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Huellas N.11, Diciembre 2006

CULTURA Ensanchar la razón

Ciencia / Peter Hodgson.
Ardiente curiosidad

a cargo de Alessandra Scalini

El gran físico y matemático inglés mantuvo un coloquio con los estudiantes del Liceo Malpighi de Bolonia.
A su vuelta a Inglaterra respondió a las preguntas que no tuvieron tiempo de plantearle. He aquí la historia de una clase sui generis


La ocasión de tener en el Liceo Malpighi de Bolonia a Peter Hodgson se presentó, como sucede a menudo, casi por casualidad: algunos amigos del Centro Cultural de Ferrara habían organizado para él una semana de conferencias en distintas ciudades de Emilia Romagna a principios de octubre, y nos lo “prestaron” por medio día. Tema del encuentro: “Los orígenes cristianos de la ciencia”. O bien, de qué modo la concepción de la realidad judeo-cristiana favoreció la formación de la mentalidad científica en Occidente. Atrapamos al vuelo la oportunidad por el tipo de trabajo que estaban realizando los profesores desde hacía algunos meses: reflexionaban sobre la cultura científica en la escuela, ante la grave crisis que afecta hoy en día a la pasión por la ciencia, y que refleja el debilitamiento del deseo de conocer la realidad en cuanto tal. En el mes de enero Marco Bersanelli nos introdujo en el tema con ocasión del congreso anual de 2006 de las escuelas libres adheridas a la Coordinación Cultural, en la estela de la lectura estival de la hermosa antología Sólo el asombro conoce (publicada en 2003 en la colección de BUR “Los libros del espíritu cristiano”, de Rizzoli; y en castellano por Ediciones Encuentro, Madrid 2006, ndt.). Por lo que le pedimos precisamente a Bersanelli que nos ayudara a abordar algunos interrogantes que nos habían surgido. Él intervino en el claustro de profesores proponiéndonos sugerencias valiosísimas, no solo para los que enseñan materias científicas, sino para cualquier profesor. En efecto, todos nos encontramos ante el reto de suscitar en los alumnos la pasión y el gusto por el conocimiento de la realidad.
Nos dimos cuenta enseguida de que también en Hodgson encontraríamos una gran ayuda en este sentido. Eminente profesor de Oxford, en donde enseñó durante cuarenta años física y matemáticas, Peter Hodgson ha trabajado durante más de cincuenta años en la investigación experimental y teórica en el campo de la Física nuclear. Autor de numerosos libros y artículos, es miembro como Emeritus Fellow del claustro académico del Corpus Christi College de Oxford y del Institute of Physics.
Alumnos y profesores nos preparamos para recibirle leyendo juntos un extracto de una obra suya. Fue impresionante ver la cantidad y calidad de las preguntas que se despertaron en el diálogo en las clases, que reunimos en un listado. A las 10.30 horas del viernes llegó el profesor Hodgson: alto, distinguido, canoso, sonriente y cordial. Después de tomar un café le enseñamos la escuela: todo le impresionó, y particularmente el laboratorio de Física, equipado con máquinas galileanas y otros instrumentos para medir fenómenos y realizar experimentos. El encuentro con los estudiantes de los tres cursos superiores (16, 17 y 18 años) tuvo lugar en el gimnasio, con la ayuda de diapositivas y la estupenda traducción de Francesca y Annalaura. En dos horas los chavales no tuvieron tiempo de plantear todas sus preguntas. Hodgson se las llevó a casa y se puso a responderlas nada más llegar con un cuidado y atención sorprendentes. Poco después nos envió un correo electrónico en donde se podía leer: «He aprendido mucho de ellos. Me he dado cuenta de que hay todavía muchas cosas que no sé, así que tendré que seguir leyendo mucho aún». Esto nos llenó de asombro. ¿Cómo es posible, con ochenta años, mantener tan amplio, tan despierto, tan joven el deseo de aprender? Hemos encontrado en él un maestro, también en este aspecto.
Ofrecemos a continuación las preguntas planteadas por los alumnos y las respuestas enviadas por el gran científico.

[Peter Hodgson] He tratado de responder a algunas de vuestras preguntas. Por favor, decidme lo que pensáis de mis respuestas. Si queréis saber más o no estáis convencidos, os pido que me lo hagáis saber: buscaré informaciones ulteriores y lo intentaré de nuevo. Si sois serios al plantear estas preguntas, debéis ser serios también para encontrar las respuestas, reflexionando y leyendo los libros recomendados.

Siempre he creído que el pensamiento científico estaba de alguna manera en contraposición con la visión cristiana de la realidad y de la naturaleza. A veces me parece que las respuestas que da la fe no son aceptadas por la ciencia. Esto sucede en muchos casos (big bang/creación, origen del hombre y su evolución). Por lo que concierne a los milagros, el cristianismo afirma la Resurrección, pero si uno tiene fe en la ciencia no puede creer en absoluto que un hombre muerto pueda volver a la vida. Por el contrario, usted cree que la visión cristiana y el pensamiento científico pueden coexistir. ¿Puede ayudarme a comprender cómo es posible esto?
Muchas de estas preguntas se tratan en mi libro Theology and Modern Physics (Ashgate Press, 2005), por eso puedes consultar allí lo referente al big bang, a los milagros y a los otros argumentos, y decirme a continuación en concreto qué es lo que te deja perplejo. Con respecto a los milagros, podemos decir que son imposibles, o bien podemos examinar las pruebas inherentes a cada caso. ¿Cuál de estas dos reacciones es la más científica? Rechazar los milagros sin examinar las pruebas significa afirmar la propia fe en la uniformidad inmutable de la naturaleza, que no puede probarse.

Según sus teorías, el cristianismo ha permitido el desarrollo de la ciencia. ¿No es extraño que la Iglesia haya obstaculizado, en muchas ocasiones, el progreso científico como por ejemplo en el caso de Galileo en el siglo XVII?
No sólo es extraño, sino que es absolutamente vergonzoso que algunos miembros de la Iglesia (no la Iglesia misma) hayan obstaculizado la ciencia en muchas ocasiones. En general se trataba de personas de buena fe que no comprendían la ciencia y que pensaban erróneamente que constituía una amenaza para la Iglesia, y que por tanto era su tarea defender a la Iglesia contra la ciencia. Esto sucedió porque los teólogos que se opusieron a Galileo pensaban que la Biblia enseñaba que el sol giraba alrededor de la tierra ya que en el libro de Jonás, por ejemplo, se afirma que el sol resplandece siempre, dando a entender cómo es su movimiento. Galileo había comprendido con mucha claridad que en este caso la Biblia estaba utilizando sencillamente una figura retórica y no quería dar lecciones de cosmología. La Biblia nos enseña cómo alcanzar el cielo, no el movimiento de los cielos. Recientemente el papa Juan Pablo II admitió que Galileo había sido tratado injustamente y dijo que Galileo comprendía estas cuestiones mejor que los teólogos que le condenaron. Os sugiero que leáis más sobre Galileo. Un buen punto de partida es el libro The Church and Galileo, a cargo de Ernan McMullin (University of Notre Dame Press, 2005). Otro buen libro es Galileo: Decisive Innovator, de Michael Sharatt (Blackwells, 1994).

Por lo que respecta a la investigación científica, ¿qué significa para usted ser cristiano? Hoy en día parece imposible ser un científico cristiano.
Muchos científicos del pasado y del presente fueron y son cristianos, por tanto no es imposible. El libro Christianity and the Leaders of Modern Science de Karl A. Kneller (Real-View-Books, 1955) describe la vida de cientos de ilustres científicos cristianos. ¿De dónde has sacado la idea, completamente equivocada, de que es imposible ser un científico cristiano? El científico se dedica al estudio del mundo creado por Dios, y esta es una actividad eminentemente cristiana.

¿Qué falta en las obras de los antiguos filósofos en relación con la visión científica a la que usted hace referencia, teniendo en cuenta que prestaron gran atención a la realidad en cuanto tal, reconocieron que tenía un orden (Pitágoras) y pensaron que este orden era tal vez un orden contingente (Aristóteles)?
Los filósofos griegos no consiguieron desarrollar una ciencia capaz de sobrevivir por muchas razones. Hicieron observaciones excelentes y reflexionaron sobre su significado, pero no verificaron sus ideas mediante experimentos. No se dieron cuenta de que es esencial hacer mediciones precisas y a continuación tratar de comprender los resultados obtenidos desde el punto de vista matemático. Esto bastó para condenar al error sus mejores esfuerzos en el ámbito de la física. Su obra tuvo más éxito en biología, pues Aristóteles era un observador extremadamente agudo. (Me interesa la referencia a la creencia de Aristóteles en un orden contingente del universo. ¿Dónde ha afirmado esto? ¿Qué entendía por orden contingente?)

La visión científica se apoya en la creencia de que la realidad tiene un orden y puede ser estudiada; además, los científicos han admitido desde el principio la presencia del misterio, ya que se han dado cuenta de que no pueden conocer todo. Sin embargo, hoy en día las cosas parecen lo contrario: los científicos son capaces de comprender todo y no hay nada más por descubrir. ¿Cómo ha podido suceder esto?
No es del todo cierto que los científicos comprendan todo. Sin duda sabemos cada vez más cosas sobre el mundo, pero todavía hay muchas cosas que no comprendemos: ¿por qué las constantes fundamentales de la naturaleza tienen los valores precisos que tienen? ¿Cómo empezó la vida? ¿Qué es la gravedad? Estos son solo algunos de los problemas que están sin resolver. En realidad, cuantas más cosas sabemos, más cuenta nos damos de todo lo que nos queda por conocer.

Las personas que estudian las materias científicas creen que se trata de una actividad importante y útil. Mi hermana, por ejemplo, estudia matemáticas: le gustan mucho e incluso las encuentra divertidas. Tal vez sea porque hay algo bueno en las matemáticas. ¿Qué valor real tiene estudiar matemáticas?
El conocimiento es intrínsecamente bueno e importante. Estudiamos las matemáticas porque son interesantes, porque son divertidas. Una vez le preguntaron a Richard Feynman por qué era físico. Respondió que si hubiera habido algo más divertido que ser físico se habría dedicado a ello en vez de a la física. Las matemáticas son también importantes; son el lenguaje de la física. Si se quiere estudiar física, se deben conocer muy bien las matemáticas. No estudiamos las ciencias porque sean útiles, sino porque podemos alegrarnos de que tengan aplicaciones útiles.

Desde pequeño siempre he querido ser científico. Mi pregunta es: ¿cualquier persona puede llegar a ser un científico o solo lo consigue aquel que es particularmente inteligente?
Es verdad que la inteligencia ayuda, pero es mucho más importante la voluntad. He conocido estudiantes extremadamente inteligentes que no tenían la voluntad necesaria para convertirse en científicos. No tenían un interés verdaderamente profundo por la ciencia, ni la determinación para descubrir más sobre el mundo. Estaban más interesados en otras cosas. No ardían de curiosidad por comprender el mundo natural. Por consiguiente, no realizaron nada en el campo científico. Piensa en Kepler, que trabajó duramente durante veinte años para determinar la órbita del planeta Marte. Estaba convencido de poder explicar las observaciones de Tycho Brahe, y no se detuvo hasta conseguirlo.

Con respecto a la ciencia, aquello que no puede demostrarse mediante la experiencia no es posible o no está ligado a ella. Además, Dios nos ha dicho que dominemos el mundo. ¿Qué significa esto? ¿Puede el hombre hacer lo que quiera con la naturaleza?
Es excesivo decir que lo que no puede ser demostrado a través de nuestra experiencia actual no es posible. ¿Cómo podemos estar seguros de esto? Con mucha frecuencia se han realizado cosas que creían imposibles hombres de otras generaciones. Cuando Dios nos dijo que dominásemos el mundo, Él entendía que debíamos aprender su estructura y sus interacciones, de forma que pudiésemos controlarlo y asegurarnos de que fuese utilizado para un fin positivo.

Después de haber leído su conferencia, me he preguntado: ¿qué le ha impulsado a llevar a cabo estas reflexiones, más filosóficas e históricas que científicas?
Tras dedicarme durante muchos años a la investigación científica, empecé a interesarme por cómo se había desarrollado nuestro conocimiento científico a lo largo de los siglos, y hasta qué punto sabíamos que lo que habíamos aprendido era verdadero. ¿Cómo podemos justificar los métodos de la ciencia? ¿Cuáles fueron las creencias que los hicieron posibles? ¿Por qué motivo la ciencia floreció en algunos lugares y no en otros? Se trata de preguntas históricas y filosóficas.

En la actualidad la ciencia cree que aquello que es técnicamente posible se puede realizar concretamente. ¿Está usted de acuerdo?
Por “ciencia” entiendes, en realidad, “los científicos”, y por “técnicamente posible” creo que entiendes “teóricamente posible y no contrario a alguna ley conocida”. Eso es a veces verdad y a veces no. Algo que sea teóricamente posible puede no ser realizable porque no se tengan materiales suficientemente buenos o suficiente dinero. No podemos construir un puente que atraviese el Atlántico, aunque no exista ninguna razón teórica en su contra.

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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