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Huellas N.10, Noviembre 2006

CL Chile / Encuentro con Egon Wolff

Se crea por una conmoción

Paula Giovannetti y Javier Bossart

Tuvimos la oportunidad de conocer al dramaturgo Egon Wolff en la Universidad Católica de Chile, cuando esta le otorgó el Premio Nuez del año 2000 por su obra Encrucijada. Ese día descubrimos que teníamos amigos en común y una profunda sintonía con sus palabras: «la misión del dramaturgo es consolar al hombre en su desamparo». Empezamos así una serie de encuentros con grupos de jóvenes y foros en nuestros Happenings. Momentos de una hermosa amistad que se ha fortalecido en el tiempo

Hace unos días, Giuliana Contini nos ofreció un almuerzo en su casa al que invitó también a Egon Wolff. Puesto que es profesora de Literatura y da clase en la universidad, invitó también a algunos de sus alumnos. Fue un momento precioso, un privilegio para quienes admiramos y estimamos tanto al conocido dramaturgo. Un momento de gran sencillez y al mismo tiempo fuera de todo lo “común”: una profesora que ofrece su casa a los alumnos, un escritor sencillo y abierto a la amistad con todos, un grupo de amigos que comparten con él su vida. Nos impactó que, siendo sus obras dramáticas aún representadas, él haya decidido dejar de escribir hace un tiempo, pues tiene una visión muy crítica del ámbito intelectual de nuestro país. Sin embargo, ha comenzado una nueva aventura: la incursión en la pintura, ámbito en el cual empieza ahora a ser reconocido. El diálogo con este hombre, serio y profundo, fue muy enriquecedor y quisimos apuntar algunas de las cosas que nos dijo.

De la dramaturgia a la pintura
«Este don de la pintura que ha brotado en mí es un milagro. Realmente un milagro, pues antes yo no dibujaba más que un paisaje con un gato. Pero después de que murió mi esposa –cuya muerte fue un dolor que cambió mi vida– nació en mí este deseo de pintar. Estuve diez años sin escribir, pues el golpe de esta muerte me marcó profundamente. Tiempo después, una querida amiga me mandó una postal preciosa; se veía un lugar abandonado de Europa y comencé a copiarlo: me di cuenta de que soy capaz de reproducir lo que veo. Ahí estaba antes mi problema, porque trataba de sacar cosas de mi imaginación. No partía de lo que veía. En cambio, ahora, sencillamente, había partido de esa postal que me llegó. Días después, un amigo, viendo el dibujo, me preguntó de quién era, “mío”, respondí... Este hecho: que él pensara que el cuadro no era mío, me hizo darme cuenta que tenía algún talento. Sin embargo, antes no lo tenía, estoy seguro, lo digo seriamente: es un don que me ha enviado mi mujer al morir. Estoy muy convencido, mirando mis cuadros siempre pienso: aquí hay algo que no es mío. Es como si ella se hubiera puesto de acuerdo con “el de arriba” y juntos hubieran dicho: salvemos a éste. Por eso, cada vez que recibo la comunión agradezco a ella y a Dios».

Frente a la mentalidad de hoy
«Ustedes han sido rescatados. Mirándolos me doy cuenta de que han sido rescatados, pues en este mundo es casi imposible encontrar gente que viva como ustedes. Porque este mundo vive de lo efímero. No se dan cuenta de que se preocupan de minucias, de cosas sin importancia. Yo miro siempre mi baúl donde guardo periódicos muy antiguos, portadas con personas que ustedes no conocen, ni han escuchado, y pienso ¿de qué nos preocupábamos en el año 30? O ¿de qué nos preocupábamos hace diez años? Llega a repugnar ver la televisión, la farándula, las teleseries con sus conflictos y enredos tan pobremente construidos. ¿Qué se propone? Todo fácil, la instintividad, las relaciones humanas banales. Me da una pena cuando veo lo que se propone a los jóvenes... el sexo fácil, por ejemplo. Miren cómo se destruye el interés por el secreto, la intimidad del otro, el misterio que es el otro. Nada de eso importa, da pena ver cómo el beso ya no es beso, es una entrega inmediata, todo es fácil. No hay un camino para llegar al otro, esto muestra la televisión: dos que se conocen y que de inmediato se descubren todo, todo es banal, rápido, efímero. Yo lo concibo casi como una violación: uno que viola, y otros se dejan violar. Esta generación ha sido llevada, por parte del poder económico, a la “cosificación de la vida”. Lo importante sería tener cosas ¡y no vemos que de eso no quedará nada! Lo único que quedará de nuestra existencia en este mundo es el amor, el haber amado. Y el amor no es algo inmediato como nos muestran todos los días. El amor hacia el otro, en cambio, es entrar eternamente en el ser del otro, que se te va desvelando a lo largo de la vida. Por el amor aprendes a estar frente a otro que es distinto de ti».

Una necesidad pedagógica
«Para mí Dios está en el horizonte de lo eterno, no de lo efímero. Tiene que ver con lo que se descubre de simple en la vida, pero a la vez coincide con la totalidad: Dios es la Totalidad. He descubierto que, finalmente, la vida es simple: es como decir “dar es mejor que recibir”, esto es simple, ¡tan simple! Decir eso es nada, y es a la vez todo. Dar al otro, conmoverse por el otro, ese que pasa a tu lado y que no sabemos ni siquiera quién es. Así se pasa la vida, un instante tras otro, y podemos pasar sin dar nada, preocupándonos de lo inútil. Fíjense cómo el dinero está detrás de tantas maquinaciones que nos quieren envolver y convencer.
No nos dejan pensar porque no les conviene a sus proyectos, por eso nos hacen fijarnos en lo inútil, en lo material, en lo que se acaba. Cuando lo único útil de la vida es tomarse de la mano y caminar juntos, ayudarse para que la vida no sea triste, para que la vida sea menos dura. Con esto tiene que ver la creencia, el terreno de la fe. “El secreto” de la sociedad de hoy es que ya no se pone el corazón en lo que se hace, se lo deja atrás. Se trabaja sin tener presente el propio corazón, se olvida lo que de verdad necesitamos, lo que los otros necesitan.
Yo me doy cuenta de que ciertas cosas en mi vida, a mi edad, ya están claras, yo estoy cierto de estas cosas. Los miro a ustedes y pienso que también tienen esta certeza. Yo quisiera encontrar a otros y comunicarles lo mismo. A estas alturas de mi vida, quisiera ser como un profesor, ha nacido en mí un deseo pedagógico. Por eso quisiera crear una especie de “manual, decálogo de civilidad”. Escribir algo en un lenguaje “civil”, para que la gente comprenda y abra los ojos. Es necesario “traducir” ciertas cosas para que todos las comprendan, para que otros se den cuenta de lo que está pasando».


BOX
Desde la isla Reunión
En este encuentro conocimos a Anne, una alumna de Giuliana Contini que hace dos años llegó a Chile para estudiar. Ella viene de Reunión, una hermosa isla del Océano Indico. Tras participar en el almuerzo, nos escribió esta carta

Queridos amigos: Las palabras de Egon Wolff me tocaron en lo más profundo. Escucharle hablar sobre su vida, sus impresiones, sus creencias, sus valores, me hizo tomar distancia con respecto al pequeño pedazo de vida que voy llevando y vi que en distintos aspectos de mi vida, no estaba haciendo lo que de verdad me gustaba, lo que de verdad tocaba mi corazón. Este almuerzo con Egon Wolff y con todos los presentes ese día, me hizo darme cuenta de que una comunidad solidaria, fuerte, generosa, sensible, sí existe. A mí me toca hoy día seguir cultivando estos lazos, fortalecerlos en la medida de mis posibilidades, en la medida de lo que soy, ni más, ni menos. Y, por eso, quería compartir con ustedes estas impresiones, y añado una cita de André Gide, extraída de Las comidas terrestres, libro que no pude encontrar en librerías hasta el día de hoy, y me dio muchas ganas y mucha fuerza de traducirlo en español: «Un deseo se sentó a mi velador cada noche./ Lo encuentro a cada aurora./ Veló sobre mi toda la noche./ Caminé; quise saciar mi deseo;/ Sólo mi cuerpo conoció el cansancio». Esta cita, me gustaría dedicarla al escritor chileno. Refleja para mí toda su persona, tal como me apareció, con este inagotable deseo de transmitirnos este misterio, deseo de aprehender la vida con el corazón.
«La incertidumbre de nuestros caminos nos atormentará toda la vida. ¿Qué te podría decir? Toda elección asusta, cuando uno lo piensa: da miedo una libertad que ya no guía un deber, un esquema preestablecido. Es un camino a elegir en un país desconocido, donde cada uno se descubre [...] Las mejores fuentes son en las cuales hacemos fluir nuestro deseo; pues el país sólo se dibuja en la medida en que nuestro acercamiento le dé forma, y el paisaje alrededor, paulatinamente, ante nuestro camino se dispone [...] Sólo nos guiaremos por una luz que ya llevamos en la mano». Estas palabras resuenan en mí como ecos de los mensajes entregados por Egon Wolff. Me faltan las palabras para explicarlo. Sólo puedo dejar lugar a la emoción, a la vida, que nunca se podrá aprehender mediante un pensamiento acabado.
Anne Valerie Houareau

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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