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Huellas N.4, Abril 2006

IGLESIA Bogotá / Congreso

Don para toda la Iglesia, en camino hacia el hombre

Aníbal Fornari

En el mes de marzo, se congregaron en Colombia 32 obispos y 122 delegados de movimientos y nuevas comunidades para celebrar su primer congreso bajo el título de “Discípulos y Misioneros de Cristo hoy”, con el fin de profundizar en el servicio que los carismas prestan a la Iglesia. Entre los ponentes, Julián Carrón

El congreso estaba organizado por el Pontificio Consejo para los Laicos (PCL) y por el Consejo Episcopal Latinoamericano, CELAM. Junto a sus representantes, reunió a 32 obispos –entre ellos monseñor Filippo Santoro, obispo de Petrópolis en Brasil–, de los cuales 18 eran delegados de otras tantas Conferencias Episcopales nacionales, y a 122 responsables de 45 movimientos y nuevas comunidades provenientes de 23 países de Latinoamérica.
Benedicto XVI expresó su paterna cercanía a través del mensaje enviado por el cardenal Sodano, que se centró en el valor del encuentro y en la misión del discípulo. El Papa señaló aspectos esenciales para el caminar de la Iglesia «entre las persecuciones de este mundo y los consuelos de Dios». Por un lado, «ser discípulo de Cristo no es una situación transitoria que termina en un determinado momento, sino que requiere estar siempre a la escucha, aprendiendo y siguiendo al único Maestro, sin pretender llegar a ser él mismo maestro algún día. Por eso los condiscípulos han de considerarse entre ellos como hermanos. Por otro lado, el discípulo de Cristo no se limita a recibir sus enseñanzas como venidas de fuera. Comienza a serlo por un encuentro personal fascinante y perennemente actual con Él, que provoca una inefable relación de comunión y lleva a seguir sus pasos, a imitar su forma de vivir. Y esto con la entrega y convicción de haber encontrado el verdadero tesoro de la vida, ante el cual ninguna otra alternativa o insinuación tiene mayor interés». De ahí lo decisivo de ir hasta el fondo del propio carisma como don del Espíritu a la Iglesia: «el misionero no deja de ser discípulo, no da más de lo que él mismo ha recibido, no antepone sus propias ideas ni pretende el propio provecho, pues sabe que sólo es un “pobre siervo” que, con generosidad y competencia, contribuye a un renovado impulso evangelizador “en todos los campos en que se desarrolla la vida de los hombres de hoy”».

Nueva evangelización
América Latina es el mayor bloque de católicos del mundo: cuatrocientos millones de personas se reconocen tales. Claro que entre las complacientes estadísticas y la tendencia de la vida se evidencian también graves y crecientes desafíos. «En los últimos 10 años –señaló el cardenal Francisco Javier Errázuris, presidente del CELAM, en su saludo inaugural– descendió fuertemente el número de católicos en muchos países del Continente. En algunos hasta el 10%. Esto nunca había ocurrido en nuestra historia. Ha crecido la increencia sobre todo entre los jóvenes. Incontables bautizados ya no participan en la vida de las comunidades eclesiales [parroquias y asociaciones], ya no celebran el día del Señor». Tras dos siglos de censura de lo humano por el laicismo moderno que organizó los estados nacionales y la educación oficial desde mediados del siglo XIX también en Latinoamérica, esto ya no puede reducirse a nostálgico consuelo, pues hace tiempo que el sustrato cultural católico y la conmovedora religiosidad popular no son evidentes focos creadores de personalidad y de historia.
Monseñor Stanislaw Rylko, presidente del PCL, en su conferencia inicial “Los movimientos eclesiales y las nuevas comunidades: respuesta del Espíritu Santo a los desafíos de la evangelización, hoy”, y luego en su mensaje conclusivo del Congreso, subrayó la cuestión educativa como núcleo de trabajo del Congreso. Refiriéndose al reciente mensaje de Benedicto XVI a los obispos alemanes en Colonia, remarcó que hoy también aquí se trata de realizar una verdadera evangelización y no sólo una nueva evangelización. Más aún, con frecuencia se trata ahora de una auténtica primera evangelización, pues existe un nuevo paganismo mayoritario y no basta con tratar de conservar la comunidad creyente. La cultura dominante en nuestros días, como dictadura del relativismo, produce individuos fragmentados, débiles y mentalmente incoherentes. Esto subyuga también a una fe sentimental que reproduce un “cristianismo cansado” (en palabras de Benedicto XVI) y confuso, que se suma al moralismo mundano que enfatiza ciertos valores tenidos circunstancialmente como relevantes.

Un encuentro totalizante
Con palabras que también retomó el documento final del Congreso (coordinado por Guzmán Carriquiry, en el que se subraya la necesaria educación del yo en la experiencia del acontecimiento cristiano como la primera de las tres prioridades asumidas por los movimientos), monseñor Rylko advirtió que «está en crisis la capacidad de una generación de adultos de educar a los propios hijos, porque se considera a la libertad como ausencia de vínculos y de historia, porque se vive como si la verdad no existiera, como si el deseo de felicidad del que está hecho el corazón del hombre estuviera destinado a permanecer sin respuesta». ¿Qué hacer, entonces, sino recurrir a la contundencia de los hechos, antes que a los proyectos pastorales de escritorio que quedan en el papel? En la vida de las personas en los movimientos eclesiales, con su modo radical de ser cristianos en el mundo –prosigue monseñor Rylko– hay siempre un “antes” y un “después”. El secreto es el encuentro totalizante de la persona con Jesucristo vivo a través del carisma y su extraordinaria fuerza educadora. En su mayoría es gente que “viene de lejos” y que en el movimiento han revivido la experiencia de los primeros discípulos: «ven y lo verás».

Un evento que atrae
El tema central de la convocatoria fue la pregunta por la naturaleza del hecho cristiano y por el significado de las palabras cristianas. Para ello, los organizadores confiaron a Julián Carrón, responsable de Comunión y Liberación, la conferencia-base del Congreso: “Cristiano, o sea, discípulo de Jesucristo”. Las claves de la tarea que unifica todas las expresiones de este variado sujeto eclesial y social fueron expuestas por Carrón en tres decisivos pasos: “El despertar del yo”, “Un acontecimiento imprevisible e inaudito”, y “La victoria de Cristo es el pueblo cristiano”. Una pieza de antología, que despertó la atención estupefacta de los participantes al Congreso. «No basta hablar de Nueva Evangelización sin preguntarse por el sujeto que la llevará a cabo. Sería ilusorio darlo por supuesto, pues son muchos los hombres y mujeres de Latinoamérica que creen ya saber lo que es el cristianismo y no tienen curiosidad alguna de conocerlo. Por ello no es suficiente una estrategia propagandista para atraerlos a la fe, ni siquiera un poco más de formación o de vida interior. Hay que empezar a despertar el interés por Jesucristo y su Evangelio».
Sólo un Acontecimiento así atrae al yo en su totalidad y lo despierta en su núcleo crítico. El relativismo y el nihilismo son el resultado del olvido del yo y de la evaporación de la realidad. Esta dimensión verificadora, normalmente oscurecida, implica la conquista de un aliado con el que ya contamos: «Todas las dificultades que vive el hombre de hoy no consiguen arrancar de su corazón la espera de su plenitud humana. Es la naturaleza misma del corazón la que le espolea a esperar. Pero, al mismo tiempo, con frecuencia la dificultad de encontrar una respuesta le hace dudar de la posibilidad de un destino positivo». Para secundar este deseo de conocer tiene que intervenir la libertad ante el hecho sensible y audible de un encuentro humano excepcional en el que está implicado su destino. «Como quien está aún esperando que se desvele el rostro de la persona amada. Mientras permanece desconocido, la persona sigue moviéndose como le apetece. Sólo cuando la persona amada aparece el hombre tiene la claridad y la energía afectiva necesarias para una adhesión que implique todo su yo. Es ella la que permite al hombre serlo verdaderamente con todo su ser».

El método educativo
Los hombres en Latinoamérica, los jóvenes en especial, necesitan de este reinicio educativo. Y lo menos obvio es que exista el sujeto de la evangelización, este yo de educadores. Pero los hay y valen unos trazos para reconocerlos. Primero, Jesús Carrascosa, responsable del Centro Internacional de CL en Roma, interviene en el panel donde también presentan sus itinerarios educativos Neocatecumenales, Renovación Carismática, Focolares y Cursillos de Cristiandad: «Esta fue mi experiencia cuando conocí y seguí a Giussani: que también yo resultaba más persuasivo, incisivo y pedagógico. Cristo me llegaba a través de Giussani, que me hacía comprender la grandeza de mi yo en su dimensión de exigencia de totalidad e infinito y, por otra parte, la excepcionalidad del acontecimiento de Cristo como respuesta a esa exigencia. Cosa que cuando la había buscado por el camino de las ideologías nunca había sucedido. Que la fe consista en reconocer el atractivo de su presencia, que Dios se haya hecho hombre, compañía del hombre para su realización, para salvarlo no sólo en la vida eterna sino en esta vida terrena haciéndola cien veces más plena y feliz, es lo que determina el método educativo».

Caridad y obra
Después, Ana Lydia Sawaya. Privilegiando su experiencia, nacida hace años desde su encuentro con CL a través de la caritativa universitaria en Saô Paulo, interviene en el panel sobre la “Fantasía de la caridad”, junto a Focolares, Movimiento de Vida Cristiana, FASTA y Regnum Christi. Cuenta su experiencia con AVSI. «Don Giussani nos enseñó que la caridad es un don conmovido de sí; es un darse totalmente para la existencia, el crecimiento y la realización plena del hombre. Dios tuvo piedad de mí y de mi nada y me eligió porque se conmovió de mi mezquindad. De este juicio, que no es apenas un sentimiento sino el reconocimiento de un valor, es de donde se origina la verdadera caridad, infinitamente diferente de la mera generosidad. Experimentándose amado, el yo no existe sino en el amor y en la donación de sí. En la relación con otra persona –compartiendo sus necesidades que lo empujan hacia el destino y viviendo una capacidad nueva de perdón– ese yo está dispuesto a ir hasta el fondo, abierto hasta el fin, hasta la muerte, o sea, para la eternidad; así, para el otro ese yo es todo (...). Esto culmina en las obras que son realizadas y que son, ante todo, espectáculo para nuestros propios ojos». El neocatecumenal obispo auxiliar de El Callao, monseñor Miguel Irizar Campos, da la última e interpelante conferencia sobre “Los movimientos en la Iglesia local”, al par que señala el momento de la intervención de los obispos latinoamericanos bajo el lema “Movimientos eclesiales y nuevas comunidades: un don para acoger y valorizar”.

Disponibilidad del corazón
Ante la dramática pregunta “qué hacer”, con la que monseñor Stanislaw Rylko abrió este Primer Congreso de movimientos en vista de la preparación de la V Conferencia del Episcopado Latinoamericano y del Caribe (que se realizará en mayo de 2007 a los pies del santuario de Nuestra Señora Aparecida, en Brasil), quedan trazadas unas líneas sustantivas. Las palabras conclusivas del Presidente del PCL que pudimos apuntar, señalan cuál es la requerida disponibilidad del corazón: 1) sean fieles a sí mismos, al camino que les ha sido dado; 2) vivan la comunión entre ustedes y con la Iglesia, yendo al fondo del propio principio activo, porque es el mismo Espíritu Santo el que se los ha dado para toda la Iglesia en su camino hacia el hombre; 3) apóyense en el Papa, porque ustedes lo necesitan y el Papa los necesita a ustedes. La cuestión de “quién es el cristiano”, como signo de la conciencia que tiene la Iglesia en Latinoamérica acerca de la urgencia fundamental del momento que vive, según las palabras de Julián Carrón, no puede más que culminar con el deseo de que muchos hombres, en especial los jóvenes, puedan ver que el cristianismo no es un conjunto de nociones tradicionales, sino una vida plena en personas reales. Y, mediante estas personas, puedan comprobar que Cristo es un hecho presente, una conmovedora realidad, fuente de una esperanza concreta, la misma expresada al inicio de una gran historia evangelizadora por el rétor romano Mario Victorino: «Cuando encontré a Cristo descubrí que yo era hombre».

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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