El escolta mira de reojo las agujas del reloj, que han dado más vueltas de lo esperado, cuando Sergio Marchionne, directivo de FIAT y uno de los invitados más esperados del Meeting, vestido con un polo y unos vaqueros, entra finalmente en el coche después de visitar la Feria. Es el momento en que este empresario hace balance de la ráfaga de preguntas dirigidas a todo y a todos después de su intervención en el auditorio, el paseo por los stands, las exposiciones y la comida con el estado mayor del Meeting, al término de una visita que ha durado mucho más de lo previsto: «Aquí hay algo nuevo. Algo sobre lo que quiero reflexionar».
Algo nuevo. Algo que juzgar y comprender, para darse cuenta de lo que lo hace posible. Debía ser el Meeting del corazón, del deseo que une a los hombres porque les empuja a buscar grandes cosas. Lo ha sido, y de qué manera. Pero lo ha sido porque de múltiples formas esa grandeza se ha hecho cercana, tangible. Y no es una cuestión de mérito o de capacidad de los organizadores. Es una gracia que sucede y se ve obrar por doquier, en el escenario de los encuentros o entre los pabellones de las exposiciones. Pero también en las pequeñas cosas, esas que suceden en la trastienda y que a menudo tienen el rostro de los voluntarios, verdadera alma del Meeting. Y que hace decir a una personalidad como Filaret, metropolita de Minsk, protagonista de un encuentro histórico con el cardenal Erdö, que «para aprender la unidad hay que venir aquí. Aquí hay una multitud de corazones cristianos, de almas llenas de humanidad deseosas de la salvación del mundo». Que hace decir a un banquero de larga trayectoria como Cesare Geronzi, que ha recordado su encuentro con don Giussani, que está «arrepentido de no haber venido antes» (copyright de una frase que repiten más o menos de la misma forma muchos invitados cuando vienen por primera vez). O a la presidenta irlandesa Mary McAleese, que «en Rimini hay algo bueno para todos, y se ve».
En estas páginas (y en revistahuellas.org) ofrecemos un recorrido por lo que ha sido este Meeting. Sin intención de abarcarlo todo, pues sería imposible, sino para hacerse una idea de este fenómeno imponente que hace saltar todos los esquemas, las etiquetas y los prejuicios. Que llena de curiosidad a todos, los que vienen en persona (no ha habido un solo invitado que acudía por primera vez que no haya dicho al final: «Es distinto de como lo esperaba»), y que les conquista. A grandes y a pequeños. Al juez del Tribunal Constitucional de Italia, que confiesa a un amigo: «Vuestro secreto es que sabéis sacar lo positivo de todo», y al político, que admite a micrófono cerrado a la periodista: «Saber que el hombre desea el bien es lo único que me hace soportar la mezquindad que veo todos los días». Al súper banquero, al que le gustaría tener un DVD de la exposición sobre la economía (explicada por estudiantes universitarios) para ponérselo a sus directivos y que comprendan qué es la crisis (Corrado Passera) y al actor, que debía quedarse el tiempo necesario para su representación en Calígula y tres días después se hallaba todavía en la feria (Stefano Pesce). Al cardenal que, en una frase, lo dice todo: «se percibe que don Giussani está más presente que nunca» (Stanislaw Rylko), y a la chavala que, al terminar el Meeting, entre triste y alegre, estalla con todo su deseo: «¡Me gustaría vivir en una ciudad así!». Bienvenida. Bienvenidos todos. Porque si existe el Meeting, quiere decir que esa ciudad ya existe.
(D.P.)
Un sujeto nuevo. Ochocientos mil asistentes, ciento treinta encuentros, ocho exposiciones, treinta y cinco espectáculos: este año, el Meeting ha vuelto a tener unas dimensiones imponentes. Sin embargo, más que las cifras desnudas, lo que da cuenta realmente de lo que ha sucedido allí es el comunicado final: «El Meeting ha sido un éxito porque ha despertado la exigencia de volver a encontrar una mirada positiva hacia la realidad, y ha sido una propuesta para la necesidad de cambio y recuperación de la vida social».
De hecho, un título como el de este año, “Esa naturaleza que nos empuja a desear cosas grandes es el corazón”, ha obligado a todos a entrar en debate. Así respondía una voluntaria, a la que se le exhortaba a moverse “por los demás”: «El Meeting lo hago ante todo por mí, para enriquecer mi experiencia». Sin este movimiento de la persona, sólo se ofrece a los demás propaganda y voluntarismo.
La redacción que dirige el Meeting no ha sido ajena, desde el comienzo de su trabajo, a la pregunta sobre el significado del título, y ha tratado de verificar, en diálogo con Carrón, aquella intuición que Giussani tuvo ya en 1980, después del primer Meeting (ver texto inédito publicado en la Repubblica el 21 de agosto): el Meeting se genera gracias a personas caracterizadas por esa seriedad con la vida que es la pasión por el significado de las cosas; y la pasión por la vida genera una amistad entre las personas.
Como consecuencia de esto, la propuesta de los temas o de los posibles invitados no es el resultado de un plan trazado en un despacho, sino que procede de ese mar de presencia movida por el deseo de cosas grandes en la vida de todos los días que es el movimiento. Este año hay que destacar en particular la aportación creativa del CLU en, al menos, cuatro exposiciones (Crisis económica, Ulises de Dante, Matemáticas y Flannery O’Connor, realizada con la colaboración de jóvenes americanos); la contribución determinante de muchos periodistas de distintos modos; el sacrificio de los tres mil ciento noventa y tres voluntarios, implicados en ofrecer su trabajo por un objetivo más grande y deseosos de descubrir en ello una correspondencia.
Se trata de una realidad que ya no es preferentemente italiana, sino internacional: se hallaban presentes personas de veintinueve nacionalidades distintas entre voluntarios, relatores y grupos de visitantes, signo de un movimiento que sabe hablar al corazón del hombre de cualquier rincón del mundo, y que es capaz de dar un juicio nuevo sobre las cuestiones cruciales de nuestro tiempo.
«Valorad todo…». Como cada año, con su mensaje al comienzo del Meeting, el Papa nos ha desafiado a todos a tomar conciencia del valor del título: «…en el fondo de la naturaleza de todo hombre se encuentra una imborrable inquietud que lo impulsa a la búsqueda de algo que satisfaga su anhelo. [El hombre] debe salir de sí mismo hacia lo que tenga la capacidad de colmar la amplitud de su deseo. […] Testimoniad en nuestro tiempo que las “grandes cosas” que anhela el corazón humano se encuentran en Dios».
El título ha sido el contenido de los principales encuentros del Meeting, en diálogo abierto con la cultura dominante, enemiga de los deseos humanos más verdaderos. Como ha dicho Stefano Alberto en el encuentro sobre el lema de la manifestación, el hombre que busca un “imposible” puede llegar a encontrar una respuesta, antes inimaginable pero supremamente conveniente, en su manifestación libre y totalmente gratuita. Un acontecimiento, como ha dicho el patriarca de Venecia Angelo Scola, en el que «el deseo integral del hombre, es decir, su corazón, encuentra plena satisfacción».
Los testimonios –Rose Busingye y sus amigos ugandeses, la viuda Coletta, Teresina Landi, investigadora en el prestigioso NHI de Washington, el padre Monacelli y David Maurice Frank, indio de la isla de Victoria, frente a Vancouver, Fiammetta Cappellini desde Haití y Mireille Yoga desde El Congo– han sido, más que nunca, ejemplos metodológicamente eficaces del tema propuesto. Han mostrado que la experiencia cristiana sabe afrontar las condiciones más difíciles y responder al deseo que nos constituye.
Invitados a cenar. Esta búsqueda que caracteriza la naturaleza humana ha generado una apertura impensable, y no sólo con los pastores de la Iglesia católica, como Péter Erdö, Paul Josef Cordes, Jean-Louis Tauran, Diarmuid Martin; ha sido de nuevo impresionante la amistad profunda y verdadera, la unidad en acto también con personas de otras confesiones religiosas.
Ante quince mil personas, el metropolita ortodoxo de Minsk y Sluck Filaret ha abrazado al cardenal de Budapest Péter Erdö, primado de los obispos europeos. Y en el corazón de un apasionado testimonio de fe personal, ha mostrado el camino para la unidad entre católicos y ortodoxos: «En Cristo ya estamos unidos».
Se ha renovado la amistad con el filósofo y teólogo anglicano John Milbank y su grupo de compañeros de viaje, entre los que destaca Philip Blond, uno de los inspiradores del programa de “bienestar subsidiario” del primer ministro inglés David Cameron.
A la cena del vienes, con la que comienza el día de fiesta del Sabbath, el jurista judío neoyorquino Joseph Weiler ha invitado, como ya es tradicional, a amigos católicos, ortodoxos, protestantes y musulmanes, además de a José Barroso, presidente de la Comisión europea. El gran amigo del Meeting Wael Farouq, musulmán, estaba tan conmovido que llegó a decir, mientras le abrazaba, que hasta hace dos años habría sido impensable aceptar la invitación de un judío ortodoxo. En este clima de verdadera fraternidad ha nacido de él, y de algunos jueces de la corte suprema egipcia, una invitación a un evento público ligado al Meeting que tendrá lugar los días 28 y 29 de octubre en El Cairo, en el que se prevé la participación de miles de personas (ver artículo en pág. 24).
Se ha renovado asimismo el encuentro con los monjes budistas del monte Koya y con grandes filósofos como Fabrice Hadjadj, que ha presentado L’io rinasce in un incontro, el quinto volumen de los Equipes de don Giussani. Se ha presentado la edición en chino de El sentido religioso; se ha profundizado el diálogo con grandes fundaciones culturales internacionales como la Tony Blair Foundation y la Fondazione Adenauer. Visitas como la de Joshua DuBois, director de la Oficina de relaciones interreligiosas de la Casa Blanca, del ex embajador inglés en el Vaticano Francis Campbell y del actual embajador americano Miguel Díaz, de directores de grandes diarios como Mario Calabresi y Ferruccio De Bortoli, nos han obligado a dar razón de nuestra posición con mayor claridad.
Preguntas radicales. Nos hallamos en un mundo sin Cristo después de Cristo, pero también asistimos al final de las ideologías políticas y económicas que han dominado la historia de los últimos siglos, y que ya no se mantienen en pie. Aunque esto puede abrir la puerta al relativismo y al nihilismo, puede hacernos también más sensibles ante ejemplos de humanidad verdadera en acción.
Una posición humana más respetuosa de sus deseos profundos es también más capaz de plantear preguntas radicales en todos los campos de lo cognoscible. Por eso, personalidades del mundo económico y financiero como Cesare Geronzi, Ettore Gotti Tedeschi, Sergio Marchionne, Emma Marcegaglia, Corrado Passera o Maurizio Sacconi, a partir de las valoraciones realizadas por la exposición “Un empleo para cada uno. Cada uno a su trabajo. Dentro de la crisis, más allá de la crisis”, se han preguntado acerca de la necesidad de que la racionalidad económica no se reduzca a la maximización egoísta del beneficio, sino que esté movida por ese “deseo que enciende el motor”, del que habla Giussani. De este modo, Sergio Marchionne, administrador delegado de FIAT, al invocar un cambio necesario para la vida económica italiana, se ha medido con el deseo de cambio tan bien descrito por Giussani en el texto inédito antes citado: «No existe verdadera percepción ideal si no se convierte en energía de cambio, es decir, en afecto, energía que moviliza en función del ideal el tiempo y el espacio, la realidad concreta». Este gran directivo ha llegado a decir: “Debo reflexionar sobre todo lo que he visto, porque es más grande de lo que había imaginado”.
Una experiencia análoga se ha producido en los diálogos que muchos de nuestros amigos han mantenido sobre temas como los derechos humanos y la posición del Estado, con personalidades como Giuliano Amato, Carter Snead, Paolo Grossi y David Kretzmer; sobre distintos aspectos de las ciencias con Edward Nelson, Andrea Moro, Mauro Ferrari y Giacomo Rizzolati; en el arte con la relectura del Calígula de Camus.
No han faltado los temas políticos: ante todo, la política internacional, con José Barroso, Mary McAleese, presidenta de Irlanda y Franco Frattini, en diálogo con los representantes de países árabes sobre el tema de la libertad religiosa. Y la política italiana con exponentes de la actual clase política –Giulio Tremonti, Roberto Calderoli, Angelino Alfano, Roberto Maroni, Luciano Violante, Roberto Formigoni y varios miembros del Grupo interparlamentario para la subsidiariedad– que se han preguntado sobre los problemas reales a la luz la presencia de un pueblo y de un sinfín de obras según esa preocupación por el bien común, representada por la exposición de la CdO sobre los frescos del Buen Gobierno de Ambrogio Lorenzetti.
De este modo, muchos personajes famosos que han venido sólo para hablar de sus cosas han percibido la inteligencia de la realidad que emerge del Meeting. Y se preguntan acerca de su origen: la inteligencia de la fe se muestra por primera vez a personas que la desconocían.
Una realidad “extraña”. No podíamos evitar contar hacia fuera, con nuestros propios instrumentos, lo que sucede realmente en el Meeting. Incluso en vídeo, con un verdadero telediario, el TgMeeting, disponible online en ilsussidiario.net (doscientas mil entradas diarias de media).
La mayoría de los medios de comunicación, al hablar sobre los distintos encuentros y personajes, han descrito el Meeting como una realidad “extraña”, digna de respeto. Una realidad todavía más inclasificable que en el pasado.
No somos los más justos, ni los más puros, ni los mejores, únicamente estamos apasionados por Algo que ha salido a nuestro encuentro y ha respondido a nuestros deseos más verdaderos. «Bestiales como siempre, carnales, buscándose a sí mismos como siempre, egoístas y cegatos como siempre, pero siempre luchando, siempre reafirmándose, siempre reanudando la marcha por el camino iluminado por la luz; a menudo deteniéndose, vagueando, perdiéndose, retardándose, volviendo, pero sin seguir otro camino».
Es la batalla del cristianismo desde siempre y, desde siempre, la batalla crucial del movimiento en todo el mundo.
Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón