Este año el Meeting de Rimini ha tenido una relevancia particular por la visita del presidente de la República Italiana, Giorgio Napolitano, y por su mensaje directo e incisivo. Lo ha sido también por la presencia en el escenario del joven presidente de Fiat, John Elkann, que ha hablado de sí mismo a corazón abierto, y de su administrador delegado, Giorgio Marchionne, en la platea. Suya esta declaración a la prensa: «Muchos hablan en Italia; estos hacen». Y por esos diálogos sinceros sobre la primavera árabe en los que musulmanes y cristianos, lejos de los focos, han dicho: «Aquí logramos hablarnos incluso mejor que en nuestra casa». Muchísimos hechos, pequeños y grandes, han mostrado cómo el Meeting de Rimini y la experiencia que lo genera son un fenómeno que incide en la sociedad, no sólo en la italiana. Incide en la historia. Hasta el punto de llevar a algunos observadores a medirse lealmente y a cambiar de registro. Por ejemplo, el diario La Repubblica, que a menudo ha dado del Meeting (y de CL) una lectura meramente política, ha escrito que «quien pase por aquí no puede dejar de admitir que nada de lo que hay existiría si no se apoyara en una sorprendente capacidad de movilizar las conciencias, provocando una sincera implicación personal», y que quizás haya llegado el tiempo de dejar de preguntarse «de qué bando está CL», para concluir que «desde siempre CL está con CL».
Cada uno tiene que responder a esta pregunta: ¿De dónde nace la incidencia histórica? ¿Acaso del cálculo político, del apoyo de ciertos círculos intelectuales, de una estrategia o de algún lobbie de poder? Nos habíamos dejando antes del verano con una invitación a verificar personalmente el peso que en la vida tiene la fe. Porque ante los retos de la vida cada uno estamos en primera persona, no en grupo. Y sólo si la presencia de Cristo me atrae, acrecienta en mí la certeza y hace emerger toda mi humanidad, entonces me cambia. Y cambiándome a mí, incide en el mundo. Ahora, a la luz de esa verificación personal, podemos comprobar si es verdad que el Meeting de Rimini o la JMJ de Madrid son eventos imponentes que brotan simplemente de personas cambiadas. De corazones alcanzados y atraídos por la presencia de Cristo en el mundo. Corazones que «implicados íntimamente» –por utilizar una expresión de La Repubblica– se ponen a seguir, en una palabra, viven la fe. Esto es CL, no otra cosa, y nuestra presencia es esa y no otra.
Quienes hemos participado en la JMJ y luego en el Meeting de Rimini (y en la Asamblea de responsables en La Thuile) lo hemos experimentado: la presencia de Cristo hace de la existencia «una inmensa certeza». La frase que ha resonado tanto en labios de musulmanes, cristianos o agnósticos, en el Meeting, en nuestra lengua o en el escenario políglota de la JMJ, ha sido: «Las fuerzas que cambian la historia son las mismas que cambian el corazón del hombre». No era sólo un homenaje a don Giussani. Era la descripción de lo que estaba ante nuestros ojos y del trabajo que nos espera en este curso que empieza: la verificación de la fe.
Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón