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Huellas N.8, Septiembre 2005

SOCIEDAD Meeting 2005

Educación. El corazón de la experiencia

Luca Doninelli

Contra los malos maestros, el testimonio de quien pone en el centro al hombre y su sed de libertad

Clausurado este Meeting memorable, lo que queda es el centro vital que el Meeting ha activado. Y, a juzgar por el número de actos a él dedicados, el centro es sin duda la cuestión educativa.
Lleva cincuenta y un años siendo el corazón mismo de nuestra experiencia, el interés que nos apremia, la punta de lanza de nuestra presencia cultural. Y cada vez más, año tras año, no es “un” problema, sino “el” problema cultural (y no solo) de nuestro tiempo.
«Despojadnos de todo –decía don Giussani– pero dejadnos la libertad para educar». Es el problema clave que incumbe a nuestra civilización: el extravío de nuestra tradición, la imposibilidad (teorizada de forma maligna) de comunicarla, la negación de una experiencia buena que nos permita crecer, llegar a ser hombres libres y adultos. No es un problema católico: tiene que ver con todos, cristianos y musulmanes, creyentes y ateos.
Imposible resumir toda la riqueza de actos celebrados, que van desde la presentación del libro El sujeto ausente, de Massimo Borghesi (Encuentro, Madrid 2005), a la mesa redonda con el profesor Charles Glenn de la Universidad de Boston y don Giorgio Pontiggia, rector del Instituto Sacro Cuore de Milán, culminando en la presentación de la nueva edición italiana de Educar es un riesgo, de Luigi Giussani, con Giorgio Chiosso, profesor de Historia de la Educación en la Universidad de Turín, Onorato Grasssi, profesor de Historia de la Filosofía en la Lumsa de Roma y Alessandro Profumo, Administrador Delegado de Unicrédito Italiano.

Metodologías complicadas
Don Giussani reiteró constantemente la urgencia del problema educativo. El nexo entre educación y libertad, razón y experiencia, que está en la base de todo su pensamiento, ha sido letra muerta para los bienpensantes de nuestra sociedad, palabra gritada en el desierto. Entre tanto, asistíamos al derrumbe de la educación, a la caída (teorizada por los catedráticos) de las ideas de experiencia y de tradición. Muchos pensaron que se trataba de reequilibrar la relación entre escuela y sociedad, escuela y cultura, escuela y mundo laboral. Se introdujeron metodologías cada vez más complicadas, manuales repletos de cosas inútiles, mientras los jóvenes se quedaban cada vez más solos y desesperados (y adelante con los psicólogos, terapias de grupo, etc...).

Nuevos encuentros
Por eso conmueve que un profesor como Glenn, norteamericano, truene contra los «defensores del control estatal de la instrucción», que todavía «insisten en que las escuelas basadas en una cierta idea de fe constiruyen una amenaza para la vida social y cívica». Una vez vaciado el concepto de experiencia, aunque la experiencia demuestre lo contrario de lo que ellos dicen, no importa...
También es conmovedor que el profesor Chiosso, tras ilustrar las razones de la importancia del método educativo de Giussani, se quite mérito por haber hecho algo “nimio”, en su opinión, como insertar el nombre de Luigi Giussani entre los gigantes de la educación del siglo XX en un manual suyo. Y pensar que este nombre sigue siendo excluído de casi todas las bibliografías católicas...
Y llama la atención escuchar a Alessandro Profumo, un profano en la materia, pero sin duda un hombre inteligente, que comparando con su experiencia de trabajo las palabras de Educar es un riesgo destaca su conveniencia y el interés que revisten no solo para la dimensión moral y espiritual, sino para el hombre en su conjunto, también para el homo aeconomicus.

La aventura de la vida
Me impresionan siempre las palabras de don Giorgio Pontiggia: una experiencia educativa que cuenta con más de treinta años en las barricadas, otorga genialidad e imprevisibilidad a sus palabras, como cuando espeta: «¿Por qué estamos a disgusto? Pero no solo nosotros, los cristianos, sino cualquiera que tenga una brizna de humanidad, ¿por qué? ¿Por qué se siente como un pez fuera del agua? Porque lo que interesa es la vida, no las ideas: o las ideas explican la vida, o la vida es una adivinanza, como decía Renzo Arbore, un agudo humorista de la televisión italiana. «Si hubiesen preguntado a mi abuela cuál era la naturaleza del agua no habría dicho H2O, habría dicho: “¡Quita la sed!”, porque el significado de una cosa es su finalidad. Pero para saber que quita la sed necesitas saber para qué existe, que es tu sed». Y concluye: «La cultura se forma al aplicar este principio a todo, incluso al álgebra».
Comprender y gustar la genialidad y la belleza que están en el origen de esta actitud es la única aventura que da sentido a la vida. Lo demás es burocracia: católica tal vez, pero burocracia.

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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