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Huellas N.2, Febrero 2011

ANIVERSARIOS / Don Giussani

Apasionado por la vida de cada uno

a cargo de Fabrizio Rossi

Seis años después de su muerte, Don Luigi Giussani continúa generando un pueblo. Alcanzando a personas que no le conocieron directamente. Un docente musulmán, un jurista hebreo, un teólogo ortodoxo, un pastor anglicano y un periodista ex-sesentaiochista testimonian una amistad que les ha cambiado la vida

LO ENCONTRÉ EN DIOS
Wael Farouq, American University de El Cairo

A propósito de don Giussani, lo encuentro continuamente en todos aquéllos que le conocieron y amaron, un poco como el cuerpo de Cristo que los fieles toman del altar durante la misa, encontrando en él unidad y comunión. Por ese motivo, siento que él está siempre presente en medio de nosotros, con sus bromas que nos hacen reír y reflexionar al mismo tiempo.
Esta presencia en el mundo, en la realidad que uno vive, es el secreto de la influencia que Luigi Giussani ejerce sobre cualquiera que lo haya conocido, independientemente del modo en que lo conociera. Por lo que a mí respecta –utilizando la terminología islámica para expresar la amistad– lo encontré en Dios y lo amé en Dios. De hecho, todo amor verdadero que se experimenta por el otro es también amor de Dios, así como manifestación de Su gracia en el mundo.
Lo más importante que don Giussani me ha regalado y ha dado al mundo sois vosotros. Vosotros que habéis vivido junto a él la experiencia del amor, transformando una sublime abstracción en realidad tangible y en vida realmente vivida.
Los valores, los nobles pensamientos, el conocimiento y la belleza, a menudo son descritos como el «alimento del espíritu, de la mente y del corazón», expresando de forma retórica la importancia que tienen para el ser humano. Me gustaría ampliar el sentido de esta metáfora. De hecho, el conocimiento, las tradiciones y la belleza, exactamente como el alimento, acaban por deteriorarse y convertirse en veneno, si no encuentran quien los consuma, los asimile y los ponga de nuevo en circulación, en las arterias de la sociedad humana. Si no toman cuerpo, los valores se deterioran. Si salen de la realidad, envenenan la vida. Y entonces se transforman en cosas distintas, como el fanatismo, la ideología y el despotismo. La Biblia expresa esta idea de manera elocuente con las siguientes palabras: «Si uno dice: “Amo a Dios” y odia a su hermano, es un mentiroso. Quien no ama a su hermano a quien ve, no puede amar a Dios a quien no ve» (1 Jn 4,20).
Quizás ésta sea precisamente una de las lecciones más importantes de El sentido religioso, porque el ser humano es el camino más corto hacia Dios, y la realidad es el espacio donde continuamente encontramos a Dios.
Amigos míos, antes de conocer a don Giussani en vosotros, y a vosotros en don Giussani, todas las cosas bellas en las que creía eran una pesada carga que me empujaba a huir de la realidad, porque en ella no encontraban realización. Me hacían sentir impotente, porque no lograba ponerlas en práctica. Rechazaba a quien no veía el mundo a mi manera, porque le consideraba un obstáculo en mi camino para alcanzar aquellos nobles valores en los cuales creía. A nivel intelectual, religioso y político, ponía en duda el bien, la belleza o el amor, cuando provenían de otro distinto a mí. Era un romántico que soñaba con cambiar el mundo, pero precisamente por este motivo vivía aislado del mundo. Solamente vuestra amistad me ha hecho salir de ese aislamiento, además de vuestro deseo sincero de conocerme y vuestra ausencia de ideas preconcebidas sobre mí. Yo, árabe musulmán, no he sentido, ni siquiera un día, que no fuera uno de vosotros. ¿Cómo habría podido, pues, no liberarme también yo de las ideas preconcebidas sobre vosotros y sobre mí mismo? No sé si vuestra amistad ha cambiado el mundo, pero me ha cambiado a mí. He comprendido que el mal es transitorio, mientras que el amor es eterno, y que todo lo que necesitamos para hacer el mundo mejor, lo vivimos todos los días sin prestarle atención.


BOQUIABIERTO
Joseph Weiler, New York University

Mi amistad con don Giussani y Comunión y Liberación comenzó por casualidad. Me invitaron al Meeting de Rimini en 2003. No tenía ni idea de lo que era. Pensaba que se trataba de una especie de congreso académico; en cambio fue una experiencia que me dejó boquiabierto. Algunos me decían que tendría que relacionarme con personas desagradables, intolerantes y cosas por el estilo; en cambio, jamás he visto un clima más abierto. En cada encuentro, me quedaba impresionado por la variedad de voces: judíos, musulmanes, comunistas, ateos, altos dignatarios y gente pobre, primeros ministros, escritores, científicos... Cuando estuve en Rimini, mis mejores amigos en Italia me preguntaron dos cosas: «¿Cómo puedes tú también formar parte de “ese asunto”?», pero también: «¿Cómo se hace para que te inviten?».
¿Qué es lo que me fascinó de don Giussani? Que combatió la postura de muchos estudiantes que sostenían que ser católico es sólo una cuestión de fe, mientras que la razón es otra cosa. Ya en los años cincuenta, Giussani respondía: No. Si no se puede dar razones de la propia fe con toda la inteligencia que se posee, es mejor darse por vencido. Algo absolutamente admirable.
Me fascina también la insistencia de don Giussani sobre la fe como experiencia de una Presencia, no sobre todo de un discurso moral: es el significado católico de la Eucaristía. Y El sentido religioso es un tratado importante de teología.
(De la entrevista de John Allen del National Catholic Reporter, 21 de enero de 2011)


LA COMUNIDAD DEL CORAZÓN
Aleksandr Filonenko, Universidad de Charkov

Imaginad que tenéis huéspedes, que vienen de muy lejos. Podríais esperaros que os preguntaran por lo que vivís vosotros aquí, y que os contaran la vida por la que han sido aferrados allí. Pero en absoluto soñaríais con que empezaran a hablar de lo que les sorprende de vuestra vida, tanto más cuanto que ni siquiera vosotros os habíais dado cuenta de la excepcionalidad vislumbrada por ellos o no les habríais dado crédito. De ahí, el estupor cuando algo tan imposible sucede y descubrís vuestra vida con vuestro propio corazón, que reacciona a las palabras de los huéspedes. Los huéspedes, entonces, se convierten en testigos de la Vida compartida con vosotros. Se convierten en amigos.
No sucede a menudo. Algo parecido, por ejemplo, sucedió con el poeta ruso Iosif Brodskij, que dio a conocer a ingleses, alemanes, italianos y americanos la poesía rusa (y hasta aquí se lo esperaban), pero sobre todo les sorprendió al hablarles de sus propios poetas, restituyéndoles a Auden, Rilke, Montale, Frost... Esto no, no se lo esperaban.
Precisamente por este asombro, en el Meeting de Rimini del 2002, comenzó mi amistad con el movimiento. Me sorprendió que los italianos hubieran descubierto la historia de los mártires rusos del novecientos, en las peregrinaciones al que fue el gulag de las islas Solovki propuestas por la Fundación Rusia Cristiana. Pero lo que me pareció absolutamente asombroso era que, gracias a su mirada atenta, yo pudiera conocer esas trágicas páginas de mi país. Así pues, la historia de nuestra amistad está hecha precisamente de esos testimonios, al menos en parte –espero– recíprocos.
Esta mirada, capaz de mostrar, en otra cultura, en el destino del otro, impresionantes testimonios de cómo Cristo actúa, ha significado para mí el primer signo de lo que el movimiento es. Y una primera pregunta: ¿cómo se educa esta mirada? ¿De dónde proviene? Al encontrar la experiencia de don Giussani, encontré la respuesta. 
¿Qué es esta experiencia para mí? Es la experiencia de la vida cristiana como testimonio de la presencia de Cristo en la realidad de cada día. La experiencia de que la tradición cristiana y aquello que vivo se encuentran gracias a la razón, que compara la realidad con el corazón. Un corazón sorprendido por la realidad misma, que responde a su llamada. En una época de charlatanes e intérpretes vacíos, que sobre las ruinas de las ideologías no dejaron de multiplicar análisis e interpretaciones, Giussani supo testimoniar con inagotable frescura la presencia impresionante de Cristo en cada impulso vital de nuestro corazón. Nos sorprende «no un discurso, sino una presencia».
Ha trazado un recorrido que lleva a descubrir esta Presencia. Un recorrido que me invita a tomarme en serio la apertura y las exigencias infinitas de mi corazón, mientras que cualquiera de mis acciones se agotaría en la imposibilidad de alcanzar aquello que es esencial. Este recorrido me lleva a los demás hombres, en la alegría y en la esperanza, en el dolor y en la tristeza, para que pueda compartir con ellos el amor y el sufrimiento. Y pueda testimoniar que Cristo cumple aquello que es imposible para el hombre, respondiendo al carácter infinito del corazón. En el fondo, los viajes de los amigos italianos a Rusia, Kazajstán y Ucrania constituyen también una impresionante metáfora de la posibilidad de mi caminar cotidiano –no menos arduo y alegre– al encuentro del prójimo.
Nunca conocí en persona a don Giussani, pero, sin él, la comunión en mi corazón, la comunidad de amigos en cuya presencia vivo cada día, sería impensable.


HA SACUDIDO A LOS TIBIOS
fr. Andrew Davison, Westcott House, Cambridge

Mi primer encuentro con don Giussani tuvo lugar gracias a una cita de El riesgo educativo, en un ensayo de Stanley Hauerwas. El gran teólogo criticaba la tendencia protestante a favorecer las ideas sobre la experiencia, o a separar las ideas de la experiencia, y citaba un pasaje en el que Giussani dice que para resistir el asalto furioso del mundo, necesitamos no sólo ideas, sino ideas que estén enraizadas en la experiencia. Aquella cita me era muy útil, porque estaba escribiendo un ensayo sobre el peligro de inventarse nuevas formas de vida de la Iglesia. Mi intención era señalar la parroquia como el lugar en el que experimentar la reconciliación del Evangelio, haciendo experiencia de él dentro de una comunidad de gentes diferentes en cuanto a edad, profesión o historia personal.
No mucho después, el teólogo John Milbank me sugirió que me encontrara con algunos de CL, diciéndome que para mí y para la Iglesia de Inglaterra esto sería un bien. Me tomé en serio esta tarea, y de esta manera nació una gran amistad con muchas personas de CL. Así es como se ha ido felizmente entretejiendo mi conocimiento sobre Giussani a través de sus textos y de mis amigos del movimiento.
El desafío actual para los cristianos consiste en verificar que su fe es verdadera y vivir de ella. Existe una extraña clase de malestar, cierto cansancio, por el cual muchos se dicen cristianos y van a la Iglesia sin que esto produzca un cambio en su vida. La fe parece una convicción entre otras muchas, una actividad más: se vive así en un estado intermedio de tibieza. La fe para muchos no es lo que determina todo. En cambio, o la fe es el motivo por el que podríamos incluso abrazar el martirio, o no es nada. Creo que el carisma de don Giussani consiste justamente en decirle al hombre de nuestro tiempo: «¡No puedes caminar durmiendo! Deja ya de vegetar, de ser un cristiano tibio! ». Giussani tiene tal firmeza en la fe como para decir a cada uno, desafiándole: «¡Mira, y verifica si es verdad!». Y esto es un riesgo. Es una estrategia de alto riesgo, pero Giussani lanza este desafío porque está cierto de una fe verdadera.
En la capilla del Colegio Inglés en Roma hay una Crucifixión, con la inscripción: «Ignem veni mittere in terram», «He venido a traer fuego a la tierra» (Lc 12,49). La Iglesia, y sobre todo pienso en la mía, a menudo se propone como moderada, al servicio de todos, al lado de los más pobres. No quiero menospreciar estos aspectos, pero para demasiadas personas la Iglesia no es un desafío real. Creo por el contrario que en don Giussani ardía un fuego y que lo transmitió a los demás. Me viene a la mente un himno atribuido a san Ambrosio: «La boca, la lengua, la mente, los sentidos, el vigor / proclamen con fuerza Tu alabanza; / la caridad se inflame con tu fuego / y su ardor encienda a nuestro prójimo». Estas palabras me hacen pensar en Giussani y en CL, por este sentido de amor, de un fuego que se transmite de persona a persona. Alguno puede pensar que tomarse en serio la fe significa ser personas serias, quizá un poco tristes. Por el contrario, el movimiento está marcado por una alegría, por un ir al encuentro del otro: esta me parece la auténtica leticia cristiana. Aquélla que describe el salmo: «¡Qué bello y qué dulce es que los hermanos vivan juntos!».


BOX

«COMO NOS DEJÓ TODO, DE IGUAL MANERA NOSOTROS LE DEJAMOS TODO A ÉL» 
El archivo histórico de CL se ocupa de recopilar los escritos de don Giussani (cartas personales, notas, telegramas, dedicatorias de libros...), además de fotos, grabaciones de audio y vídeo de encuentros con él. Porque «como don Giussani nos deja todo, de igual manera nosotros le dejamos todo a él», como ha recordado Julián Carrón, su sucesor como guía del movimiento, dirigiéndose a los miembros de la Fraternidad de CL. Para entregar el material (los originales, que serán devueltos, o la copia) contactar con el archivo histórico de CL: vía Porpora 127, 20131 Milán; Tel. 02/26149301 ó 02/28174225; fax 02/26149340; clarchivio@comunioneliberazione.org.
La tumba de don Giussani se encuentra en el Cementerio Monumental de Milán  (www.monumentale.net; Tel. 02/88465600), abierto todos los días excepto los lunes de 8 a 17.30 (salida hasta las 18). En la capilla del Cementerio se celebra Misa a las 9 y a las 11.15 los días laborables, mientras que los festivos es a las 10, 11.30 y 16  (para más información: Tel. 02/29001682).

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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