MÉDICO DE CUERPOS Y ALMAS
Queridos amigos: Las circunstancias son un factor constitutivo de nuestra vocación. Si no reconocemos en la experiencia esta verdad, nuestra autoconciencia seguirá siendo víctima de nuestras emociones y de nuestras reacciones. Por ello, la vida seguirá siendo un lamento, un descargar sobre las cosas o las personas nuestra propia rabia, nuestra impotencia. En estos meses no ha habido un día en que el Misterio no me haya probado, a mí y a los que tengo a mi lado. Y no siempre a través de circunstancias difíciles, sino también banales. La otra noche, hacia las 22:00 h, fui como todas las noches a la clínica para ver cómo estaban los pacientes, si dormían, si alguien había empeorado, si había algún moribundo, y para hablar un poco con las enfermeras que son las que llevan el “peso” más duro. Acababan de terminar de limpiar a Jesucristo, en los enfermos. Les pregunté con qué mirada habían estado ante Él. Betty, una enfermera bella y delgada, me entrega una hoja en la que escribe: «Querido padre Aldo: Esta noche me he dado cuenta de qué significa verificar mi fe. Me tocaba turno en el bloque N° 2 de la clínica, donde Jesús está particularmente atormentado por el cáncer. Nunca en mis 7 años de trabajo en la clínica, había sentido tanta repugnancia en asear a María. Las secreciones que salían de su cuerpo consumido por el cáncer llenaban la habitación con un hedor terrible. En un momento dado se me agarró el estómago y me dieron arcadas. Fui al baño y vomité todo lo que había comido. No sabía si volver donde María (Jesús) y seguir con la higiene. Tras un instante de perplejidad, me acordé que esa pobre mujer es Jesús que sufre y fui a verla para terminar de limpiarla. Lo hice con mucho amor, mirando a Jesús que estaba sufriendo, no tanto por el cáncer, sino por el hedor que a ella misma le asfixiaba. Pedí perdón por la mi primera reacción de náusea y vómito. Y esta situación la viven también mis compañeras de turno. Si el Santísimo no estuviera expuesto en el altar, sería imposible para nosotras cuidar de este Jesús con un cuerpo en el que ya se ven signos de putrefacción. Además nos lastima en extremo cuando los enfermos mismos nos dicen que no pueden soportar el hedor que emana de su propio cuerpo. Mirando a María (Jesús) me pregunto: “¿cómo puede un ser humano, tan perfecto físicamente, llegar a la descomposición estando todavía vivo? No me resulta fácil esta tarea y si Cristo no fuera la razón de mi vida, me iría de aquí. Pero trato de ofrecer todo porque sé que el paciente que cuido es el mismo Jesús, por ello sigo luchando». Luego, hay también situaciones más sencillas, como poner cada mañana unas flores frescas en la mesilla de cada paciente o sentarse al lado de un moribundo acompañándole a morir. A menudo veo llegar avanzada la noche a la directora médico o a la infectóloga. Les pregunto por qué. La respuesta es muy sencilla: «Vengo de ver cómo andan mis hijos». El amor de la especialista en SIDA, Cristina, es una provocación continua para mí a mirar a la cara a Jesús. Amigos, realmente Jesús me ha concedido un don inestimable con la creación de esta clínica, en la que la vida que es Jesús vence a la muerte. El dolor es grande pero Jesús es infinitamente más grande.
P. Aldo, Asunción (Paraguay)
9 AÑOS Y UN PORTE DE SEÑOR
Antes de empezar la Jornada de Recogida de Alimentos pedí, se nos había indicado, con la jaculatoria: Veni Sante Spiritu, veni per Mariam. Mi presencia allí, a pesar del calor excesivo, mi cansancio, el llevar a otros lo que he encontrado gratis me hizo descubrir que soy misionera, anunciando a Cristo en un mundo que se ha vuelto tan violento y que vive en la nada. Me alegró ver que los amigos de mi hijo Héctor, responsable de la recogida en el supermercado real de Capiata, le apoyaron a pesar de la distancia que implicaba para algunos, pudiendo haberlo hecho en lugares más cercanos a sus casas. En sus rostros se reflejaba una alegría que abría la mente. Diego, un chico de 9 años que vendía lotería, nos observó en silencio en todo momento. Ya llegada la noche y cuando acabó de vender todas sus tarjetas, se acercó con porte de señor, nos preguntó en qué podía ayudar. Escuchó atentamente y nos dijo: «Sí, pero... pídanme algo concreto, que yo pueda dar». Entró y volvió con 1kg de arroz, sonriendo se retiró. Sus padres y hermanos miraban desde lejos. Él corrió y abrazó a su madre. Fue algo que me conmovió, en su inocencia Diego dio todo y lo poco que tenía, porque me explicó que por cada tarjeta que vendía le daban 500 guaraníes, y me di cuenta de que el importe del arroz era toda su ganancia. Hubo personas que, al darles las gracias por su aportación, nos decían: «Yo les agradezco a ustedes por tomar esta iniciativa». Volví a pensar en esto todo el día. ¿Qué sentido tenía para otros mi presencia allí? ¿Y qué sentido tenía para mi vida? Soy protagonista de una historia que me ayuda a vivir con seriedad mi vida y me educa a convivir con los demás con mayor sensibilidad. Diciendo sí a lo que se me propone, he crecido, he alcanzado el ciento por uno. Y vivir así la compañía me ayuda a vivir con alegría mi día a día, sin dejarme determinar por las circunstancias, porque me descubro como “una nueva Antonia”.
Antonia, Asunción (Paraguay)
HECHA PARA EL INFINITO
Querido Julián: Durante 7 años viví una situación de pecado grave, muy grave, que me iba destruyendo poco a poco. Hasta el punto de que, pasado un tiempo más que razonable, todavía percibo las secuelas de la autodestrucción de mi persona. Pero no es para contarte esto para lo que te escribo, sino para decirte que responder a la sed de Dios, al grito permanente de mi corazón asfixiado por esta circunstancia, el ser justa conmigo misma y reconocerme hecha para el Infinito, fue lo que me liberó de aquella esclavitud. El Señor es insistente, irreductible, como tú nos recordabas, y no ceja en su empeño de conducirnos a Él. A pesar de que mi yo se desdibujaba cada vez más, permanecía y se resistía a sucumbir bajo aquella terrible situación. «Yo no estoy hecha para esto», me decía. «Yo no quiero esto». A través de esta circunstancia dolorosa, destructiva, he podido reconocer, tomar conciencia de mi propia naturaleza: estoy hecha para Él. Ahora miro al pasado con alegría y gratitud porque he verificado, hasta la última fibra de mi ser, que soy suya, que me ama, me llama y me salva en cada instante; que una y otra vez me reclama para sí, para que se cumpla mi destino: ser yo, ser Cristo.
Carta firmada
LEJEUNE Y GIUSSANI SE ENCUENTRAN EN EL MEETING DE RÍMINI
No fue fácil tomar la decisión de abandonar una agenda apretada en un momento importante para el nuevo desarrollo de la Fundación Jérôme Lejeune en EEUU y asistir así al Meeting de Rímini. Sin embargo, la generosidad de los organizadores en su deseo por mostrar al público la vida y obra de Jérôme Lejeune me obligó a emprender el viaje desde Filadelfia, de forma que pude unirme a mis compañeros de Francia en la presentación de la fundación para aquellos angloparlantes que pudieran asistir.
Me habían dicho que el Meeting era de grandes dimensiones, pero no estaba preparado en absoluto para lo que iba a experimentar. Me quedo corto con decir que me abrumó la multitud reunida allí y me conmovieron las casi 20.000 personas que visitaron la exposición, que se titulaba «¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él? La genética y la naturaleza del hombre, según Jérôme Lejeune».
Las vidas de dos hombres magníficos, Giussani y Lejeune, cuyas causas de beatificación siguen avanzando, convergieron de una forma que me resultó evidente en su creencia común en que, para tener fe, uno no tiene que dejar la razón a un lado. Jérôme Lejeune era un gran hombre de ciencia que también creía profundamente en Dios y en las verdades expresadas en la ley moral natural.
Los que visitaron la exposición en Rímini se fueron con una honda comprensión de los desafíos de la ciencia moderna para la dignidad humana, pero también inspirados por un hombre que ha sido propuesto como modelo en la búsqueda del conocimiento humano: conocimiento enraizado en una comprensión profunda de la naturaleza.
Mark Bradford, presidente de la Jérôme Lejeune Foundation EEUU
HUELLAS, JULIÁN Y AMEDEO
Pertenezco al movimiento desde que María Rosa me regaló en Navidades de 2010 una suscripción a Huellas y gracias a que el 3 de abril de 2011 mi hija mayor regresó a la casa del Padre. Así es como Dios se ha encargado de mi familia y de mí día tras día, mostrándome un camino lleno de luz, de alegría y esperanza. En la Jornada de Apertura de Curso el mensaje del P. Carrón, que seguimos en vídeo, me llenó de certeza acerca del método de CL: al vivirlo, me asombro viviendo cada día con más felicidad, reconociendo a Dios en cada momento. Pero lo que no me esperaba es la comida después con Amedeo. Todavía hoy no puedo olvidar su mirada, regalo de Dios para mí, sus respuestas a las preguntas de mis amigos me revelaron que yo no estaba escuchando a un hombre instruido, sino a la bendita inspiración de Dios por mi conducta y mi persona.
Diana Maribel, Monterrey (México)
GRACIAS A LA CARITATIVA
Después de leer el número de Huellas de septiembre titulado “Hechos para el infinito” pensé que me serviría compartirlo con mis amigos de la caritativa. Todo el número habla de nuestra relación con el Infinito, de sabernos creados a imagen y semejanza Suya y que por Amor estamos aquí. También habla de no dejarse abatir por las circunstancias de la vida sino renacer y construir en todo momento descubriendo la naturaleza profunda de nuestro yo. ¿Qué tiene que ver esto con la caritativa?, me pregunté. Darnos a los demás es un deseo grabado dentro de nuestro corazón, pero ¿cómo y para qué darnos? Me ha resultado difícil ir entendiéndolo. ¿Es un beneficio para mí o lo es sólo para las viejitas que visitamos? Ha sido un largo camino descubrir que la primera beneficiada soy yo. La primera acogida que todos los días tengo que aprender es conmigo misma, aceptarme tal como soy (amarme), es decir, ser acogida por Otro. De ahí que pueda abrazar a otros, acompañarles, mirarles como Cristo me mira a mí, con esa misma ternura. Mi mirada ha cambiado no sólo cuando voy a “Casa Sofía”, sino también conmigo misma, con mis familiares y amigos. Lo veo en cómo afronto ahora las tribulaciones y circunstancias que la vida me presenta. Mi hermana Claudia sufrió un accidente y ha quedado muy limitada en su movilidad. La mirada que tengo hacia ella no es mía, es la de Otro que me acompaña a estar con ella, me da fuerza para resistir y me inspira palabras de aliento y esperanza para que sepa que no está sola. Sin Su fuerza me invadiría la impotencia y la desazón al verla así. La invito a ver más allá de su sufrimiento porque en eso consiste la caridad, en ver más allá del sufrimiento, ver en todo ello también los signos de Su dulce presencia. Cuántos testimonios podemos comparar con los que leemos en Huellas y que ahora entiendo, gracias a la caritativa. ¡Ahora sé de verdad que estamos hechos para el infinito!
Regina, Monterrey (México)
QUIERO VERLE OBRAR
En junio me diagnosticaron una esclerosis múltiple, una enfermedad del sistema nervioso central que destruye la mielina de los nervios e impide la transmisión normal de las órdenes desde el cerebro al resto del cuerpo. Es sorprendente cómo Dios actúa porque usa “todo” para llevarme hacia la plenitud aunque sea por un camino distinto al que yo planeo. En octubre del año pasado empecé a trabajar en una asociación civil sin ánimo de lucro. Había dejado el trabajo anterior en una empresa de Desarrollo de Software en la que fui gerente de proyectos durante varios años. Fue un cambio de rumbo. En esta asociación llevé el Banco de Solidaridad y la Red Solidaria, logré donaciones de empresas para que llegaran a las casas de niños. En mayo, un amigo de la CdO me pidió ayuda para entrar en negocios con Citibank. Lo puedo hacer porque desarrollé una relación excelente y cercana con Citibank. Le ayudé. Esta empresa me ofreció ser gerente de proyectos para ellos, pagando muy bien. Acepté a regañadientes. El día que tenía que empezar me sobrevino una fuerte crisis de mi enfermedad y obviamente no pude ir, mientras tanto ya había renunciado a la Asociación. Tuve que contar a la empresa lo que me ocurría. El resultado fue que ya no tenía trabajo. Mientras tanto mi familia y yo tuvimos que entregar el apartamento en el que vivíamos, porque no pudimos conseguir el crédito bancario que necesitábamos. Conclusión: además de no tener trabajo, no tenemos casa y estoy enferma. Suena mal, pero mi juicio no es pedir que cambien las circunstancias sino crecer en mi adhesión y pertenencia al Misterio, que es lo único que me mantiene viva. La historia de mi enfermedad es muy llamativa. En junio de 2009 me diagnosticaron un tumor benigno por naturaleza y maligno por comportamiento, en la médula, a nivel de la cervical 4. Había que operar y el seguro cubría sólo la mitad del dinero, en total 16.000 €. No hubo forma de conseguir ese dinero. Yo llevaba desde febrero de 2009 pidiendo a don Giussani que intercediera por mí. En los Ejercicios de la Fraternidad de 2009, sábado por la mañana, empecé la lección con síntomas severos de desequilibrio e insensibilidad en el cuerpo, pero al terminar la lección los síntomas cedieron repentinamente en un 90%. Me sentí tan bien que decidí no operarme. A lo largo de estos años, el neurólogo siempre me notó mejor y me dijo que, aunque es atípico, el tumor puede desaparecer porque se muere de hambre. En la consulta de junio, ya había arrancado la crisis de la esclerosis y la resonancia mostró que el tumor había desaparecido, pero que había sobrevenido esta otra enfermedad incurable, aunque tratable. En todo esto, me resulta evidente la presencia de Dios que ¡se hace carne en Cristo! Confieso que esto es lo que más amo de Él: su divinidad que se hace presente concretamente. El tratamiento para la esclerosis tiene un coste anual de $138.000, pero el Estado me lo da gratuitamente. Sólo esto ya es una gracia inmensa. Además, Él me ha liberado del tumor. En este momento de mi vida le agradezco a Dios todo lo que está haciendo por mí en cada ámbito de mi vida y en cada átomo de mi ser, y le suplico que lo siga haciendo. Nos estamos planteando volver a vivir a Mérida, donde sí tenemos casa. Algo que siempre deseé profundamente y que, gracias a esta circunstancia dramática, se hace posible. También pido que por intercesión de la Virgen me santifique, como a Reyna (la madre de la niña cuyo testimonio se publicó en Huellas n.10/2011). Sólo con su gracia puedo seguirle. Me siento dramáticamente amada por Él. Ha permitido que renazca la relación con mis dos hijas y con Germán, mi esposo, con mis amigos fraternos que han estado sosteniéndome en todo momento. Especialmente Germán porque ha tenido una fuerza que no le viene de él, sino de Otro. He tenido todos los síntomas que le puedan ocurrir a uno, desde vértigo y vómito hasta desequilibrio total e imposibilidad de movimiento, ceguera parcial, etc., y Germán, sólido como una roca. Mis hijas son un lujo de personas. Estoy expectante: quiero verle obrar y entender sus signos. Sólo puedo decir: «Yo soy tú que me haces».
Valeria, Caracas (Venezuela)
EL CAMINO DE LA CERTEZA
María, mi esposa, ¡está embarazada! Hace tiempo que buscábamos el embarazo, ya que tuvimos inconvenientes y fue necesario comenzar un tratamiento. Estos meses de tratamiento han sido una gracia para los dos. A pesar de hacer seriamente el tratamiento, estaba claro que el resultado final dependía de Otro. Esto es impresionante, porque por ejemplo, cada domingo en la Misa, pedíamos juntos por un hijo, pero sabiendo que la petición no es más que reconocer que somos necesitados. ¿Acaso alguien nos había prometido algo? Lo mismo cuando se hizo evidente nuestra debilidad, porque en muchos momentos se derrumbaron nuestras pretensiones, y frente a esto sólo se puede decir: «Tú nos haces, no soy yo el que se hace a sí mismo». Ha sido una ocasión de conversión para cada uno, que generó una mirada nueva como matrimonio, hasta decir juntos que si el embarazo no se daba, el camino que habíamos hecho ya había sido una ganancia. La realidad nos provocó, y esto nos ayudó a entender más nuestra naturaleza, nuestro deseo que nunca se apaga. Ha madurado nuestra autoconciencia. Y en el momento menos esperado (los médicos no esperaban que fuera a suceder tan pronto) llegó esta noticia que nos ha dejado a todos rendidos frente a la evidencia de Quien nos hace, como quiere y cuando quiere. La mayor conmoción fue en la primera ecografía, cuando el médico nos hizo escuchar ¡el latido del corazón del embrión de 1 centímetro! En ese momento, sólo me nació agradecer a Dios. Qué impresión me provocó esta dependencia del Misterio. Amigos, sólo Dios sabe si el embarazo seguirá bien. Pero no estamos preocupados por el mañana sino agradecidos por el camino que hemos hecho gracias a esta compañía que nos abraza a través de los amigos, y que ha hecho crecer nuestra certeza sobre Cristo.
Agustín, Montevideo (Uruguay)
Y TÚ, ¿QUIÉN DICES QUE SOY YO?
El jueves 1 de noviembre, tres jóvenes murieron en una fiesta de Halloween celebrada en Madrid. Además, otras dos resultaron gravemente heridas. Una de ellas, Belén, murió al día siguiente de redactarse esta carta.
Supongo que sabréis la noticia del accidente producido en la macrofiesta que tuvo lugar en el recinto Madrid Arena. Belén, la chica de diecisiete años que está muy grave en el hospital, es de mi pueblo, Cobeña, la conozco desde que era pequeña, sobre todo conozco a sus padres y hermanos mayores. Su madre fue mi catequista. La verdad es que se producen muchas situaciones dramáticas a nuestro alrededor, pero cuando las caras de aquellos que sufren son cercanas somos directamente provocados. ¡Ojalá llegue el día en que incluso las caras de los que no conozco me provoquen así! No puedo responder automáticamente a la pregunta de por qué le ha tenido que suceder a esta chica, o qué sentido tiene, o para qué... Os aseguro que la teoría me la sé, respuestas tengo. Pero algo así hace que vuelva a retomar las preguntas que llevo dentro, y esas preguntas me hacen trabajar, me hacen mirar mi historia, en el fondo hacen que me cuestione quién es Cristo, qué significa la muerte y qué significa la resurrección. Así Cristo quiere hacerse carne, presencia en mi tiempo y en mi espacio. Es como si de nuevo Él me volviera a preguntar: Isabel, ¿tú crees que yo soy el Señor de la vida? ¿Crees tú que basto yo para vivir? ¿Crees tú en mi victoria? En fin, me dice: venga, Isabel, ahora, ante esto, ¿quién dices que soy yo? Me pregunta y tengo que responder, tengo inevitablemente que responder. Así que me veo haciendo memoria de su historia de amor conmigo, y entonces me rindo. No rendirme supondría matar mi vida, mi historia, y matar a muchos, también a muchos de vosotros.
Isabel, Cobeña / Madrid (España)
BAJAR DEL PEDESTAL
Querido Julián: Me encuentro en una situación muy difícil en el trabajo, a causa de una gestión de la empresa que corre el riesgo de dar al traste con todo lo que hemos hecho hasta ahora, y en la familia, a causa de una enfermedad de mi mujer. Mi instinto me llevaría a rebelarme con toda una batería de aparentes razones. Sin embargo, el trabajo de la Escuela de comunidad y los amigos del movimiento me educan constantemente a mirar a estas circunstancias como ocasiones para poder decir “yo” delante del Misterio que me llama. Tengo que vivirlas en primera persona y buscar su sentido, pidiendo a Cristo que se me revele. Empiezo a entender que no se trata de dar un juicio correcto pero que queda al margen de la circunstancia concreta, sino de entrar en esta materia que ahora me toca a mí. Sin hacerlo, no podría seguir abrazando a mi mujer, a mis compañeros de trabajo y a mis amigos. Estoy bajando del pedestal en el que me había subido. Y los frutos se ven porque en lugar de lamentarme, me implico como puedo pero con ganas en lo que me toca vivir. Es otra vida.
Francesco
Como el hijo pródigo
HECHO A SU IMAGEN Y SEMEJANZA
Querido Julián: Vengo de años de tóxico-dependencia y de cárcel, donde he tomado conciencia de que mi búsqueda de infinito iba por un camino radicalmente equivocado. El Señor quiso que conociera el movimiento mediante la comunidad terapéutica Pinocho. Llevo dos años siguiendo un camino que quiero que dure toda mi vida, pero el verdadero cambio que me ha sucedido es el que tú mencionas a menudo: la crisis puede ser el recurso para cambiar, para abrirse a la verdad. Un juicio verdadero, que afecta a la propia vida, nos lleva a cambiar. Ahora sé que mi salvación está en la relación con el Infinito que siempre he buscado. Puedo decir, con temblor, que no soy yo, es Cristo quien vive en mí, gracias al encuentro increíble con la compañía del movimiento. Llevaba tres años sin ver a mi hijo que ahora tiene cinco años. Ahora, nos vemos cada quince días y él me llama “papá”. También llevaba años sin verme con la familia que me había adoptado, a causa de todos los disgustos que les había procurado. Pero la parábola del hijo pródigo se ha vuelto a encarnar y yo no puedo más que pedir a Cristo que me permita seguirle e imitarle. Es como si hubiera resucitado y fuera un hombre nuevo, con nuevos sentimientos y una nueva conciencia que nace de la fe. Esta es la verdad: estoy hecho a su imagen y semejanza y quiero vivir mi vida como una llamada, como una vocación.
Federico
Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón