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Huellas N.7, Julio/Agosto 2010

ANIVERSARIOS / Augusto del Noce

Un verdadero moderno

Alessandro Banfi

A los cien años de su nacimiento, la obra del pensador católico es más actual que nunca. La recorremos junto a los filósofos Massimo Cacciari y Massimo Borghesi, que explican cómo Del Noce provocaba a la cultura laica ante el problema de Dios. ¿Cómo? Simplemente, llevando este desafío a su propio terreno

Hace cien años nacía Augusto Del Noce. Sólo aquellos que tuvieron la suerte y el honor de conocerle saben cuánto se echa de menos su persona. Sin embargo, su pensamiento sigue vigente, es más, resulta si cabe más actual que nunca. Y el motivo es bien sencillo: es probablemente el filósofo católico que se ha tomado más en serio el reto de la modernidad, que hoy en día está emergiendo en toda su imponencia. Incluso en sucesos de la vida pública (desde el caso Eluana al escándalo de la pedofilia), en los que se ha puesto de manifiesto con claridad que lo importante no es atrincherarse en un pasado más o menos remoto, sino aceptar hasta el fondo la provocación de una realidad que ya no permite dar nada por descontado. Ni siquiera ciertos “valores” fundamentales.
Pues bien, retomar el hilo de Del Noce puede servir para ayudarnos a asumir este reto. Y para hacerlo, contamos con dos conocidos filósofos y auténticos admiradores del gran pensador turinés: Massimo Cacciari y Massimo Borghesi. Ambos profesores de Filosofía, pero también polemistas que seguramente han heredado de Del Noce la pasión por el pensamiento contemporáneo y por el hombre de hoy. Cacciari acaba de publicar un espléndido epílogo a la reimpresión de El problema del ateísmo, que vuelve por fin a las librerías italianas editado por Il Mulino. Massimo Borghesi está poniendo a punto un estudio sobre Del Noce. Les hemos planteado algunas preguntas.

¿En qué sentido la reflexión de Del Noce, al poner en el centro el “problema del ateísmo”, lleva a una reformulación radical de la historia del pensamiento moderno?
Cacciari: Habitualmente, el tema del ateísmo es tratado en las distintas Historias de la Filosofía o en las monografías de distintos pensadores como un capítulo menor. Tomemos como ejemplo a Georg W.F. Hegel, que es, en mi opinión, el pensador fundamental en el desarrollo de las ideas de Del Noce. En ninguna Historia de la Filosofía estándar se hace referencia a la relación de Hegel con la muerte de Dios. La reconstrucción que hace Del Noce de todo el pensamiento moderno y contemporáneo gira, en cambio, en torno a esta cuestión, es decir, a la relación del pensamiento filosófico con la trascendencia. También en Friedrich Nietzsche, de cuyo ateísmo Del Noce  capta perfectamente el sentido trágico. Para Del Noce, el sentido y el destino de la filosofía moderna y contemporánea es mostrar el declive definitivo de lo trascendente en general, y, en particular, de lo trascendente tal como se expresa en la tradición judeo-cristiana.
Borghesi: Cuando Del Noce publica en 1964 su obra fundamental, El problema del ateísmo, el autor con el que se mide es Karl Löwith, el teórico de la secularización. Para Löwith, los autores fundamentales para comprender la trayectoria del pensamiento de los siglos XIX y XX son Marx y Nietzsche, dos autores ignorados por el neo-idealismo de Croce-Gentile y por el pensamiento católico italiano de los años 50 y 60. Marx y Nietzsche no son, sin embargo, dos rocas erráticas; representan más bien la radicalización del ateísmo post-hegeliano. Esto implica dos consecuencias. La primera es que el ateísmo no constituye un accidente de este recorrido; es la verdadera clave de la filosofía post-ilustrada. La segunda es que las aporías de esa filosofía dependen de la opción atea inicial. El ateísmo, relegado normalmente al marco teológico, se convierte en el factor que permite entender el desarrollo del pensamiento de los dos últimos siglos.

Del Noce, como católico, rechazó siempre profesar una posición meramente anti-moderna. ¿Dónde reside el punto de encuentro entre catolicismo y modernidad?
Cacciari: Ésa es su fuerza, la de no caer jamás en una reflexión reaccionaria, la de no pensar jamás que este destino pueda superarse volviendo atrás. La idea de poder integrar de nuevo un pensamiento y una teología tradicionales, incluso en sentido escolástico, neo-tomista, por ejemplo, le es absolutamente ajena. El drama de Del Noce radica en una idea que nunca explicita hasta el fondo, esto es, que sólo al final de este recorrido de negación de cualquier trascendencia se llega a ver el carácter aporético de este camino, de modo que pueda ser superado. Además, Del Noce es el primero en Italia en descubrir y leer algunos autores extraordinarios. Piense en las primeras ediciones de Lev Chestov, o en su lectura de Simone Weil. Incluso el pensamiento “cristiano y más radical” que él prefiere es ajeno a cualquier forma de reacción tomista o neo-tomista. Aunque sea también un gran lector de François-René de Chateubriand o de Joseph de Maistre.
Borghesi: Éste es un aspecto de gran relevancia. Del Noce, al que algunos, por ignorancia, tienden a catalogar entre los autores anti-modernos, es quien con  mayor tenacidad se ha comprometido con el trabajo de superación de un pensamiento católico “anti-moderno”. Esto se produjo ya desde los años de la Segunda Guerra Mundial, en una asidua comparación ideal con Jacques Maritain. Las nostalgias medievalistas y reaccionarias del pensamiento católico del Ventenio (los veinte años de fascismo en Italia, ndt) nunca le rozaron. La idea de la “doble” modernidad (de Descartes a Hegel o de Descartes a Rosmini) obedece en él a la exigencia de delinear un pensamiento católico “moderno” que le lleva a rescatar lo mejor de la modernidad: la idea de libertad. El pensamiento reaccionario del siglo XIX (Joseph de Maistre, Louis de Bonald, Juan Donoso Cortés) tiene el mérito de haber desarrollado una crítica teológico-política a la Revolución francesa. Su límite radica en su oposición, fruto del prejuicio, al liberalismo. Del Noce, lo repito, quería reconciliar el catolicismo con lo mejor de la modernidad.

Su análisis de la crisis de la neo-ilustración y del pensamiento de izquierdas, debida al avance de una sociedad nihilista-tecnocrática, capaz de disolver cualquier posición ideal, ¿permite explicar el escenario contemporáneo?
Cacciari: No. Yo creo que el contexto de Del Noce, así lo digo en las últimas páginas de mi ensayo para Il Mulino, es todavía el de una confrontación estrecha con el gran ateísmo, que es más que ilustrado. Podría decirse que Del Noce no presta una gran atención al ateísmo de carácter ilustrado, justamente, visto que es una forma de deísmo de la razón, espurio, confuso… No, sus autores son Hegel, Marx y Nietzsche. Éste es el ateísmo límite con el que él se confronta, es decir, el “gran ateísmo”, un gran ateísmo teorético, un gran ateísmo político y práctico. Hoy se ríen del ateísmo, como se ríen de los que creen en Dios. No es que Del Noce no lo intuya, pero sus interlocutores son los grandes ateos.
Borghesi: Es verdad que, desde la posguerra hasta finales de los años 60, su interés se concentra en el ateísmo moderno. Sin embargo, a partir de los años 70, con sus análisis sobre Gramsci y sobre la crisis del gramscismo, su atención se centra en la disolución de los valores que acompaña al proceso de la sociedad opulenta. Una disolución que es consecuencia de la crisis de la izquierda. El marxismo, que abandona la idea de revolución, sustituye la idea de la lucha contra el capital por la de la lucha contra el “clerical-fascismo”. Se convierte de este modo en instrumento de la ideología burguesa, neo-ilustrada, para la cual el progreso reside en la crítica de los valores “tradicionales”. El resultado es, por un lado, el nihilismo y, por otro, el triunfo de un neo-capitalismo para el cual coinciden desacralización y mercantilización. Sobre este punto, los análisis de Del Noce y de Pier Paolo Pasolini coinciden perfectamente.
 
¿Por qué encontró Del Noce más atención por parte del pensamiento laico que por parte del católico?
Cacciari: Puedo hablar de mi experiencia: Del Noce me hizo comprender mejor a Karl Marx. En el sentido de que su gran lección nos permitió a nosotros, marxistas ateos, comprender el nexo entre el idealista Gentile, teórico del Fascismo, y el comunista Gramsci, condicionando la perspectiva con la que leemos nuestra historia intelectual. Por este motivo, Del Noce cuenta más para alguien con una experiencia como la mía que para un católico. Este tema puede no importarle lo más mínimo a un católico y, sin embargo, es fundamental para la reconstrucción del pensamiento contemporáneo. Y así, se termina leyendo a Del Noce únicamente como un gran apologeta. Lectura totalmente equivocada, falsa… O, peor aún, como un reaccionario, lo cual es todavía más equivocado y falso.
Borghesi: Por distintos motivos. En el ámbito católico, Del Noce estaba al margen de la tradicional división entre neo-tomistas y espiritualistas. Además, se medía con Hegel teniendo presente a Marx y a Nietzsche, autores conocidos sólo superficialmente por la cultura católica, estancada en un escenario apologético, defensivo. Del Noce llevaba el reto del pensamiento laico a su propio terreno. Las conclusiones del pensamiento laico obedecían a la lógica del ateísmo, eran consecuencia de ella. Al igual que sus aporías. Del Noce mostraba a los laicos que el problema de Dios, aunque era negado, no podía ser evitado. Esta capacidad de relacionarse con la cultura laica venía de sus relaciones personales, maduradas en el Turín de los años 20 y 30, con los protagonistas de esa cultura. De aquí brota su fuerza. Del Noce no se formó en un ambiente católico, sino que, como católico, se relacionó, en soledad, con la cultura laica, recogiendo su desafío.

Este centenario, ¿puede ser la ocasión para volver sobre el pensamiento de Del Noce, para liberarlo de una cierta divulgación que, de algún modo, lo ha fosilizado?
Cacciari: He escrito un largo epílogo justamente con esta esperanza, movido por la enorme estima que siento por Del Noce, compartida por muchos que han tenido mi misma experiencia intelectual y política, por el afecto que siento por su recuerdo, y porque considero verdaderamente que Del Noce es uno de los pocos grandes pensadores de nuestro tiempo. La confrontación con él es imprescindible para todos aquellos que quieran comprender la modernidad. 
Borghesi: Del Noce es uno de los poquísimos intelectuales italianos que no ha caído en el olvido muchos años después de su muerte. Cada año se publican obras sobre él. Es verdad que un cierto filón de estudios delnocianos tiende en cierta medida a momificarlo, a fosilizarlo en algunos puntos canónicos. Por el contrario, la grandeza de Del Noce radica en la riqueza y la complejidad de perspectivas, de posibles lecturas que su investigación ofrece. Su lección no se centra en volver a proponer una visión del mundo cerrada y dogmática, sino en un método de razonamiento que permite unir puntos ideales, aparentemente distantes, en la unidad de una perspectiva nueva y original.


PUBLICACIONES EN ESPAÑOL:

La crisis actual del pensamiento (1974)
Universidad Intern. Menéndez Pelayo (Cantabria)

Italia y el Eurocomunismo: 
una estrategia para Occidente (1977)
Editorial Magisterio Español

La escalada del erotismo (1977)  
Ediciones Palabra

Agonía de la sociedad opulenta (1979)
Ed. Eunsa. Ediciones Universidad de Navarra

Karl Marx: escritos juveniles (1980)
Editorial Magisterio Español

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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