la diversión. Hadjadj consigue retorcerle el brazo a los prejuicios que circulan hoy acerca de la vida eterna. Porque si nos sentimos incómodos con esa idea, es sin duda, en buena parte, a causa de la influencia que han ejercido sobre el pensamiento occidental filósofos como Nietzche y Marx. Por eso, nuestros contemporáneos se plantean montones de preguntas sobre el Paraíso: «¿Creer en el cielo no es desertar de este mundo? Si hemos sido creados para la alegría, ¿por qué tantos sufrimientos? ¿Cómo se puede aspirar razonablemente a una vida sin fin? ¿La resurrección de los cuerpos está muy bien, pero dónde vamos a meter tanto cuerpo? Una vez que alcancemos esa meta, ya no tendremos nada que inventar. Todo estará dicho. ¿Seremos entonces menos libres en el Cielo que aquí abajo?».
No obstante, a pesar de todas esas objeciones, continuamos fabricándonos sucedáneos de paraísos – “falsos infinitos” los llamaría Benedicto XVI –, prueba de que esa aspiración a la felicidad no se puede erradicar del corazón humano. Si ponemos en la puerta al Paraíso, no tardará en entrar por la ventana. Pero, ¿por qué esa multitud de paraísos de contrabando y de bisutería? ¿Será porque tenemos miedo de la muerte? Quizás, a menos que no sea más bien el Paraíso el que nos da miedo, como sugiere Hadjadj. La Beatitud supone una apertura total, una apertura completa a lo inesperado, al Otro que nos sobrepasa sin cesar. Ahora bien, lo que nosotros queremos es un paraíso para nosotros mismos, a nuestra pobre medida; ser el primero en nuestro mundo, tener la iniciativa y la última palabra en todas las cosas, no encontrarnos con nadie. Y en eso nos equivocamos, porque esa descripción del paraíso es más bien la del infierno. Según Hadjadj tenemos que pensar la vida eterna como una vida de encuentros. Tendemos a imaginar la relación con Dios de forma competitiva, como si Dios fuera una supercriatura por encima de todas las demás. Pero lo mismo que la luz no compite con los colores, Dios no entra en competencia con las criaturas. Por el contrario, cuanta más luz hay, más colores descubrimos. Es decir, que cuanto más nos volvamos hacia el Creador, más nosotros mismos seremos y más podremos ir hacia los otros por ellos mismos. No hay en ello alienación alguna. Cuanto más nos volvamos hacia Él, más creativos seremos, pues Dios no desea otra cosa que nuestra fecundidad. No podemos oponer más la tierra y el Cielo como un aquí y un más allá. El Reino de Dios no es otro mundo, está en medio de nosotros. El más allá es un adentro. Un adentro de la realidad. Un adentro de Dios. A los que temen aburrirse en el Paraíso, Fabrice Hadjadj los convencerá de que la Eternidad no es una sucesión inacabable de nuestro tiempo. Veremos a Dios cara a cara, pero siempre seguirá siendo inabarcable para nosotros. Nunca acabaremos de asombrarnos antes su misterio. Además, estamos invitados a la alegría, pero a una alegría que se recibe y que se ofrece como una herida abierta.
La delicada cuestión del mal nos puede llevar a preguntarnos: ¿Por qué el Paraíso no se hace más manifiesto? ¿Por qué Dios no se hace una publicidad más eficaz? Porque entonces entraríamos en una relación de servidumbre. Pero Dios quiere hombres y mujeres libres y de pie. Si la noche se nos hace dolorosa es porque creemos en la luz.
Este libro de Hadjad se puede considerar una especie de culminación – provisional, dada la juventud del autor – de todos sus ensayos anteriores (La fe de los demonios, La profundidad de los sexos y Tenga usted éxito en su muerte, Nuevo Inicio, Granada, 2008, 2009, 2011). 
Esta obra conjuga una palabra bellísima y el rigor teológico. De esa conjunción surgen unas páginas que nos llevan a la fiesta y la alegría. De esa misma forma han de asociarse la audacia y la obediencia, el espíritu y la carne, el cuerpo y la resurrección o, como piensa Heidegger, la “angustia de existir” y la “alegría de ser”. Podríamos continuar esta lista de desmentidos que la Revelación y la Cruz oponen a las ideas que hemos recibido. Incluidas las pretendidamente católicas. Se trata, según Fabrice Hadjadj, de pasar de la noche de la fe a la visión de la gloria. Porque el mismo amor nos hace vivir en una orilla y en la otra. A partir de ese movimiento ascendente nos podemos librar de diversas tentaciones. Por ejemplo, la que encierra la visión beatífica prometida en el estrecho corsé de la gnosis, laxista o puritana – la primera invitándonos a una “licencia sin límites”, la segunda a la “maceración sin fin” –. 
Es fundamental que una reflexión sobre el Paraíso se abra con la voluntad de aclarar ese malentendido fundamental que hace del cristianismo una puerta de salida fuera del mundo, del aquí y del ahora. «Porque el Paraíso no es ni del espacio ni del tiempo, está ya en todas partes y siempre en el tiempo y en el espacio, centelleante y furtivo». ¿Acaso no es en el corazón de nuestra condición mortal y pecadora donde la esperanza cristiana cobra todo su sentido y nos exalta?
¿Qué es un cuerpo glorioso?, se pregunta Hadjadj. «Es un cuerpo atravesado visiblemente por las aguas del Espíritu». La diferencia la marca el adverbio. Cerrar los ojos a la belleza y a la bondad del mundo (o a las del arte) es creer que el mal y la fealdad pueden, ya lo han hecho, triunfar. A este respecto, las páginas sobre Mozart o sobre Bernini son particularmente convincentes. El gran escultor barroco nos pone directamente en presencia de ese cuerpo visiblemente habitado por el Espíritu.
La erudición del autor, el juego de las referencias que maneja con virtuosismo y la ebriedad que a veces embarga sus expresiones pueden hasta aturdirnos. Es como si nunca acabara de encontrar, en Kafka o en Bonnefoy, en Dante y en Proust, en Baudelaire y en Michaux, e incluso en Nietzsche, la confirmación de sus intuiciones. 
De su convicción más bien. Como excelente pedagogo que es, Hadjadj no nos confunde jamás. Sin solución de continuidad, desde la política a la visión beatífica, desde el fin del mundo al vínculo entre alegría y sufrimiento, nos abre caminos, más exactamente nos señala los que habíamos olvidado. En el último capítulo cita esa frase de Ernest Hello que condensa perfectamente el proyecto apologético del libro: «El Credo puede cantarse porque no es solamente la exposición de una doctrina; cuenta el motivo de la alegría».
(Sebastián Montiel)


Javier Prades
El hombre, más allá de sí mismo
Ediciones Encuentro, Madrid 2012
pp. 58 – 10.00 €

”Por naturaleza, el hombre es relación con el infinito” fue el lema elegido para el Meeting del pasado mes de agosto. Javier Prades lo desarrolló en una conferencia de la que ahora disponemos en su versión integral. Podríamos decir que en este Cuaderno de Frontera, Javier Prades describe esa relación con el infinito en “forma sonata”, es decir, siguiendo un procedimiento compositivo que utiliza dos temas generalmente contrastantes. Su reflexión avanza en tres etapas.
En la primera, nos muestra esta relación constitutiva con el infinito tal y como aparece en la cultura de nuestros días, y lo hace entrelazando dos temas en apariencia contrastantes: la negación teórica de esta relación y su asomarse inexorable en la experiencia del hombre. Lo atestiguan para todos algunos de nuestros contemporáneos.
La segunda parte «es clave» – lo subrayó el autor en su conferencia en Rímini – y da el título a este Cuaderno de Frontera. En ella se aborda cómo vive esa relación con el infinito el hombre que ha conocido a Cristo resucitado. Para el hombre de fe, resulta decisivo verificar cómo cambia la experiencia del “punto de fuga” (Giussani), la experiencia más propia de lo humano. Prades muestra cómo en la experiencia natural todo lo que conocemos y lo que amamos huye de nuestras manos. Y cómo por la presencia del Resucitado nuestra razón advierte el retorno de todo lo que amamos al alcance de nuestras manos, aproximándose a su verdad original. También aquí dos experiencias que, yendo en dirección opuesta, conforman una melodía: la de nuestra relación de creyentes con el Misterio infinito.
En la tercera parte, Prades aborda las implicaciones culturales de esta experiencia cristiana. El primer signo de la relación con el infinito inscrita en nuestra propia naturaleza es la afirmación de que somos «uno en cuerpo y alma». Esta afirmación se ve expuesta hoy a una crítica frontal. De nuevo dos elementos contrastantes: el cientifismo materialista, que no logra explicar el cuerpo, y menos todavía los fenómenos mentales, y los científicos más ecuánimes que confiesan que la explicación de esa articulación entre procesos materiales y espirituales resulta misteriosa. Es aquí, desde dentro del ámbito científico, donde se ven renacer preguntas radicales, las preguntas últimas.
(Carmen Giussani)


Plácido María Gil Imirizaldu
Iban a la muerte como a una fiesta
(Memoria del martirio de Barbastro)
Ediciones Encuentro, Madrid 2012
pp. 191 – 18.00 €

De la mano del mismo autor de Un adolescente en la retaguardia. Memorias de la Guerra Civil (1936-1939) podemos entrar en el retrato vivo del supremo testimonio cristiano, el martirio. A continuación, un pasaje del prólogo.
«En Iban a la muerte como a una fiesta, el padre Plácido María Gil Imirizaldu nos narra – como testigo privilegiado que fue – uno de los episodios más sobrecogedores de aquella Guerra Civil en la que se desataron todos los demonios: el martirio de los monjes benedictinos de El Pueyo, que corrieron – en aquel Barbastro tomado por las milicias anarquistas – la misma suerte que escolapios y claretianos, así como otros muchos sacerdotes diocesanos del lugar, con su obispo al frente. Quien busque en estas páginas una exposición truculenta de aquellas jornadas se llevará, sin duda, un gran chasco; porque las brutalidades y sevicias que sufrieron quienes pronto serían martirizados, al igual que los desmanes de sus asesinos, no importan tanto a su autor como la exaltación de las virtudes de aquellos monjes que, en la hora de la tribulación más desgarradora, fortalecidos por la oración y los sacramentos, dieron ejemplo de piedad, acudiendo a la muerte con serenidad, y hasta con júbilo: la serenidad y el júbilo que brinda la certeza de acceder a una existencia plena, como ciudadanos del cielo, en amorosa contemplación del misterio divino».
(Juan Manuel de Prada)


Antonio Muñoz Molina
El atrevimiento de mirar
Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores, Barcelona 2012
pp. 216 – 19.50 €

Basta con el título para querer leer esta colección de breves ensayos. Los textos aparecen por orden cronológico de la vida de los artistas. El libro comienza con un ensayo sobre Georges de La Tour, del siglo XVII, y continúa con otros dos sobre Goya para adentrarse luego en Edward Hopper, Pablo Ruiz Picasso, Christian Schad, el fotógrafo Nicholas Nixon, Juan Genovés y Macaya. Además, en la reciente presentación del libro en el Museo Thyssen Bornemisza, el autor se atrevió a afirmar que «El arte tiene que enseñar a mirar la vida y a entenderla», y se lo agradecemos de veras. En estos ensayos confluyen la literatura, la pintura y, también, ese “atrevimiento de mirar” que da título al libro y que se refiere a la valentía con la que Goya se enfrentaba a su oficio. 
«Pierre Francastel, Giulio Carlo Argan, Erwin Panofsky y Ernest Gombrich me enseñaron a mirar con los ojos bien abiertos las obras de arte y a buscar sus vínculos con el mundo real, intentando ver en ellas lo que vieron sus contemporáneos y comprender el lugar que ocupaban en sus vidas y en sus sistemas de creencias. Creo que fue de Baudelaire y de Marcel Proust de quienes empecé aprendiendo a escribir sobre arte, intentando usar las palabras como una lente de aumento para mirar mejor lo que se tiene delante de los ojos, en los cuadros y también en la realidad. Mucho más tarde, ya adulto, descubrí a Robert Hughes y quise tomar ejemplo de su apasionada claridad. Los ensayos de este libro se han ido escribiendo de manera intermitente a lo largo de casi veinte años. Al verlos juntos ahora, observo que el azar de los encargos y del puro paso del tiempo les ha ido dando una cierta unidad involuntaria, casi un hilo narrativo, que tiene mucho que ver con la deriva de mis intereses personales y mis aficiones, quizás con la ética y la estética que están implícitas en el trabajo de cada escritor».
(Antonio Muñoz Molina)

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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