Cuando estás ante un amigo, un padre de familia, que ha perdido el trabajo, te das cuenta de que esa crisis de la que todos hablan pero que nadie desea, es real. ¿Y yo qué hago? ¿Le doy una palmadita en la espalda mientras pienso que ojalá no me toque? No. En seguida me puse a buscar un trabajo para él. En lugar de pensar que bastante tengo con mis problemas y tratar de olvidar el tema, mi primer paso fue buscar un trabajo, buscarlo con él. En estos últimos días muchos se preguntan ¿qué hacer con el dinero que tiene en el banco? ¿Dónde invertir? ¿Es mejor vender o comprar? Frente a este amigo que ha perdido el trabajo me pregunto en qué sentido puedo decir “mi dinero”, “mi trabajo”, “mi tiempo”, “mis contactos”. El hombre autosuficiente es el que está en crisis, el “self made man” se ha quedado desamparado. En cambio, la conciencia de que mi vida pertenece a algo más grande que yo y que mi familia, me lleva a concebir todo lo que tengo y lo que soy como un bien que no me pertenece en exclusiva, sino que debo poner al servicio de las necesidades de quienes lo están pasando mal económica o laboralmente. Sé por experiencia que el trabajo es esencial para la percepción de la propia dignidad y utilidad. Cuando alguien no se avergüenza de decirle a un amigo que ha perdido el trabajo, ha vencido la peor de las crisis, la del aislamiento y la soledad. Acompañarle en la búsqueda del trabajo, hoy por hoy, es un valor en el que merece la pena invertir.
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