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Huellas N.5, Mayo 2006

SOCIEDAD Tierra Santa / Entrevista al P. Pizzaballa

Historia de los franciscanos. Presentes desde hace 800 años

Lorenzo Salina

Los franciscanos en Tierra Santa

Todo empezó a comienzos del siglo XIII. En el Capítulo general de 1217, en el que se decidieron las líneas de desarrollo de la orden, los franciscanos se comprometieron a llevar el anuncio evangélico y el testimonio de su vida por todo el mundo. Por aquel entonces eran muy pocos, pero la decisión nacía del espíritu precozmente ecuménico del propio San Francisco. El mundo entero se dividió en “Provincias” franciscanas, y los frailes salieron de Asís dirigiéndose hacia los cuatro puntos cardinales. La iniciativa de los amigos de Francisco dio una vitalidad nueva al impulso misionero de toda la Iglesia: en el siglo XIV, los franciscanos llegarían al interior de Rusia, al Tibet y a Pekín. Una de las provincias fue la de Tierra Santa, también llamada de Siria o, en términos más genéricos, Ultramarina. Se extendía por todas las regiones de la orilla sur-oriental del Mediterráneo, desde Egipto hasta Grecia, y más allá. Al incluir la patria de Jesús, esta provincia fue considerada enseguida la perla de las misiones franciscanas. El mismo San Francisco residió allí durante unos meses, entre el 1219 y el 1220. Según muestran varios indicios históricos se ha constatado la presencia de algunos franciscanos al servicio del Santo Sepulcro ya en los años 1322-1327. En torno a 1333, fray Ruggero Garini consiguió que el sultán de Egipto le cediera el Cenáculo, junto al cual fundó un convento, gracias a la generosidad de la reina Sancha de Nápoles. Por aquel tiempo las autoridades musulmanas reconocieron oficialmente la presencia de los franciscanos como “oficiantes habituales” en la basílica del Santo Sepulcro. El asentamiento definitivo de los hijos de San Francisco en Tierra Santa, la posesión legal de determinados santuarios y el derecho de uso de los demás, se debe a la magnificencia de Roberto de Anjou, rey de Nápoles. Tras laboriosas conversaciones con el sultán, –gracias a la mediación de los franciscanos– el rey compró con dinero contante y sonante el Cenáculo y el derecho de uso y gestión del Santo Sepulcro. Y consiguió que los franciscanos fueran los que ejercieran esos derechos «en nombre y por cuenta» de la Iglesia católica. El Papa Clemente VI, en 1342, aprobó, ex post, el acuerdo al que se había llegado, y promulgó disposiciones para el buen funcionamiento del nuevo organismo eclesiástico–religioso: nacía así la Custodia de Tierra Santa. En 1347 los franciscanos se asentaron definitivamente en Belén, junto a la basílica de la Natividad. Su presencia también se fue afirmando aquí gradualmente, gracias a sucesivas adquisiciones. Aunque también se produjeron retrocesos, pérdidas y limitaciones, impuestas por los gobernantes turcos, la mayoría de las veces a instancias de las otras comunidades cristianas. Baste recordar la expulsión del Santo Sepulcro en 1551, y otros episodios de pérdida y recuperación parcial de derechos en las basílicas de Jerusalén y Belén, que se prolongaron durante tres siglos, de manera dramática a lo largo del siglo XVII, recrudeciéndose en el XVIII y en el XIX. Durante todo este tiempo, los franciscanos pidieron protección, directamente o por mediación de la Santa Sede, a las potencias católicas. Mediante una bula en 1623, el Papa Urbano VIII revalidó el deber de todos los príncipes católicos, además del Sumo Pontífice, de proteger a los franciscanos de Tierra Santa ya que sus “justos títulos” de posesión de los Santos Lugares son títulos de toda la Iglesia Católica y han de interesar a todos sus hijos.

La Custodia de Tierra Santa se encarga hoy de múltiples tareas en favor de los cristianos:
- Memoria. La Custodia conserva y mantiene viva la memoria del paso del Señor en 74 lugares santos.
- Pastoral. De la Custodia depende la pastoral de 29 parroquias y de 79 iglesias.
- Formación. Cuenta con 16 escuelas, a las que asisten unos 10.000 alumnos y en las que trabajan unos 400 profesores.
- Información. En sus oficinas trabajan 250 personas.
- Alojamiento. Las cinco hospederías aportan 500 plazas para los peregrinos.
- Asistencia. La Custodia se ocupa de tres residencias de ancianos y dos orfanatos.
- Ayudas económicas. A las familias cristianas de Tierra Santa, que reciben apoyos para la vivienda y becas de estudio para los hijos.
- Investigación. La labor científica se lleva a cabo desde diversos centros.
- Santuarios. La Custodia se ocupa de la atención de distintos santuarios en Galilea, Judea, Siria y Jordania.

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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