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Huellas N.7, Julio/Agosto 2012

BREVES

Lectura

a cargo de Elena Alonso Serrano

LIBRO RECOMENDADO
Thomas Stearns Eliot
Asesinato en la catedral
Encuentro, Madrid 2009
pp. 96 – 16,00 €

Thomas Stearns Eliot no fue el único autor del siglo XX interesado en las circunstancias de la muerte del arzobispo mártir de Canterbury, asesinado en su catedral en 1170. Pero ningún otro escrito o partitura sobre Tomás Becket, elevado a los altares tan sólo tres años después de su muerte, iguala a Asesinato en la catedral en grandeza de pensamiento, intensidad y perfección de las metáforas. En esta obra, Eliot se muestra capaz de sondear el fondo del alma y descifrar la conciencia humana, la percepción que un hombre tiene de sí mismo y de las cosas.
El argumento de la obra es muy sencillo. Se narra el regreso de Tomás Becket de siete años de exilio en Francia, donde se había refugiado por sus disensiones con Enrique II, que quería someter el poder de la Iglesia al de la corona. Becket regresa aun siendo consciente del peligro.
También es sencilla la estructura del drama, dividido en tres partes. La primera con los Coros de las mujeres, turbadas por lo que se presagia («No queríamos que nada sucediera»), el diálogo con los sacerdotes extenuados por las «constantes intrigas» del mundo y del poder, el cara a cara de Tomás Becket con sus cuatro Tentadores; un intermedio que recoge su sermón del día de Navidad; finalmente, la tercera parte, donde se consuma el asesinato dentro de la Catedral. Cuatro caballeros del Rey se dirigen descaradamente al público para proclamar su inocencia ante el delito recién cometido: «Se lo había buscado, es un suicidio», «Lo hemos hecho por la Patria», «Lo hemos hecho para asegurar la paz social».
«Paz» es la primera palabra que pronuncia Tomás sobre el escenario, sobre la paz debate con uno de los cuatro Tentadores, y sobre la paz, todavía, trata su sermón de Navidad: «Nuestro Señor Jesucristo dijo a sus discípulos: “Mi paz os dejo, mi paz os doy”. ¿Entendían la paz tal como nosotros la entendemos? […] Aquellos que fueron sus discípulos […] marcharon a tierras extrañas, padecieron incontables sufrimientos por tierra y por mar, conocieron el tormento, la prisión y las desilusiones, y sufrieron la muerte en el martirio. ¿A qué, entonces, se refería el Señor? Pero si me preguntáis esto, no olvidéis que Él también dijo: “La paz que os doy no es la que os da el mundo”».
«Marcharon a tierras extrañas», es una invitación que Tomás nos hace a cada uno de nosotros. Pero sólo se pone en marcha, nos dice también, el que tiene una percepción de sí como la que expresa el Coro de las mujeres: «Estamos manchadas por una inmundicia que no podemos limpiar. ¡Purificad el aire! ¡Limpiad el cielo! ¡Lavad el viento! Coged la piedra de la piedra, separad la piel del brazo, separad el músculo del hueso y lavadlos». Se pone en marcha el que experimenta que «El pecado crece (hasta) al practicar el bien», como advierte el arzobispo. El que no se contenta «viviendo y semiviviendo», el que busca qué es de verdad la libertad y la paz, el que busca una piedra firme donde apoyar los pies. Y no se trata de una conquista progresiva, sino de un inicio continuo, porque como subraya Eliot: «¿Qué día es el día que conocemos ya, cuya llegada se teme y acaso se desea? Cada día es el día que hubiéramos de temer o desear acaso. Un momento pesa igual que otro. Es siempre ahora, y aquí».
El viaje al que Tomás Becket nos invita es un viaje interior, una verdadera conversión en cada circunstancia. Un viaje que cambia nuestro criterio de juicio y nuestra medida respecto a los del mundo.
Hasta en el martirio. Becket dice en su sermón: «Un martirio no es nunca designio del hombre. Porque el verdadero mártir es aquel que ha llegado a ser instrumento de Dios, y nada desea ya para sí mismo».
Por eso Asesinato en la catedral no celebra la gesta de un héroe, sino más bien el recorrido de un hombre de Gobierno y de Iglesia hacia su propia libertad, hacia la madurez de su rostro humano. Un camino hacia la única pertenencia que nos libra del «horror del viaje sin esfuerzo hacia la tierra vacía, que no es tierra, sino solamente vacío, ausencia, la Nada». Un camino que cada cual debe recorre en primera persona.
(Riccardo Bonacina)


Isabel San Sebastián
La visigoda
pp. 368 – 22,00 € (Madrid 2006)
Astur
pp. 486 – 22,00 € (Madrid 2008)
La Esfera de los Libros (ambos libros).

Tras una larga tarea de investigación, Isabel San Sebastián ha escrito dos novelas centradas en una de las épocas más desconocidas de la Historia de España: la Alta Edad Media. Las dos novelas se centran en una misma acción y describen unos mismos personajes. La primera novela, La visigoda (2006), relata la vida de la protagonista ya en su edad adulta; la segunda parte, que lleva por título el nombre de aquel pueblo, Astur (2008), comienza con el nacimiento de la protagonista.
La Alta Edad Media es un extenso período que comprende nada menos que cinco siglos. En la Historia de España el acontecimiento más importante de esta época es el inicio y el rápido asentamiento de la ocupación musulmana en la Península. La autora comienza su historia a finales del siglo VII – es decir, el momento previo al fatídico desembarco de 711 – y la continúa durante gran parte del siglo VIII. Por aquel entonces el pueblo astur estaba gobernado por los inmediatos descendientes de Pelayo, el cual es recordado a lo largo de las dos novelas con profunda admiración y respeto.
Los dos relatos, mediante ágiles diálogos, describen con verosimilitud tanto la vida cotidiana de los hombres del norte de la Península – su forma de pensar y actuar, sus costumbres ancestrales y su vida cotidiana –, como los acontecimientos extraordinarios que convulsionan a todos los pueblos vecinos: los pactos con los cántabros para luchar frente al enemigo común, el gobierno y el temperamento de los primeros reyes.
El pretexto de la historia es la vida de Alana, la hija de un jefe astur, dotada de ciertos poderes por su ascendencia materna. Por azares del destino, la protagonista recorre no pocos sitios de la península, llegando incluso al apenas instaurado Califato de Córdoba, lo que cautiva al lector, que no puede evitar quedarse atrapado por la trama.
Con esta historia se responde así a uno de los mayores placeres del hombre de todos los siglos: conocer la historia y la vida de sus antepasados, su cultura y sus tradiciones. Si, además, como es el caso, le sucede esto de una manera amena, el saber se disfruta el doble. Con su obra la autora ha rendido un justo tributo a aquella civilización y ha contribuido a su divulgación.
(Paloma Galán)


Rachel Carson
El sentido del asombro
Encuentro, Madrid 2012
pp. 48 – 5,00 €

«Para mantener vivo en un niño su innato sentido del asombro, se necesita la compañía de al menos un adulto con quien poder compartirlo, redescubriendo con él la alegría, la expectación y el misterio del mundo en que vivimos». Rachel Carson (1907-1964) es universalmente considerada la inspiradora del ecologismo moderno, gracias a su libro La Primavera Silenciosa, en el que denunció el uso indiscriminado del DDT señalando sus dañinas consecuencias para la salud pública y la Naturaleza. El sentido del asombro es probablemente su obra más trascendente y desconocida. Pues más allá de revelar en su vida las agresiones a la naturaleza, su principal legado fue enseñarnos que no hay mejor manera de preservarla que experimentar su grandeza. Este pequeño clásico, traducido por primera vez al español, es un antídoto refrescante contra la indiferencia y una guía para captar la fuerza de los descubrimientos sencillos que Carson consideraba esencial para vivir. «Si yo tuviera influencia sobre el hada madrina, aquella que se supone preside el nacimiento de todos los niños, le pediría que le concediera a cada niño de este mundo el don del sentido del asombro tan indestructible que le durara toda la vida, como un inagotable antídoto contra el aburrimiento y el desencanto de años posteriores, la estéril preocupación de problemas artificiales, el distanciamiento de la fuente de nuestra fuerza» (p. 28).


Giorgio Caproni
Antología poética, 1932-1990
(Traducción de Pedro Luis Ladrón de Guevara Mellado)
Huerga y Fierro Ed., Madrid 2000
pp. 224 – 9,00 €

Se cumple este año el primer centenario del nacimiento de un poeta italiano poco conocido en España, Giorgio Caproni (1912-1990), que hablando de su vocación poética escribe: «La poesía ha sido para mí, desde niño, la búsqueda de mí mismo, de mi identidad. Intentar comprender quién soy y, a través de mí, intentar comprender quiénes son los demás. En mi opinión el poeta es un poco como el minero, que partiendo de la superficie – es decir, de la autobiografía – excava, excava, excava hasta que encuentra un fondo en el propio yo que es común a todos los hombres».
En esta antología está el poeta de los años juveniles, con sus humildes y luminosas figuras femeninas, el mundo casi crepuscular de su Liguria de monte y mar, su cantable y graciosa melancolía traspasada ya por la sombra de la muerte. Aquí están las Estancias, a menudo oscuras y espectrales, de los fúnebres años de la guerra: un poeta atormentado que plasma en poesía los años de la carnicería y del horror. Y aquí está, también, el cancionero de Caproni: amor por los vivos y por los muertos, por la gente y por los sitios, por los afectos y por la música. Hasta llegar al Caproni de la madurez: el sentido de la soledad, una vez más los muertos, los grandes temas religiosos de un laico que se pregunta, el inquietante resquemor por los límites de la razón, por la imposibilidad cognoscitiva frente a la fenomenología de lo real (El muro de la tierra). Y, por último, la geometría del vacío, las perturbadoras apariciones, los desgarros metafísicos del viejo poeta. Poesía de la más alta del siglo XX italiano.


Benedicto XVI
Mis santos
Introducción de S.E. Card. Antonio María Rouco Varela
Encuentro, Madrid 2012
pp. 38 – 17,00 € (Infantil)

«Como sabéis, yo también estoy unido de modo especial a algunas figuras de santos: entre estas, además de san José y san Benito, de quienes llevo el nombre, y de otros, está san Agustín», escribe Benedicto XVI. «En este libro quien nos cuenta esa historia de estos Santos es el mismo papa Benedicto. Lo hace porque ellos han significado mucho para él, han sido importantes en su vida. Se trata de santos que en cierto sentido han cambiado su vida, le han hecho comprender mejor lo que Jesús le pedía a él. Al leer estas hermosas historias de grandes amigos de Dios, estamos llamados también nosotros, como nos recuerda el Papa, a ser santos. Si somos como ellos, amigos de Jesús, entonces descubriremos también nosotros, día tras día, que los hechos en apariencia pequeños e insignificantes de nuestra vida son en realidad episodios de una gran historia de la que otros ya han formado parte antes y en la que nosotros ahora estamos llamados a escribir un nuevo capítulo en compañía de Jesús» (Antonio María Rouco).

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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