Desde hace tres semanas dos tercios de la universidad están bloqueados por jóvenes que han promovido huelgas en contra del CPE [Contract de premier emploi, Contrato de primer empleo]. Los eslóganes acusan al gobierno de favorecer la precariedad y el desempleo.
«Tendremos sólo aquello que sepamos conquistar». Esta frase apareció en los muros de la Sorbona durante los primeros días de huelga. Pero, ¿qué han sabido conquistar los promotores de la ocupación? Un millón de euros de daños, una antigua biblioteca devastada, movilizaciones para impedir con la fuerza a los estudiantes entrar en la universidad. El motivo de estas reacciones, en nuestra opinión, no es sólo de orden económico o político; no es sin más un problema de inserción profesional.
¿No es todo esto, tal vez, la expresión de un grito profundo y dramático que anima a los jóvenes? Este grito nace del verdadero y noble deseo de hacer de la propia vida algo grande y de vivir a la altura de este ímpetu. Aquello que se desea es necesario conquistarlo, es cierto. Pero es necesario en primer lugar saber con claridad qué es lo que se desea, para no ser instrumentalizados por aquellos que, gritando más fuerte que los demás, detentan el poder (como se ha verificado durante las huelgas). La pregunta que nos planteamos, por tanto, es: ¿por qué impedir las actividades universitarias? Pero, sobre todo, ¿qué propuestas, qué sugerencias, qué tentativas constructivas pueden brotar de una huelga cuya consigna es la violencia?
La urgencia más evidente que emerge de estos acontecimientos, como también de la violencia acaecida en la periferia, es la inmensa necesidad de una educación de este deseo, sobre todo entre los jóvenes. Para nosotros esta aspiración ha encontrado respuesta en el encuentro con los maestros y los lugares que han transmitido a nuestra libertad la riqueza del pasado, acompañándonos en un camino lleno de razones y de realismo. Es esta mirada profundamente realista la que nos lleva a darnos cuenta de que la precariedad y el desempleo existen ya en Francia, sobre todo entre los jóvenes. Nadie habla de ello en las manifestaciones. Nadie recuerda la tasa de paro, que alcanza el 22% entre los jóvenes, ya ahora, y no tras la puesta en marcha del CPE.
Observando lo que ocurre en otros lugares, en Europa y en el mundo, resulta claro que allí donde hay mayor protección y rigidez en las categorías de empleo hay menos trabajo, en particular entre los jóvenes. El trabajo aumenta sólo si la movilidad es mayor. Por tanto no es tan absurdo tratar de flexibilizar un mercado de trabajo esclerotizado que excluye sistemáticamente a los jóvenes; hay que hacerlo con el mayor cuidado posible y ofreciendo garantías a todos, pero hay que hacerlo.
Nuestra sociedad tiene necesidad de una educación que proponga de nuevo –y que permita volver a descubrir – la riqueza de nuestras tradiciones universitarias y el deseo de construir el bien común. Renacerá de esta forma una cultura fundada sobre el sentido positivo de la vida desde la certeza de una esperanza, una cultura que enseñe a cada uno la estima por sí mismo y por los demás. Todo esto a partir de las universidades, que nacieron y que siguen existiendo por este motivo. Estamos deseosos y disponibles para trabajar con todos para lograr este fin.
Estudiantes Europeos
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