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Huellas N.8, Septiembre 2011

BREVES

Cartas

A cargo de Carmen Giussani

LA VISITA DEL SANTO PADRE
La visita del Papa ha representado para nosotros un antes y un después. Sus palabras han sido una llamada de atención y nos han hecho reflexionar acerca de nuestra vida: ¡No se puede caminar solo hacia el Señor, es necesario ser parte viva de la Iglesia! En esta vorágine de sociedad, trabajando los dos y con un niño pequeño, nos vemos sumergidos en una rutina que nos hace olvidarnos de lo que es verdaderamente importante. Es fácil caer en la tentación de creer que uno por sí mismo es capaz de llenar su incompleta vida, de alcanzar a Dios con sus propias fuerzas. Hemos vivido durante años alejados de esa “pertenencia”, y ahora, sin haberlo planificado, nos hemos visto envueltos en la JMJ como participantes activos de diversos encuentros, y hemos sido “arrollados” por las palabras y los gestos del Santo Padre. Estos momentos nos han hecho refrescar la memoria de lo que ya habíamos vivido hace años, y han supuesto un reencuentro con nuestra fe más “real”, que habíamos dejado olvidada. Este reencuentro ha despertado en nosotros un deseo de participar activamente en la vida de la Iglesia, en la forma en la que el Señor disponga, para encontrarnos con Él. Hemos comenzado releyendo los distintos discursos del Santo Padre con la curiosidad de un niño, esperando entender y dejarnos sorprender por toda la grandeza del mensaje por la que ya hemos sido tocados.
Miguel y Sonia, Arganda / Madrid (España)

TENIENDO ENTRE MANOS ALGO SAGRADO
Me apunté con otros amigos para ser voluntaria en la JMJ. Nos adjudicaron la exposición que organizaba Ayuda a la Iglesia Necesitada sobre  “Los cristianos perseguidos hoy”. Aunque la primera tentación fue estar arropada entre los amigos, finalmente tuve ocasión de conocer una realidad de la Iglesia que desconocía, y de tratar a otras personas que han sido un testimonio para mí. Se me pidió  coordinar el turno de tarde y ser guía: nada más lejos de lo que yo hubiera querido. Al principio, no quería explicar la exposición porque no me veía capaz. Me determinó mucho el cansancio, hacía un calor horrible, estaba agotada, me topaba continuamente con mi límite; cuanto mejor quería hacer las cosas, peor me salían. Me daba cuenta de que puedes estar ante lo más excepcional y que aquello no penetre en ti. Ante esta circunstancia volví a experimentar que es el Señor el que me rescata y que necesito suplicarle siempre. Necesitaba confesarme y recibir Su gracia. Poco a poco todo fue cambiando a través de la relación entre nosotros y con los organizadores de la exposición. Me enteré de que a muchos de los cristianos perseguidos hoy en el mundo les cuesta la vida el hecho de profesar su fe. Cada vez que explicaba la exposición iba tomando conciencia de lo que significa el dolor y la persecución para quienes no pueden manifestar abiertamente su fe, que lejos de amedrentarles les afianza en ella y acrecienta su esperanza. Me iba conmoviendo pensando en cada una de esas personas, era como tener entre manos algo que es sagrado y que te produce un gran respeto, necesitaba pedir por ellos y para que aumentara mi fe. ¿Por qué puedo decir que estoy contenta? Porque me he visto deseando más la relación con el Señor, participado en la exposición o en los actos del Papa. Y porque mi amor a la Iglesia ha crecido, verificando otra vez y dando gracias por el carisma que he encontrado.
Aurelia, Madrid (España)

UNA PRESENCIA EN LA FERIA
Creo que el stand de CL en la “Feria vocacional” de la JMJ ha sido un acierto total. La sola disposición del decorado dice cómo somos. Buscamos encontrarnos con el Señor, y eso es lo ocurrido allí. La espera que nosotros teníamos es el fruto de nuestra relación con Él. Por ejemplo, un profesor universitario, que estudió en la Sede Sapientiae de Lima, se pasó por allí sólo para saludar. Nos acabó contando que ahora lleva dos años en Italia y sigue la relación con nosotros, pero que él no se quiere hacer del movimiento. Al día siguiente, volvió para despedirse. Otros casos de gente que ha conocido a alguien de CL, el típico erasmus que pasa un cuatrimestre en alguna universidad española... y tras la marcha se preguntan qué tenía aquel italiano. Y esto les hace pasar por el stand a preguntar. Yo estoy conmovido porque no somos perseguidores o captadores de almas, sino que simplemente estamos presentes: ya sea un estudiante erasmus, ya sea una ONG, ya sea un grupo de amigos en algún lugar, y al vivir de una determinada manera, nosotros somos regenerados, y otros acusan algo diferente. Esto es lo que afloraba allí en múltiples encuentros y me hacía darme cuenta de nuestro pequeño pero gran método: apelar de nuevo a nuestro corazón y al de los que por allí pasaban. Eso sólo lo puede conseguir una presencia jaleada en estos días por el Papa, ya que sin su capacidad de convocatoria, hubiera sido imposible esa riada continua de gente por la feria vocacional. Por unos días todos nos hemos reconocido hermanos bajo la sombra del mismo padre. ¡Viva el Papa!
Emilio, Madrid (España)

LO QUE HE VISTO Y OÍDO
El día ha sido intenso, como tantos otros, pero no quiero dejar un minuto más sin escribir lo que ha supuesto la JMJ para mí. Acabo de quitar del corcho de mi habitación un folio con los distintos actos culturales que el movimiento propuso y cuidó. Durante meses me ha acordado del evento y he pedido por sus frutos. En el 89 participé en la JMJ en Santiago de Compostela, a poco menos de un año de casarme. Veintidós años después, he vivido este encuentro con  entusiasmo y conciencia mayores. Tengo 6 hijos y un marido que es director del colegio Kolbe, donde se acogió a más de 300 peregrinos provenientes de Portugal, Italia y Alemania. En casa estuvieron cuatro chicos universitarios catalanes, amigos de mis hijos mayores, y tres alemanes amigos de mis hijas de 16 y 17 años. En total 15 personas durmiendo y desayunando bajo el mismo techo. La actividad previa fue de intensos preparativos tanto dentro como fuera de casa; reuniones semanales durante meses para acoger a los peregrinos en el colegio, compras para tener la despensa llena, preparación de camas, compra y préstamo de algunos colchones, dejar hueco en armarios… Al ser de edades distintas han llevado ritmos diferentes. Los mayores, seis, eran voluntarios y madrugaban para colocar vallas en Cibeles, Colón o en el Parque del Retiro, regresaron siempre pasada la medianoche, y el sábado, a las 7 de la mañana. Los bachilleres, cinco, salían de casa entre las 9 y las 10. Alguno iba al Kolbe a servir desayunos de 8 a 9. Después se iban en transporte público a Madrid al colegio Newman para atender a 1300 peregrinos, haciendo comidas, sirviendo y limpiando baños. Una vez vacía la casa, iba al colegio a participar de la misa matutina con los peregrinos allí alojados y, al finalizar, un pequeño equipo de voluntarios, sin acreditación, limpiábamos los baños y el polideportivo. Acabada la tarea recogía a mis hijas pequeñas de 7 y 9 años e íbamos a Madrid. ¿Qué he visto? Fiebre de vida y pasión por vivir. Belleza y creatividad. Jóvenes de todo el mundo, familias y consagrados de todos los colores. Convertidos y apasionados por Cristo. Pude asistir a la Puerta de Alcalá donde desde una posición privilegiada, el despacho de un amigo, vimos la entrega de las llaves de la ciudad al Papa. La imagen la tengo grabada en mi pupila y en el móvil. No la quiero olvidar; fiesta de fe, llena de color y alegría. ¿Qué he escuchado? Las palabras del Papa a los profesores universitarios me llegaron especialmente, no en vano he estado casi 5 años dando clases en la Universidad. Fue providencial, poderle oír en el coche, en silencio total, con una familia catalana y sus 5 hijos, también él profesor, mientras bajábamos a Madrid para ver las esculturas del Vía crucis. Un regalo, sus palabras todavía resuenan en mi cabeza y las custodio. ¿Qué me ha dejado la JMJ? Confirmación de mi fe, orgullo y deseo de comunicar. También un amor mayor por la Eucaristía y la Iglesia, por España y por el mundo. Ver otra vez la novedad de la vida matrimonial como vocación especial y contemporánea, en medio de una sociedad que corre en sentido contrario. Llamada a mirar como me miró una Hermana de las Misioneras de la M. Teresa en medio de la multitud, con misericordia y alegría.  El gozo y energía de los jóvenes ante grandes ideales; ganas de pegarme a ellos. Deseo de trabajar diariamente los textos del Papa, a quien agradezco su sencillez y esencialidad; asequible a cualquier ritmo de vida.
Teresa, Villanueva de la Cañada / Madrid (España)

LO QUE ES TENER SUERTE 
En Cuatro Vientos fue sobrecogedor ver la multitud y la alegría que reinaba. Cuando llegamos, Isabel nos animó a llegar hasta el escenario para la Vigilia, y nos lanzamos a la aventura de sortear vallas, voluntarios y sacos de dormir. Lo cierto es que lo conseguimos. Pero aún nos esperaba una prueba más, la tormenta que se había ido formando a lo largo de la tarde. Comenzada la Vigilia y el Papa pronunciando su discurso, la tormenta descargó su fuerza interrumpiendo el acto. Para mí fue lo más emotivo del momento; ver que la energía no decayó, sino que se intensificó, y los cantos y vítores al Papa no cesaron en ningún momento. Benedicto nos lo agradeció; yo diría que se emocionó al vernos empapados pero sonrientes y expectantes. El momento de Adoración fue sobrecogedor, se hizo el silencio entre dos millones de personas juntas, nos arrodillamos ante Cristo presente. Fue muy intenso. Tuve un instante de flaqueza, al pensar en que estaba incómoda, mojada y con las rodillas doloridas, pero pensé en el calvario de Jesús antes de morir por nosotros, y no pude sino sonreír ante la suerte que tenía de poder vivir ese momento consciente de lo que estaba haciendo.
Yara, Madrid (España)

SENTIR QUE EL PAPA ME HABLA A MÍ
Para poder saber lo que es una JMJ no basta con leerlo. Tienes que vivirla, tienes que ver a miles de personas en la calle cantando, mirando a un mismo punto. Tienes que estar en una misa con casi dos millones de personas y, sin embargo, sentir que el Papa te habla a ti, sólo a ti y de tu vida, de lo que más te importa, como si te conociera de toda la vida. Ha sido algo renovador para mi fe porque he visto con mis propios ojos que la Iglesia está viva y joven, que no estoy sola en esto del Cristianismo sino que además lo puedo compartir con mi familia y con amigos de los cinco continentes. Durante estos días he tenido conciencia de formar parte de algo grande. Sin duda un momento clave fue la Vigilia y la Misa en Cuatro Vientos. Durante la Homilía el Papa nos hizo una pregunta: «¿Qué tiene que ver un hombre que vivió hace dos mil años con vosotros, los jóvenes?». En el evangelio, Jesús hace la misma pregunta a los discípulos y Pedro le contesta: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo». Al final de la JMJ creo que soy capaz de contestar a esta pregunta. Cristo tiene que ver conmigo porque he experimentado que con Él la alegría de estos días no acaba, que mi vida es más intensa, no por las cosas que haga, sino porque tengo presente que es un regalo de Él y justo esto la hace grande, y que edificada en Él puedo vivir cualquier circunstancia de la vida. Por último el Papa nos invitó a no «guardarnos a Cristo» sino a salir a la calle y compartir la alegría de nuestra fe y yo, viendo el resultado de esta JMJ, no puedo evitar preguntarme: ¿por qué no hacerlo? Compartiendo esta experiencia comparto uno de los momentos más bonitos de mi vida.
Cristina, Madrid (España)

LA  FUNAMBULISTA Y EL ABANDONO
Quién no se ha preguntado alguna vez si no es el fruto más granado de su desgraciada condición humana este cruel y burlesco sentimiento que por un  lado te lleva a desear lo más noble y por otro te agota hasta la humillación. Tengo por muy mía esta manía tan tonta de ir por la vida como una experta equilibrista, atravesando abismos espeluznantes, bajo la carpa del Circo de tres pistas (que es mi día a día), muy de puntillas sobre mí misma, y  un finísimo alambre color gris acero, con el peso a cuestas de la cotidiana carga de toda la basura que voy acumulando como resultado de los últimos errores cometidos, desfalcos afectivos más recientes. La llevo siempre encima, porque no sé muy bien dónde dejarla y por vergüenza a que los demás la vean y me reconozcan por el hedor. He buscado durante mucho tiempo dónde soltar el lastre sin que te llamen la atención. Porque tengo mucha más variedad de desechables inservibles que espacio hay en lo legislado para el Medio Ambiente. Este verano, como voluntaria JMJ en la exposición “Arte Contemporáneo y Fe”, he visto de cerca expresiones del eterno y asimétrico combate humano donde la derrota nos enseña a todos a conocernos en nuestra debilidad –cuando caemos– y a conocer a Dios en su misericordia cuando somos rescatados; creaciones que reflejaban el exacto problema de fondo, que en mí subyace como tubería principal a todas mis tristezas. A saber: el estar tan apegada a mis propias opiniones sobre lo que es bueno y sobre lo que no lo es que acabo siempre dudando, abiertamente, de que el poder de Dios sea lo suficientemente apto como para usar todo para nuestro bien. Me ayudaron a entender que es justo para eso, para lucirse bien, para lo que Él busca y rebusca sus herramientas más creativas para utilizar precisamente esos pedazos que nosotros no tenemos ni idea de dónde tirar. Intuyo que no va esto tanto de lo que nosotros podamos hacer por nosotros mismos con nuestras propias vidas sino, más bien, del cómo hacer hueco y dar cabida en ellas a la acción de Dios. Al fin y al cabo, a nadie más le  bastó su propio aliento para crear de la misma nada también el resto de lo que existe. Vivir es complicado, y cambiar, difícil. Teniendo en cuenta el tiempo que como mucho estaré viva, comparado con el que, por definición, estaré muerta, esta temporada voy a renovar vestuario estrenando sólo sensatez: haciendo también mía la máxima de Teresa de Lisieux, cuando cayó en la cuenta, sin haberse pasado por esta exposición, de que «El amor de Dios, saca provecho de todo: del bien y, sobre todo, del mal que se encuentra en mí y en los demás». No hacerlo sería un derroche. Y, francamente, no están los tiempos.
Almudena, Madrid (España)

UN VERDADERO DESCANSO
He pasado unos días en Asturias con algunas personas de Villanueva de la Cañada, que han sido continuidad del espectáculo de la JMJ. Llegué allí con muchas ganas de descansar verdaderamente y eso es lo que he encontrado, descanso verdadero. Y no porque no hayamos hecho tantas cosas bonitas llenas de signos y de contenido que me han llenado el corazón. Mañanas moviditas en la playa, una excursión a los Lagos pasando por el Santuario de la Virgen de Covadonga, con misa incluida en la Gruta, la travesía del Sella, tardes de charlas y testimonios verdaderamente preciosos, cafés compartidos con gente a la que apenas conocía, el estar en nuestra casa con Pilar, Antonio, Elena, Otto, Lucía y todos los niños de los tres matrimonios. Ha sido realmente bonito y conmovedor. Y ha sido descanso verdadero porque mi corazón ha estado cerca, muy cerca, de aquel que hace todo lo que uno desea, ser libre. También me gustaría contar que estas vacaciones para mi hijo mayor han sido la continuación de su increíble experiencia en el Campamento de Peguerinos al ver que también para los adultos es posible ser amigos de Jesús. O, dicho de otra forma, que la fe sirve para la vida. Lo digo porque para mí también es una confirmación en el camino que junto con él hago. Es muy bello comprobar que lo que hemos vivido no se queda ahí como un recuerdo sentimental, sino que es un camino que vale para el día de después, para la vida entera. Y lo hago junto con estos amigos que han tenido este amor, esta caridad conmigo, acogiendo todo lo que soy, con todos mis defectos. Tengo a los amigos de Villanueva impresos a fuego en mi corazón, y ese “ardor” me muestra de Quién somos y a Quién hay que seguir. Por ello no dejo de darles las gracias a ellos y a Aquel que hace posible nuestra amistad y este camino en el que lo mejor está por llegar.
Jorge, Madrid (España)

CONTEMPORANEIDAD
Hoy me he encontrado ante una belleza imponente en la Sagrada Familia. Nada más entrar, me estremecí al ver la luz y los colores. La recordaba en obras y hoy tenía delante una sinfonía inimaginable de formas. Subir arriba, casi hasta tocar los pináculos que tienden hacia el cielo, y ver Barcelona entre los montes y el mar, me ha emocionado. Mi asombro crecía por momentos. Hoy he empezado a entender qué quiere decir el Papa cuando afirma que el arte es una puerta abierta hacia lo infinito. Sí, la belleza de la Sagrada Familia me ha impactado hoy como nunca, porque más me fascinaba, más me empujaba a buscar a Dios. Es bella la Sagrada Familia porque necesita de Él para serlo.
Gianni, Abbiategrasso/Milán (Italia)

LA BELLEZA DE MI MADRE
Estamos tan acostumbrados a la reducción de la belleza a estética, a las apariencias, que mirando a mamá, que está enferma, se hace tan evidente la necesidad de dar un paso más, de no quedarse en lo que uno ve y que es “feo”. La enfermedad, con todas sus consecuencias, es “fea”. Frente a este hecho tengo dos opciones: la primera es mirar para otro lado, porque es insoportable y/o desesperante (desde una mirada puramente humana), y la otra es mirar a mi madre sin censurar nada, y amarla incluso en esa “fealdad” pero reconociendo una belleza más grande. Yo la miro y digo “la amo” y para mí es “bella”, y la forma de amarla ahora es cuidarla en esta circunstancia y “embarrarse” de esta “fealdad”. Me acordaba de la Madre Teresa y todas sus hermanas recogiendo y cuidando a hombres aparentemente “repugnantes”. Solo Cristo hace posible hacerlo sin censurar nada, no mecánicamente, sino con todo el afecto implicado, porque Cristo es esa “belleza” más grande, el que da sentido al ser de mi madre y a esos pobres hombres de la Madre Teresa.
María

LA BELLEZA
He tocado la Belleza en el trabajo con vosotros antes, durante y después de la JMJ. Gracias a vuestra obediencia en la que domina una humildad total. Saber que somos instrumentos en manos de otro, sobre todo de “Alguien más grande que nosotros”, es verdadera felicidad.   
Os felicito de corazón.
Etsuro Sotoo

En el parque de Berlín
LA GRAN NECESIDAD DEL HOMBRE
La velada que CL propuso a todos en esta JMJ fue de una belleza impresionante. Todo: los cantos, los textos, los videos…Todo. Me pareció de lo más acertado. En unos días donde es fácil dispersarse, desorientarse, una cosa así te coloca en tu sitio, te vuelve a poner de cara a lo importante. Realmente lo necesitaba. Justo esto: necesitaba reconocer a Cristo, presente. Mientras escuchaba, pensaba: ¡pero cómo no voy a darle la vida al Señor! Soy Tuya, pensaba, porque me has conquistado a través de este carisma. Cuando estuve en casa, llevé el video de la Misa de la Coronación para ponerlo en una cena en casa con mis padres y sus amigos. A medida que iba avanzando la noche, iba aumentando mi deseo de poner el video del Agnus Dei de la Misa de la Coronación, de Mozart. Al final, no fui capaz de proponerlo y me fui a la cama super triste y enfadada: no había sido capaz de compartir con los demás ese tesoro. Yo, desastroso instrumento de un tesoro. A mis padres se lo puse al día siguiente y mi madre debió contarles a todos sus amigos lo sucedido: mi deseo-incapacidad-belleza del canto. Ayer por la tarde dos de ellos me dijeron: la próxima vez que quieras ponernos algo bonito, por favor ni lo dudes, nosotros necesitamos ver estas cosas bellas. A mí me sorprendió mucho que nada más verme me dijeran esto. Quedamos en que lo veríamos la próxima vez que nos viésemos. Horas después lo proyectaban en la pantalla y estaban allí casi todos los amigos de mis padres. Me puse a llorar por ver en acto la misericordia del Señor.
Carta firmada, Madrid (España)

UNA COMPAÑÍA PARA SIEMPRE
En Cuatro Vientos, después de la lluvia y la tormenta, me conmovió que el Papa nos indicara de forma tan sencilla a dónde mirar, o sea, a la eucaristía. Sin eso yo me habría perdido en pensar en el frío, en la lluvia o el cansancio, pero él me llamó a mirar allí. Yo estaba al lado de dos chicos de Grecia y cuatro chicas catalanas. Estábamos todos en silencio y pensé en qué podía ser tan grande como para que todos nos pusiéramos de rodillas callados. Y no era un silencio vacío. Por estos diez minutos mereció la pena todo lo que me costó la JMJ. Es lo más grande que me ha pasado este verano, y no porque haya sido fácil sino por la cantidad de veces que he sido llamada a levantar la mirada, y esto lo ha hecho especialmente el Papa que parece tan lejano a mí (por edad, por la forma, por todo). Así he descubierto mejor qué es la compañía. Y yo una compañía así la quiero para siempre.
Martina, Barcelona (España)

In Memoriam
BELÉN CAMACHO GALLEGO 
Conocí a Belén hace 8 años. Desde entonces compartimos el camino de la vocación a Cristo en la misma casa de los Memores Domini. Hace seis años, le diagnosticaron un tumor, y el 1 de septiembre volvió a Aquel a quién perteneció con amor y sencillez ejemplares. Aprovecho estas líneas para agradecer de corazón a todos los que habéis acompañado a Belén en su enfermedad, en particular a Teresa Suárez y Cristina Morán que la han cuidado con amorosa gratuidad, y a sus compañeros de trabajo, Alberto y Begoña, así como a sus amigos más cercanos que han sido testigos de su purificación hasta esa plenitud que se anticipaba en su mirada. Os pido a todos que recéis por su familia, que ahora es también la nuestra, para siempre.
Carmen Giussani

Acabo de enterarme de que Belén ha culminado su vida y su vocación. Me siento afortunada por haber podido ver su carita sonriente, aunque demasiado pálida, durante los días de la JMJ en Madrid. Verla ha significado para mí adquirir la certeza de que estamos hechos para un destino bueno, y ver cómo la cuidabas me ha hecho desear más aún ser tu amiga. Querida amiga, imagino tu dolor, pero también estoy segura de que tener un angelito como Belén en el cielo, que conoce tus sufrimientos cotidianos y también todas las alegrías y las personas que te rodean, te consolará y te acompañará. Pidamos juntas al Señor que no tarde en manifestarla como ángel de la guarda de vuestra casa de los Memores Domini.
Ana

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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