Nuevos programas
Querido Julián: Te cuento este comienzo de curso. Había programado todo, en el buen sentido; además era responsable de la ayuda que prestamos a los alumnos que comienzan su carrera universitaria, y también por esto tenía un buen programa... que en un instante se esfumó. Al igual que hace dos años fui dos semanas a clase y después tuve que volver a mi casa por la enfermedad. En estas semanas me han sucedido cosas increíbles. No estoy enrabietado sino feliz, contento y con unas ganas locas de vivir hasta el fondo lo que estoy llamado a vivir. Es verdad que me “disgusta” no estar en la universidad, sentir todos estos dolores, dormir poco, etc. Pero ¡no me paro aquí! Lo ofrezco por los amigos, para que vaya bien el examen de uno o el matrimonio de otro, por el movimiento, por ti. Naturalmente, siempre pido la curación completa, pero sin pretensiones. Me despierto por la mañana y doy gracias por existir; el primer deseo es de curiosidad: ¿cómo se me presentará hoy Jesús? ¡Ahora! ¡De inmediato! Después veo a mi padre que me trae las medicinas y el café, a mis dos hermanos que me ayudan en todo, a mi madre que siempre está dispuesta a acudir... ¿qué decir? Me siento querido y abrazado. Los de la radioterapia han permitido que me organice los horarios como quiera; de este modo he podido comer los lunes con Beppe, Gabry, Tony, Enrico, Gian y Frodo. Ver sus rostros es como espirar una bocanada de aire fresca. Cuando entro en el bunker para la radioterapia, ¡nunca me siento solo! Parece que tengo allí una compañía de otro mundo, empezando por don Gius, al que siempre pido que interceda por mi curación. Además, en estas semanas he podido tener una relación con mis hermanos y sus hijos que nunca había tenido antes. Vienen a verme muchos amigos y cuando les veo quiero que me cuenten todo; también se acercan “amigos” de aquí. Muchas veces hablan para pasar el tiempo, como si tuvieran que distraerme por la condición que vivo... ¡basta! Desde hace tres años no permito discursos de este tipo. Hablamos de lo que nos hace felices, de los últimos discursos del Papa, de la Escuela de comunidad (¡aunque ellos no sepan qué hacemos en la Escuela de comunidad!). Para que pudiera seguir los cursos de las asignaturas una compañera de clase me pasa todos los apuntes y me graba las clases con mi grabadora... Increíble, ¿verdad? Me siento muy inadecuado pero nadie me impide decir antes de comenzar mis actos: «Veni Sancte Spiritus».
Nicola, Riva del Garda (Italia)
Fiesta de cumpleaños
Querido Julián: Acabo de celebrar mi 65 cumpleaños con un grupo de 60 amigos. La dificultad inicial ha sido elegir estos 60 entre otros muchos con los que he compartido una historia muy intensa. En cualquier caso he elegido a los que me han acompañado en los momentos más significativos, por tanto los que son memoria de Cristo y de su Presencia. Esta historia tiene para mí sólo 24 años, los otros 41 fueron una invocación, un grito que pedía un significado. También participó algún amigo mío que no es católico, movido por la fascinación de lo que vivo hoy, no por una simple amistad que dura. La verdadera amistad tiene un punto al que mirar y por eso dura. He tenido el gozo de celebrarlo con todos los que siento como “míos” por esta historia fascinante, que empezó con don Giussani. La fiesta fue un acontecimiento, una evidente Presencia entre nosotros. La dulce seriedad, llena de bromas y recuerdos, ha permitido revivir la profundidad de lo que constituye nuestra amistad. Cristo nos entrega esta dulce seriedad. No era tan sólo una compañía que festeja. Su Presencia se ve en el milagro de poder valorar todo lo humano. Un amigo nos trajo un vino excelente y comimos de maravilla gracias a una cooperativa de catering donde trabajan personas que viven en un centro de salud mental. Escuchamos el testimonio de personas que llevan dos centros de acogida y yo, naturalmente, me explayé contando todas mis experiencias. Se puso de manifiesto que nuestra historia, llena de belleza y de capacidad de educar, nace del cambio personal, que es una gracia que se nos concede. Al cumplir 65 años me siento relanzado hacia una nueva historia de educación y de cambio. ¡Me tienen que suceder todavía tantas cosas! Con gozo. Como me dijo el otro día en el Consejo del Ayuntamiento de Milán un viejo amigo democristiano: «Aldo, me llenas de curiosidad, en la carrera política estás estancado, no eres valorado, y sin embargo te veo plenamente feliz». Desde hace tiempo afirmo que la crisis de la democracia occidental consiste en la pérdida de las identidades políticas, sin que vuelva a emerger la identidad humana e ideal. Y sin embargo el hombre es un hombre antes que un político. Berlusconi puede ser el “yo” del éxito, Prodi puede ser el “yo” que se disuelve en la tarea del bien común. Pero el hombre no es algo privado que añade un “por los otros”, el hombre es un “yo” que se reconoce en el “Tú” que lo abraza, tiene un ideal porque pide amor. Y he aquí el gran hecho de nuestro tiempo: el Papa devuelve lo divino al ámbito de la historia moderna. Tenemos un Papa que nos regala la pasión ideal. Quisiera tener tiempo y fuerzas para colaborar más con este viento nuevo que conocí con don Giussani y que es hoy el único factor de salvación para el mundo. Julián, se te ha confiado la continuidad de esta historia, y está bien confiada, porque nos estás conduciendo hacia un nuevo inicio. El mismo hecho de hacer Escuela de comunidad sobre los primeros textos de don Giussani es porque nos quieres sencillos como al comienzo.
Aldo Brandirali, Milan (Italia)
Nueva familia
Querido Julián: Soy una joven madre, ortodoxa rusa. Decidí quedarme sola con una niña de tres meses y medio, para que no continuara viviendo con su padre, que es bastante violento. La vida me parecía negra, pero en el hospital los servicios sociales me acompañaron a una casa de acogida. Ahora tengo 33 años, he tenido el don de una familia “de corazón”: mí casa Santa Ana, obra de Comunión y Liberación. En tres años, con gran paciencia y amor, me han sacado del agujero en el que me encontraba, ayudándome a arreglar mis papeles, acompañándome cuando la niña enfermaba o cuando tenía que buscar un trabajo, llevándome la comida a la cama cuando las fuerzas me abandonaban. Recordaré siempre cuando por primera vez surgió en mí la pregunta: «¿Por qué? ¿Por qué yo estoy aquí, con esta gente?». Entonces entendí: ¡es por la Virgen! Es ella quien quiere decirme que está con nosotros, que me quiere, que no quiere que me vaya nunca. Poco a poco he vuelto a rehacer mi vida: el apartamento, el trabajo, el coche. También en esto, mis amigos de la comunidad no me han dejado sola. Se han organizado para recoger a mi hija de la guardería y jugar con ella hasta que vuelvo del trabajo. Pero tengo el gran dolor de no poder tener conmigo a mi otro hijo, que me espera en Ucrania. Mi batalla continúa. Dentro de poco podrá venir a vivir conmigo. Contemplo siempre muy conmovida el milagro que la presencia de la Virgen está haciendo en mi vida y en la de mis hijos. Quiero agradecer a mi casa Santa Ana, a mis amigos de CL y en especial a mis queridos abuelos Enzo y Cesarían el don de este milagro.
Marina y mis hijos Roman y Elisabetta (Italia)
Chiara Lubich
A raíz del estado de salud de Chiara Lubich, ingresada desde el 2 de noviembre en la Policlínica Gemelli de Roma, Julián Carrón ha enviado un mensaje a Eli Folonari, la colaboradora más cercana de la presidenta y fundadora de los Focolares.
«Querida Eli: Junto con todos los amigos de Comunión y Liberación pido a la Virgen que sea para Chiara fuente de esa esperanza que alienta nuestro sacrificio al identificarnos con Cristo, nuestra paz. En este momento, por encima de cualquier otro sentimiento domina en nosotros la súplica de su dulce presencia salvadora».
Julián Carrón
Merece la pena dar la vida
He pasado un mes trabajando en la clínica Divina Providencia para enfermos terminales en Asunción (Paraguay), porque el rector del Seminario de la Fraternidad San Carlos en México me mandó allí con una recomendación. Me dijo: «¡Ánimo! tienes que aprender la belleza de dar la vida mirando cómo lo hace el padre Aldo Trento, que es el responsable de esta obra». En el primer día, sin saber cómo reaccionaría ante los enfermos, empecé a seguir a Betty, la enfermera de mi turno, y así llegamos al primer paciente, que se llamaba Juan, un chico de 24 años con cáncer terminal. Me tocó hacerle las curas médicas y bañarlo. La debilidad de la naturaleza humana se me impuso brutalmente. De inmediato entendí que cualquier idea que yo tuviera para atenderlo mejor sería siempre insuficiente. Pero cuando comencé a mirar cómo vivían los enfermeros y los sacerdotes que acompañaban a los pacientes me di cuenta de que aquellos hombres y mujeres miraban a una Presencia que domina toda la experiencia de la clínica. No por casualidad en el centro del pequeño hospital estaba Jesús en la Eucaristía. La memoria de Cristo se imponía de tal manera que era más fuerte que la muerte. Todo trabajo que hacía cada jornada no lo vivía ya como un acto heroico, sino como una gran intimidad con el Señor. Mi trabajo consistía en curar heridas, bañar y dar de comer a los enfermos; rezaba también con ellos y a veces manejaba la ambulancia para transportar a los pacientes de un hospital a otro. Me sorprendía cada día a mí mismo de la alegría que tenía. También en los momentos más difíciles, cuando acompañábamos al funeral de uno de los difuntos o consolando a los parientes. Todo era un signo de que la fuerza de la Resurrección de Jesús atraviesa incluso la muerte. Esta positividad también se manifiesta en los propios enfermos que a su vez se reconocen portadores de una gran gracia. Un ejemplo es Angélica, que estando algún tiempo en la Casa de Acogida Divina Providencia y después de una historia de abandono y sufrimiento, se daba cuenta de que aquel lugar era el gran signo del amor de Cristo hacia ella. Cuando salía de la clínica después de la Adoración al Santísimo, era nuevamente consolado: el almuerzo en compañía de los padres de la fraternidad San Carlos. Era uno de los momentos más lindos porque se compartía el día y se contaba lo que se había vivido, lo bueno y lo malo. La tarde seguía con el descanso y el encuentro en la casa. Como soy brasileño, antes de regresar de nuevo al seminario en México pasé por Sâo Paulo. Allá, encontré muchos amigos ansiosos de saber de mi experiencia en Paraguay. Aunque cansado por contar lo acontecido varias veces y en muchas ocasiones, estaba muy feliz porque percibía que lo que había vivido no podía morir en mí. Pero lo que más me impresionó fue el encuentro que tuve con mi hermano menor. Él es un buen periodista que trabaja doce horas por día. Me dijo que cuando salí de Brasil para ir al seminario en México pensó que o yo estaba loco o hacía aquello por un amor a algo muy grande. Como la primera opción parecía improbable, se dijo que también él deseaba trabajar por un amor a algo que valiera tanto como lo que yo he encontrado.
Otavio da Costa, Ciudad de México
Desde México a Sevilla
Mi marido Edwas y yo fuimos al médico para el primer ultrasonido del bebé, que cumplía ya casi los 3 meses de embarazo. El corazoncito del bebé ya no latía. ¡Qué tristeza y dolor sentimos! Luego la aprensión de todo el proceso que seguía teniendo que ir al hospital. Ofrecí cada instante por ustedes, por Oaxaca, por Alecrim, por mi familia y los amigos para poder dar más sentido a estos momentos y para que lo que pareciera sin sentido fuera útil por algo. Salí ayer por la noche del hospital. Es increíble cómo he podido verificar que es cierto, hay una leticia en el fondo de mi corazón que nunca se me ha quitado, con una certeza de que todo es por algo bueno. Aunque en el momento es difícil verlo, sin embargo a través de esta circunstancia percibo todavía más la ternura y el cuidado de Cristo hacia nosotros. ¡No nos abandona nunca! De pensar que apenas estamos viviendo aquí en Sevilla desde hace un año, y no se pueden imaginar el cariño y el apoyo de los amigos de CL. También de las madres de los compañeros de los niños, sobre todo las que viven cerca de nosotros. No hemos estado solos ni un momento, por la presencia de unos y la petición de otros. Nos ayudaron a ver ese “punto de fuga” que abre al Misterio que da sentido a todo y a la esperanza. Sé que es algo mucho más común de lo que pensaba y que para muchos 3 meses no son nada, pero cuando uno está educado a percibir el valor de las cosas no puede dejar de conmoverse muchísimo desde la primera noticia de la aparición de este pequeñito ser creado por Otro. Por eso el dolor es más agudo. Recordamos hoy en la mañana con Edwas que desde un principio y antes de que llegara le dijimos a Dios tanto que este niño fuese para Él y para su Gloria, que así fue… se fue directo a los brazos de su Padre y su Madre del Cielo. También, de veras que si no fuera por la fuerza que nos da Otro... la gracia impresionante es que pude decir a nuestros chiquitos con todo y el dolor que sentía, abrazándolos y mirándolos a los ojos: «¡qué bella es la vida!», y sabiendo que a través de mis lagrimas sentían la alegría de mi corazón y ¡eso no puede venir de mí! Es posible solamente porque hay Otro más grande que nos abraza y nos abraza a través de los amigos desde el 20 de Enero 1995, cuando conocimos a Daniel Semprini afuera de Santo Domingo, un día después de haber pedido a Dios de presentarnos gente con el mismo ideal que nosotros, porque llegando a Oaxaca a vivir, sin conocer a nadie, era demasiado difícil.
Stephanie, Sevilla (España)
Un amigo para empezar
Mi hermana María Marta decidió no viajar más de Mar del Plata a Buenos Aires, donde atendía a sus pacientes cada tres semanas. Evitar los 800 Km. de ida y vuelta y poder estar más con su familia no le impidieron una cierta inquietud justo cuando empezaba a interesarle la posibilidad de participar en alguna Escuela de comunidad para ver “de qué se trata”, para entender un poco más por qué y cómo hacen estos amigos adopción a distancia, van a jugar con los chicos de la villa en su tiempo libre, envían dinero para los afectados por el tsunami, se van de vacaciones y quieren construir la vivienda juntos, entre otras cosas. Tiempo después llega el momento de las vacaciones de invierno de los secundarios. Tomo el teléfono y comienzo a invitar a nuestros sobrinos. Pero el interrogante nos surge a Javier y a mí al pensar en María Fernanda, de 12 años, hija de mi hermana Mª. Marta. ¿Cómo continúa ella este camino que puede empezar en las vacaciones? En Mar del Plata no hay una comunidad de CL, pero ¿podemos nosotros tener en las manos todos los factores? Entonces rezo por ella y la invito. Participa, hace amigos, vuelve entusiasmada a su casa. Sus padres la ven. La escuchan. Comparten lo sucedido con un matrimonio amigo. Más adelante este matrimonio participa de un encuentro de 600 jóvenes organizado por la diócesis de Mar del Plata. En un momento de descanso, en el medio de un juego de naipes, sale no sé cómo el tema de aquellas vacaciones de secundarios y la alegría de mi sobrina. Entonces uno de los que juegan a los naipes pide inmediatamente el número de teléfono de la familia de esa niña. Segundos después mi hermana recibe en su casa una serie de mensajes de texto: «¿Cuándo comenzamos vos y yo un grupo de Escuela de comunidad en M. del Plata?. Oscar». María Marta contesta: «¿Quién sos?». Mensaje de texto inmediato: «Soy Padre Oscar Maipah, Vicario de la Catedral de Mar del Plata». Ella, sorprendida: «Mis hermanos mayores hace muchos años que son de CL, yo solamente lo conozco». Él: «¿Cuándo comenzamos vos y yo un grupo de EdC en Mar del Plata?». En su asombro comparte todo con su esposo Hugo, quien junto a ella había vivido meses difíciles, de confusión y dolor ante la muerte de su padre, la pérdida del hijo que iban a tener y el negocio que había cerrado porque no iba bien, todo en muy poco tiempo. Hugo le responde: «¿La Providencia nos estará diciendo que es esto lo que esperamos siempre?». Con una respuesta así ella no duda: preparan una lindísima cena para conocerse todos en su casa, conversaciones en alemán con mi padre (tenemos el mismo origen alemán), invitación a Fernanda y sus amigos del colegio para ver juntos una película y una confesión sorprendente: el padre Oscar había sido educado en el seminario por don César Zaffanella, quien dejó Cremona hace casi 22 años para irse de misión a Argentina. Él lo invitó a un retiro de nuestros sacerdotes y ahora quiere esto para siempre. Hacía falta un amigo en Mar del Plata con quien comenzar.
Marisa, Buenos Aires (Argentina)
Una fuente inextinguible
Si me hubieran preguntado hace ocho meses qué deseaba mi corazón, hubiese contestado: «No sé, pero estoy segura de que algo grande». «El hombre intuye la verdad pero dificultosamente y a retazos», escribe don Giussani, y ciertamente yo oía en mi interior una voz que me lo decía, pero no sabía de dónde provenía; conocía la respuesta a ese “algo más” pero no quería “reconocerla”; hasta que un día quedé fascinada por personas que vivían de un modo distinto justamente por reconocer la respuesta a ese vacío, a ese deseo. El asombro me llevó a la curiosidad y la curiosidad a la compañía. Esta compañía que me muestra la satisfacción al deseo inagotable que tengo, deseo inagotable que no deriva sino de una fuente inextinguible: Cristo. En el encuentro con los amigos de Comunión y Liberación descubrí lo que se corresponde con lo que busco y la única verdad en la que se basa mi vida. Hace unos meses, con mis compañeros de Secundaria, emprendimos la difícil labor de llevar a otros jóvenes esa respuesta que encontramos y que queremos compartir, mediante la realización de la muestra “En busca de la Libertad”. Y digo difícil, porque fue un reto para nosotros superar obstáculos como el miedo al rechazo o nuestras mismas limitaciones. Al enfrentar al mundo el temor se desvaneció. Fue regocijante para mí observar la alegría que causaban nuestros testimonios en personas llenas de interrogantes, dudas y ansiosas de encontrar, así como nosotros lo hicimos, el camino hacia la felicidad. Igualmente no faltaron aquellos que nos creían “anormales”. No obstante, no vacilamos ni retrocedimos, sino que bien orgullosos nos sentimos de ser “anormales” ante sus ojos; felices estábamos de comentar una experiencia de dependencia del más Grande que estaba cambiando nuestra vida. Fuimos libres frente a todos ellos pues no sentíamos miedo de comunicar aquello único que es capaz de satisfacer plenamente nuestras exigencias. «Mientras el mundo reduce en todos el deseo, el encuentro con Cristo lo exalta, y así el corazón es renovado, no calla más, no puede más volver atrás». Puedo decir que el mío grita constantemente, grita la verdad para la cual fue hecho. Grita volverse cada vez más libre, cada vez más instrumento del Infinito. Infinito que cuanto más abrazo más insaciable de él me vuelvo. Ese “algo más” que se hizo presente a través de amigos verdaderos con los que doy cada día bellos pasos hacia ese Destino.
Laura, San Lorenzo (Paraguay)
Mi hechura a semejanza tuya
De todas las criaturas pusiste en mí una capacidad muy especial, inteligencia afectiva. Con ello en mente me creaste. Con hambre constante me atraes. Me infundes el deseo y de corazón digo que te sigo... entonces veo mi desvío. No soy capaz de saciarme en tu deleite. Me aparto y la inquietud se vuelve carga inaguantable, y anhelo que me acojas. A tientas vuelvo. Sintiendo la distancia una vez más, pido perdón y la calma inunda de nuevo mi ser.
Y qué de ese amor fraternal y de ese amor maternal, tan bellos, tan plenos, donde se colma mi gran necesidad existencial. Constituyen mis anhelos y alegrías que plantaste para que les ame, y para que te busque. Mi hechura a semejanza tuya. Primicia Trinitaria pusiste en mí para que en la compañía de mis amigos recuerde tu nombre; para que quiera a mi hija con tal ternura que en el disfrute de esa pequeñez –inmensa para mí– muy tenuemente vislumbre la grandeza del amor entre el Padre y el Hijo, y te desee, y entregue mi ser, y así tu Amor también me tome. Impulso de comunión y de trato con mis queridos que es semilla de una plenitud prometida. Tal sentir deleita, me inclina siempre a desearlos, a querer resguardar con ellos la soledad en mis días, a buscar satisfacerme en la relación e inquietarme por conseguir un compromiso. Así es que me preocupo, maquino, me turbo y pierdo la paz. Entonces clamo tu ayuda, tu toma de posesión para que tu luz aclare lo turbulento que mi carnalidad fragmenta. Para que mi deseo sea dádiva y mi hambre florezca en comprensión. Me apoyo en tu misericordia y en la caridad y compañía de mis amados, que también viven de tu Amor. Y en ese devenir de mi querer hago mías las palabras de San Agustín: «Nuestro corazón está inquieto hasta que repose en Ti». Un reposo activo, a mi entender, donde los afectos de mi naturaleza caída y las limitaciones de tiempo y espacio no impiden, sino que abriga la esperanza de la consumación total, más concreta y real de relación con Dios y de vivir en Él un abrazo eterno con quienes amo tanto. Don Giussani me llamó la atención desde la primera Escuela de comunidad a la que asistí. Su experiencia de Jesucristo me ayuda a mirar el Amor de esta manera. Mediante mi relación con otros, con aquellos que son espejo de Cristo, me educa y trabaja Dios en mí.
María, Puerto Rico
Un buen guía
Querido Julián: A principios de noviembre, un grupo de amigos fuimos a Roma para disfrutar de unos días de vacaciones. El primer día empezamos a recorrer de modo interminable los principales monumentos de Roma, sorprendidos por la belleza de la ciudad, pero al mismo tiempo reconociendo, en primer lugar, nuestra incapacidad de apreciar por nosotros solos todas esas obras de arte y, en segundo lugar, intentando saber de dónde nacía esa belleza, que a priori nos fascinaba tanto pero ante lo cual el interés decaía a medida que visitábamos más monumentos. El segundo día fuimos a cenar con una amiga nuestra italiana que nos manifestó su soledad y el deseo de vivir el encuentro que había tenido con Cristo en lo cotidiano. Fue en ese momento cuando la amistad con ella se vio enaltecida y empezamos a percibir un lugar más familiar para nosotros, juntándonos a su petición de vivir el ciento por uno en el día a día, y no como un recuerdo del pasado que podía incluso ser las maravillosas obras de arte que contemplábamos cada día. También conocimos gente del CLU de Roma, y en especial nos sorprendió Paola, una chica que no nos conocía de nada pero que nos trató de un modo totalmente gratuito, acompañándonos a cada momento y mostrándonos la vida del movimiento. Por último, conocimos a don Massimo Camisasca, otro encuentro totalmente providencial y gratuito. Ante nuestras preguntas, en especial las de Ignacio, sobre cómo vivir intensamente a Cristo en el día a día, respondió con total sencillez que no hay fórmulas, sino que se trata de vivir hasta el fondo la vocación que Otro nos da, en su caso la de médico. Nos puso como ejemplo: «Es como si me viene Spincio (un seminarista de la Fraternidad San Carlos) explicándome sus problemas y yo pretendiese solucionarlos. Lo único que puedo hacer es mostrarle mi experiencia y caminar junto a él”. Nos sorprendió la alegría con la que vivían su vocación los dos seminaristas que también comieron con nosotros. Volvimos más contentos del viaje de Roma, no simplemente por lo maravillosa que es esa ciudad, sino por habernos encontrado de nuevo con Aquel que es fuente de tanta belleza y vida, haciéndonos familiar una ciudad que no habíamos pisado nunca.
Ignacio, Maza y Joan, Barcelona (España)
TELEGRAMA FALLECIMIENTO JULIÁN GÓMEZ DEL CASTILLO
Recibimos ayer la noticia del fallecimiento de Julián Gómez del Castillo. Para nosotros fue un maestro y un testimonio de vida entregada al ideal. Gracias a él encontramos una experiencia cristiana comprometida y atractiva, que favoreció, sin duda, la posibilidad de encontrar y sintonizar con la experiencia de Comunión y Liberación. Le estamos agradecidos y damos gracias al Señor que tanto amaba. Nuestro saludo a Trini e hijos y nuestra fraternidad y cercanía a los responsables y miembros del Movimiento Cultural Cristiano, a los que nos unimos en las oraciones por el eterno descanso de Julián.
Desde Roma, como Responsable Internacional de Comunión y Liberación, Jesús Carrascosa.
Desde Madrid, José Miguel y Carmina Oriol y los amigos de Comunión y Liberación en España.
Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón