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Huellas N.9, Octubre 2008

CULTURA - Gaudí / Desde Barcelona a Bruselas

La catedral de Europa

Carlo Dignola

¿Cómo ha llegado la Sagrada Familia hasta el Parlamento Europeo? Por el encuentro entre su vicepresidente, Mario Mauro y el escultor japonés Etsuro Sotoo. Y por algunas personas que se han puesto a mirar los hechos y a seguirlos con inteligencia. Cual nuevo David ante Goliat, la exposición “The realism of Gaudí and the hope of Europe” ha llegado al corazón del imperio. Una señal de la savia cristiana de Europa

Este artículo no se ocupa simplemente de una exposición. “El realismo de Gaudí y la construcción de Europa”, que se expuso del 6 al 10 de octubre en el amplio hall que comunica las tres torres del Parlamento Europeo, no habla sólo de una majestuosa catedral de hormigón y piedra. Pretende, en cambio, poner de manifiesto un hecho consumado: las raíces cristianas de Europa no se hunden en un pasado que se ha extinguido, al contrario, son raíces vivas que se proyectan hacia el futuro.
En el taller de Etsuro Sotoo, en la “fábrica” de la Sagrada Familia, se hallan los dibujos de las frutas coloreadas del artista catalán, que el escultor japonés cien años después realiza con “una fiel creatividad”. En la pared están colgados los martillos y los cinceles que utilizó Gaudí junto a taladros modernos y lijadoras a iones de litio. «Aquella caja –explica Diego Giordani, comisario de la exposición– contiene el calco de un pináculo. Llevaremos a Bruselas teselas de mosaico de distintos colores, para que los parlamentarios que lo deseen puedan firmarlas y pegarlas en el calco de donde saldrá uno de los pináculos del templo. Así sus nombres se quedarán para siempre impresos en la catedral».

Empezando por una pequeña piedra
La estantería de Sotoo está llena de figuras y esculturas: las alas de un ángel, hormigas, arañas, cucarachas y otros animales que decorarán la iglesia. Veo incluso una oruga, que «algún día –afirma el escultor– se transformará en una mariposa». Es una de las muchas metáforas de esta construcción, donde cada parte remite a la totalidad, y cada gesto concreto se inserta en una tarea inconmensurable. «Llevo treinta años trabajando en la Sagrada Familia –cuenta Sotoo–. Considero la presentación de esta exposición en el Parlamento Europeo un hecho muy importante. Es de alguna manera el cumplimiento de un largo camino, aunque no es el destino final ni mucho menos. Durante toda mi vida, cuando encontraba algo bello pensaba que ése iba a ser el último paso, y, en cambio, siempre suponía un nuevo inicio. La exposición de Bruselas es otra prueba de que mis raíces están aquí. Cuando era joven vine a Europa sin tener idea de lo que era la Sagrada Familia, sólo quería esculpir y transformar una pequeña piedra en una obra, quería ser un buen escultor. Aquella pequeña piedra nos ha llevado hasta al Parlamento Europeo».
Entonces, ¿es justo cuidar con seriedad todas las pequeñas cosas de la vida de cada uno? «¡Claro que sí! –contesta Sotoo– Lo que parecía ser una semilla destinada a germinar en la tierra, ahora ha llegado a ser un árbol». Lo mismo que ha sucedido con la Sagrada Familia: hace 125 años, Gaudí empezó la construcción de un templo en un barrio de la periferia, sin duda, un lugar inadecuado para un edificio de este tipo; entonces, ni siquiera formaba parte de la ciudad de Barcelona, pertenecía a otro pueblo, San Martín de Provenzal. En una foto de la época se ven las cabras que pastan alrededor del taller. Además, Gaudí no disponía del dinero necesario para llevar a cabo una obra como ésta. «Ahora –destaca el artista japonés– se está convirtiendo en el centro de Barcelona, en una puerta de acceso a la ciudad. En la época de Gaudí, ¿quién podía imaginarlo? Los hombres no sabemos nada del futuro, sólo podemos obedecer a la realidad que tenemos delante».

Los padres de Europa
«Es análogo a lo que pasó con los fundadores de Europa –explica Chiara Curti, arquitecta y diseñadora que ha colaborado en la realización de la muestra–. La primera vez que se habló de Europa en París, se pensaba en una unión de mercado para el comercio del carbón y del acero. Hemos elegido como epígrafe de la exposición una frase de Robert Schuman que tiene mucho que ver con Gaudí: “Somos todos instrumentos sumamente imperfectos de una providencia que nos utiliza para realizar grandes proyectos que van más allá de nosotros”. En este sentido, la analogía entre las dos construcciones se comprueba en que Gaudí y los fundadores de la Unión Europea utilizan las mismas palabras, las mismas expresiones».

El descubrimiento de un paralelismo
Diego Giordani cuenta que todo nació casualmente: «En diciembre de 2006 Mario Mauro vino a pasar unos días a Barcelona, y organizamos una visita a la Sagrada Familia con Etsuro Sotoo». «Mientras le escuchaba –recuerda el vicepresidente del Parlamento Europeo– me di cuenta de que la construcción de esta iglesia es análoga a la construcción de la Unión Europea: viola todas las reglas de construcción, crea algo nuevo. Como Gaudí, los fundadores de Europa se movieron en una dirección contraria a las buenas normas de una política “estática”: era improbable que su construcción permaneciera en pie, pero resistió». Mauro notó también otra analogía: «Escuchando a Sotoo contar cómo el trabajo en la Sagrada Familia se ha ido alejando de las ideas originales de Gaudí, pensé en la fachada desfigurada de Europa: ella también necesita alguien que, como Sotoo, le devuelva la belleza del proyecto originario. Como él ha vuelto a descubrir las ideas de Gaudí, hace falta que nosotros volvamos a De Gasperi, Schuman, Adenauer y Monnet, para restaurar sus pináculos y que Europa retome su camino originario. En su esfuerzo para asegurar a Europa estos cincuenta años de paz y desarrollo, aquellos hombres fueron guiados por una amistad cristiana. Gaudí imaginaba que desde los pináculos del templo, proyectados como los tubos de un gran órgano, se pudiera escuchar la voz del pueblo cristiano a cien kilómetros de distancia. Sotoo y yo quisiéramos que esta voz resonara por todos los territorios de la Unión Europea. Europa es un país nuevo y necesita una nueva catedral que represente el destino común de sus pueblos».

Edificar lo humano
«Pero la verdadera catedral –añade Sotoo– está formada por cada uno de nosotros. Construir la Iglesia quiere decir construirnos a nosotros mismos. La Sagrada Familia no estaría ahora delante de nuestros ojos si su edificación no coincidiera con cada uno de nosotros. Gracias a esto, la iglesia puede ser edificada. Si se construye al hombre, la construcción de la catedral está asegurada. Es como si la Sagrada Familia estuviera ya completa, porque ya está comunicando la fe. Nadie puede saber cuál será el futuro de esta iglesia. También podría ser que cuando el tren de alta velocidad pase debajo del edificio, todo se derrumbe, y tengamos que volver a construirla desde el principio».
La Sagrada Familia no es un descubrimiento nuevo. Durante los últimos treinta años se han publicado muchos estudios y libros interesantes sobre ella, pero ahora en Barcelona hay algo nuevo que ver. No es sólo la genialidad de este arquitecto católico que atrae a la gente, ni tampoco su exuberante simbología y su enigmática cultura. «La primera vez que conocí a Sotoo, –cuenta Diego Giordani– me dijo: “Vosotros tenéis que ayudarme a terminar la Sagrada Familia”. Le contesté: “¿Nosotros? ¡Es una broma!”. Solté una carcajada, pero ahora me doy cuenta de que todo lo que pasa alrededor de esta obra contribuye en la construcción del templo. Veo a la gente que trabaja aquí, muchos han cambiado. Nosotros también hemos cambiado. Antes de conocer a Sotoo, llevaba diez años viviendo en Barcelona y para mí la Sagrada Familia era algo que tenía que ver alborotadamente haciendo turismo. Pero en un determinado momento me di cuenta de que me estaba apasionando por el aspecto cultural o artístico, este cambio supuso para mí mirar esta iglesia con los ojos de Sotoo, con los mismos ojos de Gaudí».
Chiara Curti, remata: «Cuando ves a alguien que hace algo grande te planteas: “¿Quién es este hombre? Me gustaría ser como él”. Esta exposición nos enseña a construir también cosas que no tienen nada que ver con Europa o con el templo de Barcelona, como por ejemplo nuestra familia».

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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