LA FIDELIDAD DEL SEÑOR DURA POR SIEMPRE
Estimado Julián Carrón: Soy el Padre Jorge y hace más de 11 años vinimos con el padre Gustavo al Uruguay (somos argentinos) y fuimos ordenados sacerdotes (yo hace 7 años y Gustavo hace 6) para la diócesis de San José. Los dos somos del movimiento desde hace mucho. El obispo nos confió a cada uno una parroquia en zona de campaña y una tercera en la cual compartimos el trabajo pastoral que de por sí es muy duro ya que los fieles que practican y se acercan son muy escasos. Además de las tres sedes contamos con 14 capillas más para atender, diseminadas en un amplio territorio (las más lejanas distan entre sí unos 100 km). Apenas llegué a mi parroquia hubo domingos en que tuve que celebrar la misa con una sola persona. Hoy, después de tres años, se acercan algunos más, pero entre las tres misas que celebro los domingos no son más de treinta personas las que participan habitualmente, la mayoría gente mayor. Esta situación de por sí es ardua para cualquiera ya que no es fácil permanecer como sacerdote en medio de un pueblo que permanece lejano e indiferente. ¡Tantos años de laicismo no pasaron en vano! Sólo la fidelidad a esta amistad que es Comunión y Liberación nos permite mantenernos alegres en medio de tantas dificultades ya que sin la conciencia de que pertenecemos a Otro, también en nuestro obrar, todo sería más difícil y oscuro. Pero aun así Dios nos ha permitido hacer cosas grandes. La parroquia y las capillas de mi parroquia sufrían grandes deterioros, fruto de más de 40 años de abandono: techos que se llovían, paredes rotas, puertas, ventanas y bancos apolillados, electricidad que no funcionaba, y todo sin pintar. En dos capillas no tengo ni siquiera agua porque la cobran como agua comercial y no hay fondos para pagarla. En estos tres años, organizando eventos para recaudar fondos y gracias a que trabajé 20 años de albañil (empecé cuando tenía 14 años), están totalmente cambiadas, aunque todavía falta muchísimo por arreglar. Y todo esto fue posible también gracias a la fidelidad, ¡antes que nada de Él que nos llamó!, y de otros amigos como el padre Mario y el padre Berti del Studium Christi de Milán, al que no conocemos personalmente pero que nos ha acompañado con su aporte financiero durante estos largos once años, ¡ayuda sin la cual no habríamos podido sobrevivir ya que lo que se recauda en las colectas no alcanza ni para la nafta de los vehículos! (El litro cuesta casi 2 dólares y las extensiones por recorrer son largas). En los años en que era vicario y no tenía grandes gastos pude ahorrar algo de lo que me enviaban y me sirvió ahora para estos arreglos. ¡Gracias padre Berti y padre Mario por la fidelidad de esta amistad! ¡Gracias al movimiento y a toda la Iglesia por educarnos en este amor que se da sin pedir nada a cambio!
Padre Jorge (Uruguay)
COMO TÚ QUE PERDONASTE A QUIEN TE CRUCIFICABA
Tenía planeado para el sábado ir a ver al Papa. Me avisa una amiga que viene a verme desde México y que ya está de camino. Tenía que cambiar todos mis planes, pero pensé: «Señor, tú sabes porque están así las cosas, y yo te sigo». Decidí seguir a través de la televisión la Misa del Santo Padre el domingo. Minutos antes de iniciar la Misa, mi amiga empieza a despotricar contra el Papa y la Iglesia. Yo pedía con todas mis fuerzas que el Señor me diera sabiduría para afrontar la situación. Me sentí muy dolida, lastimada, y a la vez trataba de controlar el coraje tan grande que sentía en mi interior. Me quedé callada, pero me dolía tanto el pecho y los brazos que temía que me fuera a pasar algo. Sin decir palabra le serví el desayuno y me fui a la televisión para participar de la Santa Misa. Tanto en el Evangelio como en la homilía del Papa encontré la fortaleza que necesitaba. «Si el grano cae en tierra buena dará fruto». Me preguntaba: ¿qué clase de grano soy yo?, ¿puedo disculpar a mi amiga?, ¿puedo pasar por alto la ofensa? Sí, Señor, porque tu Iglesia me está enseñando a conocerte, Tú que perdonaste a todos aquellos que te llevaron a la cruz. «El Señor no quiere la muerte del pecador, sino que el hombre se convierta, que tenga un corazón puro y nuevo». Estoy conmovida por cómo Benedicto XVI me ha permitido reconocer en él a nuestro Señor Jesucristo.
Nora, Aguascalientes (México)
ABRAZADOS POR EL PAPA
Cuando por primera vez me enteré de la visita del Papa a México, no pensé seriamente poder asistir. Hasta que mis amigos Gaby, Pedro, Oliverio, entre otros, se tomaron en serio esta ocasión. Entonces decidí acudir yo también, junto con mi esposa. Al principio parecía algo imposible dejar por primera vez solo a mi hijo con sus abuelos, pero hicimos un camino juntos: confrontamos las circunstancias primero con los amigos de la Escuela de comunidad, y luego en el Retiro de Cuaresma, en Campeche. Yo estaba seguro de que era una ocasión para descubrir el rostro concreto de este Tú que es el Misterio. Me di cuenta de que, para ser mejor esposo y padre de mi hijo, me correspondía ir a ver al Papa. Tuvimos que hacer varios sacrificios en distintos sentidos, pero llevando en el corazón nuestras preguntas y necesidades. Lo pusimos todo en manos del Señor, y el camino fue muy bonito porque di pasos junto a mi esposa y a los amigos.
Estando en la Misa el domingo con el Santo Padre Benedicto XVI, uno, como mexicano, se siente abrazado por Cristo mismo. El Papa vino a dejar la invitación concreta de un camino hacia una fe madura: «La Misión Continental, que ahora se está llevando a cabo diócesis por diócesis en este Continente, tiene precisamente el cometido de hacer llegar esta convicción a todos los cristianos y comunidades eclesiales, para que resistan a la tentación de una fe superficial y rutinaria, a veces fragmentaria e incoherente. También aquí se ha de superar el cansancio de la fe y recuperar “la alegría de ser cristianos, de estar sostenidos por la felicidad interior de conocer a Cristo y de pertenecer a su Iglesia. De esta alegría nacen también las energías para servir a Cristo en las situaciones agobiantes de sufrimiento humano, para ponerse a su disposición, sin replegarse en el propio bienestar”». El Papa vino a ayudarme a hacer todo el recorrido de la fe y sacarme de mi comodidad, para descubrir que soy más esposo, más padre, más yo, sólo si dependo de un Tú, y este Tú tiene un rostro concreto, el de su Hijo Jesucristo, y el de todos estos amigos.
Sebastián, Tabasco (México)
ALGO QUE ME ESTÁ SUCEDIENDO AHORA
Soy paraguaya, pero vivo en Uruguay desde hace un año y medio, y participo en un grupo de jóvenes trabajadores de CL en Montevideo. En el último retiro de Cuaresma, con amigos que hace poco que conozco, se me hacía patente la presencia de Cristo. ¿Quién es Cristo para mí? Fue lo primero que me llamó la atención de lo que dijo el padre Gustavo al empezar. Luego: «Si el acontecimiento es provocado por algo externo a mí y el deseo que tengo de conocer a Cristo es justamente un acontecimiento, entonces, ¿tampoco el deseo de Cristo nace de mí?». El tercer punto que me llamó la atención fue: «una mirada atenta a mí misma me ayuda a reconocer a Cristo, Cristo es respuesta a lo yo soy». Durante el momento de silencio, leyendo la presentación del libro Los Orígenes de la Pretensión cristiana en la revista Huellas, buscando responder a esta pregunta, de repente caí en la cuenta de lo que estaba haciendo. ¡Nunca me había pasado leer algo tan concentrada y con tanto interés! Creo que fue la primera vez que en verdad me sentí estudiando algo. Esto no me pasaba mucho en el colegio y tampoco en la facultad. Estaba “estudiando” para saber de dónde nace el deseo de Cristo en mi vida. Paré de leer para procesar eso, porque en verdad ya me pareció algo grande, y después seguí leyendo para otra vez parar y darme cuenta de que todo lo que había leído – todo lo que decía don Giussani, Julian Carrón, y los versículos de la Biblia – mostraba el interés que Dios por mí. Por mi persona, mi humanidad, mi corazón, mi libertad. ¡Él está interesado en mí! Lo único que siempre me pide es que me mire con sinceridad; por eso me pide que esté atenta a no dar nada por descontado, ¡por eso me pide que me confiese! Para que pueda ser libre. Que haga siempre lo que me corresponde y no lo que me gusta nada más. De verdad, ¡yo soy Tú que me haces! Cristo no es esa imagen que está siempre colgada en la Iglesia. Yo no le veía porque no me miraba a mí misma, veía cosas que me hacían recordar que Él existe y no nos deja solos, pero nunca le había visto en mí. Fue un momento de verdad que al instante me hizo sentir una necesidad, la famosa “dependencia” que tanto hablan, siempre leía, escuchaba, y ahora estaba sintiendo de una manera viva y personal. Él sabe bien lo que hace, y ya me viene preparando hace rato para todo esto. Por ello, me siento muy querida y agradecida.
Clara, Montevideo (Uruguay)
ALGO SORPRENDENTE
En una de mis innumerables visitas guiadas a la Sagrada Familia aconteció algo sorprendente. El grupo quería un guía acompañante, y yo no podía (ni me apetecía) acompañar al grupo todo el día. Por tanto, yo explicaba la Sagrada Familia y les acompañó otro guía turístico oficial. En un principio no tenía que quedarse a mi visita pero decidió permanecer todo el rato, y al finalizar estaba encantada, comentándome que ella no dominaba tanto el “hecho religioso” (como si fuese un apartado más). Al día siguiente la visita al Barrio Gótico la realizaba un amigo, Josep María, y la acompañante, Mónica, de nuevo asistió con la misma gratitud posterior, entendiendo que entre Josep María y yo había un hilo conductor común. Su sencillez no le dejó pararse allí, sino que nos propuso a Josep María y a mí realizar un curso de seis horas a otros guías turísticos oficiales explicando el contenido de nuestras explicaciones de un modo amplio. Yo casi siempre acompaño en la visita a gente del movimiento. Otros grupos me cuestan un poco más, ya que no puedo ser todo lo explícito que me gustaría. Muchas veces encuentras incomprensión o prejuicios, y ahora de repente teníamos que explicar a otros guías turísticos la fuente de nuestra explicación. Cuando preparábamos el programa Josep María y yo no sabíamos bien por dónde ir. La tentación era rebajar el discurso para evitar cualquier problema, pero si Mónica se había quedado sorprendida por algo, teníamos que ser leales con ella y con los guías que estaban dispuestos a gastar tiempo y dinero para asistir a nuestro curso. Teníamos que mostrar el origen de nuestra autenticidad y la pasión por llegar a la verdad. El curso lo programamos sin contemplaciones, dijimos las cosas tal y como nos parecían, cómo el cristianismo había gestado un hombre vivo, muchas veces pecador pero con una certeza, que Dios le salva, y cómo este hombre había generado una civilización más humana. Cómo la modernidad intenta crear un hombre artificial, abstracto, y finalmente cómo en la nueva Barcelona del Ensanche aparece la Sagrada Familia como signo de la Presencia viva de Cristo en el mundo de hoy. Los asistentes estaban encantados, el segundo día varios de ellos quisieron grabar la charla, promesas de futuros cursos, intercambio de mails... Uno que el primer día nos miraba de un modo distante, después de la explicación de la Sagrada Familia se nos acercó comentando que el desafío es hablar uniendo razón y corazón, como habíamos hecho. Yo además me quedo con el regusto que tenía cuando llegué a casa. Agradezco haber realizado este curso con Josep María, ya que no volví a casa pensando lo bien que lo había hecho, sino que he contribuido a generar un lugar donde se buscaba y se reconocía la verdad. Había sido protagonista, pero sería de necios pensar que yo había creado todo eso, desde el primer sí de Mónica al asistir hasta como nos intercambiábamos Josep María y yo para explicar lo que se nos ocurría a partir de la explicación del otro. No sólo había un discurso, sino un modo de vivir la cultura a partir de una amistad, donde el primer sorprendido era yo mismo. Mi mujer, Maria Chiara, me comentó que había sido bello ver cómo nos complementábamos al hablar, ya que no era ninguna competición, sino la pasión por comunicar la Verdad de la cual vivimos.
Joan, Barcelona (España)
UNA MÉDICO CRISTIANA
Quería contar algo que me ha ocurrido y que ¡me ha impresionado mucho! Estaba en el hospital, tenía que hacer una guardia en un sector que no es mío, y cuando pasé por la zona de enfermería vi a una paciente que estaba aislada del resto. Me dijeron que estaba en estado terminal, y entonces tuve un deseo muy grande de rezar por los agonizantes, como, en el libro que estoy leyendo, Santa Faustina cuenta que le pidió el Señor. Pero como había mucho lío en la guardia y en realidad esa paciente no me correspondía, me retrasé y fui sólo a verla en el descanso. Entonces ayudé a cambiarle las sábanas, porque las había ensuciado, y mentalmente empecé a decir la oración avisando a mi colega que me iba a quedar allí con la enferma, rezando por ella. Cuando mi colega salió de la enfermería, como la paciente estaba monitorizada con la máquina que permite seguir los latidos del corazón, me di cuenta que los latidos empezaban a disminuir sensiblemente, así que le pedí al Señor que esperara a que yo pudiera terminar el “rosario de la misericordia” que estaba rezando. En cinco minutos acabé, y un minuto después la máquina empezó a dar línea recta. Esa mujer acababa de morir. ¡Qué impresión!, ella estaba esperando a que yo llegara y a mi oración para poder partir serena.
Silvia, Río de Janeiro (Brasil)
QUITARSE UN PESO DE ENCIMA
Inicié este curso de una forma maravillosa, con un viaje a Italia. Conocer el verdadero significado del viejo mundo fue una novedad total para mí. Conocer gente nueva que me acogió y atendió como si recibieran a un familiar que vivía en otro país, me impresionó mucho. De día, participar en las clases, con niños como los nuestros, algunos vivaces, otros salvajes; de noche, leer un poco, estar con la familia que me hospedó, luego planificar mi regreso. El reencuentro con mi familia, preparativos para pintar mi casa y amueblar mi cocina, hacer un lindo jardincito, etc. Todo en orden, todo ideal, los astros se habían alineado. A mi regreso, tuve que volver a afrontar la situación de mi hijo. No es que antes de viajar no conociera su dificultad, las cosas estaban igual que cuando lo dejé. La diferencia era que la situación chocaba con el ideal que había visto o con los planes que yo tenía por hacer. Después de hablar con las profesoras, mi marido, y otras personas que quieren lo mejor para mi hijo, comprendí que debía renunciar a mis planes y poner en marcha mi yo. Nadie más que yo, y también mi marido, podía hacer lo que había que hacer. Corridas por los médicos, diagnósticos, evaluaciones, éste no me convence, este otro está con mayores dificultades que mi hijo y yo juntos, diagnóstico del diagnóstico, etc. Fue una búsqueda exhaustiva, pero una búsqueda en la que tuve que implicarme hasta el fondo en todo, el trato a mi marido, cuidar la comida, cuidar los gastos, cuidar y valorar el trabajo que es lo que nos permitía a mi marido y a mí acceder a los profesionales, conversar con toda mi familia tanto los que decían que los locos éramos nosotros. En fin, también haciendo todo lo que había que hacer, cumpliendo con casi todo, las cosas no salían a mi medida. Entonces comprendí que es Otro quien me da la oportunidad de tener todo lo que tengo, mi casa, mi hijo, mi marido. Están a préstamo, nada es mío, mañana pueden no estar, incluso yo. Conclusión: mi hijo es para mí un misterio muy grande, también yo para mí misma, también mis alumnos y los que le rodean. Esta experiencia familiar me permitió entrar a dar clases, tratar a mi hijo y a mi marido con otra mirada, con un peso menor sobre los hombros. Yo debía ponerme en movimiento, eso estaba claro. Pero ahora había una pequeña línea, un hilo casi de igual espesor al de una tela de araña que unía mis circunstancias, mis límites, mi pobreza, mi abismo con una Presencia que deseo seguir reconociendo. El final de curso siempre es un reto: las planillas, las correcciones, el tiempo que nunca es suficiente, preparar las clausuras, la ansiedad de saber qué grado te darán, cenas aquí y allá, mi hijo pasa al preescolar, sigue faltando tiempo, los padres estarán inmensamente agradecidos, los alumnos felices, todo en orden, el mundo ideal. Entrega de libretas, no todos inmensamente felices, ni mucho menos agradecidos, nuevo bajón. Habrá que implicarse de nuevo hasta el fondo con esta cuestión, el próximo curso comenzaré de nuevo, pero con los hombros más ligeros porque es Él quien me da todo esto y me acompaña en el camino.
Una profesora, Asunción (Paraguay)
UN DOMINGO A COMER
Querido Julián Carrón: Llevo años en una situación familiar muy difícil. Estaba muy enfadada y mi relación con Cristo se limitaba a un “do ut des”. Rezaba, ayunaba con la pretensión de obtener lo que quería. Mi corazón estaba triste. Mis familiares veían a una mujer desanimada y enfadada esperando un signo que nunca llegaba. Mis amigos de la Escuela de comunidad me han tomado de la mano y me han ayudado a confiar en el Señor. Poco a poco, la oración se ha convertido en una relación, en un “gracias” que brota espontáneo. Mi corazón está en paz y mi mirada serena. Lo más sorprendente me pasó un domingo mientras comíamos. Mi marido, que igual que mis hijos se declara ateo convencido, mirándome a los ojos, me dijo de repente: «Sé por qué estas contenta. Tienes un amante». Muy apurada, le contesté: «¿Pero qué dices?». Su respuesta fue: «Te has enamorado de Cristo. Por eso estás feliz».
Eletta
Erasmus
DE VACACIONES CON UNA COMPAÑÍA INSÓLITA
Somos dos estudiantes de la Universidad católica de Milán. Llevamos unos meses de Erasmus en Moscú. Hace unas semanas nos invitaron a unas vacaciones organizadas por los grupos de la Escuela de comunidad, sobre el tema: “La positividad de la realidad”. Éramos unos treinta y enseguida nos llamó la atención el hecho de que tantas personas distintas, católicas y ortodoxas, hubiesen aceptado esa invitación. Era llamativo que personas tan distintas pudieran estar juntas. Algunos, por ejemplo, no entendían el motivo de ciertos gestos, por ejemplo estar en silencio durante la excursión sobre el lago helado, pero lo aceptaban y al final les resultó patente que esa manera de estar juntos era bonita. Algunos amigos nos han acompañado en nuestra estancia y, gracias a ellos, la fatiga que implica estar aquí ha empezado a convertirse en petición. En estos días de vacaciones hemos trabado amistad con una chica rusa que no conocía en absoluto el movimiento. La primera noche, nos preguntó: «¿Qué es esto?». Intentamos hablarle del movimiento pero quizás a causa de nuestro ruso no entendía. Entonces, simplemente le hablamos de nosotras y de nuestros amigos. Así, en los días siguientes, volvimos a quedar: nosotras con el deseo de verla y ella con el deseo de conocer. Después de estas vacaciones, en las que saboreamos los juegos en la nieve, una velada sobre Chesterton, la convivencia, las conversaciones, lo que queda es una familiaridad mayor con Cristo y siempre pasa a través de una compañía concreta, y en este caso de personas que nunca habríamos imaginado conocer.
Elisa e Hilaria (Moscú)
Adopción
EL RETO ES GRANDE, PERO EL DON ES MAYOR
Acabamos de recibir dos regalos: Gabriele (38 días), una adopción nacional, y Santiago (14 meses) desde Colombia. El camino que hemos recorrido no ha sido siempre fácil. Hablar entre marido y mujer, verse deseosos de ser padres y a la vez incapaces de encontrar respuestas o planificar acontecimientos, poco a poco nos ha abierto el corazón a la voluntad de Otro. Así hemos pasado de una condición que muchos consideran “desafortunada” a la de experimentar una correspondencia extraordinaria, que te estremece cada vez que lo piensas. Es absolutamente evidente que estos hijos te reclaman continuamente a lo que da consistencia a todo, te reclaman a mirar a Dios como Padre y como respuesta a lo que tu corazón desea. La presencia de estos hijos cumple una tarea enorme. Te recuerda sin cesar que el corazón humano necesita y busca ser correspondido. El abrazo de los hijos, la mirada buena y la certeza absoluta de ser madre y padre de alguien que no es tuyo, constituye un reclamo fortísimo a mirar la realidad con la súplica de que lo que desea tu corazón esté presente y te acompañe. Es verdad, también el trámite burocrático obligatorio para la adopción es complicado y a menudo uno se desanima, pero hay que tener la certeza de que todo lo rige un Misterio que no se puede aferrar más que confiándose a él junto con los hijos que llegarán. En todo esto sigue siendo fundamental la compañía de amigos que, antes que nosotros, han vivido la misma experiencia. El reto es grande, pero el don lo es todavía más.
Stefano y Valentina, Rimini (Italia)
ENCONTRÉ A UN PADRE
Me di cuenta de que la venida del Papa a México era Cristo mismo que venía a mi casa, al igual que fue a la de Zaqueo. Últimamente he estado algo abrumada y atareada, con la pretensión de “hacer cosas” para resolver la situación. Me preguntaba: con la situación complicada que tenemos en México, ¿de qué sirve que el Papa venga tres días, cómo van a cambiar algo esos tres días? ¿Por qué hacer el esfuerzo de moverme para ir a verle? ¿Qué sentido tiene este esfuerzo? (banalizaba el esfuerzo del Papa y el que debía hacer yo). De camino, buscaba a Cristo como al amigo con quien me relaciono y entablaba un diálogo con Él, preguntándome: ¿qué novedad me va a traer esto? ¿Puede cambiar algo en mi vida? La homilía me dejó verdaderamente conmovida. ¡Cómo nos habló! Le había escuchado tantas veces hablar del amor, del destino, de la comunidad cristiana, pero en esa ocasión había tomado un avión para decírnoslo a la cara, ¡Vino a decirme lo mismo que podía haber hecho escribiendo una carta! ¿Por qué? ¿Por qué se toma esta molestia? ¿Por qué él toma más en serio México que muchos de nosotros? Yo iba a verlo con la imagen de un amigo que tenía prefabricada, pero lo que encontré fue mucho mejor. ¡Encontré a un padre! Ni siquiera sabía hasta qué punto lo necesitaba. Un padre que no teme repetir una y otra vez las cosas a sus hijos, que le dice: «Toma en serio tu destino, es muy importante… y el de tus hermanos, ¡compartan el camino!».Y comprendí que la salvación es una fuente de la que no hay que separarse. El Papa vino a recordarnos dónde está la posibilidad de ser felices, siguiendo a Cristo en donde lo hemos encontrado.
Marilu, Jalapa (México)
Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón