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Huellas N.2, Febrero 2010

ACTUALIDAD / Más allá del terremoto

Qué espera HAITÍ

Stefano Zurlo

Los militares, las escavadoras, los alimentos lanzados desde los aviones. El terremoto ha dirigido la atención mundial hacia la isla que, en realidad, lleva cincuenta años en situación de emergencia. AVSI apuesta por el trabajo más necesario: «redescubrir la propia dignidad» mediante una presencia que devuelva la esperanza a los damnificados

Los periódicos han descubierto Haití con el terremoto. En un instante, han caído en la cuenta de las condiciones dramáticas de una población víctima de la miseria, y también de quienes desde hace años comparten la vida de este desdichado país. Entre ellos, los voluntarios  de AVSI y CESAL, asociaciones para el servicio internacional que trabajan en la isla desde 1999. Desde el día de la sacudida, Fiammetta Cappellini, cooperante de AVSI, y Jordi Bach, de CESAL, han contado la labor de sus ong’s. 
AVSI y CESAL enseguida han puesto a disposición de Naciones Unidas y de todo el país su conocimiento del territorio y de las necesidades de la gente. Aquello que, por el contrario, todos los demás desconocían. «Sin embargo, Haití lleva medio siglo en situación de emergencia», explica Alberto Piatti, secretario general de AVSI. «Entre 1962 y 1963, el presidente americano Kennedy creó una agencia para ayudar a este pobre país, atenazado por una gravísima crisis alimentaria». Desde entonces, desgraciadamente, no han dejado de abatirse sobre Haití las desgracias: los dictadores, los huracanes, la tierra que tiembla. Ahora hay prisa por desembarcar en la isla, pero, ¿qué sucederá después? «Sin duda –prosigue Piatti– ésta es la emergencia extrema, pero este momento debe convertirse en un punto de inflexión. Una ocasión para cambiar».
Es verdad que la situación es dramática: ciento cincuenta mil muertos, quizá incluso más, millones de personas sin hogar, niños huérfanos vagando por las calles. La catástrofe de Haití no necesita adjetivos. Pero, precisamente por eso, es necesario un análisis lúcido y exento de retórica. María Teresa Gatti, responsable de AVSI en América Latina y el Caribe, insiste en la misma dirección de Piatti: «Ha llegado el momento de escoger». Escoger, ¿el qué? «Haití recibe ahora ayudas, marines, soldados de todo el mundo. Es estupendo. Pero debemos reflexionar sobre los errores cometidos en el pasado». Hay una cierta lógica que debe ir al desván. «Evidentemente, los militares son necesarios –prosigue Gatti–, hacen su trabajo egregiamente, reparten ayuda a las poblaciones que sufren, distribuyen recursos y comida, pero no serán los que puedan ayudar a emprender la reconstrucción». 

Tres cosechas al año. He aquí el punto fundamental, según Piatti y Gatti: ayudar a los haitianos a tomar en sus manos el destino de Haití. Puede casi parecer un slogan, pero es la clave de este año 2010, que además es el año cero de esta pequeña república. «Inmediatamente después de las ayudas, la comida, el agua y el carbón, ayudamos a los haitianos a reaccionar en primera persona, les ayudamos para que, con el tiempo, se las arreglen solos». Sí, Haití puede tener esperanza si aprenden a arreglárselas por sí mismos. O bien, a ponerse manos a la obra. A pensar en el día de mañana. A soñar por fin con un futuro. «Los haitianos –insiste Gatti– están a merced de los acontecimientos desde hace demasiados decenios. Ahora les ha caído este espantoso terremoto. Esta vez el desastre es demasiado grande para que puedan asimilarlo como los anteriores, y esto quizá podría tornarse útil». Resurgir tras haber tocado fondo. ¿Cómo? «No, ciertamente, con los paquetes de alimentos o con los portaaviones en el puerto», responde Piatti. Entonces, ¿cómo?
Piatti y Gatti van más allá: «Estamos presentes en Haití desde 1999. Nuestro personal trabaja en dos suburbios de Puerto Príncipe, enseñan, educan, ayudan a los chavales, y además desarrollamos nuestra actividad en la granja experimental de Les Cayes, al sudoeste del país, donde se da formación a los agricultores y se ha construido un acueducto. Se trata de acompañar a estas personas en el desarrollo de sus propias capacidades, competencias y habilidades».
En otras palabras: más trabajo, más instrucción, más escuela. Más escuelas infantiles e institutos profesionales. «Pongamos un ejemplo –prosiguen Gatti y Piatti–. En Les Cayes hemos demostrado que se puede cosechar arroz tres veces al año. Una revolución  en marcha. Pero, en la actualidad, Haití importa el 60 por ciento de sus necesidades agrícolas, en gran parte precisamente arroz». En resumen, el terremoto ha dado el golpe de gracia a un sistema que ya no funcionaba. Ahora bien, el imponente e imprevisto esfuerzo humanitario puede ponerse al servicio de este renacimiento. «En cada hombre existe una dignidad innata. Una dignidad que debe ser puesta al descubierto, formando a las nuevas generaciones y construyendo relaciones humanas y sociales más fuertes».
«Seguiremos allí mañana». En los innumerables suburbios de la capital, la tasa de violencia es hoy altísima. Tan altísima como la mortalidad infantil. Como la desnutrición. Como la destrucción del tejido humano. «Es inútil llenar a los haitianos de comida; es necesario, por supuesto, quitarles el hambre, pero esto no resolvería sus problemas. En todo caso, debemos ayudarles a tomar conciencia, alentarles en la esperanza y en el deseo de cambio. Y debemos encaminarles por la senda de la educación, del trabajo y de la lucha contra el desempleo».
El ejemplo del arroz puede ser instructivo. Y puede repetirse con el café, el cacao, e incluso, en el futuro, con el turismo.
De lo contrario se repetirá un fracaso que ya se ha visto: la coalición entre los voluntarios, venidos de todas partes, aunque con una inevitable dosis de confusión y de improvisación, llenará la isla durante un tiempo, hará trabajar a las excavadoras, construirá ciertas infraestructuras, por supuesto utilísimas en un país que carece de todo, pero después, como de costumbre, se retirará con el rabo entre las piernas. Y entregará de nuevo la isla a sus dueños: el hambre, la violencia, la miseria más absoluta, exagerada incluso para los modelos del África negra. Con la burla de que, sin embargo, la capital, Puerto Príncipe, está a una hora y cuarto en avión de Miami y de la América ultra-civilizada.
«Estábamos allí antes del desastre –sigue Gatti–, teníamos a nuestros trabajadores en Haití el día del terremoto, y seguiremos allí mañana. Y continuaremos con nuestro método de trabajo, sin pretensiones, pero sobre la base de la experiencia acumulada».
La presencia entre los más pobres de entre los pobres de la capital, el compromiso a favor de la agricultura. La mano tendida a los niños, emergencia dentro de la emergencia. «Una niña –termina Piatti– ha dicho a Fiammeta: mañana, si podéis, volved otra vez, me he dado cuenta de que me queréis». Naturalmente que todos quieren a los niños de Haití, pero una vez más la emoción debe dejar paso al respeto y al realismo: «Es importante que los niños aparcados desde hace meses o años en los orfanatos encuentren finalmente una familia –dice Gatti– en Francia, en los Estados Unidos, pero también en Italia o España. Luego está el resto, que son la mayoría: es necesaria la calma, porque la situación cambia de un día para otro. Y muchos críos que parecía que se habían quedado huérfanos han encontrado de nuevo a sus padres o a algún familiar. Tenemos más de dos mil apadrinamientos, y se pueden multiplicar. Con 312 euros al año, un euro al día, se puede asegurar el futuro a uno de aquellos pequeños. Queremos desarrollar en el tiempo nuestros proyectos codo con codo con la población, con los adultos y con los niños. Quien puede, quien valora nuestro compromiso y nuestro deseo de compartir con los haitianos, nos ayuda. Y, a la vez, ayuda a todas aquellas realidades que trabajan del mismo modo. Enviar alimentos y dinero a ciegas no sirve. Tan sólo crea ruidosas ilusiones. Entonces, peguémonos a los haitianos, ayudémosles a ayudarse. Éste es el camino, el único camino para dar una oportunidad a un país que quiere comenzar a existir».



CESAL junto con AVSI Haití y Caritas Puerto Príncipe

En estos momentos, CESAL trabaja en el barrio de Cité Millitaire, dentro de Puerto Príncipe, donde existen cuatro abrigos o campos de desplazados, con 10.000 personas. Nuestra presencia se concreta con dos cooperantes españoles, Jordi Bach, Director de CESAL en Haití, y Sonia Molina, arquitecta con experiencia en post-emergencia y reconstrucción, y 14 técnicos locales de AVSI Haití y Caritas Puerto Príncipe (ingenieros, educadores, promotores, expertos en logística...).  
Actualmente estamos actuando en el abrigo de la Parroquia de Notre Dame de Lourdes, con 3.500 personas, con especial prioridad con la población más vulnerable: mujeres embarazadas o con niños lactantes, heridos y enfermos, ancianos y minusválidos, y niños menores de 5 años del abrigo. Para ello se están distribuyendo: kits de refugios temporales (tiendas, lonas, plásticos, palos, colchonetas, sábanas), kits de higiene (jabones, toallas, etc.), kits de cocina (ollas, cubiertos, etc.) y kits de bebés (leche para lactantes, pañales..) 
CESAL seguirá presente en Haití después de la emergencia con tareas de reconstrucción para asegurar la continuidad de las intervenciones llevadas a cabo. Igualmente, se continuará con el trabajo que se ha venido haciendo desde el año 2007 en el ámbito del desarrollo rural y la soberanía alimentaria, especialmente pertinentes en este momento en el que se está produciendo un éxodo de la población a sus comunidades de origen en las zonas rurales. 
CESAL mantiene abierta la cuenta corriente de Emergencia para apoyar estas acciones en Puerto Príncipe:

Donaciones nacionales (España):
Banco Santander Central Hispano
0049-0001-56-2010058858
Indicar: “Emergencia Haití”

Donaciones internacionales:
Titular: CESAL - c/ Siena, 15 Bajo - 28027 Madrid - ESPAÑA
Banco: Banco Santander, S. A.
Pza. Manuel Gómez Moreno, 2 - Madrid (España)
BIC: BSCHESMM
IBAN: ES26 0049 0001 5620 1005 8858
Moneda de la cuenta: Euros
Para las donaciones on-line, entrar en la WEB: www.cesal.org

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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