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Huellas N.6, Junio 2006

CL África / Diario de viaje

En el corazón de África, en el corazón del hombre

Pier Alberto Bertazzi

Uno de los responsables de CL visita periódicamente las comunidades africanas del movimiento. Estos son los apuntes tomados durante su último viaje por Uganda, Kenia y Nigeria

UGANDA
Cólera

Había costado un trabajo imponente. Cuarenta piezas de cemento, cada una de ellas de 150 kilos, transportadas, una a una, por una carretera abrupta y muy deteriorada, hasta el pueblo perdido junto al lago Alberto, en la infranqueable frontera entre Uganda y el Congo. Pero al final, los dos pozos artesianos estaban terminados, funcionaban y se hizo una gran fiesta. Seis meses más tarde, al volver para un control rutinario, la sorpresa fue constatar que en realidad nadie los había usado nunca. Se trataba de un área en la que el cólera estaba muy extendido y la utilización de las orillas del lago como letrinas y a la vez como reserva de agua creaba un círculo vicioso que era imprescindible romper. «Sí, pero nos gusta más el agua del lago, es más fácil de sacar, ¡siempre lo hemos hecho así!». Había que tener una razón verdaderamente grande para empezar de nuevo al día siguiente. Tan grande que pudiera abrazar lo absurdo de semejante manera de vivir; tan grande que pudiera abrazar a esta gente que, simplemente, no ha sido educada.

El centro juvenil “Tregradini of Kireka”
De repente se me sienta delante; lleva cuatro trapos encima. Pensé que su mundo se reducía al jardín, muy bien cuidado, la perrera y la verja que se apresuraba a abrir cuando llegaba un coche “amigo”. «Creo que te conozco –me dice–. Te llamas Pier, nos vimos en Kireka, soy uno de los chicos de Rose». Me dispuse a perder unos minutos con este chaval tan simpático, probablemente medio analfabeto. Pero al momento me suelta: «La Escuela de comunidad habla del factor humano, pero Carrón, en su última intervención…». De esta manera, repasé estos textos con la frescura y agudeza de las preguntas de Jimmy, que todavía no tiene veinte años; es uno de los chicos del centro juvenil “Tregradini of Kireka” (que toma su nombre de los “tres escalones” que subió Giussani el primer día que fue a dar clase al Liceo Berchet) en el suburbio de Kireka. Al final se puso a tocar con gran habilidad el adungu, pequeña arpa “davídica”, de la que muchos chicos son grandes virtuosos. Pocas semanas antes habían ido todos de excursión con Rose, ¡fueron 180!

Conocemos nuestros derechos, pero ¿y el sentido de la vida?
Los que hablan son Clara, Giovanna y Kizito. «Hemos llevado Educar es un riesgo a la escuela, a los suburbios y a las prisiones de Uganda; por todas partes la reacción ha sido de gran entusiasmo». Uno de los cursos se realizó en la prisión más grande de Uganda, la de Luzira, en Kampala (con unos 1.500 presos). Seis semanas de formación sobre The risk of education para los nuevos asistentes sociales (eran nueve). Al final, en la entrega de los diplomas de asistencia, el responsable de la Prison Training School (el área de la cárcel dedicada a la formación del personal), que había recibido noticias del curso a través de los asistentes sociales que participaron en él, nos pidió que le ayudáramos a formar a todo el personal de la prisión (unas 600 personas), y que pensáramos en hacer algo también para los presos. Nos dijo que hasta ese momento habían oído hablar, como mucho, de “derechos humanos”, pero que lo que nosotros decíamos iba mucho más allá y era precisamente lo que la sociedad necesita.

KENYA
Nairobi: cinco escuelas

Cinco escuelas: una infantil, dos elementales, una técnico-profesional (la más grande) y una superior que acaba de empezar. Así –de una manera impredecible– es como se ha desarrollado la presencia del movimiento en el área de Nairobi. En torno a cada escuela, programas sociales para los niños y para las familias. Sorprende también el testimonio de unidad en el encuentro con los responsables de las escuelas, autóctonos (la mayoría) e italianos. “San Kizito” es la escuela profesional con la que se inició nuestra presencia en Kenia, a raiz de la invitación del padre Marengoni (compañero del seminario de don Giussani). “Emanuela Mazzola” es la escuela infantil de la parroquia de la Fraternidad de San Carlos Borromeo. La escuela elemental “Caravana” es de la Fundación Urafiki, formada por adultos de la misma parroquia junto con algún italiano. La escuela elemental “Little Prince” está en la periferia del suburbio de Kibera (de 900.000 habitantes, el mayor de África). Nació gracias a la ayuda de AVSI; el director y el subdirector son nativos y cuenta con presencia italiana en la gestión. La escuela secundaria superior “Cardenal Otunga” es la más reciente (también ésta fundada gracias a la colaboración de AVSI), de dirección italo-africana. Unidad dentro de cada escuela y unidad entre ellas, todas dedicadas a poner en práctica la educación que, como decía Giussani, es el objetivo principal de nuestro movimiento. Cuando hablan de su trabajo en la escuela, todos hablan de sí mismos, de lo que han descubierto, del cambio que han experimentado y de cómo ha ido creciendo la amistad.

NIGERIA
Los que aman la muerte

La pequeña minoría cristiana que vive en Maiduguri, en el territorio Hausa al norte de este inmenso país (“el gigante de África”), ha sufrido más de 50 asesinatos. Se quemaron cuarenta iglesias, incluyendo la residencia del obispo y un sacerdote católico fue salvajemente asesinado. Todo ello se había gestado en las mezquitas durante “la oración del viernes”. Ningún tipo de intervención, ni investigación, ni responsables. Cuando los cuerpos martirizados de las víctimas llegaron al este del país, mayoritariamente cristiano (la famosa Biafra que pretendió la independencia, la de las masacres, la del hambre de los años 60), a la ciudad de Onitsha, en el territorio Igbo, se desencadenó una caza a los hombres del norte: muchos fueron cruelmente asesinados, otros muchos huyeron, y se quemaron dos mezquitas. El Consejo de las Iglesias Cristianas condenó el asesinato de personas indefensas y la destrucción de propiedades de cristianos que se venía produciendo desde hacía años, y denunció que estos extremistas cuentan «con todo el apoyo y la ayuda de musulmanes influyentes que nunca han sabido apreciar el valor de una convivencia en paz». Añadía que el Consejo «quizá pueda no estar en condiciones de contener a la propia juventud, ya inquieta, en el caso de que esta malvada y triste tendencia continúe». La Conferencia episcopal denuncia la negligencia de las autoridades que conocían de antemano lo que iba a pasar y no quisieron intervenir, la absoluta falta de investigación y persecución de los culpables, la ausencia de cualquier tipo de expresión pública de condolencias. «Pedimos a todos los cristianos, en especial a nuestros hermanos y hermanas del Norte, que llevan tanto tiempo sufriendo, que permanezcan fieles a Jesucristo, príncipe de la paz. Les animamos a combatir constantemente, con todos los medios constitucionales a su alcance, para defender sus derechos de ciudadanos libres de una Nigeria democrática y a establecer y practicar la propia religión libremente en cualquier parte del país. Les suplicamos que eviten cualquier tipo de violencia, puesto que no es compatible con la fe cristiana y con cualquier religión auténtica».
Sin embargo, las primeras páginas de los periódicos están todas dedicadas al delta del Níger, donde ha tenido lugar la revuelta de los Ijaw, en el curso de la cual han raptado a nueve occidentales, empleados de compañías de petróleo extranjeras. Allí no es cierto que una vida humana valga más que un barril de petróleo.

Educar en la relación con la realidad
En Lagos (más de 15 millones de habitantes), sólo la mitad de los niños van a la escuela elemental y sólo una quinta parte de los chicos entre los 12 y los 17 años asisten al colegio. Son muchísimos los que viven en la calle, siendo explotados o cometiendo todo tipo de delitos para poder comer. Una mirada atenta a la situación nos llevaría a comprender que no existe una relación real entre la educación que se les ofrece y la realidad en la que viven. Por eso, «cualquier intento de ayudar a estos chicos que no tenga en cuenta la necesidad de educar en la relación con la realidad resultaría terriblemente inadecuado». Dicho y hecho, surge así un proyecto basado en estas premisas:
• crece el número de niños que no van a la escuela,
• crece el número de chicos explotados en actividades de delincuencia y abusos,
• los padres no están en condiciones de garantizar la escolarización y la educación,
• la mentalidad dominante es enemiga de la educación real de los jóvenes,
• hace falta un lugar en el que los jóvenes puedan encontrar ayuda y respuesta al deseo de autoafirmación que experimentan.
Se ha empezado con 120 niños y adolescentes de 6 a 14 años. Para los universitarios, con la Universidad cerrada por enésima vez, es una buena ocasión para emprender la acción caritativa en el sentido en el que el movimiento nos enseña, es decir, que cada uno de nosotros pueda verificar que la necesidad es una ocasión para reconocer aquello que nos constituye, compartirlo, ayudarnos unos a otros y educarnos en comprender la verdadera estatura de nuestra humanidad. La Conferencia Episcopal decía a los católicos tras los sucesos de Maiduguri: «Que nunca nos cansemos de combatir el mal con el bien; que donde haya odio nosotros sembremos amor». Para el CLU de Lagos, esto es posible.

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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