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Huellas N.7, Julio/Agosto 2011

BREVES

Cartas

a cargo de Carmen Giussani

EL HIJO PRÓDIGO
En la Casa de San Antonio de Fuenlabrada suceden milagros. Fátima, musulmana, ha rehecho su vida y en su rostro brilla el agradecimiento. Domingo descubre que si respira es gracias a Dios. Mariajo consigue hacer teatro con chicos que leen con dificultad y, a veces, tienen historias durísimas. Pero tenía razón don Giussani cuando decía que el mayor milagro que realizó Cristo no fue enderezar piernas y devolver la vista a los ciegos, sino cambiar el corazón del hombre. Y es así que Javier (un nombre ficticio de una persona real), huésped de la Casa de acogida para los hombres, al recibir inesperadamente un dinero, se fuga. Se va a gastárselo todo en bebida y vuelve a las andadas con sus desvaríos. Pero el dinero se acaba y cuanto toca fondo, vuelve a la Casa de San Antonio. Está borracho y en un estado lamentable, pero no ha perdido la cabeza. Se cruza con el padre Antonio. Empieza a querer contarle, a pedir disculpas. Pero el padre le interrumpe: «Javier, no importa lo que hayas hecho. Importa que estés aquí, que hayas vuelto y quieras empezar de nuevo. Así lo hace conmigo Jesús, siempre». Y Javier se echa a llorar. Ya, antes, le habían dicho lo mismo, Ángel, y también Luisa. Este es el milagro que hace de nuestro corazón de piedra un corazón de carne: hace unos años, los voluntarios de la Casa de San Antonio habrían juzgado o puesto una medida a su relación con los huéspedes; ahora tienen el corazón de Otro, el de Cristo.
Carmen, Madrid (España)

ESTA NOSTALGIA TRAS LA PEREGRINACIÓN A FÁTIMA
Querido Carrón: Hace poco que he vuelto con mi marido de una peregrinación a Lisboa, Fátima y Santiago con un grupo de personas que, antes, no conocíamos. Lo que hemos podido vivir en estos días ha sido una Gracia enorme. Con su testimonio de fe, nuestro guía nos mostró cómo su vida está al servicio de la Virgen. Esto nos ha permitido experimentar una comunión imprevista, inimaginable, pues todos éramos de ciudades diferentes. La forma de mirarnos entre nosotros ha sido la misma forma en que él nos miraba. Su “paternidad” ha movido nuestro “yo” y nos ha hecho más conscientes de que nuestra humanidad se salva en Cristo. De ser extraños hemos pasado a ser amigos, compartiendo la vida cotidiana con estupor y estando atentos los unos a los otros. De vuelta a mi realidad diaria, me descubro llena de una nostalgia que me deja turbada e inquieta. Al leer la primera meditación de los Ejercicios, entiendo que tengo nostalgia de su Presencia, una nostalgia que debe convertirse en petición a Él, en oración. Doy gracias al Señor y a la Virgen de Fátima, que me han hecho percibir la grandeza de mi deseo y tocar su Presencia en la compañía cristiana, que es la Iglesia.
Donatella, Verona (Italia)

UNA CRIATURA NUEVA
Querido P. Carrón: Tengo 53 años y hace un año todo iba bien en mi cuerpo con la salud; hasta que hace aproximadamente 7 meses tuve dificultad para caminar; sentía mucho dolor al hacerlo. Pensé que sería algo simple. Seguir las indicaciones médicas: mucho reposo y tomar el medicamento; así saldría adelante. Sin embargo, no fue así, empeoré y me realizaron estudios. Soy una mujer muy cuidadosa con mi alimentación, hago un poco de ejercicio y considero que soy disciplinada en muchos aspectos de mi vida y lo que me han detectado casi me dejó en “shock”. El médico dijo: «Nada, es un desgaste natural. Sólo que a muchas personas se les presentan los síntomas a los 60 ó 65 años, en su caso, Ud. se “sacó la lotería” y le apareció antes». Al principio me hice mil y un preguntas para intentar saber que pasó en mi cuerpo; ¿por qué se dio esto?, ¿qué descuidé?, ¿a quién culpar? etc. Me han detectado coxoartrosis y no es el diagnóstico lo que me sacudió; sino todo lo que ello ha implicado. Me ha permitido llegar hasta la oscuridad de mi ser y ver lo que hay. Miedo, mucho miedo, llanto, impotencia, pero también hay una Presencia, sé que no estoy sola. Me descubro también necesitada de una compañía. Por eso puedo decir: «Yo sé que si Tú quieres, puedes sanarme; pero para qué quiero estar bien, si así como estoy, me sé tan necesitada de Ti. Lo que necesito eres Tú». Me doy cuenta de que estoy cambiada, soy más humana. Yo era menos, cuando todo marchaba bien en mi cuerpo y creía que no necesitaba más que mi disciplina y mis cuidados. Hoy acepto el miedo, el dolor y lo ofrezco como parte de mi ser frágil; se lo ofrezco a Él y no es que sea feliz con mis dolores, pero sé que sin ellos me estaría perdiendo el ver a mi yo en acción, saber mi sed de Jesús, aceptar mi humanidad con todos sus límites. Me perdería la compañía de Cristo, de mi grupo de Escuela de comunidad y el comenzar a experimentar aquello que nos has recordado en Ejercicios Espirituales de este año: «Si uno está en Cristo es criatura nueva».
Adela, Puebla (México)

LAS FUERZAS QUE CAMBIAN LA HISTORIA
Querido Julián: Estudio Ciencias de la Educación en la Universidad Católica de Milán y he pasado dos meses en Quito para preparar mi tesis, sobre el método educativo de don Giussani. Concretamente, he seguido el trabajo que Stefania desarrolla en Pisulli, un barrio marginal en Quito. El 14 de junio durante el acto de inauguración del Centro Juvenil dedicado a don Giussani, me acordé de sus palabras en Assago en 1987. «El declive del deseo es el origen de la desorientación de los jóvenes y del cinismo de los adultos. Surge entonces la pregunta: ¿quién puede volver a despertar el deseo? Es evidente que no basta una respuesta ideológica, sino que es necesario testimoniar una experiencia, demostrar que Cristo está verdaderamente presente, tanto que es capaz de volver a despertar a la persona. ¿De qué modo? Mediante la presencia de personas portadoras de una humanidad distinta en todos los ámbitos de la vida, que viven a la altura del propio deseo y que reconocen una respuesta presente». Lo comprobé el día en que se celebró un acto público sobre “El Riesgo de educar. Una experiencia de desarrollo integral en los barrios de Roldos-Pisulli en Quito”,con ocasión de la inauguración de este Centro Juvenil. No podrían haber atinado mejor con el título, porque este centro tiene como objetivo proponer el método educativo de Giussani, que era todo lo contrario de hacer propaganda de ideas justas. Su propuesta se dirigía a la libertad de las personas: él trató siempre de despertar lo que ya está en el otro y provocar su libertad, realizando así un gesto de amistad suprema. De hecho, en este Centro Juvenil se busca que estos chicos puedan conocer sus propios deseos y exigencias, descubrir el significado de las cosas, afrontar el ambiente que les rodea con todo su corazón, razón y libertad. Durante esa jornada pude ver a personas cambiadas, a un corazón que late y que cambia la historia sin discursos ni teorías, sino viviendo con intensidad. En los Ejercicios de la Fraternidad hablaste de los “vivientes”: «La resurrección de Cristo, Su presencia viva introducía una novedad que hacía que la vida fuese finalmente vida, llenándola de una intensidad que no podían generar por ellos mismos. Era tan evidente que la llamaron “vida nueva”. Y al que la vivía, criatura nueva. La vida nueva definía de tal modo sus personas que los cristianos eran llamados los “vivientes”. ¡Imaginad qué tipo de experiencia vivían y qué tipo de experiencia contemplaban los otros para llegar a definirles como los vivientes! Esto es lo que Cristo ha introducido para siempre en la realidad, una posibilidad de vivir la vida a un nivel absolutamente desconocido para nosotros antes, un “plus”». Esta posibilidad de vivir así se ha gritado al mundo, porque de hecho allí estaban presentes las familias del barrio y de Quito, los chicos, los educadores, el personal de la Fundación, los representantes de otras congregaciones religiosas, Alberto Piatti, Andrea Bianchessi, los embajadores de Italia y España, el director de CESAL, Pablo Llano Torres, el representante del Distrito Metropolitano de Quito, el ministro de Desarrollo Urbano, y otras personalidades y autoridades. El embajador italiano, Emanuele Pignatelli, destacó durante su intervención que el trabajo de AVSI es un ejemplo para todo Ecuador, porque tiene como método el de implicarse directamente con la gente del barrio, estar con las familias, compartirlo todo con ellos. Lo que vi, lo que he empezado a entender mejor gracias a Stefi y Alberto Piatti, es que este método nace de la certeza de que el hombre, cualquier hombre, puede volver a despertar cuando se topa con una presencia.
Anna

ANDRESITO
La semana pasada estuvimos en el DF con un médico del Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía para que nos diera su opinión del caso. Al entrar al consultorio le dije que mejor estuviéramos solos para poder hablar con más franqueza y para que Andrés no escuchara comentarios que tal vez le resultaran inapropiados, pero él nos dijo que no, que “hablaríamos con discreción”. Acepté. Pero en un momento dado, el médico dijo que, entre otras cosas, Andrés “podía quedar ciego o perder la vida”. Al salir, luego de unos momentos, Andresito me dice: «Papá, tengo miedo por lo que dijo el doctor». Yo traté de consolarlo y de desviar su atención para que le resultara menos dramático, pero al otro día, ya en casa, sin más, se me acerca el niño y con toda naturalidad me dice: «Papá, no te preocupes de eso que dijo el doctor, pienso que hay algo bueno; si me muero podré ver a Dios, y eso es algo que quiero mucho; claro, es feo no estar con ustedes, pero ¡podré ver a Dios!». Me dio un abrazo, un beso y se salió a la calle a continuar jugando a las escondidas con los demás, como si nada. ¡Me quedé pasmado! Sé que se lo dijo también a Rocío, no sé en qué momento. Y ayer, nuevamente se me acerca mientras yo lavaba los trastes y me dice: «¡Ay papá! Yo quiero ver a Dios. Si me muero, cuando vea a Jesús, le voy a dar un abrazo». Fue así como caí en la cuenta de la objetividad de la situación. En todo este tiempo siempre me asumí como protagonista principal de la cuestión, y ¡no! Es un asunto entre él y Dios. Yo sólo soy un personaje secundario, que acompaña a los protagonistas, pero no soy el eje de la historia. El eje es la relación de Dios con Andresito. Mi tarea es cansada y trabajosa, pero ahora todo toma un cariz distinto: colaborar lo mejor posible (con toda mi habilidad y torpeza) con un Designio misterioso pero bueno, que yo no controlo y que no soy capaz de comprender ni de abarcar (¡mucho menos de dominar!), sino tan sólo ir sorprendiéndolo a medida que va aconteciendo. Es una especie de “live play”, como en ciertas piezas de teatro, donde no hay un guión previo al que todos deben ceñirse con rigor y seguridad. Es un plan mucho mayor que lo que yo pueda imaginar. Es una relación de amor entre dos: Dios y Andrés. Creo que seré verdaderamente padre en la medida en que no entorpezca esa relación, sino que la acompañe y cuide, para que llegue a donde tiene que llegar, a un destino que excede del todo lo que yo puedo prever o imaginar. Rocío y yo estamos haciendo todo lo que está en nuestras manos. No sé qué viene para nosotros, ni cómo continuará la obra, el “live play”, cuál es el capítulo siguiente. Simplemente me siento dichoso de poder estar junto a Andrés, Pedro y Rocío. Como dicen en AA: “sólo por hoy”. Cada día compartiendo con Andrés es para mí una nueva sorpresa y una nueva oportunidad de acompañar. ¡Qué bella es la vida y qué grande es Dios!
Pablo

ESE VACÍO DENTRO
Mi prima ha venido desde Nápoles a visitarme. Es muy distinta a mí: 43 años, tacones de aguja hasta para estar en casa, gimnasio todos los días. El lunes por la noche se echó a llorar: «Tengo un vacío dentro, un agujero, una falta. Voy incluso a la psicóloga, pero el vacío permanece... ¡Qué mal estoy hecha!». Yo, que en toda mi vida la he visto cuatro veces, le dije: «Yo también siento la misma nostalgia que tú». Ella saltó de pronto: «¡Eso es, nostalgia es el término exacto! ¡Nostalgia de una presencia!». Usó literalmente estas palabras (no es de CL ni frecuenta la iglesia). La abracé y le dije: «¡Qué bien estás hecha! Pero no estamos solas». Le leí a Leopardi y estos versos de Luzi: «¿De qué es falta esta falta, / corazón, / que de golpe estás lleno de ella?». Me respondió: «Nadie me ha descrito nunca tan bien». Al día siguiente, vino a cenar con mis amigas. Les conté nuestro diálogo y cada una empezó a hablar de sí misma. A la vuelta, mi prima me comentó: «Me sentí verdaderamente acogida, tomada en serio. Pero lo que me ha impresionado más es que os interesábais de verdad por mí para tratar de entenderos más a vosotras mismas. Con mis amigas, nos juntamos como mucho para hablar de los demás. Sois más amigas que mis amigas de siempre». Continuó: «Pensaba que lo que me faltaba era un hijo, pero vosotras tenéis muchos y sentís lo mismo que yo. Estaba tentada de pensar que el problema era encontrar otro hombre, pero esta nostalgia no se quita». Y concluyó diciendo: «Quisiera estar contigo todos los días». Entonces me di cuenta de la diferencia radical entre ella y yo: nuestra nostalgia es totalmente distinta. Para ella, es la ocasión de gritar: «Presencia que tanto me faltas, si existes, ¡muéstrate a mí!». Para mí, desde hace dos años y medio, es el camino privilegiado para mendigar: «Señor, tú que has tomado la iniciativa sobre mí, hazme cada vez más una sola cosa contigo».
Cristina, Bergamo (Italia)

LA “CAJA VACÍA”
Querido Carrón: He estado hospitalizada por amenaza de parto prematuro. Los días en el hospital no terminaban nunca. Finalmente, empecé a leer los Ejercicios y tomé entre manos el Libro de las Horas, al menos así tenía un poco de compañía. Un día, mientras miraba por la ventana a las golondrinas, pensaba qué largas eran las horas en el hospital y cuándo me aburría. ¿Pero qué diferencia hay entre cómo estoy en el hospital y cómo estoy en el trabajo? Ninguna. La diferencia es que las tareas cotidianas llenan la caja vacía de mi jornada, y así las horas simplemente pasan más deprisa. Pero, ¿y yo? En el hospital la “caja diaria” siguió vacía sin las mil tareas que hacer. ¿Y yo? Yo me reconocí anestesiada, mirando las golondrinas y sin esperar nada de esos días. Mi marido vino a verme esa misma tarde, le dije que sentía cierta ansiedad por nuestro pequeño y él, mirando por la ventana, pronunció la frase del barquiño: somos unos que esperan a Alguien que llega. Esta frase, a pesar de haberla oído mil veces, me impresionó más que de costumbre. Entendí que hace falta un yo despierto, a la espera, con una espera llena no por las tareas cotidianas sino por la presencia de Uno que llega, que viene hacia mí. Ahora entiendo el primer punto de los Ejercicios de la Fraternidad: el poder actúa anestesiando nuestro yo. Ahora estoy en casa, obligada a hacer reposo absoluto. Leo la Escuela de comunidad y me cuesta entender, pero la leo una y otra vez. Mis días todavía siguen vacíos sin tareas que hacer, el despertar es lento, pero la espera se está llenando y yo estoy creciendo.
Chiara, Verona (Italia)

Qerido Julián: Doy clase de alemán en una escuela media cerca de Milán. El último día de clase, los alumnos de tercero me llamaron para despedirse y me dieron esta carta: «Cada día que hemos pasado juntos (¡tienen clase conmigo dos horas a la semana!) ha sido especial y único. Era siempre como si la viéramos por primera vez. Usted nos ha enseñado a seguir nuestros deseos y a no contentarnos con lo que tenemos, nos ha enseñado a buscar siempre la felicidad y a extraer la riqueza de cada pequeña cosa cotidiana, a no rendirnos nunca y a hacer de cada gesto algo especial. Gracias por habernos enseñado el significado de “verdad” y “libertad”». Fue como recibir un puñetazo en el estómago. ¿No es ésta quizá la clase donde más a menudo he perdido la paciencia porque no hacían los deberes, donde he regañado incluso duramente a alguno que no había estudiado, donde he levantado la voz porque no seguían mis indicaciones? Mientras me miraban con los ojos abiertos de par en par, no pude más que admitir, en voz alta, que todo había sido obra de Otro.
Cristina

Después de las vacaciones
«TODO LO QUE CRISTO ME PONE DELANTE ES PARA MÍ»
Publicamos dos cartas escritas a la vuelta de unas vacaciones de GS con Eugenio Nembrini
¿Cómo describir las emociones que embargaron esos días y que todavía lo siguen haciendo? Instante tras instante te suceden cosas que te ponen delante de una realidad nueva, rica en belleza y serenidad. Nada es ya como antes. Gustar la libertad de ser uno mismo hasta el fondo, abrazando a Cristo con la sencillez de un niño que mira por primera vez el rostro de su madre. Ahora estoy segura de que todo lo que Cristo me pone delante es para mí. Ser mirada y abrazada era todo lo que mi corazón deseaba y pedía, ahora sé que esa mirada y ese abrazo me pertenecen. Desde ese punto, se empieza a lo grande. Sé quién soy, sé dónde quiero ir y con Quién.
Ada
Han sido unos días preciosos. En la cotidianidad, en la sencillez y en la excepcionalidad del sucederse de estas jornadas he recuperado la familiaridad con mi propia vida y he podido darle las gracias a Dios por ser como soy, sin censuras. Sin sacarme ese “Tú” de la manga como nos dicen en la Escuela de comunidad, porque finalmente es Jesús quien me ha alcanzado para cambiarme. Vuelvo a casa con los mismos defectos de siempre, pero menos enfadada y más yo misma. Dispuesta a recibir este bendito (verdaderamente) abrazo de Cristo, que ya me está abrazando.
Elisa, Grugliasco/Turín (Italia)

Sin medida
COMO A SIMÓN: «¿TÚ ME AMAS?»
A la reunión de Incontro e Presenza (asociación que trabaja en las cárceles, nacida de la experiencia del movimiento) acude sólo una decena de sus cien voluntarios. Y surge la pregunta sobre por qué vale la pena acudir allí. Esto es lo que escribe una amiga.
Hola Emanuele, la razón por la que fui ayer es que desde el 15 de enero (cuando empecé a visitar la cárcel), cada vez que voy y estoy con vosotros vuelvo a casa más contenta, como si hubiera recuperado un fragmento de mí misma. Quiero que el respiro que vivo en esta experiencia se extienda a toda mi vida. Si el punto de partida soy yo misma y el reconocimiento del valor que esta experiencia está teniendo en mi vida, las objeciones desaparecen y la fatiga se convierte en la sal que me permite gustar aún más el sabor de todas las cosas. Frente a este reconocimiento, incluso la preocupación por los que no están deja de ser una objeción, porque allí donde hay dos que se reúnen en Su nombre, Él está. Me parece que no debemos olvidar que es nuestra libertad la que responde. La mía, y también la de quien no ha acudido a la caritativa. Él nos quiere tanto y nos toma tan en serio que nos ha hecho libres, en vez de estar midiendo nuestro interés y nuestra respuesta. En ¿Se puede vivir así? se dice: «No cultivar proyectos de perfección sino mirar a Cristo a la cara». Después de más de dos años leyendo esta frase, no había entendido nada, porque me había quedado en la primera parte: «No cultivar proyectos de perfección». Luego, hace dos semanas, después de San Víctor, al volver a casa retomé el libro porque sentía la necesidad de hacerlo tras el coloquio con Luigi. Releí aquella frase y esta vez me impresionó: «Mirar a Cristo a la cara». A Simón no le preguntó: «¿Qué has hecho hoy por mí? ¿Cuántos han ido?». Sino: «¿Tú me amas?». Nos lo pregunta a cada uno de nosotros mil veces al día, todos los días. Ayer por la tarde, yo, por gracia, a la milésima vez de la jornada, respondí que sí yendo a la reunión. Nuestra amistad debe ser una ayuda para reconocer al Señor, mientras nos pregunta: «¿Tú me amas?». Y la respuesta la damos cada uno personalmente.
Laura, Milán (Italia)

AGRADECIMIENTO
Quería expresarte mi agradecimiento por el recorrido de la Escuela de comunidad, sobre todo en estos últimos meses (sobre El sentido religioso y los Ejercicios). Éste es el único lugar que conozco en el que mi sentimiento de insuficiencia, de desproporción, no sólo no se censura, sino que se valora como un tesoro. Nadie habla así. Es lo que dijiste ayer: pensamos que este sentimiento denota que tenemos algún problema, que no hemos madurado todavía, o que hacemos las cosas mal. He empezado a darme cuenta del daño que me hace esta lectura equivocada de mi yo, fijándome en momentos concretos del día e intentando, cuando siento un malestar, entender de dónde procede. Y he sentido como si Julián me estuviera “quitando una losa de encima”. Siento un grandísimo agradecimiento por Giussani, por Carrón, y por vosotros, que lleváis la Escuela de comunidad. Doy gracias a Dios por mostrar su ternura y su misericordia conmigo a través de vosotros.
Jaime, Madrid (España)

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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