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Huellas N.5, Mayo 2011

BREVES

Cartas

a cargo de Carmen Giussani

¡GRACIAS!
Querido Julián: La lectura del epígrafe titulado El compromiso con la vida del capítulo 4º de El sentido religioso despertó en mí el deseo de expresar mi agradecimiento públicamente a la Escuela de Comunidad en la que participo. Llevo yendo a Escuela asiduamente desde el mes de septiembre y esto está teniendo mucho que ver en el renacer en mí del deseo de vivir, de ser protagonista de cada minuto de mi vida: de cada encuentro, de cada conversación, de cada acontecimiento, de cada llamada telefónica, de cada e-mail que cruzo, incluso de las tareas de la casa… de todo cuanto me sucede en la vida cotidiana, sin pasar nada por alto, absolutamente nada. Me levanto cada mañana deseando sorprender la novedad, la sorpresa, la aventura de mi nuevo día que descubro en el estar atenta a todo y a todos. Y cuanto más vivo de esta manera, más deseo vivir y más alegre estoy a pesar de mis faltas de atención, limitaciones y pecados. Doy testimonio de que mi vida no es maravillosa, de que atravieso dificultades y circunstancias duras, pero no sería justa si dijera que no estoy contenta. Y quiero seguir así, comprometida con mi vida, protagonista de mi historia, porque no quiero perderme nada, porque sé, tengo la certeza, de que en cada cosa que me ocurre el Señor está presente y actúa, por muy cotidiana que esta sea. 
Mercedes, Madrid (España)

MADRE E HIJA
Querido Padre Julián: Soy Antonia, de La Plata (Argentina), vivo la vida del Movimiento, participando en la Fraternidad San José, y me acompaña en esta aventura mi hijo Andrés, quien siempre la ha vivido con mucha intensidad y entrega. En este camino descubrió su vocación monástica y se vinculó a los monjes trapenses de Campo Do Tenente (Brasil). Después de un tiempo de verificación, en el que fue amado y acompañado, llegó el momento, tan deseado por él, de ingresar al Monasterio Benedictino Trapense como postulante.
Durante seis meses esperé para encontrarme con él. Y es así como en febrero pude viajar a Brasil. Estaba deseosa de ese encuentro, le decía a un amigo que ese encuentro era un encuentro con Cristo. A pesar de la bella aventura que se avecinaba, los temores venían a mí: subir por primera vez a un avión, un país que no conocía, otro idioma. Encontrarme con su nuevo hogar, la comunidad de los hermanos, el Abad, el claustro. Había mucho que descubrir… Soy consciente que el viaje no lo hice sola, pues Dios y sus mensajeros, los ángeles, velaron en todo momento por mí llevándome de la mano, fueron mis compañeros de la mañana a la noche, cambiaban de rostro y apariencia pero siempre estaban presentes. Así pude comprobar lo que intuía mi corazón: Andrés, hoy Hermano Daniel, es feliz. Su vocación, a la que fue llamado, se va cumpliendo paso a paso. Un problema de salud da lentitud a su peregrinar, pero no lo detiene, la confianza en Cristo es más grande, está firme y el abrazo paternal de don Giussani y tuyo lo guía tanto como a mí. Pues tengo la certeza que Él no abandona su obra y la llevará a cabo a su debido tiempo. Es el autor de nuestras vidas y el sentido de ellas. Esto lo puedo experimentar gracias a la compañía que nos dio y a la que somos fieles por su gracia.
Antonia, La Plata (Argentina)

SIGNOS DEL RESUCITADO
Daniela, la hija de César y Liliana, de la comunidad de Monterrey, murió hace un año. Este año cumpliría sus 15 años, fecha que en México se celebra en grande. Además, la fecha coincidía con el cumpleaños de Liliana. Sus amigos la sorprendieron con una cena para festejarla, y su esposo, después, escribió este correo.

Estoy de viaje, pero estamos muy bien, gracias a Dios. Liliana agradeció la compañía de todos, espectáculo de esa humanidad extraordinaria que Cristo suscita en nuestra comunidad. Pero sobre todo les agradezco que, no sólo nos hicieron muy felices el miércoles, sino que a partir de ese día, el vivir el Jueves y Viernes santo se nos hizo muy importante, el no olvidarnos de que Cristo se hace contemporáneo si decimos cada uno nuestro “sí”. Fue un proceso emotivo y hermoso. Nuestra Pascua inició con una misa de resurrección donde también Daniela fue recordada. El domingo de Resurrección, sólo pedimos que la Misa fuera en acción de gracias por Daniela. Cristo venció a la muerte y con su sacrificio le dio vida eterna a nuestra hija. Lo impactante fue encontrar un arreglo floral en el osario de Cristo de la Montana para Daniela. Se lo había enviado un amigo de la Secundaria. Nos acordamos del ejemplo de la Escuela de comunidad, cuando se nos provoca a no quedarnos en la emoción, sino a preguntarnos: ¿Quién le envió las flores? Fue una pequeña muestra de que Él nos dice que sigue con nosotros. A Daniela ya no le sirven esas flores, pero para nosotros fue un regalo de Dios. Gracias por vuestra compañía y amistad. 
César, Monterrey (México)

GRACIAS A JUAN PABLO II
Cuando yo vivía en México DF y empecé a estudiar en la Universidad, el primer día de clase un maestro científico de Psicología experimental preguntó: ¿quién cree que el universo está creado por Dios? Por supuesto levanté la mano para decir «yo», y me dio una revolcada de miedo burlándose de lo que yo creía en medio de toda la clase. Ése fue el comienzo del “enfriamiento de mi fe”, aunque más bien puso en evidencia que yo no contaba con razones para creer. Me había atenido a la fe heredada de mis padres y a la cultura en la que nací, pero que no la había hecho mía, pues la había simplemente aceptado. Yo dejé de ir a Misa, de frecuentar a mis amigas de la escuela que de algún modo me remitían a Dios.  El caso es que simplemente vivía en automático; pensando como todos, actuando como hace la mayoría. Hasta que vino el Papa Juan Pablo II a México. Con esto todo cambió. Ver la fe de la gente sencilla en las calles, las movilizaciones sociales y las muestras de cariño del pueblo hacia su persona me hicieron pensar en lo que había detrás.   Que toda esa algarabía y movilización llevaba dentro “algo” que yo quería conocer.  No eran acarreados de partidos políticos, no eran convocados por alguna organización. El pueblo salía con toda su libertad para manifestar su fe. Este hecho, su venida a México y verlo personalmente en la basílica de Guadalupe, cambió el rumbo de mi vida, orientándola hacia el encuentro más grande que la modificaría definitivamente. Fue el comienzo de un largo camino, sin punto de retorno. Conocer a Cristo ha herido mi corazón de amor, como dirían Teresa de Ávila o el mismo Juan de la Cruz. Como veis se trata de la historia de lo que le pasa a millones de católicos... No hay nada de esotérico más bien de una experiencia común. Pertenecer a CL ahora es como encontrar la casa; la familia donde hay un Padre, una Madre y los hermanos que viven la comunión.
María Rosa, Monterrey (México)

POR GRATITUD
Hay momentos de la vida en los que, por gracia, uno decide reconocer la presencia del Señor en su vida. Me ocurrió este fin de semana en él que fui a Lyon al cumpleaños sorpresa de Mirco, un buen amigo de la comunidad francesa de CL. Llevaba un tiempo cansada, pero decidí ir por la gratitud que tengo hacía él, ya que fue el visitor de mis pequeñas comunidades que surgieron en los últimos años de mi estancia en Francia. Y digo comunidades ya que por el trabajo de mi marido nos trasladaban, surgía otra comunidad y él, a pesar del poco tiempo libre que tenía, seguía visitándonos. Gracias a él hice un camino que me permitió ser lo que soy hoy. Siempre cuento que no me daba recetas frente a mis preguntas, sino que me acompañaba. Y yo crecí mirándole a él. Llegué con estos pensamientos a la fiesta y cuál fue mi alegría al encontrarme con amigos de las comunidades de Francia y Suiza que no veía desde hace diez años. Con qué alegría vi a sus hijos que ya empiezan a ser mayores. Con qué sorpresa vi como los adultos que ya somos cantábamos, jugábamos y nos reíamos juntos. Qué diferencia con otras fiestas en las que sólo prevalece una alegría de cartón piedra. Y sobre todo, con qué alegría nos contábamos que seguimos en este camino reconocemos que aquí nuestra vida se cumple y se llena de alegría y esperanza. Y gracias a este lugar puedo afrontar la adolescencia de mi hija, el cambio de planes sobre el futuro de nuestro hijo o la enfermedad degenerativa de mi padre que hace que ya no pueda comunicarme con él como antes. Reconociendo que en cada una de esas circunstancias puedo reconocer y amar más a Cristo, siguiendo la Escuela de comunidad y acercándome con más asiduidad a los sacramentos.
Sylvia, Madrid (España)

LOS EJERCICIOS Y SAN PEDRO
Querido Julián: Te doy las gracias por los Ejercicios, sobre todo por la amorosa paternidad y profundidad con que nos ayudas a levantar la cabeza para mirar a Aquél que tiene piedad de nuestra nada. Entre los innumerables aspectos que me impresionaron, te cito uno: el de la desproporción estructural, que ilustraste con el testimonio de Giorgio Vittadini a los Memores Domini, cuya percepción se amplifica, no se atenúa, en la relación con la contemporaneidad de Cristo. Me sentí completamente descrito. Yo, que cada vez más a menudo me despierto por las mañanas literalmente hambriento y sediento de Cristo, pido poder gustar en la jornada de Su presencia sin la cual todo me deja un sabor a vacío y ausencia. Para mí, acudir a la beatificación en la plaza de San Pedro, fue también expresar esta sed. De otro modo, ¿por qué no conformarse con verlo en televisión? Un gesto conmovedor e imponente aunque agotador. Aquel hombre iluminó como un faro y como un padre, junto a don Giussani, todo mi camino de fe, que comenzó en paralelo a su tarea de Papa, pues conocí el movimiento poco después de su elección.
Alberto, Seregno / MI (Italia)

«DEBERÍAS VER LO BELLA QUE ES TU CARA AHORA»
Querido Julián: Tengo 37 años, estoy casada y soy madre de dos niños. La semana pasada, estaba en el supermercado y de pronto oí una voz vagamente familiar que me llamaba. Al darme la vuelta, reconocí al que fue mi novio hace veinte años y al que, desde el día en que lo dejamos, no había vuelto a ver. «¡En veinte años no has cambiado nada! ¡Enhorabuena!», me dijo. Pensé enseguida que seguía siendo un mujeriego… Nos empezamos a hacer las clásicas preguntas propias “de la circunstancia”. En cuanto le dije que llevaba casada once años y que tenía dos hijos, me miró con una sonrisa irónica y me dijo lleno de orgullo que él sin embargo, por convicción, nunca se había casado, porque no quería terminar como todos sus amigos divorciados e infelices y porque, admitámoslo, en el fondo el matrimonio no es más que una gran estafa. Le dejé hablar, pensando en cómo poner fin a aquella conversación. Sin embargo, algo me empujó a ser yo misma ante él. En vez de ponerme a defender a capa y espada la causa del matrimonio, empecé a hablarle de un encuentro excepcional para mí, que sucedió hace veinte años, poco después de nuestra ruptura. Un encuentro con ciertas personas que vivían el cristianismo de una forma tan bella que me causó un auténtico impacto fulminante. Porque esas personas hicieron familiar y amigo el rostro de Cristo en mi vida y me regalaron una intensidad y un gusto de vivir que no había experimentado nunca antes. Él me miraba atónito, probablemente pensando que con los años me había vuelto completamente loca, pues la chica que él recordaba no era exactamente del tipo “casa e Iglesia”. Pero yo seguía hablando con un entusiasmo creciente y le dije que aquel encuentro trajo consigo otro posterior con el chico que luego sería mi marido. Mi “sí” a Jesús se concretó en el “sí” a aquel chico. Le hablé de nuestro matrimonio y de nuestros hijos; sin censurar los momentos de fatiga y sacrificio que hemos tenido que afrontar. Le dije que soy feliz con mi vida porque no ha habido nunca un día sin que, de un modo u otro, Cristo me haya demostrado que me quiere y que no me ha engañado con mi vocación. Él me miraba con cara de asombro y en un momento dado se le escapó un comentario del tipo: «¡Que el matrimonio te ha hecho bien es algo evidente!». Luego me miró con dulzura, conmovido, y me dijo: «Hoy, la última cosa que me esperaba era encontrarme contigo y oírte decir lo que me has dicho. Desgraciadamente, yo no he tenido la misma suerte, pero está claro que todo lo que me has contado es y ha sido verdadero para ti, porque deberías ver lo bella que es tu cara en este momento. Cuando te he dicho que no habías cambiado nada, me equivocaba por completo: has cambiado muchísimo, a mejor, porque esa luz que te brilla en los ojos no te la había visto nunca». Después de despedirnos, me sorprendí también yo asombrada y agradecida por lo que me acababa de suceder.
Karyn

CÓMO CRECE EL AFECTO 
En España, cada año unas 150 personas colaboran voluntariamente con la secretaría para preparar los Ejercicios anuales de la Fraternidad. Antes de empezar los el evento, Nacho les retó a comprobar si el afecto a Cristo había crecido a raíz del trabajo que realizan para servir a los demás. El responsable de una de las comisiones envió a todo el equipo este correo.

Vuelves a experimentar que cuando uno da un poco, recibe cien veces más. Lo recibes en alegría, porque ves que con tu pequeña aportación ayudas a construir Su reino y permites que otros lo encuentren. También constatas que no lo haces por simple generosidad, sino poar un agradecimiento. Ves que estás agradecido porque te descubres creado en cada instante, y descubres que se te dan cosas y que no has hecho nada para merecerlas. Esto a lo mejor es más fácil para mí, ya que un día, hace cinco años, me levanté y, mientras me duchaba, me encontré un bulto; fui al médico y me dijeron que me podía morir en unos meses. Esto te hace despertar de la inopia en la que vivías tranquilamente y en mi caso hizo que me empezara a relacionar con el Señor de una manera más cotidiana y menos formal, agradeciéndole que me deje respirar, que me regale otro día más y que me regale a los que me ha puesto al lado como compañía. Esto también es un misterio. Con algunos tengo menos relación, pero con otros surge una relación y un afecto al verte respondiendo codo con codo en el trabajo concreto, y te sorprendes porque no es inmediato que unos tíos se cojan un día para montar una movida o que den su tiempo para hacer más fácil a los otros su participación en los Ejercicios. Y te preguntas por qué lo hacen, y les ves trabajando con una seriedad y una disponibilidad casi infinita. Y ves cómo el trabajo sale de una forma que supera con creces lo que tú habías imaginado y no porque sean unos tíos super eficientes, ya que creo que ninguno o casi ninguno nos dedicamos a montar eventos, sino porque responden a Aquel con quien un día te encontraste y que te cambió la vida. Y los miras y no puedes por menos que acordarte de Él, porque están ahí por Él, dando su vida por Él. Y lo mejor es que todo esto no se queda en un flash de lo bueno que ha sido trabajar para eso, sino que debido a la experiencia que has hecho, esto va calando cada vez más en tu vida, con tu mujer, con tus hijos, en el trabajo a la hora de relacionarte con los que te encuentras, porque les miras por lo que son, criaturas como tú. Y no puedes sino abrazarles. Esto en el ambiente laboral choca bastante, por lo menos en el mío, ya que la gente se sorprende de que la trates de forma diferente. 
David, Parla / Madrid (España)

ENCUENTROS VENDIENDO HUELLAS
Todos los meses, cuatro amigos subimos al Santuario de la Virgen de nuestra ciudad para vender la revista Huellas a la salida de la misa. A veces vamos por la tarde y a veces por la mañana para poder coincidir, tanto con los fieles habituales, como con los que visitan el Santuario por primera vez. Un domingo, proponiendo el número de marzo, una señora de unos cuarenta años se acercó y nos preguntó por la revista con curiosidad. Cristina le explicó que Huellas ofrece muchos testimonios y citó un ejemplo que le había llamado la atención. Entonces, la señora empezó a contarnos animadamente su iniciativa de los últimos años. Desde que su marido se marchó de casa, dejándola sola, comenzó a invitar a otras personas que estaban en la misma situación a cenas periódicas en su casa. Ahora, esas personas solas que se reúnen en torno a ella son cuarenta y tres. Nos quedamos todos admirados. Quería la revista para poder compartir sus contenidos con sus amigos cuando se vieran. Quedamos con ella para el siguiente domingo de venta a la salida de la misma misa, pues quiere conocer qué es lo que sostiene nuestra amistad.
Cristina, Giorgio, Angelo, Luisa, Gussago / BS (Italia)


DESEAR CADA DÍA LA SANTIDAD
Querido Carrón: Quería darte las gracias por haberme hecho compañía y vivir plenamente estos días de gran alegría para la Iglesia entera. Por desgracia, no pude participar en los Ejercicios ni acudir a Roma porque tengo dos niños pequeños. La unidad vivida con mi marido, con mis amigos y contigo ha hecho que quedarme en casa no fuera un menos, sino que formara parte del mismo gesto, llena de gratitud hacia lo que el Espíritu Santo nos ha dado con Juan Pablo II y don Giussani, sin el cual no sé dónde habría acabado. Esta mañana vuelvo a las tareas cotidianas con el deseo y la petición de poder ser santa, es decir, siempre unida a Cristo y por tanto al movimiento. Nunca como estos días te he sentido tan padre y compañero de camino.
Lucía

EL BAUTISMO DE CECIL
UN ESPECTÁCULO DELANTE DE NUESTROS OJOS

Cecil es una chica de Costa de Marfil de dieciocho años, que llegó a Italia con su padre hace dos años. Comenzó el curso escolar en mi colegio y empezó a participar en los encuentros de GS. Después de un tiempo viniendo a los encuentros, haciendo amistad con algunos chicos y sobre todo dejándose ayudar en varias asignaturas por algunos de nuestros profesores, Cecil me seguía pidiendo que le diera catequesis. Sólo más adelante entendí que lo que deseaba era el Bautismo. Así que hablé con mi párroco y acordamos que le daría algunas clases de catequesis, pero me aconsejó que siguiera animándola a participar en los encuentros de GS. El 6 de marzo llegó el momento del sacramento. En la ceremonia, preparada con esmero, había tres niños pequeños, dos de 10 y 11 años, y Cecil. Los amigos de GS, con la ayuda de algunos adultos, prepararon dos cantos: Egli é il tuo buon Gesú para el momento de la comunión, y un canto tradicional africano para el momento que precede a la bendición final. El coro de la parroquia quiso estar con nosotros, participando en la misa con los cantos que la comunidad ya conoce. Hemos podido tocar con la mano la unidad de la iglesia: cada uno estaba implicado y era partícipe de lo que estaba sucediendo. Eso que llamamos la contemporaneidad de Cristo lo hemos experimentado en esta convocatoria fruto del deseo de Cecil de ser bautizada. Nuestra unidad, que nos llevó luego a un momento de fiesta para amigos y familiares con comida italiana y africana, fue para nosotros un espectáculo. Algunos de nuestros amigos, que ni siquiera conocían mucho a Cecil, vinieron sólo para estar allí y mirar lo que estaba sucediendo, cómo y para qué nos ha aferrado el Señor.
Rossana y Simona, Civitanova Marche / MC (Italia)

AQUEL FIN DE SEMANA SIN OMPAÑÍA
Llevo seis meses trabajando en mi proyecto de tesis en Inglaterra. El viernes, a la salida del laboratorio, me invadió la angustia porque no tenía planes para el fin de semana y porque todos mis amigos y compañeras de piso se habían ido a casa a pasar las vacaciones de Semana Santa. De pronto, mientras caminaba, pensé cuánto esfuerzo había dedicado en los días previos a buscar a alguien que me hiciese compañía. Y me pregunté: ¿por qué necesito a alguien? ¿Qué es lo que me falta? ¿Por qué no soy capaz de estar sola? Pensé en una frase de María Teresa Landi, que dice, citando a Giussani: «El ser cambia su forma sólo si está en relación con la realidad», e inmediatamente me vinieron a la mente todas esas relaciones sin las cuales yo no estaría aquí ahora, sin las cuales no habría encontrado a Cristo. Luego volví a casa, después de comprar una pizza congelada, y leí el mail de un amigo que terminaba diciendo: «¿De qué es ausencia esta ausencia?». Seguía sin tener plan para el fin de semana, la cantidad de trabajo seguía siendo la misma y yo físicamente estaba tan cansada como media hora antes, pero de pronto pude volver a respirar.
Marguerita, Birmingham (Inglaterra)

RAGGIO EN EL COLEGIO

POR UN AMIGO HACES COSAS QUE NUNCA HABRÍAS IMAGINADO

Querido Julián: Tengo un amigo sacerdote que en este tiempo ha cambiado mucho. Me sorprendo al reconocer en esto un acontecimiento que viene de Otro a través de nuestra amistad. Se ha convertido en un volcán de ideas y un día me mandó un sms donde me decía: «Laura, ¿te animas a proponer el raggio en el colegio donde damos clase?». Fue como un relámpago. Inmediatamente contesté que sí, porque quería seguirle en esta iniciativa, precisamente por la presencia que él es para mí. Me correspondía más que decirle que no. Preparamos la invitación a partir de un trabajo que él había hecho en sus clases, le pedimos un aula al director, tratando de explicarle lo que queríamos hacer, y adelante. Me vi en acción proponiendo a mis alumnos el raggio y repartiendo las invitaciones, y me descubrí capaz de hacer cosas que hasta entonces no había ni siquiera tomado en consideración. Entendí el ejemplo, que Giussani cuenta en El sentido religioso, de aquel chico que nunca se había comprometido con las matemáticas y entonces no sabía que podía valer para ello.
Laura, Lodi / MI (Italia)


QUÉ PEQUEÑA ES NUESTRA OBRA Y QUÉ GRANDE ES DIOS
Después de una tarde en la caritativa con los amigos de “Incontro e Presenza” en la cárcel milanesa de San Vittore, Anna escribió esta carta.
Hola Pedro: Hoy, al salir de la cárcel, he pensado que verdaderamente es un milagro lo que sucede allí dentro. Qué inadecuado es pensar que el afecto de Said y de los demás sea fruto de una capacidad nuestra. Es mucho más interesante pensar que el Misterio se sirve de nosotros, unos pobrecillos, para hacerse ver. Debemos estar agradecidos por esta gran oportunidad que tenemos… La enésima ocasión para amar esta Presencia que nos ha aferrado. Seamos fieles a nuestro corazón y pidamos a don Giussani que sostenga nuestra pequeña obra.
Anna

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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