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Huellas N.8, Septiembre 2010

PRIMER PLANO / Grandes cosas

En todos hay una nostalgia que pide ser despertada

Angelo Scola

En uno de los encuentros centrales del Meeting, el Patriarca de Venecia abordó las relaciones entre la Iglesia y la post-modernidad. Éstos son algunos pasajes de su intervención

“Esa naturaleza que nos empuja a desear cosas grandes es el corazón”. Para describir el carácter necesario, imprescindible del corazón, don Giussani nos incomoda con una palabra dura, muy discutida en la actualidad, pero insuperable: naturaleza. Podríamos decir que la naturaleza del deseo se desvela a cada uno en su corazón. Por tanto, el corazón es aquello que nos permite mirar con afecto lo que no poseemos. ¡Sobre todo las cosas grandes! ¿Y hay algo más grande que Dios?
(...) Llevamos quince años oyendo hablar del eclipse de Dios… Y ahora nos encontramos con una gran sorpresa: Dios ha vuelto (…). Hoy la pregunta crucial ya no es “¿existe Dios?” sino “¿cómo tener noticias de Dios?” (…).
La noticia Dei, es decir, acoger y escuchar a Dios entre nosotros y comunicarLo, sigue siendo posible y es totalmente pertinente a nuestra condición de hombres postmodernos. Se trata por tanto de aprender la gramática de la lengua con la que Dios nos habla, es decir, tomar en consideración cuáles son los lugares esenciales de lo humano donde establece continuamente Su relación con nosotros (…). Hay tres fundamentales: la experiencia humana tal cual es, el yo-en relación, y la pregunta sobre la salvación y la redención (…).
El recorrido completo nos muestra las condiciones para que se dé un re-encuentro entre la pregunta religiosa de la post-modernidad y Dios, el Dios de Jesucristo. De estas condiciones dependen tanto los contenidos como el método. Hemos hablado de tres contenidos:
1. El hombre es capaz de conocer y acoger la verdad porque la realidad es inteligible y nosotros podemos acogerla (...).
2. La naturaleza del sujeto es relacional: el yo-en relación es el sujeto humano en sentido pleno (...).
3. La unidad del yo, frágil por naturaleza y minada radicalmente por la experiencia del mal, grita su necesidad de salvación y redención, a la que responde plenamente el perdón, que, por misericordia, reconstituye la unidad del yo con Dios, consigo mismo y con los demás.
Estas tres condiciones de la existencia humana nos ayudan a mirar a la Persona del Verbo encarnado como Persona salvífica y redentora (...). Ésta es la razón de la venida de Dios al mundo y explica el interés del hombre contemporáneo por la persona histórica de Jesucristo (...).
La Iglesia nos permite la más exultante de las experiencias humanas: desear a Dios... Esta experiencia es posible, sólo y siempre, si va unida a la compañía de “nuestro hermano hombre”, que de mil maneras posibles nos sale al encuentro. Aquí podemos ver quién es el testigo: aquél que, al compartir con otros aunque sea el último fragmento del deseo que siempre queda en todo hombre, percibe en su corazón la nostalgia del deseo de Dios, es decir, de la felicidad. Esta nostalgia tiene un nombre sencillo y luminoso. Se llama santidad.

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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