Los primeros empezaron después de la universidad. Son el grupo de la secretaría de la Fraternidad, que a través del servicio al movimiento han aprendido a compartir la vida
El prior del grupo es Terenzio, el que en los Ejercicios de la Fraternidad de Rímini da las indicaciones para salir de los pabellones, o nombra a los encargados de hotel que «no se han pasado todavía por la secretaría». Sus confraternos son aquellos que junto a él ponen en pie los Ejercicios de Rímini y otras manifestaciones del pueblo de CL.
Los primeros empezaron con Terenzio hace más de veinte años. Eran un grupo de amigos de la universidad lleno de frescura, y se les pidió la disponibilidad, como servicio al movimiento, para organizar la secretaría de la recién nacida asociación laical Fraternidad de CL (cuyo momento clave, los Ejercicios espirituales, constituía inicialmente un evento de dos o tres mil personas, y que en la actualidad implica a más de veinticinco mil). Precisamente en aquellos años 80 don Giussani delineaba el concepto de “fraternidad”, dando indicaciones para vivirla: tener una regla de oración, pagar el fondo común, reunirse periódicamente, sostener la obra del movimiento... «Precisamente –cuenta Antonella–, nosotros partimos de allí, de la obra. Sosteníamos el movimiento a través de la obra de la secretaría. Nos preguntábamos: ¿hacer un trabajo juntos significa ser un grupo de Fraternidad?». Estas preguntas han permanecido abiertas durante mucho tiempo, pero algunos momentos precisos de su camino de amigos han sido clarificadores: «Desde el principio –continúa Antonella– Terenzio nos repetía: “O lo que hacemos nos sirve a cada uno de nosotros, o es inútil”, como diciendo que podíamos ser los mejores organizando “eventos”, pero lo importante era la finalidad por la que entregábamos nuestro tiempo. Un buen acicate; no nos podíamos quedar ni siquiera en la satisfacción personal de organizar bien los Ejercicios ».
Gestos y personas
«Durante uno de los primeros Ejercicios –cuenta Terenzio–, don Giussani me dijo que debía estar con ellos no para preparar los Ejercicios sino por ellos, y que debía estar con ellos por mí. Y de esta forma, en la preparación y en el servicio he aprendido a preocuparme no del gesto en cuanto tal, sino de las personas concretas», aunque se trate de hacer los contratos con los hoteles, decidir el recorrido de los autobuses o preparar los avisos para los encargados de cada hotel. En una ocasión dijo don Giussani, interrumpiendo una reunión suya: «Gracias por lo que hacéis; dad las gracias a vuestras familias, que os posibilitan que lo hagáis; pero sobre todo hacedlo por Jesús». « De nuevo se derrumbaba nuestro modo de pensar –añade Antonella–, porque si hay alguien que te da las gracias significa que incluso el pequeño detalle que haces tiene un sentido, y dar las gracias a los demás es como decir que el mérito no es todo tuyo y que tienes la responsabilidad de cómo utilizas el tiempo; “hacerlo por Jesús” elimina de raíz cualquier pretensión sobre el trabajo o el peligro de enorgullecerse». Para el grupo de la secretaría, además, el hecho de ver cómo los responsables del movimiento prestan atención a la organización de cada detalle se convierte en una provocación para juzgar cómo se deben afrontar las cosas de la vida: «Por ejemplo –dice Antonella–, siempre me ha impresionado la atención con que se elige la música de entrada al salón. Es una mirada que tengo que aprender». A lo largo de estos años la vida de este grupo de Fraternidad ha estado marcada también por momentos dolorosos como la muerte en 2002 de Matteo, hijo de María y de Marco, que perdió la vida con 14 años en un accidente de tráfico. «Cuando murió Matteo –cuenta Terenzio– Marco me llamó desde urgencias a mí antes que a nadie. Me dije: “¡Esto es la Fraternidad! Es un vínculo mayor aún que el de la carne. Su mujer, María, dijo cuando fuimos a su casa: “Me costó mucho tener un hijo; el Señor me lo dio y me ha concedido el don de poder disfrutar de él durante catorce años”. No se puede vivir como antes delante de un testimonio así». O ante la desaparición repentina, al año siguiente, de Antonio Nespoli, un confraterno que siempre nos impresionó a todos por su sencillez, desde la que siempre dijo «sí». Era una persona que “estaba” y que “está”.
Nuevas entradas
No todos aquellos que ofrecen su contribución para la realización de los Ejercicios forman parte necesariamente de este grupo de Fraternidad (la preparación de los Ejercicios es verdaderamente una obra imponente que requiere la aportación gratuita de muchas personas), «pero estoy impresionado –dice Terenzio– de que muchos que han comenzado a estar con nosotros para organizar se han quedado por amistad», para compartir la vida y ayudarse en el camino hacia el destino. «Lo primero que vi –cuenta Noemí, secretaria de los Ejercicios 2005 y “nueva adquisición” del grupo de Fraternidad– era cómo trataban ellos esa tarea gratuita y las relaciones entre marido y mujer. Yo tendría que afrontar muy pronto el mundo del trabajo y el matrimonio, y pensé: yo quiero vivir así también, así que no me separaré de ellos». Concluye Terenzio: «Trabajar en la secretaría no agota la pertenencia al movimiento: si desapareciese la posibilidad de llevar a cabo este servicio, porque cambiaran las circunstancias de la vida, no disminuiría el ímpetu de vivir el grupo de Fraternidad para seguir al movimiento, para seguir viviendo con gusto y alegría cualquier aspecto de la vida».
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