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Huellas N.8, Septiembre 2006

CULTURA Poesía / Leopardi

Cara Beltá en el auditorio

Anna Leonardi

No fue una conferencia, sino un encuentro con el insigne poeta de Recanati. Una lectura arrolladora en la que cada uno se sintió protagonista

Quien acudió al concurridísimo encuentro con Davide Rondoni sobre el tema “Leopardi: el casi nada y el infinito” no participó como simple oyente, sino como actor protagonista. Porque la poesía –explicó Rondoni al comienzo– «es como un teatro en el que cada uno tiene que hacer su parte: el autor hace la suya, pero la lectura es el verdadero momento de la escena y también tienes que entrar en escena tú. La poesía es eso que sucede cuando la lees».
Ahuyentada cualquier sospecha de que se tratara de una conferencia para letrados y filólogos, el acto sobre Leopardi se transformó en una verdadera experiencia poética, en «una amistad infinita» con el poeta de Recanati, porque su interpretación es inagotable y nos atrae siempre tras las huellas «del secreto de su obra».*

El infinito
«Cuando lees el poema El infinito, te conmueves por algo que es tu vida, sientes más lo que eres», explica Rondoni antes de entrar en lo vivo de la poesía.
Siempre caro me fue este yermo cerro... «Si habéis estado en la colina de Recanati –continúa Rondoni–, mirando el panorama habréis pensado: “¡¿Será este el infinito?!”. Contemplando allí la tierra de las Marcas que se extiende hasta el mar, el poeta capta una correspondencia entre aquella infinitud y algo que lleva dentro: Y me acuerdo de lo eterno. Lo eterno no es fruto de la imaginación, es algo de lo que la realidad habla.
Y naufragar me es dulce en este mar. El paso siguiente lo señala la palabra “naufragar”. «Leopardi –avanza Rondoni– no dice “entender”; usa un verbo que implica una participación. El infinito no es objeto de una comprensión intelectual, es algo a lo que, de algún modo, me entrego». Y al mismo tiempo: «Naufragio es una palabra dramática, naufragar es no llegar, es como perderse dentro. Luego, la sensación de poder mantenerse en este infinito es la ilusión de un instante».

Canto nocturno
¿De qué le sirve su vida al pastor, y a ti la tuya? Leopardi se pregunta adónde llega todo este movimiento, explica Rondoni introduciendo el Canto nocturno de un pastor errante de Asia. «Todo este fatigar y anhelar parece dirigirse hacia el “horrible, inmenso abismo, / donde al precipitarse todo lo olvida”. Aquí parece terminar la poesía y, en cambio, hay como uno extraña inversión de ruta, que es el movimiento de lo que es casi nada. Todo parece tender a la nada, pero el hombre es “casi” nada y este “casi” es como un gancho que lo tiene sujeto sobre el abismo. Leopardi parece cerrar el discurso, pero luego sigue reabriéndolo. En efecto, el canto se reemprende. ¡Después del “horrible abismo”, ¡nace el hombre! «Leopardi no se contenta con ese cierre; hay como una insistencia que crece: tú [luna] acaso bien comprendas, este vivir terreno, nuestra agonía, nuestro anhelo. Y luego, es tan aguda su percepción de la realidad, que llega a decir: «¿Qué hace el aire infinito, la profunda serenidad sin fin?[...] ¿Y yo qué soy? El poeta vuelve a dar crédito a la experiencia. Su pregunta no es una pregunta de identidad psicológica; es la pregunta por el sentido, por la finalidad que tiene».

A su dama
Leopardi, a estas alturas del encuentro, entrega a todos un «drama abierto, una contradicción, el casi nada, eso es», que impide a quien se acerca a él de ahogarlo en cualquier molde: «Ni encajándolo en el cuadro del pensamiento negativo, ni cristianizándolo», afirma Rondoni. Y entonces ¿cómo asomarse a esta resurgente pregunta leopardiana? Davide Rondoni desafía a la platea recordando que don Giussani, de joven seminarista, después de recibir la eucaristía recitaba la poesía de Leopardi A su dama: «No fue la genial invención de una mentalidad laica. Fue un modo de someter lo que de más querido y cierto tenía al drama de Leopardi. Fue como decir: Jesús, el sentido del mundo, tiene que poder sostenerse ante este poema». Poema en el que, más que en otros, Leopardi se dirige directamente a aquella presencia de la cual la realidad es signo: Cara beltá.

*Giacomo Leopardi, Cantos – Pensamientos, Edición bilingüe de Antonio Colina, Galaxia gutemberg / Círculo de lectores, Barcelona 2006.

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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