En Egipto le habían hablado del Meeting, pero no acababa de creérselo. Hasta que ha venido. Una periodista de El Cairo nos cuenta los hechos que han cambiado su vida. Empezando por la estudiante que la ha acompañado toda la semana…
¿Quién paga a Mariana, una estudiante de Idiomas, que, dejando de lado sus estudios, me está acompañando toda la semana, ayudándome a comunicarme en un país extranjero? ¿Quién paga a los otros tres mil voluntarios? ¿Por qué la insistencia de ese hombre en silla de ruedas, que quiere ayudarme a toda costa a acceder al auditorio?
La respuesta a todas estas preguntas podría resultar aproximativa y difícil de comprender. Sobre todo para los que no han estado en el Meeting. Hace algunos años, mi amigo Wael Farouq me había hablado de los ideales del Meeting y del movimiento, pero entonces me parecía prácticamente imposible algo así. Cuando mi marido me invitó a leer El sentido religioso, me quedé impactada. Las palabras claras de Giussani cambiaron en algunos aspectos mi concepto de existencia. Sin embargo, todo se quedaba en un cambio conceptual, que afectaba mi idea general de hombre. Pero después de haber estado en el Meeting este año, todo aquello se ha transformado en una absoluta certeza. El bien, la verdad y la belleza no son ideas que circulan en nuestra mente. Podemos transformarlas en algo real que puede cambiar el mundo a nuestro alrededor. Es lo mismo que he visto en Mariana y en los tres mil voluntarios que han ayudado a personas a las que probablemente no volverán a ver nunca más. Ahora yo también tengo esta certeza, y me hace creer que el mundo puede ser hermoso sólo si luchamos sinceramente por ello. Vuelvo a Egipto con una determinación: puedo convencer a mis amigos de que el mundo encierra un bien. Tal vez pueda esconderse bajo el frenesí de la vida, pero emerge siempre de forma potente y prodigiosa.
*enviada del periódico Al-Ahram
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