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Huellas N.10, Noviembre 2005

IGLESIA Sínodo de los Obispos

En la barca de Pedro. Una comunión guiada

Massimo Camisasca

Del 2 al 23 de octubre se celebró en Roma el Sínodo de los Obispos sobre el tema de la Eucaristía. Un órgano mediante el cual el Papa, de forma periódica y sobre temas previamente fijados, convoca a los obispos para conocer lo que piensa la Iglesia y de qué manera vive

¿Qué nos enseña el Sínodo de los oObispos acerca de la realidad de la Iglesia, más allá de los temas tratados? Que la Iglesia es una comunión de personas guiadas por una de ellas que no es necesariamente el mejor o el más inteligente (aunque en el siglo pasado y en éste que empieza haya habido muchos papas extraordinarios y muy inteligentes), sino aquel que Jesús elige. Pedro y sus sucesores.
En muchas ocasiones don Giussani ha hablado de la Iglesia como de una comunión guiada de forma autorizada. «Koinonia o communio se usan para hablar de la Iglesia como tal, a modo de sinónimos del término ecclesia, para indicar la unidad del pueblo de Dios en cuanto hecho social que ha tomado ya forma de institución y estructura social nueva. (…) Hemos visto también que uno de estos obispos ocupaba una posición especial, el de Roma, al que se exponen las cuestiones sobre las que hay controversia y con quien se busca asegurar una unión última que sepa trascender el debate de esas cuestiones». (Por qué la Iglesia, p. 133 y p. 139).

La guía de la Iglesia
¿Qué quiere decir? ¿Cómo no confundir la comunión con la democracia y esa “guía de forma autorizada” con el autoritarismo? ¿No son éstas las acusaciones que se le hacen hoy a la Iglesia? ¿Por qué la Iglesia no es una democracia?
Recordemos el momento en que Jesús preguntó a los apóstoles: «¿Quién dice la gente que soy yo?». Y la gente no sabía quién era. «Bienaventurado tú, Simón Pedro…». Lo que hemos recibido gratuitamente, la vida nueva que nació a partir del encuentro con Jesús a través de una comunidad de hombres, no ha nacido gracias a nosotros. Por mucho que lo hubiéramos pensado no habríamos podido crear algo así. La comunión no nace de un consenso entre los hombres, de un pacto de mutua colaboración, es una unidad que nace de la atracción que Jesús ejerce sobre cada uno de nosotros, de la fuerza de su Espíritu que hace de todos nosotros una sola cosa. La unidad de nuestros pensamientos y de nuestros corazones no nace de un acuerdo que salve las diferencias, sino del hecho de convertirnos a Él. Es evidente que nuestro camino para manifestar esta comunión necesita tiempo y se realiza incluso a través de nuestros errores e indecisiones. Necesita también limar las diferencias, crear consenso, acuerdo. Necesita una guía. Éste es el lugar que ocupa el Papa, que no sustituye a Jesús, único guía verdadero de su Iglesia, sino que le representa, como lo hace toda verdadera autoridad en las comunidades, pequeñas y grandes, de la Iglesia, si bien con una promesa especial de ayuda por parte del Señor de la que nadie más goza.

Para una comprensión más verdadera
La realidad de la Iglesia, que está presente en cualquiera de sus comunidades auténticas, se muestra de una forma particular en el Sínodo de los Obispos. Querido por el Concilio Vaticano II y creado por el papa Pablo VI, es un órgano con el que el obispo de Roma, periódicamente y sobre temas fijados previamente, quiere saber lo que piensa y lo que vive la Iglesia.
También él necesita de los demás para guiar la casa que Jesús le ha confiado. Necesita escuchar, reflexionar, gozar del parecer y de la experiencia de los demás para discernir lo que debe decir a la Iglesia. Lo que dirá no se corresponderá necesariamente con lo que ha oído, pero también para él entrar en el pensamiento de Jesús implica el largo camino de su trabajo como hombre.
El Sínodo de los Obispos nos enseña, de este modo, el camino hacia una comprensión más verdadera y completa de la verdad y de la vida: la autoridad sabe bien a dónde ir y hacia dónde guiar porque el camino lo ha trazado el Señor, a partir de la experiencia que ha vivido con los apóstoles, pero al mismo tiempo necesita escuchar la experiencia de las Iglesias. Lo que ellas viven puede iluminar de forma decisiva el modo de caminar. Al igual que en 1985, cuando don Giussani fue nombrado padre sinodal en el Sínodo dedicado a los laicos, también en este Sínodo dedicado a la Eucaristía, el Papa ha querido escuchar a nuestro movimiento y ha nombrado a Julián Carrón entre los padres sinodales.

Fundamento común
Al comenzar las tres semanas de trabajo, Benedicto XVI, en una intervención que hizo en el aula después de la oración, insistió mucho en los temas que he tratado de esbozar aquí, subrayando que «la gran obra de la misericordia, (que es) ayudarnos los unos a los otros para que cada uno pueda encontrar realmente su propia integridad, su funcionalidad como instrumento de Dios, exige mucha humildad y amor (…). (Es necesario) no sólo corregir, sino también consolar, compartir los sufrimientos del otro, ayudarle en las dificultades».
Y añadía: «Tened el mismo gusto por las cosas, tened la misma visión fundamental de la realidad, con todas las diferencias que, no sólo son legítimas, sino que también son necesarias». ¿Y cómo es posible esto? «Compartiendo juntos la fe, que no ha sido inventada por ninguno de nosotros, sino que es la fe de la Iglesia, el fundamento común que nos conduce, en el que estamos trabajando y trabajamos».

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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