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Huellas N.9, Octubre 2010

BREVES

Ensayos de subsidiariedad
DE LA NECESIDAD DE ANTONIO, UNA RESPUESTA PARA TODOS

Giorgio Vittadini*

Una casa acoge en Milán a los familiares de los enfermos. Y les ofrece una compañía que parte de un sufrimiento y abraza toda la vida

En la mayoría de los casos, las obras de caridad no nacen de un proyecto diseñado en un despacho, sino de la experiencia directa que vive una persona en un momento difícil de su vida. Es lo que sucedió en el siglo XVI con Camilo de Lellis que, tras pasar una temporada ingresado en el Hospital de Incurables de Roma, concibió su gran obra de asistencia a los enfermos, que revolucionó la idea misma de hospital. Y es lo que ha sucedido también con Antonio Gamba que, tras estar ingresado en distintos hospitales para someterse a tratamiento, ha vivido en primera persona el sufrimiento y la desorientación que abruma a los familiares de los enfermos de otras zonas ingresados en hospitales de Milán (y a los mismos enfermos una vez que reciben el alta y deben permanecer en la ciudad para someterse a tratamiento). «Las largas conversaciones que mantenía con estas personas con ocasión de mis estancias en los hospitales y de los tratamientos me provocaban una conmoción profunda. Comprendía que compartir “de palabra” el sufrimiento de estos amigos servía para algo, pero no atenuaba el malestar que sentía yo. Pensé que, en el fondo, hospedar a estos amigos no requeriría ninguna profesionalidad particular…».
Antonio y su mujer deciden hablar con el grupo de oración y formación al que pertenecen en la parroquia de San Protaso, que se muestra en seguida abierto y disponible para comprometerse con ellos en esta obra. Nace así, en 1993, la Casa de acogida San Protaso para familiares de enfermos ingresados (y para enfermos en periodo de convalecencia o de tratamiento, o que están haciendo tratamiento de “hospital de día” en los hospitales milaneses). La actividad, que comienza en un pequeño apartamento, se traslada en 1999 a una casa grande en viale Murillo, en donde se halla actualmente. La casa cuenta con siete dormitorios, dos cuartos de estar, cocina y seis baños, con una capacidad para diecinueve personas. La casa está siempre llena, porque la disponibilidad de camas es pequeña con respecto a la necesidad que hay, y los voluntarios, que están disponibles para la acogida cualquier hora del día todos los días del año, deben estar siempre preparados para ofrecer oportunamente respuestas eficaces a las necesidades imprevistas que surgen cotidianamente.
Sin embargo, como dice Antonio, más allá de la importancia del servicio prestado, este gesto se realiza «para vivir un gesto comunitario de caridad» y para ofrecer, además de un ambiente seguro, una compañía cristiana en el dolor, llena de un deseo de plenitud para la propia vida y de amor al destino de las personas a las que se ayuda. No es casual que estas personas, que son tratadas no como “personas asistidas” sino como amigos conocidos en un momento difícil de la vida, quieran seguir muchas veces en contacto con los voluntarios de la Casa para continuar en lo cotidiano ese germen de vida nueva que han experimentado en los días de acogida. Es el resultado ulterior, no menos importante, de una obra en donde la caridad como don conmovido de uno mismo y la subsidiariedad como iniciativa de la gente en respuesta a necesidades que de otro modo serían ignoradas, muestran que la historia de bien del cristianismo se renueva continuamente.
*Presidente de la Fundación para la Subsidiariedad

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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