¿Por qué Italia tuvo esta gran capacidad para cambiar? Precisamente por una concepción del hombre donde convergen diversas realidades populares. Un hombre dotado de deseo: parafraseando El sentido religioso de don Giussani, podríamos decir dotado de un deseo de verdad, justicia, bondad y belleza, y una capacidad de construir que no depende de las circunstancias externas, porque es más grande que ellas. Este deseo no es sólo de los poetas y de los literatos, sino de la gente emprendedora, que ha hecho sacrificios, que ha emigrado. Un deseo que no se agota, porque nuestro corazón es cada vez más grande. Por tanto, una capacidad de realismo para valerse de cualquier condición, para superar los prejuicios. El ejemplo de ENI (Ente Nazionale Idrocarburi) es interesantísimo: tendría que haber cerrado; en cambio, gracias a la inteligencia del fundador, Enrico Mattei, que fue convenciendo a los demás, nos convertimos en un país que ha llegado a ser una de las grandes empresas productoras. Y así la «categoría de la posibilidad», siempre parafraseando a don Giussani, se presenta como un modo de conocer a raíz de un acontecimiento, superando los prejuicios, el mero pragmatismo y la ideología. Evidentemente, se trata de un modo de conocer, de mantener vivo el deseo, que sólo es posible mediante una educación, que impida cualquier reducción o asimilación al poder, y eduque la capacidad de reemprender.
El gran riesgo que vemos, sin embargo, es precisamente la reducción de este deseo, el hecho de que la gente deje de creer a su corazón. Recientemente, Julián Carrón, presidente de la Fraternidad de Comunión y Liberación, ha señalado que tanto la experiencia humana como la sociedad renacen cuando existe alguien, un yo, que, creando una obra –sea cual fuere su relevancia social–, no se limita a responder a una necesidad particular, sino a toda la realidad humana que implica. Nuestro modo de responder a una necesidad, de crear una obra, demuestra qué percepción tenemos del misterio de Dios. Nuestras realidades asociativas y de empresa, la vida misma de nuestro pueblo, nos ayudan a no reducir el deseo. Entonces, puede darse lo que sugiere el lema del Meeting, crece una certeza, que se sintetiza en otra frase que don Giussani dirigió a un chico de la Universidad Católica, durante el 68. Este chico le dijo: «Mira, está cambiando todo, hay que seguir esta corriente». Y él le respondió: «Las fuerzas que cambian la historia son las mismas que cambian el corazón del hombre». Podemos mirar con confianza a corazón humano, sea cual sea la posición ideal que le eduque, y compartir con cualquiera esta certeza y este coraje.
Muchos periodistas nos preguntan: «¿Pero cómo se os ocurre hablar de certeza en un momento de crisis?». Porque la certeza no nace de las circunstancias, la certeza nace de algo que es más grande que el hombre. Y entonces es posible amar a quien es diferente de nosotros, construir juntos, incluso cuando se es muy diferentes. Este Meeting lo documenta, tanto por los italianos presentes como por su apertura internacional: hay musulmanes, judíos, anglicanos, asiáticos, personas de todas las ideas. La certeza verdadera no divide, no excluye, abre.
(Extracto de la intervención en el Meeting)
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