Vivian ha intuido la belleza de su matrimonio. El padre Stefano está yendo hasta el fondo de su humanidad. La hermana de Henos ha encontrado lo que estaba buscando… Se han celebrado en Uganda unas vacaciones con amigos venidos de todo el continente y también de Italia. Para «descubrir lo que sostiene la vida»
«Dear friends, you’re wellcome!». Sois bienvenidos, sentíos como en casa. «La primera razón para estar juntos es caminar hacia donde nos está conduciendo Carrón. Mirar hacia donde él mira y dejarnos sumergir en la contemporaneidad de Cristo». De este modo acogía Rose en Kampala a sus invitados, venidos desde toda África y desde Italia para un encuentro de tres días a finales de noviembre. Más que una bienvenida, una promesa. Porque en verdad estos días han sido la ocasión para volver a descubrir lo que nos sostiene. Una convivencia que ha sido en todos sus aspectos signo de Su contemporaneidad, desde los encuentros a los cantos, desde la comida a los paseos. Y, a miles de kilómetros de casa, cada uno puede decir que se ha sentido amado por lo que es.
La primera tarde, encuentro en Kireka con las mujeres del Meeting Point dirigido por Rose. Estupendas, como siempre, para los que las conocen desde hace tiempo y para los que se encuentran con ellas por primera vez. Uno se siente abrazado enseguida por sus rostros alegres. Testimonios de escalofrío: si las miras, no puedes creer que sean enfermas de sida, antaño rebeldes, rechazadas por su misma familia, por sus padres y por sus hermanos. En la sencillez de sus relatos, resulta claro que una mirada ha abierto en ellas un desgarro. Agnes habla conmovida de su vida entre los rebeldes, de las atrocidades que se había visto obligada a cometer de cómo, después de volver a su pueblo, había sido expulsada y rechazada como hija y hermana: «Me pasaba los días enteros encerrada en casa, para no encontrarme con nadie. Mientras, la enfermedad me estaba consumiendo». Hasta el encuentro con Rose y «esas mujeres»: «Me hicieron volver a experimentar que era amada, que era digna de una estima que todo mi mal no podía reducir».
Más que la tribu. Cuando escuchas a estas mujeres, resulta evidente que su mirada está siempre fija en aquel momento que les devolvió la vida. Cuando preguntas a Rose cómo es posible comunicar todo esto a sus mujeres, ella responde con extrema sencillez: «Trata de mirarlas como yo misma he sido mirada por don Giussani. Yo me veía limitada, sentía que era nada, pero él veía en mí algo grande. Y así entendí el movimiento: si CL es esto, yo lo quiero. Para mí, trabajar es la expresión de esta mirada, se desvela quién es Dios verdaderamente». De esta conciencia de ser abrazados con toda nuestra nada, nace una pertenencia más poderosa que cualquier vínculo tribal o tradición cultural.
Esa misma tarde, en el hotel, la primera asamblea. Ha sido suficiente estar un par de horas con las amigas de Rose para despertar en todos una pregunta. Han sido muchas las intervenciones, nacidas todas del deseo de contar a los demás sobre la espera y el deseo del corazón de cada uno. Es precisamente una cuestión de fe, y reconocer sobre uno mismo la mirada que te saca de la nada es reconocer la Presencia que te ama y te hace ahora. Vivian, desde Kenya, ha contado que la relación con Rose este último año le ha ayudado a descubrir en cada instante la belleza de su vocación matrimonial. Y esto permite que las distintas dificultades no bloqueen esta mirada, ni la certeza de que ahí está su bien: «Rose es un signo que me remite a Cristo» ha dicho. «Me acompaña en todas las circunstancias. A través de ella experimento la cercanía de Carrón: él está lejos, a miles de kilómetros, pero está presente para mí como un padre con su hijo. En mi corazón hay una pequeña Kireka, y también yo siento que puedo cantar que Rose me ha hecho libre, porque es así: me acompaña hasta Él». Peter, desde Camerún, ha descrito su experiencia de enfermedad y abandono, y el descubrimiento de amigos que han mostrado hacia él un cuidado y una atención que él mismo no tenía: «Para mí ha sido la ocasión para encontrar a Aquél que hace verdaderamente grande la vida», ha contado.
Al día siguiente, excursión por las orillas del lago Victoria. Aquí nace el Nilo. Por entre las ramas de los árboles seculares del jardín botánico de Entebbe, se entrevé el azul intenso del cielo. En medio de esta naturaleza frondosa y espléndida, celebramos la misa. Después, un espectáculo: entre las hojas que caían, movidas por el viento, una quincena de jóvenes ha entonado cantos alpinos. La piel es negra, pero la pronunciación trentina es impecable… Es conmovedor ver cómo la sencillez de mirada de los alpinos refleja la sencillez y la belleza de estos jóvenes. Me vienen a la cabeza las palabras con las que Davide Biasoni (uno de los responsables del movimiento; ndr) introducía esta segunda jornada: «La pertenencia es el hilo conductor que une la posibilidad de ser hombres, ya sea en África o en Rusia. Porque el acontecimiento de Cristo, totalmente humano, cambia las relaciones entre mi persona y la realidad, e introduce una nueva forma de ser». Así es: estamos unidos, somos Uno. Y la armonía con la que todos han comido a orillas del lago, o con la que han jugado al fútbol es sencilla y extraordinaria al mismo tiempo: para cada uno resulta evidente que es Otro el que lo está haciendo.
Pero el día no ha terminado aún... Henos, llegado de Etiopía, cuenta, cambiado su vida después del encuentro con el movimiento de su país, y la necesidad que ha sentido después del Meeting y del Equipe del CLU de proponer la Escuela de comunidad a sus amigos, que ahora le están siguiendo: «La sorpresa más grande ha sido mi hermana, que tiene un carácter un poco arisco. Después de haber participado en un encuentro, me ha dado las gracias y me ha dicho: “Por fin he encontrado lo que buscaba”».
«Me interesas tú». El padre Stefano, médico y capuchino de misión desde hace 30 años, ha construido en Madagascar una obra grandiosa. Es un genio en su trabajo, pero literalmente, estaba muriendo en él. Toda su formación en el seminario se había apoyado sobre el abandono de uno mismo para gloria de Dios, y por eso hace un año se quedó desconcertado cuando conoció a Franco, un italiano del movimiento. Como siempre, el padre Stefano estaba hablando de su trabajo y de lo que más le preocupaba: «¿Qué sería del hospital si yo tuviese que marcharme?». Pero Franco le sorprendió cuando le dijo: «Si te ayudo, lo hago sólo porque me interesas tú, no por el hospital...». «¿Es posible que mi vida le interese a alguien?». De ahí nació una invitación a los Ejercicios de la Fraternidad y al Meeting: «En estos lugares he escuchado exactamente lo contrario de lo que mis superiores me repitieron siempre en el seminario», explica: «“Ve al fondo de tu humanidad y llegarás más al fondo en tu vida espiritual”», a partir de aquí, el renacimiento.
También ha participado Fredy, uno de los chicos de Rose: «Yo era huérfano, pero ya he dejado de serlo. Perdí a mis padres, que fueron asesinados por los rebeldes en 1993. Me trasladé a Kampala, donde mi vida fue a peor. Muchos días no tenía qué comer, vivía como podía». Hasta que escucha hablar de Rose, y decide ir a conocerla. Se espera a una persona importante sentada su despacho, y en cambio, la encuentra bailando, rodeada de mujeres. Así nació la amistad con ella, la Escuela y comunidad, hasta el encuentro con Carrón: «Su mirada me ha cambiado. Me ha hecho pedir poder ser como él, y he empezado a seguirle a través de las miradas de las personas que se me han puesto delante. Mi cultura ha sido redimida: desde ese momento he empezado a seguir, mi vida ha vuelto a comenzar. No he perdido nada, sino que he ganado todo, no he perdido a mis padres, porque me he dado cuenta de que Cristo es todo para mí; le tengo a Él, y tengo de nuevo mis padres, lo tengo todo. Lo único que necesita es mi “sí” en cada instante. Ahora vivo con otros cuatro amigos. Nos acompañamos para ir hasta el fondo de lo que hemos encontrado y, a través de ellos, soy guiado hacia Él. Quiero estar siempre con Él».
El último en hablar ha sido Deogracious: cuando perdió a su padre con doce años, sus parientes le negaron a su madre las propiedades de su marido. Ella hizo de todo para poder dar estudios a sus seis hijos, pero pronto los mayores se vieron obligados a quedarse en casa. En 2005 conoció a Rose, y dos años después a Carrón: «En aquel periodo, se hablaba de soledad en la Escuela de comunidad, pero yo había encontrado lo que quería: podía estudiar y tenía amigos. Sin embargo, Carrón me desafió: ¿Estás satisfecho en este momento? ¿No deseas nada más? Cuando comprendí que tenía razón, fue como una inyección de vida nueva. Seguir a alguien que me conoce mejor que yo mismo es un gran descubrimiento. Me he dado cuenta de que seguir la Escuela de comunidad era seguir mi vida, la realización de mi persona. Desde ese momento, todo se volvió interesante. Incluso cantar tenía un significado, pues cantábamos para Otro. Tenía ante mí un rostro al que seguir».
Un hilo conductor. Cada momento es un testimonio, cada comida o cena una ocasión para escuchar el relato de lo que está haciendo el Misterio entre nosotros en los rincones más perdidos de África. La última mañana tiene lugar la asamblea. Dos largas horas no son suficientes, todos quieren hablar porque están conmovidos por el abrazo que han experimentado en estos días. Rose recuerda el hilo conductor de las vacaciones: sólo nos sentimos libres en la pertenencia. «En la pertenencia, he empezado a descubrir la ternura hacia mi vida y por tanto, como consecuencia, la ternura hacia la vida de los demás. No puedes dar lo que no tienes. Una persona que pertenece, que se descubre amada, se convierte en protagonista porque recibe la conciencia que la une a toda la realidad. Te conviertes en señor de la realidad no porque la poseas, sino porque eres poseído por Aquél que hace esta realidad. La vida es el descubrimiento de una paternidad en acción. La realidad pertenece a mi Padre: por eso no tengo miedo».
Compañero de vida. Cierra la asamblea Davide: «No debemos asombrarnos por nuestra traición, por nuestra incapacidad: lo único que debemos hacer es no resistirnos a la Gracia, al acontecimiento, cuando sucede. Cristo se ha hecho compañero nuestro. No en mis pensamientos, sino en lo concreto de la vida. Una compañía que transmite una mirada distinta. Vosotros la habéis descrito fenomenal, y no sólo esto, sino que lo habéis sido testigos de ella. A través de vuestro “sí”, se ha hecho posible para mí. Yo nací en el movimiento, fui bautizado por don Giussani, crecí en el movimiento, pero sin esta contemporaneidad todo eso es igual a nada. Que podamos usar todo lo que tenemos a nuestra disposición en la compañía, en la Escuela de comunidad, para que podamos estar preparados para decir “sí” al Misterio, descubriéndonos verdaderamente necesitados de todo».
Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón