La historia que hemos vivido en estos ciento cincuenta años de Unidad (…) encierra el ADN de la nación. Y ese carácter no se ha perdido, y no puede perderse. Los valores que testimoniáis nos lo dicen (…). Para que se creen las condiciones de un nuevo impulso que atraviese la sociedad con un espíritu de laboriosa subsidiariedad, contamos también con los recursos que brotan de la constante y fructífera búsqueda de «formas justas de colaboración –según las palabras de Benedicto XVI– entre la comunidad civil y la religiosa».
Pero, ¿podrá la aportación insustituible de la política y del Estado superar las críticas y los desafíos que apremian hoy a Italia? Existen momentos, digámoslo claramente, en los que se llega a desesperar de que esto ocurra. Pero no creo que la política italiana pueda permanecer impermeable durante mucho tiempo a la presión de los acontecimientos, a las crecientes solicitaciones desde su interior y también desde la realidad del país. Cuando en la esfera política prevalecen los cálculos de partido y la lógica de enfrentamiento, el país paga un precio que resulta insostenible. Una cosa es creer en la alternancia democrática, y otra bien distinta dejarla degenerar de forma estéril y destructiva en detrimento del interés común nacional (…).
En Italia es necesario valorar cualquier esfuerzo de deshielo y de diálogo, como el que se ha expresado en el nacimiento y en las iniciativas, queridos amigos Lupi y Letta, del Grupo Interparlamentario para la subsidiariedad. Pero hace falta ir mucho más allá, y hacerlo cuanto antes. Os corresponde a vosotros, jóvenes, trabajar, esforzaros en este sentido y predisponeros a hacer vuestra parte, comprometiéndoos en la actividad política. Hace falta reclutar gente nueva, hacen falta nuevas aportaciones. No os dejéis condicionar por lo que se ha sedimentado en menos de dos décadas: actitudes cerradas, enquistadas, sectarias, objetivos de poder e incluso personalismos muy extendidos en todas las partes. Llevad al compromiso político vuestras motivaciones espirituales, morales, sociales, vuestro sentido del bien común, vuestro apego a los principios y valores de la Constitución y a las instituciones republicanas: abríos al encuentro con interlocutores representativos de otras y distintas raíces culturales. En este tiempo de incertidumbre, poned ante todos vuestro anhelo de certeza. Como ha dicho de modo sencillo la profesora Guarnieri, por todo esto que representáis, sois «un recurso humano para vuestro país». Pues bien, hacedlo valer todavía más: es mi deseo y mi invitación.
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