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Huellas N.11, Diciembre 2005

CL Historias / África for USA. La paradoja de la caridad

Experiencia educativa de dos escuelas en Kenia

Filippo Cavazza

Según las estadísticas, Kenia parece estar en el buen camino para generalizar la educación elemental. Desde 1963 hasta hoy se ha pasado de 6.000 a 18.000 escuelas primarias. Al terminar el largo régimen de Moi, en 2002, el gobierno introdujo la educación gratuita. Hoy en día prácticamente el 95% de los niños y niñas acuden a la escuela primaria y el 50% a la secundaria. Uno de los objetivos del milenio de las Naciones Unidas (educación primaria para todos antes de 2015) parece estar al alcance de la mano, es un caso único en el contexto africano.
«Sin embargo, se trata de una instrucción extremadamente formal, sin ninguna relación humana con el niño o con el adolescente». Los que dicen esto son Valerio Valeri y Alfonso Poppi, sacerdotes de la Fraternidad de San Carlos Borromeo, misioneros en Kenia desde hace varios años. «Tras la fría realidad de las cifras se esconde otra verdad: una enseñanza escolar rígida, de conceptos, centrada en las notas».
Los dos sacerdotes tienen larga experiencia en el ámbito educativo. El padre Valerio llegó a Kenia en 1986 junto con algunos Memores Domini por indicación de don Giussani. Desde 1991 dirige la escuela profesional san Kizito. El centro, financiado gracias a las campañas de Navidad de AVSI, ofrece diferentes cursos de formación: para mecánicos, carpinteros, electricistas, administrativos y técnicos de informática. «Ante todo queremos que la escuela proporcione a los jóvenes que acuden a ella la calificación y la competencia necesarias para ser hombres. No nos conformamos con buenos profesionales. Queremos que comprendan que su vida tiene un significado, en una realidad –como la de Nairobi y sus paupérrimos suburbios– donde fácilmente se concibe la vida como una tragedia que nunca termina».
Valerio habla con orgullo de sus estudiantes que, una vez que acaban, trabajan por su cuenta o se asocian para montar cooperativas. También da clases de religión en el colegio Cardenal Otunga, obra que nació por iniciativa de unos padres y profesores de CL. «La directora, Verónica, dio clases durante siete años en otros centros, pero no para de decirme que aquí todo es diferente. Susan, una alumna de primero, dice que en esta escuela por fin se le trata como persona. Sí, porque en Kenia todo se orienta hacia la competencia. Hasta los profesores “alimentan” el conflicto, manteniendo al alumno a cierta distancia o castigándole severamente –muchas veces con una vara– si no se porta bien».
Alfonso Poppi, que está en África desde 1973, primero como profesor y luego como sacerdote, nos explica: «Antes de venir a nuestra escuela también algunos de nuestros profesores estaban acostumbrados a métodos más bien punitivos». En la guardería Emanuela Mazzola, corazón gozoso de la parroquia de Kahawa Sukari, junto a la escuela primaria Urafiki (en kiswahili, amistad), no sucede nada de esto. «Hemos puesto a prueba el método que don Giussani expone en Educar es un riesgo. Y hemos obtenido buenos resultados, tanto en términos numéricos (en pocos años hemos pasado, en la guardería, de tener 20 niños a 80), como por lo que supone de satisfacción para la comunidad: padres, profesores y niños. En especial me conmueve ver a los profesores felices y contentos de poder comunicar su vida». También en la Escuela Elemental las cosas van bien: el año próximo abriremos dos clases nuevas.
Todas las semanas los profesores se reúnen con el padre Poppi para trabajar juntos sobre Educar es un riesgo. «A lo largo de estos años se han ido consolidando los lazos entre ellos, venciendo incluso los prejuicios étnicos. Entre otras cosas, han caído todas las barreras en la relación con los niños y han comprendido la importancia de las entrevistas personales familia-maestro, quizá sea el único sitio donde se hace en Kenia». Don Alfonso habla conmovido de algunos niños, procedentes de otras guarderías, que han dejado de lado su timidez y han empezado a hablar. «Uno de ellos –prosigue– entró en el despacho de la directora y se encontró con sus padres, que estaban allí para la entrevista; casualmente estaban los dos, puesto que estaban separados. Tuvo la libertad de decirles que esa situación le hacía sufrir. Al final, el padre y la madre volvieron juntos a casa con el pequeño». «Ese niño había experimentado la libertad que hemos aprendido de don Giussani».

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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