Un centro de caridad que acoge a jóvenes madres y personas sin hogar que, en pequeños gestos, recobran su responsabilidad ante la vida
Enuna antigua fábrica textil de Brooklyn se encuentra el conocido como Centro Chips (abreviatura de Park Slope Christian Help), una organización sin ánimo de lucro, que nació en 1972 por iniciativa de algunos parroquianos de San Francesco Saverio en Park Slope, un barrio de Brooklyn.
Actualmente, gestiona el centro una comunidad de Hermanas Franciscanas de los Pobres, con la ayuda de 150 voluntarios (entre ellos algunos de la comunidad de CL en Nueva York), más algunas personas contratadas. El Chips dispone de nueve apartamentos, una sala común y un comedor para personas sin hogar. En los apartamentos, con salón, dormitorio, cocina y baño, se alojan, con sus hijos, jóvenes embarazadas procedentes de centros sociales, hospitales e iglesias, que no tienen un lugar donde defenderse de la violencia callejera. De 2008 a 2009, el centro alojó a 36 mamás con sus neonatos. La edad media de las madres es de 19 años. Todas tienen que someterse a los controles sanitarios. Cuando el niño cumple tres meses y empieza a ir a la guardería, deben apuntarse a un programa profesional o de ayuda para encontrar trabajo.
Sor Mary Maloney, de 78 años, enfermera nacida en Brooklyn, es la directora. Llegó al Chips después de trabajar en clínicas rurales brasileñas y africanas. «Cada una de las chicas tiene a sus espaldas una historia distinta, pero la mayoría han sido rechazadas por sus familias y por el padre del niño. No han tenido disciplina alguna y no saben hacer tareas básicas, como cocinar. Todas ellas necesitan mucho amor y apoyo. Queremos acompañarlas para que puedan asumir, poco a poco, la plena responsabilidad de sus hijos».
En la planta baja, el centro ofrece a más de 100 personas sin hogar un plato de comida caliente todos los días, preparado y servido por voluntarios. En 2009, el comedor sirvió más de 70.000 comidas y distribuyó bolsas de alimentos a casi 150 personas cada semana. La comida proviene de la Park Slope Food Coop, una suerte de Banco de Alimentos que recupera y dona excedentes de alimentos.
Sor Betty coordina la cocina: «Tenemos que asegurarnos de que hay comida suficiente, y de que la siga habiendo, pero se que la Providencia siempre atiende cuando se trabaja para los pobres». También comprueba que sea de buena calidad. «Hace poco, un día de lluvia, tuvimos un menú de estofado de vacuno, donado por un programa ministerial, y filete de ternera alimentada de forma natural, que había donado otra entidad».
Después del servicio de cocina, los voluntarios recogen las mesas para colocar los colchones y las esteras para los sin techo. No es sólo por generosidad, por inspiración humanitaria hacia los demás: lo que domina es la certeza de que cada cosa que hagas a uno de estos pequeños a Cristo se la haces. De hecho, la misión de esta obra cita una frase de la fundadora, la beata Francesca Schervier: «Curad las heridas de Cristo en la humanidad sufriente de los pobres». El deseo es que estos gestos de caridad ayuden a las madres y a los pobres a recuperar su plena responsabilidad ante su vida. Por eso predomina la alegría. «Todos llegan aquí con la sonrisa en la cara, nunca he oído a nadie quejarse», dice Sor Mary. «Es como una familia», añade Tom, el voluntario que se encarga de la cocina. Entonces no es de extrañar que a Susan, a la que llamaron para una entrevista para un puesto de responsabilidad en Chips, no le pidieran su curriculum, sino que les hablara de su encuentro con el movimiento y de su experiencia de fe. «Lo que cambia el mundo es lo que cambia el corazón del hombre».
*Presidente de la Fundación para la Subsidiariedad
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