En la Universidad Católica San Antonio
Unos días después de la presentación del libro en Murcia, retomando las notas del encuentro, me sorprendía de lo fascinante que es la forma que tiene don Giussani de entender la educación. Lo hemos oído y leído varias veces, pero me volvía a estremecer por la correspondencia profunda que suscita. Me parece inmediato pensar que es una propuesta para mí y no sólo un análisis sobre la situación educativa. Además Julián tiene la habilidad de reconducirlo siempre a la experiencia y de proponer su verificación en la vida, juzgando todo lo que nos pasa a partir de la experiencia elemental, es decir, con los criterios del corazón. Si, aunque no le haya conocido personalmente, Giussani ha supuesto para mí la fascinación del carisma, una persona que resulta inmediatamente atractiva por su humanidad, que transparenta el hecho cristiano como algo definitivo para la vida presente, Carrón nos enseña una verdadera personalización del carisma. Es como si delante de él no tuviera más remedio que echar cuentas con la propuesta que se me dirige, como si Julián me dijera: «Prueba, verifica que esto es verdad ahora; yo lo he hecho, ¿qué te impide hacerlo a tí?». Nada más empezar el acto llegó el Obispo, directamente desde la Plenaria de la Conferencia Episcopal en Madrid. Nos llenó a todos de agradecimiento. Al final, monseñor Reig Plà recogió en tres frases conmovedoras como no había que temer el drama de la vida, pues tenemos un aliado: el corazón. Recordó cómo había conocido a Julián y cómo ahora descubría que el Señor le había puesto en su camino para conocer Comunión y Liberación. Luego, repitió lo que nos confesó en la misa por el primer aniversario de la muerte de Giussani: cómo le conmovió ver a monseñor Angelo Scola emocionarse cuando Giussani se acercó a Juan Pablo II para leer su intervención en el encuentro de los movimientos con el Papa en Roma, en 1998. En la cena con Carrón estuvo también el rector de la Universidad Católica, José Luis Mendoza. Julián testimonió cómo ha sido su camino personal: se había tomado en serio la propuesta que se le hizo en los años de Seminario y, aunque contaba con una relación con el Señor satisfactoria, notó en un momento dado que tenía que verificar su correspondencia con la vida. Fue entonces cuando empezó a medirse con la experiencia de CL para comprobar que le fe no es algo ajeno a la razón, sino su culmen. Afirmó también que la Escritura sin su pervivencia en la concreción de la carne no basta.
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