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Huellas N.11, Diciembre 2005

CL Historias / AVSI. Desde la caritativa a las obras

Octubre de 1971

Arturo Alberti

La marcha al Congo de un joven médico recién licenciado que llevaba en el corazón la experiencia de GS. En 1973, junto con algunos amigos, fundó lo que hoy conocemos como AVSI, para sostener y seguir a quienes partían de misión por todo el mundo

En octubre de 1971, mi mujer, embarazada de dos meses, y yo, un joven médico licenciado hacía un año, partimos hacia Kiringye, República del Congo. Íbamos a colaborar en la realización de un centro médico y social promovido por la Comunidad de La attesa, un grupo misionero en el que participaban dos amigos de CL –Letizia Vaccari y Ezio Castelli–, el padre javeriano Meo Elia y otros laicos que pertenecían a otras experiencias eclesiales.
Leticia vino a recogerme al aeropuerto de Bujumbura con un viejo Land Rover. Mi mujer, Valeria, se sentó delante y yo me coloqué detrás, entre cestas de verduras y mercancía variada que Leticia había adquirido en la ciudad. Durante el trayecto, que duró algunas horas, contemplaba la sabana africana, las cabañas, ese paisaje tan nuevo para mí. Me preguntaba por qué me encontraba allí para emprender una aventura que me inquietaba, tanto desde el punto de vista profesional como familiar. Tenía la percepción clara –que más adelante cobraría forma de conciencia madura– de que todo lo que estaba sucediendo era consecuencia del encuentro que ocho años atrás habíamos tenido con el grupo de Gioventú Studentesca en el Liceo Clásico de Cesena.

Caritativa
En esos años había experimentado una pertenencia que cambiaba mi vida en todos sus aspectos, incluso en los más banales y cotidianos. No habría aceptado la propuesta de dedicar un tiempo de mi vida (aún no sabía cuánto) a la población africana de Kiringye si no hubiera experimentado qué es la gratuidad acudiendo a la caritativa semanal. Durante años, todos los domingos íbamos a las parroquias rurales a jugar con los niños o a las residencias a acompañar a los ancianos.
Mientras con cierto temor llevaba hacia la más recóndita sabana africana a mi mujer, que esperaba nuestro primer hijo, tenía la seguridad de que estaba siguiendo una historia buena, porque don Giussani me había propuesto algo que era para la realización de mi vida.
Ya había vivido otro momento de conciencia tan intensa. Fue en septiembre de 1966, durante las vacaciones de universitarios de Cesena. Don Giussani vino a una asamblea y yo planteé delante de todos una pregunta: «Hace unos meses interrumpí mi relación con Valeria, una chica que está aquí. Creo que la quiero, pero también pienso que podría hacerme sacerdote. Querría comprobar esta posibilidad. ¿Qué debo hacer?».
Don Giussani me dijo: «Tu planteamiento del problema es equivocado e ideológico. Existe un hecho concreto: el encuentro con una persona. Y debes ir hasta el fondo de él. Si el Señor quiere otra cosa de ti, sabrá demostrártelo». Tomé en serio la indicación de don Giussani y en 1970 me casé. No he vuelto a tener dudas sobre mi vocación.

Contra la ideología tercermundista
En 1973, a la vuelta de África, fundamos AVSI con algunos amigos de Cesena. La finalidad era sostener el trabajo de las personas que continuaban con su compromiso misionero en Kiringye.
Esta hermosa aventura humana llamada AVSI, a la que todavía hoy sigo fuertemente vinculado, no nació como un proyecto de desarrollo del Tercer Mundo elaborado sobre la mesa (y eso a pesar de que en los años setenta la ideología tercermundista era muy fuerte e influyente). Nació para sostener a los amigos con quienes había recorrido una parte del camino y para ayudar a las personas de allí que me habían conmovido por su pobreza y su enorme deseo de lograr una perspectiva de vida mejor: el mismo deseo de felicidad y de cumplimiento que teníamos mi familia, mis amigos y yo.
La posterior evolución de AVSI en África, América Latina, Oriente Medio y Europa del Este, fue determinada por encuentros con personas concretas y no por estrategias elaboradas en abstracto. En los años setenta, AVSI apoyó a algunas personas que estaban en el Congo. A principios de los años ochenta, asumimos la responsabilidad de sostener el trabajo que el doctor Enrico Guffanti y sus amigos de Varese habían puesto en marcha en el norte de Uganda, a finales de 1969.
En 1981 se desarrolló el primer proyecto –minúsculo– de formación profesional en Belo Horizonte, para asegurar un mínimo de protección social y legal al matrimonio Brughera y a Rosetta Brambilla. Rosetta tuvo un percance en la mano y se dañó dos dedos. Don Giussani nos pidió que hiciéramos algo para proteger a estos amigos de la misión de Belo Horizonte, junto a Pigi Bernareggi.

En Brasil
De esta manera tan sencilla comenzó la presencia de AVSI en Brasil. Allí, en los años siguientes, se realizaron proyectos de mejora de viviendas en las favelas, con la implicación de decenas de miles de personas.
Nunca olvidaré la inmensa emoción que experimenté en junio de 1983, cuando aterricé por primera vez en Belo Horizonte con el ingeniero Roberto Minguccci, de Riccione. Desde arriba vi la tierra roja que tantas veces había cantado en nuestros encuentros de GS. Mientras abrazaba al padre Pigi Bernareggi, que me había ido a recoger al aeropuerto de Pampulha, sentí con todo el corazón que caminaba inmerso en una historia que desde don Giussani y a través de muchos amigos llegaba hasta mí.
En 1984, en el treinta aniversario del movimiento, Juan Pablo II lanzó su gran desafío: «Id al mundo entero a llevar la verdad, la belleza y la paz que se encuentran en Cristo Redentor». Don Giussani recogió inmediatamente la invitación.

Comisión Internacional
Desde 1984 hasta 1990 participé mensualmente en la Comisión Internacional con don Giussani y otros responsables del movimiento. El objetivo era, en concreto, estudiar cómo podía ser AVSI cada vez más una obra al servicio de una presencia.
Durante aquellos años creció enormemente nuestra labor en Uganda y en Brasil, y se pusieron en marcha proyectos en Kenia, Nigeria, Paraguay, Argentina, Chile, Méjico y Polonia.
A principios de los noventa, la vinculación con la Compañía de las Obras fue un paso decisivo para el crecimiento de AVSI, como se puede deducir de algunos hechos que acontecieron:
- La puesta en marcha de la iniciativa de la campaña de Navidad. Ello implicaba la creación de una red de colaboradores en todas las regiones italianas. Hubo una gran repercusión positiva que se vio reflejada en la obtención de la financiación necesaria para realizar proyectos y en la posibilidad de dar a conocer AVSI por todo el territorio nacional.
- El nacimiento de AVSI Network, una red de organizaciones no gubernamentales del norte y sur del mundo (hasta hoy unas 20), entre las que se encuentra la española CESAL. Éstas, al adherirse a AVSI, han hecho más eficaz la respuesta a las necesidades de las personas que van conociendo.
- En 1996 tuvo lugar el reconocimiento de AVSI en el Consejo Económico y Social de la Naciones Unidas (ECOSOC), con el consiguiente derecho a recibir contribuciones en las áreas de su competencia. De este modo se ha abierto la posibilidad de llevar adelante un importante desafío cultural para el sostenimiento de los puntos más significativos de la tradición cristiana y de la Doctrina Social de la Iglesia (el valor de la persona, la familia, la educación y el principio de subsidiariedad), en estrecha colaboración con las representaciones diplomáticas de la Santa Sede.
AVSI está presente hoy en 28 países de África, América Latina, Oriente Medio y Europa del Este, con 77 proyectos y programas plurianuales en los sectores de la salud y sanidad pública, infancia, educación y formación profesional, recuperación de las zonas urbanas deprimidas y del medio ambiente, agricultura y acciones de emergencia y ayuda humanitaria.
Recibe financiación y colabora con el Ministerio de Asuntos Exteriores italiano, la Unión Europea, varias agencias de las Naciones Unidas (UNICEF, UNCHS-Habitat, UNDP...), entidades internacionales como el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo; coopera, además, con entidades locales (regionales, provinciales y municipales), con instituciones internacionales de solidaridad y con asociaciones gremiales, empresas y particulares.

Después de cuarenta años
En este camino se han implicado muchas personas: los voluntarios que han dedicado gran parte de su vida a personas necesitadas; los amigos de Italia que gratuitamente nos han sostenido y nos sostienen con su tiempo y con sus recursos, ya sean financieros, culturales o profesionales; y los empleados de la asociación que viven su trabajo con gran sentido de dedicación y disponibilidad. Todo esto me conmueve, me ayuda y me hace crecer.
Don Giussani me dijo un día: «Recuerda siempre que, después de tu familia, lo más hermoso que has generado es AVSI. No renuncies nunca a la paternidad de lo que has generado y, por encima de todo, sigue». Esto me dio un nuevo impulso para afrontar la responsabilidad ante una obra que ha incidido profundamente en mi vida y que vivo como un gran don del Señor y de la compañía a la que pertenezco hace ya más cuarenta años.

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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