Tras la experiencia del Meeting de El Cairo, el encuentro con algunos de los protagonistas del mundo egipcio. El Patriarca Antonios Naguib explica por qué esta posibilidad de diálogo es «sorprendente», y qué es lo que ha aprendido en Rimini
Sentado a la mesa, inmediatamente después del encuentro, reflexionas sobre una frase pronunciada poco antes por el Patriarca de Alejandría de los coptos, el cardenal Antonios Naguib: el alba sucede delante de un hombre. Las cosas comienzan a iluminarse. No son indoloras o lineales, sino que se hacen más cercanas, puedes penetrar en ellas. Como ahora que algunos de los protagonistas del Egipto actual están frente a frente, tras uno de los actos más esperados de este Meeting: el presidente de la Universidad de Al Azhar, Usamah Elabed; Abdel-Fattah Hassan, ya parlamentario de los Hermanos Musulmanes; el presidente del Tribunal del Sur del Cairo, Hosam Mekkawy; el obispo Armiah, secretario del Papa Shenouda III, guía de los coptos ortodoxos. Y el patriarca Naguib, que se sienta a cenar sorprendido: «Si nos hubiéramos puesto de acuerdo, no habríamos tenido la misma longitud de onda».
Pero ¿qué ha sucedido?
La visión principal era unánime, ha sido un encuentro que convergía hacia el mismo ideal de país: un Egipto fundado sobre la centralidad del hombre. Es sorprendente que cada uno de nosotros haya hablado esencialmente de esto.
¿No hay que dar por descontado un acercamiento así?
En absoluto. Sobre todo en nuestros países, de mayoría musulmana. Para el Islam no existe separación entre religión y Estado, la religión es también Estado, por lo cual se confunden entre sí las cuestiones sociales, políticas y la fe, el dogma. Las primeras no son absolutas, las segundas sí. Y esta confusión lleva a consecuencias que todos conocemos.
En su intervención dijo: «Ha sido fácil cambiar el régimen; ahora debemos cambiar nosotros».
Es un problema de mirada: todo comienza cuando miro a la persona por lo que es, cuando la veo en su verdad, la de ser “mi hermano”. Es el cambio que nos espera a todos: no es un dato adquirido, ni siquiera por nuestra parte. Debemos ser los primeros en reconquistar esta apertura, y no es fácil. La mirada es una apertura: sólo teniendo el corazón abierto al corazón de Cristo, también la mente y los afectos se abren a amar al otro. Después comprenderlo, aceptarlo, acogerlo... es todo consecuencia de ello.
Su fe y su vocación ¿han cambiado en este tiempo?
Ha crecido mi confianza: a pesar de lo que nos asusta, la historia seguirá la línea del plan de salvación de Dios. En mi corazón esto no se cuestiona: todo camina según el designio de Dios que pasa por la prueba. Que es, sobre todo, la aceptación del otro, de lo que es diferente.
¿Por qué crece su confianza en el designio de salvación?
Por todo lo que ha sucedido hasta ahora. La historia del pueblo elegido, en la que Dios siempre encuentra el modo de convertir el mal en bien; después, el Nuevo Testamento, y así la historia de la Iglesia. Incluso hoy, a pesar de todo el relativismo, el nihilismo, el subjetivismo... Basta con mirar los movimientos que el Espíritu Santo ha suscitado. Un ejemplo brillante es lo que da vida al Meeting.
¿Por qué?
Lo que hay aquí no es una casualidad. Que en una sala haya siete mil personas para la Misa o para un encuentro ¡no es por casualidad! Hay voluntarios que ponen su dinero y su esfuerzo: no es una casualidad, es una certeza de amor. A Dios, a Cristo y al hombre.
Es la primera vez que viene al Meeting y se ha estado toda la semana, ¿por qué?
Nunca me voy por una semana entera, pero conocí CL en mi país y me dije: «Aquí hay algo que debo conocer, aprender».
¿El qué?
Es una inspiración interior, la presencia de Dios en los corazones, que se traduce exteriormente en el compromiso que vosotros asumís: aquí en el Meeting tiene una expresión concreta y específica, pero es la orientación de toda la vida. Además la presencia de jóvenes egipcios voluntarios es para mí algo maravilloso: ya hemos preparado un informe para presentarlo a los medios de comunicación católicos en Egipto. Ellos son una promesa para la formación de un nuevo tejido social, de un país que sea libre: traducen en la experiencia el ideal que queremos vivir.
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