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Huellas N.9, Octubre 2006

CL Claudio Chieffo

Vivir a lo grande

Paolo Vites

Un espectáculo en el Meeting de Rímini que ha sido el gesto de todo un pueblo. Juntos para cantar la belleza de una historia. En estas páginas Chieffo habla de sí mismo. Las canciones, la enfermedad, los proyectos. «En Cristo todo puede servir para el bien»

Nick Cave, que es desde hace años el más significativo e influyente autor de canciones de rock contemporáneo, dijo hace algún tiempo que «la “canción de amor” representa el deseo de ser trasportados de la oscuridad a la luz, de ser tocados por la mano de Aquel que no es de este mundo. La “canción de amor” es la luz de Dios, desde lo hondo, que se abre paso entre nuestras heridas. La “canción de amor” existe para llenar con el lenguaje el silencio entre nosotros mismos y Dios, para abatir la distancia entre lo temporal y lo divino. Por mi parte, yo soy un atrapa-almas por encargo de Dios».

Todo gracias a un “puntapié”
Y algunas almas ha atrapado Claudio Chieffo con sus “canciones de amor”. Es lo que sucedió, por ejemplo, con Paola Scaglione, como cuenta ella misma en la introducción de su libro, La mia voce e le Tue parole (Mi voz y Tus palabras, ndt.), presentado el pasado mes de agosto en el último Meeting de Rímini: un fascinante examen de las canciones de Chieffo a través de sus mismas letras, un texto lleno de referencias a su historia personal: «Aquel chico me habló de un amigo suyo mayor que él que se llamaba Claudio Chieffo y que vivía en Forlí. Era él que había compuesto L’uomo cattivo. La cantó para mí junto a otras canciones de Claudio. Una única certeza quedó clavada en mi mente aquella tarde: un camino en el que había alguien capaz de desvelar todo lo que llevaba en el corazón, de cantar la vida y la misericordia de Dios sin censurar nada, sería también mi camino».
Claudio Chieffo ha escrito unas cuantas “canciones de amor” en una historia musical que empezó hace cuarenta años gracias a un “puntapié”, como contó él mismo en el concierto ofrecido en el último Meeting el pasado 22 de agosto. El puntapié era de don Giussani, que le invitaba de esta forma a animarse y a salir delante de todos a cantar sus canciones.

Del tú al Tú
Le digo a Claudio que ha sido hace poco cuando me he dado cuenta de la cantidad de “canciones de amor” que ha dedicado a su mujer a lo largo de los años: «Nick Cave dice algo muy bello, pero es bien difícil llenar la distancia entre nosotros y Dios si no se materializa en un rostro. En mi caso, en las canciones dedicadas a mi mujer, empiezo siempre con un tú, que es ella, y termino con un Tú que es Dios. Hay quien dice que esto es un error, pero yo no lo creo. Comprendí que ella era la persona con la que estaba destinado a pasar mi vida cuando entendí que sin ella no llegaría a Él, y que sin Él no llegaría a ella. De esto hablan canciones como La ballata dell’amore vero y Come la rosa. Cuando Giussani escuchó Come la rosa, dijo: “Has tardado treinta años en pasar del ‘yo’ al ‘Tú’”».
O también Canzone per te, que fue interpretada en el Meeting. Cuando estaba terminado la canción y, con una potencia nunca vista, la voz de Chieffo repetía la frase «E voglio ancora cantare», se alzó inmediatamente un aplauso impresionante. Fue uno de los momentos más bonitos de una velada de alto nivel emotivo –se trataba de la primera aparición pública después de conocerse la enfermedad que se le había diagnosticado a finales del año pasado–, pero fue sobre todo el testimonio de la pertenencia a una historia y a un pueblo.
«La atmósfera de aquella noche –cuenta Chieffo– fue única, porque todo en aquella velada era una gracia, y también una inspiración continua. Una lluvia de alegría y serenidad que venía de lo alto, como esas lluvias refrescantes después de días de bochorno: por fin llega un temporal y te quedas de pie bajo la lluvia; te mojas por completo, pero te da igual. Esta es la gracia de la pertenencia a un pueblo. Lo que Giorgio Gaber soñaba: la certeza de pertenecer a un pueblo que se estrecha alrededor tuyo con afecto y te sostiene con conciencia».

El coro más hermoso
Un pueblo que podía percibirse físicamente, cuando acompañaba –de forma dócil pero decidida al mismo tiempo– muchas de las canciones interpretadas, tal vez el coro más hermoso que Chieffo haya tenido a su disposición en su carrera artística. Resultaba evidente cuando subieron al escenario algunos amigos españoles para cantar junto a él Reina de la Paz, canción que Chieffo compuso después de los trágicos atentados de Madrid en 2003, signo de una comunión que traspasa las fronteras. O en la presencia de muchos amigos de toda una vida, como monseñor Negri, todos sentados allí, en primera fila. O como cuando invitó a subir al escenario para sentarse junto a él a don Pigi Bernareggi, al que dedicó Canzone degli occhi e del cuore, escrita para él hace muchos años cuando partió hacia Brasil siendo muy joven. Y los amigos que ahora ya no están, don Giussani y don Francesco Ricci, continuamente evocados en breves relatos o con las mismas canciones.
Le digo a Claudio que incluso desde el punto de vista musical ese concierto ha sido una velada preciosa: «Estoy sereno y seguro cuando Flavio Pioppelli (el estupendo pianista que le acompaña desde hace años, ndr.) interpreta mis canciones. Siento que la mitad del trabajo está hecha. Me siento plenamente sostenido y profundamente interpretado». Pero la fuerza de ese concierto singular, ¿procedía simplemente de la alegría de encontrarse de nuevo sobre un escenario?

Repasar muchas cosas
Chieffo responde con decisión: «Cuando uno se encuentra en una situación extrema, como la que vivo desde que me diagnosticaron esta enfermedad, se empiezan a repasar muchas cosas. Una situación extrema ayuda a redescubrir lo que, años antes, uno hacía con una conciencia menor. Este mal me ha ayudado a purificar los orígenes y los contenidos de mi trabajo; y aunque parezca casi una locura pensarlo, también salen fortalecidos los proyectos y deseos que uno tiene. Contra toda razón humana. En una canción mía decía: «Yo sigo siempre esperándote»; yo me encuentro así ahora, y por eso, contra toda razón humana, te surge el deseo de cumplir cosas que siempre has deseado. Una es la grabación de algunos pasajes del poeta y cantautor Alexander Galic, uno de los máximos exponentes de la disidencia rusa, y la otra es ofrecer una versión digna de todas las cosas que he hecho hasta ahora. Uno podría decir: «¿Acaso no tienes otra cosa en que pensar?». «No, este es el deseo que ha surgido por la dramaticidad de la circunstancia. Pero esto es posible únicamente si las cosas están en su sitio, si uno comprende cada vez más que la Providencia no es casual, que existe un designio bueno y que este deseo que uno tiene es para la felicidad del que lo recibe y para la gloria de Dios».

Algunas sorpresas todavía
En este sentido hay algunas sorpresas todavía por llegar. Mientras, Chieffo vuelve on the road a retomar ese “viaje” de canciones y de historias que son sus conciertos. Además, como ya se ha dicho, grabará algunas canciones de Alexander Galic. En Navidad verá la luz un DVD que contiene imágenes de viajes que Chieffo ha realizado a países como Rusia y Brasil y también imágenes de conciertos de los años 70 y 80, más dos videoclips: uno realizado por Fabrizio Scheda en Rusia para comentar la canción Mia carissima patria, dedicado a los mártires de la fe rusa, y otro realizado por Giacomo Prestinari el 11 de septiembre de 2005 en la Zona Cero, sobre la música de Hope Dance, una canción escrita para recordar a las víctimas de los atentados de las Torres Gemelas.
Y aún hay más: en primavera saldrá un DVD con la grabación íntegra del concierto celebrado en el Meeting de este año; para finales de 2007 el nuevo CD y una recopilación de partituras musicales.
Una actividad que resulta posible únicamente si uno está cierto del camino que hace: «En lo que estoy viviendo –dice Claudio– no prevalece, salvo algunos momentos, obviamente, la falta de esperanza. Prevalece, por el contrario, la certeza de que en Cristo todo puede ser para el bien. Estar seguro sólo de ti mismo sería un poco duro...».
Me despido de él y le pregunto: en el hipotético caso de que se presentase en tu casa un visitante de otro planeta y tuvieras la posibilidad de cantarle una canción para decirle quién eres, ¿qué canción elegirías? Me responde sin dudar: «Le cantaría La ballata dell’uomo vecchio».

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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