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Huellas N.10, Noviembre 2008

SOCIEDAD - Margherita Coletta. Nasiriyah, cinco años después

«¿La cruz? No es una derrota. Basta confiar en Dios»

El dolor por la pérdida del marido en un atentado. La súplica a Cristo y el descubrimiento de que «tras cualquier experiencia de dolor y de mal, se oculta la posibilidad de un bien mayor». En un libro recientemente publicado, la viuda, Margherita Coletta, cuenta su historia y la certeza que le ha sostenido siempre

En 1996 le diagnosticaron un linfoma a Paolo, el primogénito de Margherita y de Giuseppe. Fueron meses de calvario para los padres, que veían a su hijo de sólo seis años apagarse poco a poco. Para Margherita fue el descubrimiento del don de la fe que hace buenas todas las cosas.

En aquellos meses, en aquel “cara a cara” con el misterio de la muerte, Margherita descubrió una fe diferente: «Antes era una fe de preguntas, luego, con la enfermedad de Paolo, se convirtió en una fe de respuestas», dice. «Recuerdo que por las noches, al principio, me arrodillaba y pedía al Señor: “Venga, salva a mi hijo, y cuando crezca y sea mayor será sacerdote… así, medio en broma, medio en serio –sonríe–. Luego, poco a poco, comencé a pedirle: “Señor, sálvalo, porque soy su madre”, y al día siguiente dije: “Jesús, ya lo sabes, quiero que lo salves”. Hasta que una noche pude decir: “Jesús mío, yo quisiera que mi hijo se quedara aquí, pero si Tú tienes otros planes, lo acepto”. Sólo entonces, al día siguiente, mi hijo culminó su destino terreno. Dentro de ese terrible dolor yo había percibido que el Señor me había escuchado, lo había hecho de tal manera que yo pudiera estar preparada para la separación, se llevó a Paolo sólo cuando yo estaba ya preparada para dejarle ir». Y por eso, cuando murió, «aquel cuerpo ya no me pertenecía, esa envoltura inerte que no respiraba, que no hablaba, y eso también se lo agradecí a Dios». Margherita no deja de sonreír mientras habla, y no lo hace por cortesía. Lo que conmociona en sus palabras es la certeza con la que las pronuncia, fuente de una serenidad firme. «No es mérito mío –se defiende– nunca es mérito propio llegar a aceptar con alegría todo lo que el Señor te manda, es un don que Él concede, un don que es gratuito, y que Él concede a todo el que se lo pide. Ya sé que esto puede parecer absurdo, pero yo le agradezco el dolor que me ha enviado porque me ha hecho comprender cuánto me ama. En la base de todo, lo que hay es una convicción: Dios no puede querer el mal. Nosotros, con nuestra mirada limitada, no comprendemos que, detrás de cualquier mal aparente, hay un bien real; si no fuera así Dios no lo habría permitido. Incluso la muerte de Su hijo en la cruz pareció una derrota, sin embargo obtuvo la salvación del mundo. Sólo hay que fiarse de Él».

(Il seme di Nasiriyah. Giuseppe Coletta, il brigadiere dei bambini, Ancora, 12,00 €.
Los beneficios del libro se destinan a la “Associazione Giuseppe e Margherita Coletta”.
Para más información: www.associazionecoletta.it)

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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