Huellas N.7, Julio/Agosto 2006

IGLESIA Movimientos

Cristo, el más bello de los hombres

Christoph Schönborn

Cardenal Christoph Schönborn, arzobispo de Viena

«Allí donde está Cristo, está la belleza. Allí donde está el corazón, la vida se abre a Cristo, la belleza rebosa, como una corriente vivificante, sobre un mundo envilecido por el pecado, desfigurado por el mal. Y esto se verifica después de 2000 años», afirma el cardenal Schönborn en su relación. He aquí algunos pasajes.
Lo verdadero, lo bueno, lo bello, no son atributos externos a Dios, sino que coinciden con el ser mismo de Dios. Dios es la Verdad, el Bien, el Amor, la Belleza.
Toda la belleza creada es una participación en la belleza infinita del “ser” de Dios. Si esto es verdad, es necesario dar un paso más y decir que el Verbo, al hacerse carne, ha “encarnado”, por así decirlo, la bondad y el amor, la verdad y la belleza infinita de Dios. Cristo es el más bello de los hijos de los hombres no por motivos de cualidades estéticas particulares, sino porque es la belleza encarnada de Dios. Todo su ser es amor y verdad, bondad y belleza. Cristo es el esplendor de la verdad, el esplendor de la bondad.
Cristo, con su encarnación, ha traído un nuevo “canon de Belleza”. No solamente ha restablecido la belleza original de la creación, perdida y profanada por el pecado y por el mal, sino que ha traído, en su persona, la fuente de toda belleza. Desde él se expande por el mundo el agua viva de la belleza. Y toda la belleza del mundo, tanto la de la naturaleza como la de la virtud o el arte, es una irradiación de su Belleza... que se ha vuelto accesible por su encarnación.
No existe nada en el mundo más bello que la santidad. De los santos puede decirse cuanto la epístola a los hebreos afirma de Cristo: son como “la irradiación de la gloria de Dios”.
Cristo era bello en el cielo y en la tierra, en el seno de su madre y cuando ésta le estrechaba entre sus brazos, bello sobre el madero de la cruz y cuando ascendió al Cielo.