En el origen de la nueva iglesia se encuentra (también) una familia italiana, los Abbondio
La familia Abbondio estaba en la misa visiblemente emocionada. Una presencia discreta la suya, que no espera homenajes ni nada por el estilo. Pero contenta de haber contribuido a una obra tan hermosa y, eso sí, importante para ellos.
Angelo Abbondio, en su intervención al finalizar la Eucaristía, habló de la sorpresa y de la emoción que suponía para él ver la iglesia terminada y descubrir lo hermosa que era, cómo, aunque habían seguido las etapas de la construcción, él y su familia veían que el resultado superaba con creces las expectativas. De ahí nacía la emoción, explicaba, la que surge naturalmente en todo ser humano cuando se encuentra ante algo especialmente bello. Por eso, paradójicamente, era él el que agradecía a la comunidad la oportunidad que le había brindado para poder vivir esa experiencia. Pero ¿cómo llegaron los Abbondio a Novos Alagados? ¿Por qué ayudaron a construir la iglesia? Angelo contó que, cuando conocieron a don Giussani, comprendieron que sólo Cristo podía satisfacer realmente el deseo que tenían. Hace quince años, por indicación del sacerdote milanés fueron a Brasil buscando una obra del movimiento con la que pudieran colaborar. Quedaron particularmente impresionados por la realidad de Novos Alagados y comenzaron a ayudar, primero en el dispensario y luego en la construcción de la guardería “Juan Pablo II” y las demás obras de AVSI en la zona.
Desde que el movimiento les enseñó que el objeto de la vida es dar a conocer a Cristo, comenzaron a apoyar también la construcción de la iglesia. Les conmovió en particular el nombre que se le daría, Jesucristo Resucitado. Tan correspondiente con lo que Giussani solía recordar: que Cristo es una persona que está presente aquí y ahora.
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