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Huellas N.4, Abril 2010

BREVES

La Historia

En campaña electoral

Milán, mercado en Piazzale Lagosta. Beatriz piensa que hace un frío tremendo para estar en marzo y que “todos tienen mucha prisa. No me escuchará nadie”. Mira a sus amigos, universitarios como ella, que ese sábado por la mañana, en vez de disfrutar del merecido descanso del guerrero, gratuitamente están allí para hacer campaña electoral por Mario Sala. No se desaniman ante algún que otro insulto y mucha indiferencia. Cuando alguien se para, enseguida empieza la discusión. Beatriz ataca de nuevo entre los puestos de verdura y queso.
De pronto llega una señora de unos sesenta años: “Perdone, ¿conoce a Mario Sala?”. La respuesta es seca: “No, no voto. Gracias”. Parece triste. Beatriz va a irse, pero se gira y pregunta: “¿Por qué?”. La mujer es categórica: “Ya no me fío”. “¿Por qué?”, insiste la chica. En cuestión de segundos, la mujer deja las bolsas en el suelo y mira a la muchacha, piensa que con ella se puede hablar, o quizá ni siquiera sepa por qué, y empieza a hablar de sí misma. “Estoy separada de mi marido, pero el asunto legal no está resuelto y no tengo derecho a la pensión. La casa donde vivo se cae a pedazos. Y desde hace años nadie viene a verme”.

“Señora, ¿cómo se llama?”. “Mara”. “Yo Beatriz, estudio segundo de Humanidades. Aquí no podemos hablar, apartémonos de este jaleo”. Se alejan y siguen charlando. Al final la mujer le toma la mano: “¿Sabes?, por una vez quiero creer algo”. Beatriz ya no piensa en la campaña electoral. Sólo quiere poder ayudarla. “¿Quiere mi dirección de correo electrónico?”. Mara sonríe: “No tengo ordenador”. La chica responde: “¡Qué tontería he dicho!”. La mujer saca de la cartera un trozo de papel: “Es mi número de teléfono. Perdona, no lo sé de memoria. Ahora tengo que irme”.

Aquel encuentro se queda grabado en la memoria de Beatriz. No puede menos que contárselo a sus amigos. Uno le pide ese número de teléfono. Dos días después, el teléfono suena en casa de Mara. La mujer piensa que serán las habituales ventas por teléfono, o algún sondeo electoral… “Buenos días, señora Mara. Soy la secretaria de Mario Sala. Queríamos agradecerle su confianza. ¿Cómo está?”. A Mara se le saltan las lágrimas. Aquella chica se ha acordado de ella. Explica con detalle su situación. La conversación es larga y la secretaria al terminar le dice: “El Gobierno regional poco puede hacer por su pensión. Pero si quiere, la puedo poner en contacto con el centro Obiettivo Lavoro que puede ayudarla a encontrar trabajo. Me gustaría también que conociera el Banco de Alimentos”. Otros que se interesan por ella.
En alguna parte de la ciudad, alguien piensa en Mara. Es Beatriz. “Quiero volver a verla para decirle que he descubierto que una campaña electoral puede ser la ocasión para encontrar a otros. Y que todos tenemos necesidad de ser queridos, como ella. El próximo sábado vuelvo al mercado. Seguro que la veré”.

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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