También este año, en el mes de noviembre de celebra en Italia la Jornada Nacional de Recogida de alimentos. Por primer vez se organiza también en España. De nuevo veremos al anciano que regala su bono de comida o a la gitana que ofrece una botella de aceite porque a su vez recibe ayudas. Se pone en marcha el mundo de los voluntarios, donde te encuentras junto a un adversario político embalando pasta y botes de tomate. Muchas historias que superan los confines de esta iniciativa. Hemos ido a ver qué es lo que permanece tras esos encuentros. Descubriendo vidas cambiadas, a veces literalmente salvadas
Un anciano se ha presentado mostrando el bono de comida con el que hace la compra todos los días: «Sólo tengo esto. Hoy me lo gasto para vuestar iniciativa». O una viejecilla que, entra al mercado para comprar un litro de leche y sale con medio. En la otra mano tiene una lata de legumbres: «Quisiera hacer más, pero de verdad que no puedo…». Un hombre con mil objeciones ante el peto de voluntario de los chicos en la entrada del supermercado, para después descargar el maletero del coche lleno de alimentos para que los voluntarios lo empaqueten. También una conocida de una voluntaria que se presenta para colaborar en la recogida: «Lo que hacéis es algo precioso». «Ven tú también a echarnos una mano el año que viene». «¿Para qué esperar un año? Hoy estoy libre por la tarde…». O, todavía, el desconocido que desde hace años envía flores a las voluntarias de un supermercado en señal de gratitud…
Te admiran las historias, los testimonios y los hechos que giran en torno a un acontecimiento nacido en sordina en 1997, y que hoy se ha convertido en Italia en la iniciativa más grande de caridad a nivel nacional: la Jornada Nacional del Recogida de Alimentos. Basta ver los números. Los del año pasado, por ejemplo. Cinco millones de donantes, ciento veinte mil voluntarios de todas las edades diseminados por 9.000 comercios y 9.600 toneladas de alimintos recogidos, entre pasta, legumbres, productos de consumo infantil…
Cinco millones de personas. Si se pusiesen una delante de otra la fila sería de 2.500 kilómetros de largo. De Milán a Mesina, ida y vuelta. También este año esta jornada se celebrará el último sábado de noviembre, como ya es radición, el día 24. Una tradición, sin duda, que empieza a tener seguidores también en España, donde la Primera Jornada de recogida se celebra este año este sábado 17 de noviembre. Para muchos de nuestros lectores se trata de una cita fija desde hace tiempo. Sin embargo, no se puede dar por descontado, como sucede a veces cuando se apunta en la agenda entre las “cosas que hacer”. «Este año supondrá un reto más grande», dice Marco Lucchini, director y uno de los fundadores históricos del Banco de Alimentos italiano que organiza esta jornada. Los últimos datos proporcionados por el CENSIS (Centro Studi Investimenti Sociali) e Confcommercio hablan claro: una familia de cada cinco este año no ha podido llegar a fin de mes sin dar un mordisco a sus ahorros o endeudándose. Y las previsiones para el próximo quinquenio hablan de un aumento del gasto per cápita en torno a los 800 euros anuales. Hay que tener valor para pedir a la gente que haga la compra por los demás. «Sin embargo, se puede hacer», dice Lucchini: «Proponer este gesto de solidaridad implica ir al fondo de lo que puede sostener la vida hasta en las dificultades más duras». Es una ocasión para todos. ¿Pero qué significa?
Ese “todos” es verdaderamente mucho. Millones de personas. De historias muy diferentes, que llegan ante las puertas automáticas del supermercado, tal vez presas del estado de ánimo de ese día. Ese pequeño lapso de tiempo, ese día del año en una tienda de quién sabe dónde, puede brindar esa ocasión. El resultado es imprevisible. Alguien puede irse de allí indiferente. Otro puede sentirse llamado y quedarse.
El silencio de Enzo. En torno a Mohamed, por ejemplo, se han parado muchos cuando el muchacho egipcio se ha puesto a traducir al árabe las diez líneas para los clientes musulmanes del mercado cercano a la mezquita de Milán. Rita, desde hace años jefa de equipo de la Jornada en un centro comercial de Roma, ha visto tantas historias como para abrir un blog para contarlas. Su hermano, director de una empresa, se vio arrastrado por sus hijos a conducir furgonetas como una lanzadera del almacén. Enzo, un anciano que se ha quedado ciego, en lugar de participar en la iniciativa, se está horas sentado en silencio junto a ella. Fabio, antiguo adversario político de Rita en el distrito de Roma de la Annuziatella. «Durante una pelea una noche de pegada de carteles por el referéndum sobre el aborto nos liamos a tirarnos cubos de pegamento». Sólo que después la jefe de equipo se lo encuentra en el supermercado. También a él lo han llevado aquí sus hijos. «El año pasado no pudo venir, por ello nos escribió: “No os deseo que recojáis un kilo más que el año pasado, sino que conozcáis al mayor número de personas posible, con las que compartir una mirada, un abrazo”».
Una mirada que a alguno le ha cambiado la vida. Tomemos a Massimo, de Cesena. Empresario de poco más de cincuenta años, sector transportes. Se cruzó con la Recogida hace unos diez años. Le habían pedido utilizar alguno de sus camiones y un pequeño almacén. «La ocasión para algo de publicidad, más que para hacer una obra buena». Así el primer año, después el segundo… «En un momento dado me di cuenta de que era uno de ellos. Que el interés comercial del principio iba decayendo, sustituido por la relación con las personas que participaban en el Banco de Alimentos. Una amistad imprevista, año tras año. La Recogida se había convertido en el día del reencuentro». Massimo cada vez estaba más implicado. «Hace unos años propuse iniciar la Jornada con una misa en el almacén para todos los voluntarios. En vísperas de ese día, algunos dependientes, entre ellos musulmanes, me ayudan a preparar el altar para el día siguiente. Hay que preparar todo muy bien porque celebra el Obispo…». ¿Por qué una misa? «Porque Cristo es el origen de esta iniciativa. Es quien me ha cambiado la vida a través de este gesto. No eres tú el que hace las cosas. ¿Entiendes lo que esto significa, dicho por un empresario? Después los imprevistos, los proyectos que fallan. Empiezas a ver que hasta lo que no funciona te es dado por alguien que te quiere, y lo vives de una manera distinta».
Cristo, el origen de todo. «Yo soy hecho y querido en este instante por Dios. Sólo el descubrimiento de esta relación originaria nos permite vivir cada cosa de manera verdaderamente humana. Porque todo es ocasión para conocer al que me está dando la vida ahora. Esta es la novedad que esperamos: poder encontrar de nuevo al Señor». Es un extracto de las “diez líneas” que el Banco de Alimentos ha publicado también este año para lanzar la Jornada. «Arriesgando en un diálogo con todos», dice Federico Bassi, responsable nacional de la Recogida. «No proponemos participar en la Recogida sólo por un espíritu solidario, sino para volver a descubrir que la vida es un don, y que es posible, deseable, encontrarse hoy con el que me la está dando ahora, instante tras instante».
Cambiar de casa. Aunque haya que desplazarse setenta kilómetros, si hace falta. De Lomellina a Saronno como Felice. «Me lo dejó caer mi primo Paolo, en 2005: “Vente, hacemos esto… una hora…”». No había visto nunca nada parecido. Volví al año siguiente, y los otros. «Últimamente he empezado a hacer un poco de caridad por mi cuenta, en otras obras. Además de la Recogida...». Como si creciese cada vez más la necesidad de ver de nuevo esta belleza.
Se puede hasta decidir mudarse de casa para estar cerca de esos amigos. Como le sucedió a Paola, que haciendo la compra hace unos años conoció los voluntarios de la Recogida. Con Anna y los demás de aquel supermercado nace una amistad tan intensa que ir a vivir con ellos se convierte en una necesidad vital.
Para algunos la Recogida se ha convertido en un trabajo. Patricia vivía cerca de la primera sede del Banco en la región de Lombardía: «No sabía ni siquiera que estuviese allí. Conocía la Recogida, sólo eso». Después los hijos, la necesidad de un trabajo. Ahora es la secretaria general en la nueva estructura del Banco en el pueblo de Muggiò, un almacén de 3.600 m2 en el área comercial milanesa. Dieciocho empleados, de los almacenistas al director, Marco Magnelli, y casi quinientos voluntarios, la mayoría jubilados, repartidos en turnos semanales, gestionando alimentos que se recogen entre empresas y supermercados. Hay que descargar los camiones, estibar la mercancía, y después seleccionar y preparar los paquetes de comida. «Con un único criterio», explica Magnelli: «¿Tú lo pondrías en tu mesa?». Entre los voluntarios está también el presidente, Gianluigi Valerin, director de una empresa del campo energético: «Hoy atendemos a unas cincuenta entidades caritativas. Y la demanda aumenta cada vez más. Sin duda, tengo la preocupación de que esta obra crezca, de que vaya adelante. Pero sin que decaiga nunca el origen». Así, dos veces al día, suena la campana que llama a todos a rezar el Angelus. «Aclara la finalidad de lo que hacemos», explica Valerin a cuatro universitarios que van a empezar su caritativa en Muggiò: «Como nos ha dicho el cardenal de Milán, monseñor Scola, hemos sido tomados en servicio para aprender a amar. Hay un día privilegiado que se llama Recogida, pero los otros 364 tienen la misma dinámica. Se nos dan para que nuestra conciencia madure».
Una cotidianidad que conoce bien Giancarlo, reportero gráfico jubilado, que hoy, como voluntario, hace todos los días el recorrido con la furgoneta de Siticibo (Lugarcomida, ndt.), otra malla de la Red Banco de Alimentos, para retirar la comida sobrante de los comedores de las empresas que la entregan a obras de caridad: «También en mi caso todo nació a partir de la Recogida. La he hecho siempre, pero tenía el deseo de ver dónde terminaba lo que se recogía. Poder mirar esas caras... Hago todo esto para crecer en humanidad». En la Jornada del año pasado estaba en los almacenes de Rho, uno de los almacenes en que se guardan los alimentos recogidos en la Jornada. «En menos de un mes termina todo. Las obras de caridad van directamente a retirar los paquetes de allí». La Recogida representa cerca del diez por ciento de los “ingresos” del Banco, el resto viene de los excedentes, de la Unión Europea y de las donaciones de empresas.
«En la Feria de Rho, había también algunos presos con permiso penitenciario para echar una mano», cuenta Giancarlo. «Era un espectáculo. Y los que no consiguieron el permiso hicieron la recogida directamente en la cárcel, como en Bollate, gracias a la asociación Encuentro y Presencia». Said obtuvo el permiso en Pescara. Con la noche anterior en blanco pensando cómo sería la libertad. Seis horas en un supermercado: «Cada minuto, cada segundo. Cada encuentro de aquel día me entregó un valor. Y mi vida cambió», dirá un año después.
«También nosotros». El 24 de noviembre les tocará a los menores recluidos en la cárcel napolitana de Nisida. La invitación a los chicos viene de un trabajador de la cárcel que desde el verano coordina un proyecto con los pequeños presos, y que desde entonces le han cogido afecto como a un padre. «¡Aquí nadie hace nada por nada! – le dicen en dialecto napolitano –. Pero si vosotros estáis, nosotros también estamos», le han respondido.
Uno puede adherirse a una iniciativa porque ve a otro que “la disfruta”. Esta es la dinámica del encuentro: «Este año como nunca, nos pondremos a prueba», dice Federico Bassi: «Nada de bolsas amarillas en la entrada. También porque no hay dinero, sin duda. Pero el hecho es que la Recogida es ante todo un encuentro: depende de que te expongas tú, no puede ser sólo un gesto automático».
«No dejas nunca de asombrarte y conmoverte. Cada año es siempre igual y siempre nuevo». Mario Amati estuvo entre los que llevaron la Recogida a Italia, en 1997. «Mi “primer” supermercado estaba en la plaza de Diocleciano, en Milán. Habíamos conocido la recogida el año anterior en Francia. Era una buena idea. Recuerdo que en París, hacia las cuatro de la tarde, con el supermercado ya vacío, se presentó una mujer de color: tenía un carrito lleno y una bolsa en la mano. El voluntario alargó la mano a la bolsa. “No, esto es mío, el carro es para vosotros”. Pensé que nunca funcionaría entre nosotros. El año siguiente en Milán, misma hora, misma escena. Un anciano. El escepticismo había sido derrotado». De hecho, dice, ese milagro se repite cada año. «Hay gente que viene aposta a hacer la compra para la recogida, como una pareja de ancianos que veo desde hace años, o titulados en leyes que se prestan a hacer paquetes siguiendo a los voluntarios. O esa gitana que se presenta con la bolsa llena: “Yo soy una de las que recibe”…». También a Federica le pasó hace un par de años. En el supermercado donde es voluntaria entra una madre con un bebé en la sillita: «Buenos días, señora, ¿quiere participar en la recogida de alimentos?». La mujer duda: «Pero realmente, yo…». «Señora, no se preocupe, si quiere podemos hablar...», responde Federica dispuesta a abordarla con mil razones convincentes. «Es que yo soy una de las que recibe la ayuda…». Un despertar para ella que había salido al campo de batalla feliz de hacer la Recogida, un gesto bonito y útil, con aquellos amigos, además. En cambio... «Me di cuenta de que estaba limitando todo a eso. ¿Por quién lo estaba haciendo verdaderamente?» Se le estremeció el corazón ante esa mujer: «Tenía a Cristo ante mí. Se había hecho presente para mí. No recordaba ni siquiera que tenía las manos congeladas. Tenía ante mí el rostro de Cristo que me llamaba».
LOS NÚMEROS
1.700.000 personas necesitadas sostenidas por el Banco de Alimentos a través de 8.673 estructuras caritativas
68.850 toneladas de ayudas recogidas en 2011 (entre excedentes y donaciones) y redistribuidas
1.500 voluntarios que colaboran con el Banco durante todo el año
120.000 voluntarios participaron en 9.000 supermercados durante la Jornada de Recogida en 2011
LAS CITAS DE NOVIEMBRE
El tercer sábado de noviembre primera Jornada de recogida de Alimentos en España. El último sábado del mes la XIV Jornada en Italia, donde miles de supermercados están implicados también este año con más de cien mil voluntarios asistentes.
Una iniciativa del Banco de Alimentos. Tras haber conocido una experiencia análoga en España en 1988, la idea del Banco de Alimentos se concretó en 1989, en Italia, gracias al encuentro entre Luigi Giussani y el propietario de la empresa Star (productora de Starlux), Danilo Fossati. La primera Recogida se hizo en 1997. Hoy, a una distancia de años, la Jornada Nacional de Recogida de Alimentos representa la mayor iniciativa de caridad que se realiza en Italia.
Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón