La fe puesta a prueba entre debates, arte, política y ciencia. Dos días en la plaza pública norteamericana, donde «ningún encuentro puede darse por descontado», tanto para los voluntarios como para los invitados. Un famoso cineasta, tras una vida de éxitos, busca todavía: «Me levanto por la mañana para encontrarme con personas grandes, como me ha sucedido aquí»
Se cierra el telón al terminar la intervención “¿Qué es el cristianismo?”, que ha reunido a cientos de personas en el New York Encounter, y Julián Carrón se encuentra con un equipo de televisión de la Archidiócesis de Brooklyn. Después de las primeras preguntas, más generales, el entrevistador plantea una que los filósofos postmodernos nunca harían: «¿Qué relación hay entre fe y razón?». Según los cánones televisivos, la respuesta debería durar diez segundos como máximo. Carrón no necesita más tiempo: «Un encuentro».
Carrón tiene un título en Teología y experiencia en la materia. Podría articular tranquilamente una respuesta para satisfacer a todos los que no se conformen con esta simple afirmación. Pero en este momento y en este lugar, su respuesta fulminante resulta muy oportuna.
No es sólo cuestión de tiempos televisivos. Es que en el New York Encounter la respuesta a esa pregunta salta a la vista. La razón es el instrumento que usamos para comprender el mundo. Y si la fe es algo razonable, debería ayudarnos a comprender mejor el mundo, con resultados visibles. Pues bien: el Encounter es como un escaparate que muestra esos resultados.
Por eso la edición 2012, que se ha desarrollado del 13 al 15 de enero, incluía actos dedicados a la política (la ex embajadora ante la Santa Sede, Mary Ann Glendon, habló de la «política como vocación»), ciencia (Massimo Robberto, del Space Telescope Science Institute de Baltimore, explicó cómo se forman las estrellas), arte (Jane Milosch, directora de los programas de investigación del Smithsonian Institution, habló de William Congdon), educación (Ross Douthat, editorialista del New York Times; Matthew Kaminski, editor del Wall Street Journal; y Chris Bacich, profesor y responsable de CL en EEUU, debatieron sobre la educación secundaria y sobre el significado de la vida), y espectáculos musicales y de danza, abarcando todos los ámbitos del saber.
Valoradlo todo. El evento cultural se celebra en un lugar preciso, el Manhattan Center, cerca de Penn Station, en el fin de semana dedicado a Martin Luther King. Comprende películas, exposiciones, debates, conferencias. Inspirado en el Meeting de Rimini, cuenta entre sus patrocinadores con el Centro Cultural Crossroads, y nace del carisma de Comunión y Liberación. A primera vista, eso es todo. Pero queda una pregunta que, curiosamente, los periodistas no han hecho: ¿por qué dar vida a un Encounter?
El Encounter ha sido posible gracias a una serie de encuentros fortuitos en diversas partes del mundo. En cierto lugar, en un momento preciso, alguien conoció a Mary Ann Glendon, nació una amistad, se supo que ella estaba escribiendo un libro sobre la política como vocación – The Forum and de Tower – y se le preguntó si estaría dispuesta a hacer la intervención inaugural del Encounter. El NYE no tiene el “peso” cultural del Aspen Festival of Ideas, ni los fondos de la Bienal de Venecia, pero aunque tuviera ambas cosas, seguiría basándose en encuentros concretos entre personas, y en relaciones vivas que hacen posible un intercambio. El “encuentro” forma parte del festival a todos los niveles.
¿Pero por qué lo hacen? Angelo Sala, uno de los miembros fundadores tanto del Centro Cultural Crossroads como del New York Encounter, lo explicó en su intervención. Lo que contó se refería a Crossroads pero, como él dijo, se podría aplicar de forma inmediata al NYE: «La principal actividad de Crossroads es la organización de eventos públicos sobre temas que nos interesan. Fue así al comienzo y sigue siendo así hoy. Hay un punto muy importante para nosotros: elegimos los temas y los ponentes a partir de las provocaciones que nos lanza la realidad, no por motivos ideológicos o esquemas predeterminados. Cuando empezamos con Crossroads, no teníamos la intención de centrarnos en una agenda concreta de temas, personas o ideas que se pudieran etiquetar como “católicos”. Al contrario, para nosotros ser un centro cultural católico significa interesarse por todos los aspectos de la realidad. Significa tener la apertura y el deseo de conocer personas que tienen distintos recorridos existenciales, y valorar todo lo verdadero, bueno, justo y bello que podamos encontrar en las diversas formas en las que se expresa la vida de los hombres».
Además de la red de amigos que desde todo el mundo nos hacen llegar sugerencias sobre temas, ponentes, presentaciones, hay un grupo restringido de personas en Nueva York que trabajan todo el año para organizar el evento. Entre ellos, algunos voluntarios – jóvenes profesores o profesionales – que dedican su tiempo libre a esta tarea.
Tim Herrmann es uno de ellos. Trabaja en Naciones Unidas, y por tanto tiene ocasión de hablar con delegados de todas partes del mundo. Le gusta la perspectiva que ha encontrado en un lugar como la ONU, un lugar que aspira a ser universal, y por tanto católico, para todos los hombres y mujeres del mundo. Me cuenta estas cosas, pero dice que preferiría pasarme algunas notas. Más tarde me manda estas líneas: «En el New York Encounter asumimos el riesgo de ofrecer nuestra fe, tal cual es, a todo el público estadounidense. No sólo a los católicos, sino a todos. ¿Verdaderamente tenemos algo nuevo que decir? ¿Tenemos algo que aprender? ¿Nuestra voz es importante? Creo que todas estas preguntas encuentran respuesta aquí cada año, por eso doy mi tiempo y mi colaboración… Para mí, el NYE es el lugar donde mi fe se pone a prueba en la plaza pública, y emerge con un horizonte más amplio que antes, aún más capaz de “conocer” la vida que vivo a diario. Es un lugar donde nada queda ajeno y donde aprendo a mirarlo todo a partir de la fe».
«¿Qué le ha traído hasta aquí?». El Encounter no sólo está hecho de conferencias y debates. También había comida y bebida y, sobre todo, música. El concierto final con el título Pure American Juice fue un homenaje a las tradiciones musicales norteamericanas, del jazz al rock. Protagonistas: el saxofonista y compositor “Blue” Lou Marini y la cantante Vaneese Thomas. Y con ellos, una banda capaz de tocar de todo. Una velada presentada por Joey Reynolds, miembro del Rock and Roll Hall of Fame, un disc jockey legendario, presentador de un show que lleva su nombre y que ha sido el programa de rock más visto de todos los tiempos.
Quien maneja los hilos de los conciertos es Giacomo Maniscalco, un chico que describe así su labor: «La música es algo bellísimo, y como con todo en la vida no debemos desconfiar de ninguna de sus formas, porque toda música auténtica es expresión de belleza y de deseo. Decidimos explorar los temas que están en las raíces de la gran historia de la música norteamericana, e intentamos traer hasta aquí a personas que supieran tocar esa música, pero sobre todo que pudieran amarla mientras la tocaban. Y eso es justo lo que hemos disfrutado».
En cierto sentido, se podría decir que el NYE acontece en primer lugar para sus invitados. Desde el momento en que el “encuentro” deja de considerarse como un cruce casual de personas y pasa a ser un evento único que nos permite conocer mejor la realidad, ninguno de los encuentros que se suceden en esos dos días puede darse por descontado.
Para mí, por ejemplo, el encuentro más memorable fue la entrevista de media hora que tuve con el famoso director de cine Krzysztof Zanussi, que vino al Encounter para participar, junto a monseñor Lorenzo Albacete y el arzobispo de Dublín Diarmuid Martin, en el encuentro dedicado a Juan Pablo II. Zanussi realizó una película, la primera sobre Juan Pablo II, en 1982. Forma parte de esa heroica generación de directores europeos de los años sesenta y setenta, gran amigo de maestros del cine como Krzysztof Kieslowski y Andrej Tarkovskij. Sentado frente a él, me preguntaba: «¿Cómo es que yo estoy entrevistando a una persona tan interesante? ¿Qué le ha traído aquí, junto a un grupo de personas aparentemente tan distintas entre sí, como “Blue” Lou Marini, monseñor Albacete y tantos otros?». Me sorprendió con el relato de episodios de su vida durante el régimen comunista polaco, y hablando de cine y filosofía. ¿Qué más podía pedir?
Sin embargo, en un momento dado, le pregunté: «Pero usted, después de una vida llena de éxitos cinematográficos y de tantas aventuras, ¿qué busca ahora?». Y él me respondió: «Me levanto por la mañana para encontrarme con personas grandes, como ha sucedido aquí».
Esto es el New York Encounter.
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