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Huellas N.9, Octubre 2008

CL - Barcelona / Apertura de curso

El misterio es mi hogar

No sé casi nada de teología, por lo menos nada estructurado o cronológicamente coherente. Lo que creo, fundamentalmente, es que sé tanto de Dios como el que más. ¿Por qué? Porque yo he nacido preñado con la pregunta cuya respuesta me lanza a lo profundo del Misterio. Porque soy parte de este Misterio. Porque estoy pasmado por la maravilla del mundo. Porque yo no he creado una sola molécula de mi ser. Porque no sé nada, y cuanto más aprendo, menos me parece saber, o sea, más avanzo en el interior del Misterio. «Solamente la hipótesis de Dios», escribió don Luigi Giussani en su esclarecedor libro El Sentido Religioso, «sólo la afirmación del misterio como realidad que existe más allá de nuestra capacidad de desentrañarlo en su totalidad, sólo esta hipótesis corresponde a la estructura original de la persona humana. Si en la naturaleza del hombre está la búsqueda tenaz de una respuesta, si la estructura del hombre es, por tanto, esta pregunta, esta petición irresistible e inagotable, la pregunta se sofoca si no se admite la existencia de una respuesta. Pero esta respuesta necesariamente ha de ser insondable. Únicamente la existencia del misterio corresponde a la estructura del hombre, que es exigencia, petición insaciable, y lo que le corresponde no es nada que se dé a sí mismo, que él mida o posea». Esto, para mí, fue un concepto inesperado: que esta hambre de Dios no sólo era parte esencial de mi estructura como hombre, sino que la naturaleza elemental de esta estructura consistía en que nada que no fuera Dios podía satisfacerme. Mi sed, por lo tanto, había sido tanto una manifestación de la insaciabilidad de mis apetitos humanos, si los dirigía a cosas terrenas, como de mi profunda necesidad de aquello que podía saciarla.
El Misterio da forma a mi vida y, sin el Misterio, esa vida no tiene sentido. Incluso cuando niego el Misterio, este me impulsa a pesar de mí mismo. Todos mis anhelos van, en última instancia, dirigidos a este Misterio, y cualquier otra cosa que busque para calmar este anhelo se convierte en polvo. No puedo permitir que nada de este mundo se establezca como sentido último de mi vida, porque eso destruiría tanto ese objeto como la energía que dedique a ello. Sólo si admito la existencia del Misterio puedo seguir vivo, pero no, como me solían decir, porque es mi obligación rendir homenaje al Dios Que Me Ha Creado, sino porque el Misterio es mi hogar, es donde yo vivo, de donde vengo y a donde voy a volver. Yo soy lo incognoscible y, por la tanto, si niego a Dios, me niego a mí mismo.
He recorrido ya un trecho siguiendo a este destino, pero en realidad estoy sólo iniciando un viaje que, estoy seguro, no va a tener fin. Cuanto más avanzo, más espacio se abre ante mí.
(John Waters, Lapsed Agnostic, Paperback 2008, pp. 95-96; traducción a cargo de M. R. Cárdenas)

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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