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Huellas N.9, Octubre 2011

IGLESIA / Milán

Para que Cristo no sea un desconocido

Fragmentos de la homilía del cardenal Angelo Scola en la ceremonia de toma de posesión. El texto completo en tracce.it

«No le faltará a David quien lo suceda… Tampoco les faltará a los sacerdotes levíticos quien esté ante mí» (Primera lectura, Jr 33,17-28).
Con la toma de posesión del nuevo Arzobispo, el Espíritu Santo garantiza la cadena ininterrumpida de pastores en la Iglesia de Milán (…).
En los meses que siguieron a mi nombramiento dirigí con frecuencia mi pensamiento, lleno de gratitud, hacia la nutrida lista de santos obispos milaneses de los primeros siglos y a todos aquellos que me han precedido en esta insigne cátedra de Ambrosio y de Carlos. La comunión con ellos, en la fe y en el ejercicio de ministerio, me ayudará a no olvidar nunca que el obispo es tomado al servicio del Pueblo santo de Dios para garantizar su profundo sentido de fe. Sólo si se deja conducir por este sensus fidei, el obispo podrá guiar con autoridad verdadera.
«¡Jesucristo es el mismo ayer, hoy y siempre!» (Segunda lectura, Hb 13,8). (…) Imitar la fe de nuestros santos pastores exige de nosotros acoger ante todo el anuncio que la Iglesia no se cansa de proponer desde hace dos mil años: es sabio el hombre que «construye su casa sobre roca» (cf. Evangelio, Mt 7,24), es decir, sobre Cristo vivo. (…) Tres meses después del ingreso en Milán del arzobispo Giovanni Battista Montini, el colegio de párrocos urbanos le invitó a una Misión ciudadana. En la Epifanía de 1956 el Arzobispo la propuso, con una apertura innovadora a 360º, para el otoño del año siguiente. Partía de un diagnóstico lúcido y profético sobre el estado de la vida cristiana en los bautizados. Antes de ser obispo, escribía en 1934: «Cristo es un desconocido, un olvidado, un ausente en parte de la cultura contemporánea». En el joven Montini era evidente una convicción: un cristianismo que no afecta a todas las formas de vida cotidiana de los hombres, es decir, que no se convierte en cultura, no es ya capaz de comunicarse. De ahí el proceso que llevaría inexorablemente a la separación entre la fe y la vida (…).
Desde ahora quiero repetir a todos los habitantes de la Diócesis la invitación del arzobispo Montini: «Si no hemos sido capaces de escucharos como debíamos, [hoy] os invitamos: “Venid y escuchad”» (Carta de indicción de la Misión ciudadana). Sin embargo, como ya sucedió en la Misión montiniana, este “Venid y escuchad” presupone, por parte de los cristianos, un ir, un hacerse cercano a los hombres y a las mujeres en todos los ámbitos de su existencia. (…)
La Madunina, la Asunta en la gloria, que siempre hemos querido poner sobre cada edificio milanés, intercede por nosotros. Como hacen las madres con sus hijos, esta tarde nos susurra, con las palabras del Prefacio, la dulce cercanía de Jesús misericordioso, que nos abre a nuestros hermanos los hombres: los cristianos, «reunidos gracias a tu misericordia por el anuncio del Evangelio, consolidan en la cena de Cristo los vínculos de la caridad fraterna y se convierten en signo de unidad y de amor para que el mundo crea y te reconozca». Amén.

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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