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Huellas N.3, Marzo 2006

CULTURA Ciencia

El cosmos como signo de un Padre creador

Marco Bersanelli

“Intelligent Design”, o “Proyecto Inteligente”: es el movimiento neo-creacionista recientemente lanzado con gran estilo en EEUU, cuyas tesis han encendido el debate sobre la evolución en medio mundo. Sostienen que es demostrable empíricamente una intervención superior para explicar la aparición y la evolución de las estructuras complejas que caracterizan el mundo vivo. Es ciertamente un paso hacia adelante para el tradicional mundo creacionista americano, hasta ahora dominado por grupos fundamentalistas protestantes que han pretendido leer la Biblia como un texto de biología o de astronomía, llegando a conclusiones grotescas y facilitando las cosas a los que intentaban ridiculizar la fe judeocristiana en la creación del hombre y del mundo. Entre los del ID, en cambio, hay científicos formados en las mejores universidades americanas, bien preparados para aumentar la calidad del debate. Un mérito que todos deberían reconocer. Como consecuencia, se está incrementando la discusión en el plano científico sobre las teorías “neo-darwinistas”. Otro hecho sano. Si la evolución biológica es un hecho confirmado por innumerables pruebas fósiles y genéticas, el neo-darwinismo es sólo una teoría que intenta explicar sus mecanismos, y que no todos los expertos consideran satisfactoria. Una teoría injustamente exaltada por motivos ideológicos por parte de quien ha decidido que la “casualidad” tiene que ser el único árbitro del devenir. El propio término “neo-darwinismo” se ha convertido incluso en sinónimo de una posición filosófica más que de una hipótesis científica. Como documenta una reciente intervención de James D. Watson: «Uno de los dones más grandes que la ciencia –y especialmente el darwinismo– ha hecho al mundo es la continua eliminación de lo sobrenatural». Es la misma intransigencia de los vetero-creacionistas, esta vez al servicio del dogma materialista y cientifista. Pero, ¡atención! Muchas de las argumentaciones ID buscan la evidencia del diseño que guía la evolución de la complejidad biológica en las lagunas que afligen a las actuales teorías científicas. En esto recuerdan un poco la posición de Newton, que invocaba la acción directa de la fuerza divina para contrarrestar la fuerza de la gravedad, que si no habría colapsado el sistema solar. Una nueva forma de la vieja tentación de “demostrar” la existencia de Dios de forma experimental. Pero ¿cómo?, ¿el papel de Dios sería el de “tapar los agujeros” dejados por la ciencia? ¿No será que la fuerza de la gravedad y las otras cosas que la ciencia de alguna forma “explica” no proceden también de Dios? Y además, si los agujeros se llenan, ¿qué pasa con Dios? La Iglesia nos enseña que Dios, más que un Ingeniero es un Padre, que saca al universo de la nada y sostiene la existencia de sus criaturas en cada instante. Y también crea el instante, porque también el tempo es criatura suya. Admirable es la síntesis de don Giussani: «El cosmos entero es como la periferia última de nuestro cuerpo». La belleza del cosmos y la complejidad de la vida son signo del Creador: Su diseño bueno no depende de una improbable demostración matemática, sino que se ofrece a la libertad del hombre en el signo de la creación. Y (¿por qué no?) incluso lo que nosotros, comunes mortales, llamamos “casualidad” podría haber jugado un papel en el gran diseño del universo. ¿Quiénes somos nosotros para juzgar cómo debería haber hecho las cosas el Creador? La personalidad auténticamente religiosa está totalmente abierta a la búsqueda de la verdad, sin ningún tipo de preconcepciones ideológicas. El hombre libre y racional no pone condiciones a la libertad de Dios. Puede en cambio admirar su obra, también gracias a la ciencia, si no está ofuscado por el prejuicio.

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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