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Huellas N.10, Noviembre 2012

ACTUALIDAD / Revoluciones en curso

La larga marcha de China

Luca Fiore

Llega el congreso del Partido y el Dragón elige los jefes que lo guiarán durante el próximo decenio. ¿Pero hacia dónde? De la bajada del crecimiento al aumento de las revueltas sociales (pasando por twitter, Taiwán y el papel de la Iglesia), viaje por el país gigantesco que paso a paso se presenta como candidato para gobernar el mundo

¡Cómo ha cambiado China en diez años! Cómo a la vez permanece igual. Es el país más rápido del mundo, pero también el más lento. El más poblado y aquel en el que nacer es prácticamente un lujo. Los setenta hombres más ricos de China son miembros del Partido comunista y todos están sentados en la Asamblea del Pueblo. Cualquier país tiene sus contradicciones, es verdad. Pero las de China se salen de cualquier medida, como casi todo allí.
En 2002, cuando se nombró presidente a Hu Jintao y primer ministro a Wen Jiabao, Occidente acababa de caer en la cuenta del milagro económico chino. Hoy China se ha convertido en la “fábrica del mundo” y produce la mayoría de los objetos que utilizamos normalmente. La parábola de los dos líderes chinos se ha cerrado con una liturgia tanto lineal como opaca, el partido ha elegido los nuevos funcionarios que guiarán el país hasta el 2022: Xi Jinping y Li Keqiang. El nuevo presidente y su primer ministro serán coronados en el Congreso nacional que abre sus puertas este 8 de noviembre.
«Ambos, aunque con trayectorias distintas, son el resultado de un largo y complicado trabajo de equilibrio entre facciones y lobbys», explica Marco Del Corona, corresponsal en Pekín del diario italiano Corriere della Sera: «Paradójicamente, el más expuesto de los dos es Li, porque es vicepresidente, mientras Xi se ha quedado hasta ahora en un relativamente en segundo plano». No son por tanto unos desconocidos, pero tampoco nombres famosos, añade el padre Bernardo Cervellera, director de la agencia internacional Asianews: «De momento no han hecho mucho, se sabe que hasta ahora han gobernado bastante bien en los puestos donde han tenido responsabilidades institucionales. Son ambos “principitos”, es decir hijos de directivos de la época de Mao, y conocen las violencias y las políticas maoístas de la Revolución cultural. Algunos piensan que esto pueda hacerles más sensibles a los excesos ideológicos del Partido».

Todos en Weibo. ¿Cuál es la China que los antiguos líderes entregan a los nuevos? «Puede parecer insignificante, pero el principal cambio en China es la explosión de Internet», explica Francesco Sisci, analista del Sole24ore y de Asia Times: «Hemos asistido a una liberalización gradual de la opinión pública. Los cientos de millones de internautas que se informan mediante Weibo, el Twitter chino, demuestran la dirección en la que el Gobierno quiere ir. Hoy los chinos están muchos más informados que hace diez años. El segundo punto es el gran retorno a la cercanía con Taiwán. Hay una voluntad de ir hacia la reunificación de la patria china, pero es evidente que si esto se diera en un futuro sería sólo en la línea de una democratización».
Hablamos de democratización. ¿En qué punto estamos con respecto a los derechos del hombre? Según Del Corona, en la China actual «conviven una mayor flexibilidad e innegables aperturas con automatismos y líneas guías substancialmente inmutadas. La estructura del poder, al margen de las variables que representan las distintas personalidades, sigue siendo la misma. Lo cual ha producido algunos cortocircuitos de los que los sectores más avisados son conscientes». «Pekín no ha tenido ningún reparo en convertirse en la segunda economía mundial, y esto ha creado enormes problemas sociales y de ambiente», continúa Cervellera: «Pero ahora el modelo parece tambalearse. Los pilares del crecimiento económico han sido hasta ahora las exportaciones y la mano de obra a bajo coste. La crisis amenaza las exportaciones y los obreros cada vez están menos dispuestos a trabajar por unos 100, 200, máximo 300 dólares al mes. Las protestas populares de hecho son muy frecuentes: en 2010 fueron ciento ochenta mil».
Los datos dicen que, efectivamente, la economía del Dragón está bajando. Es inútil hacer comparaciones con los porcentajes de crecimiento europeos. El dato trimestral de septiembre daba el crecimiento del PIB al +7,4%, la séptima bajada consecutiva. Hace diez años el crecimiento era del 9 al 10%. Otros tiempos. El sistema chino funciona ya en simbiosis con el resto de la economía mundial, si es verdad que Pekín es el primer o el segundo partner comercial de 78 países, cuyas economías constituyen la mitad de la riqueza mundial.
¿Cuáles son los retos más importantes que deberán afrontar Xi Jinping y Li Keqiang? «Simplificando: reequilibrar la economía, aplanar las disparidades sociales y gestionar su papel en el mercado global, cosa que a China le cuesta todavía manejar», continúa Del Corona: «Erradicar la corrupción será sin duda lo más difícil. Por lo que respecta a las reformas políticas, habrá que ver qué entiende Pekín por reformas. Ciertamente, no algo verdaderamente parecido a una democracia liberal». Sisci, en cambio, opina que «a los nuevos líderes se le entrega un mandato que es el de abrir las reformas políticas. Es preciso transformar la libertad social alcanzada en una articulada reforma política igualmente gradual».
«El gran problema del Partido Comunista chino es que ya no tiene ningún motivo para existir. Ningún motivo que justifique su poder», añade Cervellera: «Mao fue el hombre de la liberación. Deng Xiaoping había participado en la Gran Marcha. Pero en los últimos veinte años los dirigentes del Partido han perdido cualquier referencia ideal y se han transformado en una oligarquía capitalista preocupada sólo por mantener el poder para enriquecerse».
Hasta hoy la figura del Partido que más se ha expuesto al hablar de reformas ha sido el primer ministro saliente Wen Jiabao: algunas de sus declaraciones en el extranjero fueron incluso ignoradas por los medios oficiales de Pekín. «Podríamos pensar que en el marco del liderazgo colectivo Wen ha sido llamado a interpretar el papel del “poli bueno”», explica el corresponsal del Corriere: «El presidente Hu se ha mostrado más opaco. A él se le reconoce el único mérito de la distensión en las relaciones con Taiwán. Ambos, en cualquier caso, no han logrado llevar el desarrollo, en el caso de que quisieran y pudieran hacerlo, en una dirección de reformas sustanciales».

Primavera y no. Al hablar de las dinámicas propias del lugar donde se ejerce el poder, en Pekín, es complicado abordar el tema del consenso del pueblo en la política. El dato más relevante es el de las revueltas populares. En 2010, fueron ciento ochenta mil. Cuatro años antes, ochenta y siete mil. En los primeros meses de la Primavera árabe, a comienzos de 2011, los medios apuntaron a un estrechamiento por parte de las autoridades del cerco en torno a los disidentes más famosos. Sin embargo, no obstante el malestar difundido, parece impropio hablar de un fenómeno análogo a lo de los países árabes. «Estos datos provienen de la Academia de las Ciencias sociales de Pekín», subraya Sisci: «Es el Partido quien los da a conocer. ¿Por qué debería hacerlo? Para demostrar que en China se puede protestar y que Pekín está en condiciones de controlar la situación. La gente protesta, pero luego recurre al Gobierno». Para Del Corona, «las protestas masivas no han obedecido nunca a organizaciones estructuradas. Pekín se ha mostrado relativamente razonable ante las protestas, pero no toleraría una movilización coordinada que pusiese en tela de juicio el primado del Partido. Los disidentes y los espíritus críticos son una absoluta minoría, ignorada por la inmensa mayoría de la población».
Nadie tiene una esfera de cristal. Nadie puede saber hoy cómo será la China del futuro. En primera línea, haciendo previsiones, se encuentran los economistas y los politólogos. Sin embargo, también en Pekín, hay quien se plantea problemas de otra naturaleza. «El profesor Liu Peng, de la Academia de las Ciencias sociales de Pekín, sostiene que la sociedad china necesita ser revitalizada con valores espirituales», concluye el padre Cervellera: «Liu sostiene que la sociedad sufre porque carece de cualquier dimensión espiritual. Muchos intelectuales piensan que las religiones pueden contribuir al desarrollo armonioso de la sociedad, aunque el Gobierno sigue considerando a las religiones como enemigas, en el más puro estilo estalinista».

«Un bien irrenunciable». Las relaciones entre Pekín y la Iglesia católica son muy tensas en estos momentos. Tras la Carta a los católicos chinos que Benedicto XVI escribió en 2007, en la que daba a entender que la libertad de la Iglesia es un bien irrenunciable, el Partido ha procurado dividir a los católicos sobre este punto con todos los medios a su alcance. Sobre todo con la ordenación de obispos sin la autorización de Roma. Para los fieles, los sacerdotes y los obispos locales, es difícil oponerse a las presiones de los funcionarios del partido. A veces, sucede. Como en el caso de monseñor Ma Daqin, que el día de su ordenación como obispo auxiliar de Shangai, el pasado 7 de julio, dimitió de la Asociación Patriótica (el órgano de control sobre la Iglesia). Desde entonces está bajo arresto domiciliario.
Economía, poder, libertad. Nada en China se puede dar por descontado. El país sigue siendo un misterio a veces indescifrable para nosotros. «Es un mundo que constituye un monstruoso desafío cultural», dice Sisci: «Se mueve según reglas profundas, antiguas, completamente distintas de las nuestras. Por nuestra parte, hace falta la justa voluntad de comprender».


“LOS NÚMEROS”
1,3 mil millones de habitantes
128 millones de personas que en 2011 vivían con menos de 280 euros al año  
16% millonarios chinos emigrados en el extranjero en 2011
538 millones de usuarios registrados en internet
388 millones de personas que utilizan un smartphone
Fuente: Cia, La Stampa


“EL CASO / MONSEÑOR MA DAQIN”

Un obispo «retirado» porque se ha sometido al Papa

Para los católicos chinos es «un profeta y un héroe». Para el Gobierno, un problema. ¿El motivo? En cuanto le nombraron, dimitió de la Iglesia patriótica. Y ahora...

Se llama Thaddeus Ma Daqin. El pasado 7 de julio fue consagrado obispo auxiliar de Shangai. Según Asianews muchos católicos lo consideran «un profeta y un héroe». Unas horas después, algunos funcionarios de la Oficina para los asuntos religiosos le apartaron de sus funciones. Desde entonces sólo se sabe que está «retirado» en el seminario de Sheshan. Una manera de decir que está bajo arresto domiciliario. ¿Por qué? Porque monseñor Ma Daqin ha hecho lo que ningún obispo se había atrevido a hacer antes que él: dimitir de la Asociación Patriótica, el organismo que Pekín usa para controlar la Iglesia. Han bastado unas palabras al termino de la ceremonia de consagración: «A la luz de las enseñanzas de nuestra Madre la Iglesia, a la que ahora sirvo como obispo, me entregaré al trabajo pastoral y a la evangelización. Por tanto, me resulta incomodo asumir ciertas responsabilidades. Por este motivo, no considero conveniente seguir siendo miembro de la Asociación Patriótica». La asamblea recibió la noticia con un aplauso. Muchos fieles rompieron a llorar por la conmoción. El coraje de monseñor Ma Daqin no se limitó a las palabras. Asianews refiere que durante la celebración el nuevo obispo rechazó la imposición de manos de monseñor Zhan Silu, obispo de Mindong (Fujian), que no está reconocido por Roma. Dos días después la Santa Sede expresó su aprecio por el gesto de monseñor Ma Daqin y excomulgó otro obispo ilegitimo consagrado en los días anteriores.
En su Carta a los católicos chinos en 2007, Benedicto XVI había explicado que la Asociación Patriótica, según la cual la Iglesia china debería ser independiente de la Santa Sede, se fundamenta en unos principios que son «incompatibles con la doctrina católica». «Con su gesto el nuevo obispo ha afirmado que la ordenación de un pastor no es una cuestión política que pueda ser manipulada por el poder», explica el padre Bernardo Cervellera: «Monseñor Ma Daqin se ha sumado a la decisión que desde hace decenios sufren en sus carnes las comunidades y los obispos de la Iglesia no oficial (subterránea) que asumen el riesgo de ser encarcelados, secuestrados, aislados y marginados».
Para el profesor Ren Yanli, investigador ya jubilado de la Academia de las Ciencias sociales de Pekín y profundo conocedor de las relaciones entre la Santa Sede y China, gestos como el de monseñor Ma Daqin son todavía demasiado escasos. «Es un derecho de los católicos chinos reivindicar su propia libertad religiosa, porque la contempla la misma Constitución china. Tengo la impresión de que esta cuestión no le importa de verdad a la mayoría de los fieles. Ni siquiera en China nadie puede impedir que podamos seguir libremente nuestra propia religión. El Gobierno sigue violando la Constitución porque teme a las religiones, en particular a la católica. Piensa que ostentando el poder se puede hacer lo que se quiere. Pero el Gobierno no puede impedir la fe, porque habita dentro del corazón del hombre. Yo soy ateo, y esto lo afirmo como estudioso. Sé que el Partido no está nada contento con lo que digo, pero yo no puedo hacer otra cosa que decir la verdad».
L.F.

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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