Los tribunales de milán han puesto en funcionamiento un número de atención telefónica y algunos servicios para los más indefensos. para que ningún hombre se sienta tratado como un “don nadie”
En el Tribunal de Justicia de Milán se está llevando a cabo una interesante experiencia con las personas involucradas en juicios sumarios. La iniciativa demuestra que se puede hacer mucho para que la máquina de la justicia no pierda de vista la dignidad de la persona y a tal fin saque partido de la contribución de todos. La gran mayoría de los autores de pequeños delitos enjuiciados en procedimientos sumarios son inmigrantes “indefensos” que al día siguiente del arresto se ven metidos en el engranaje de la Administración de Justicia. Muy a menudo –también los propios italianos– desconocen sus derechos como imputados y no ejercen su derecho de defensa, encontrándose así, de una día para otro, en celdas insalubres carentes de las más mínimas condiciones higiénicas, en las que es difícil dormir y alimentarse decentemente; en muchas ocasiones, en ellas, los toxicómanos son víctimas del síndrome de abstinencia. Son, por lo tanto, situaciones en las que ni la más mínima dignidad humana es respetada y en las que pequeños delincuentes encarcelados breve tiempo pueden ver comprometida su vida entera.
La presidenta del Tribunal de Milán, Livia Pomodoro, junto con otro juez milanés, Aurelio Barazzetta, han mostrado que las leyes se pueden aplicar garantizando esas condiciones de dignidad de los imputados que la Constitución Italiana establece como fundamentales. En primer lugar, se entrega a los imputados una Guía del arrestado de dos páginas, redactada en varios idiomas, de fácil lectura y comprensión en la que se les explica cuales son sus derechos en el procedimiento judicial correspondiente. Además, las celdas contiguas a las salas de vistas en las que se celebran los juicios rápidos se han dotado de servicios higiénicos y aire acondicionado. Es posible separar los imputados por delitos sexuales, y se ofrece a cada detenido comida suficiente. Se quiere limitar al máximo la permanencia de los imputados en los calabozos, mediante una rápida celebración del juicio.
Por otro lado, el Tribunal de Milán ha firmado un acuerdo con el Colegio de Abogados para que los juicios rápidos se celebren a puerta cerrada sin audiencia pública, para favorecer el respeto y la discreción, garantizando también de esta manera la dignidad de los imputados.
Los abogados del Turno de Oficio se han organizado para que haya siempre tres letrados disponibles para la defensa en los juicios rápidos y con unas tarifas iguales para todos los procedimientos. También se han firmado dos acuerdos de colaboración, uno con el ASL (Área de Salud Local) de Milán y el otro con el Consejo local de la Familia, Escuela y Políticas Sociales para ayudar, antes y después de los juicios, a los detenidos que se encuentran en situaciones de dificultad.
En estos años, en que hemos constado amargamente lo que Manzoni escribió en La columna infame a propósito de la violación de los derechos humanos básicos a la hora de aplicar la Justicia, el ejemplo milanés muestra que es posible un acercamiento responsable, que valore la contribución de todas las partes en causa para favorecer la asistencia y la atención a las personas más desfavorecidas, en una óptica de subsidiariedad. Para que ningún hombre sea tratado como si fuera un “don nadie”.
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