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Huellas N.8, Septiembre 2005

PRIMER PLANO La Thuile

Como un relámpago en la niebla. Vuelta a la realidad

Luigi Amicone

Ochocientos jóvenes y adultos procedentes de setenta países participaron en la Asamblea Internacional de responsables del movimiento. Cada uno llegaba con su propia experiencia y fue testigo para los demás del amor de Cristo al hombre. Un acontecimiento que va en dirección contraria a todo dualismo y nihilismo que nos separan de la realidad

Allí estábamos, como cada año, en La Thuile, en la cuenca valdostana en donde las montañas dominan imponentes sobre la llanura, y en donde el cielo, pobrecillo, se retira casi a una esquina. Gracias a Dios han sido cuatro días de buen tiempo, y el de la excursión el mejor de todos, con el cielo de un azul intenso, un sol deslumbrante y una brisa ligera, como cuando vas navegando por el mar y toda la potencia de la naturaleza se pone a tu favor. Y así han transcurrido este año las vacaciones-Asamblea Internacional de Responsables, en la corte de los hosteleros Graziano De Bellini y su amigo Igino, tándem de Padua que ha construido un pequeño imperio de turismo inteligente. Con don Gius que nos escuchaba desde “el alto Misterio” y nosotros, todavía de paso bajo las imponentes cumbres del Mont Blanc, con el compañero de habitación no tan extranjero como para no reconocerle enseguida como uno de nosotros. «Daos razones de la esperanza que hay en vosotros». Y «la esperanza no defrauda» ha sido el leit-motiv de nuestra media semana de trabajo, la razón que nos ha convocado y provocado a una escucha y un diálogo con ochocientos jóvenes y adultos procedentes de las comunidades de CL de setenta países del mundo. Lo primero, el orden del día, el cauce dispuesto para canalizar la experiencia como camino a la verdad: despertar (a las ocho), desayuno, laudes, asamblea (en los días impares), lección (en los pares), cantos y música clásica (siempre), Eucaristía, testimonios del mundo (noche), silencio («a las 00,30», Mr. Carras). Se nos propone un clima de silencio que propicia la conversación con el compañero de ventura y la atención al sentido que nos reune.

Como niños
Trabajo –todo es un trabajo en la vida, incluso en sus ramificaciones aparentemente más irrelevantes– para adherirse al Misterio que nos crea, a ese «algo dentro de algo», así se nos ha dicho, que desbarata la opacidad del tran tran de las cosas, y que finalmente nos hace ver y gozar de ese «más allá» original, que sobrepasa siempre nuestras imaginaciones, y del que está constituida la realidad. «Si no os hacéis como niños, no entraréis jamás». Volver, entrar y ver, este es un buen trabajo. Restablecer esa relación original con la que el niño va de una cosa a otra, adhiriéndose sin idolatría, usando el mundo a su gusto, encontrándose plenamente a sus anchas, sin anteponer ningún pensamiento abstracto a lo que experimenta: sí, esto produce una experiencia del mundo tal como lo ha hecho Dios. «A pesar de todo [la guerra y el Holocausto de seis millones de judíos; ndr] me parece que el mundo, tal como lo ha hecho Dios, es bueno» (H. Arendt). Tan bueno que todo niño se encuentra agusto, no solamente como un monito, un árbol o una piedra, sino justamente como ser hecho a imagen y semejanza de Dios, constituido en una dependencia original y amorosa. Y, claro, todas las cosas son buenas, pero tu madre, el rostro de tu madre, tu padre o tu amada estremecen tu conciencia como ninguna otra cosa, como saltó Juan en el seno de Isabel, como se iluminó el rostro de Isabel al abrazar a María.

La crisis actual
Julián Carrón dice al comienzo de su lección, citando a Arendt: «la ideología no es la ingenua aceptación de lo visible, sino la cancelación inteligente de la realidad». La crisis de la época actual, que penetra como rémora y como tentación en cada uno de nosotros se sitúa exactamente en este punto. «Dificultad para reconocer ese “algo dentro de algo”. Reducción de la realidad a apariencia. Y por tanto relación con la realidad que deja fuera al Misterio. Esto es lo que podemos llamar dualismo. Por una parte la realidad, por otra el Misterio [que, si existe, no tiene nada que ver]». «Un yo constituido previamente al que luego se le añade algo». Un yo que se constituye previamente, con independencia de la realidad. De aquí resulta una yuxtaposición, la imposibilidad de un «conocimiento amoroso». Es el comienzo de la victoria del nihilismo. Y no sale bien parado el acontecimiento cristiano, que hoy en día es a menudo ignorado hasta en su dato más elemental de crónica (incluso en el corazón de la aldea global, en esa capital de la comunicación e información mundial que es Nueva York: «Pero, ¿por qué son tan críticos los periódicos con la Pasión de Gibson? ¿Quién es este Jesús?» preguntaba una colega a Giovanni Cesana, médico e investigador en una importante universidad neoyorkina). Y hasta para quien le conoce, ¿qué es Cristo? «Cristo no es ya una autoridad, sino un objeto sentimental; Dios es un espantapájaros y no un amigo». De esta ignorancia y, sobre todo, de la ausencia de un método, de la falta de compromiso de la razón, nos ha liberado el carisma, dice Carrón. «Identificarse con don Giussani es ensimismarse con un método». O no es más que una nada sentimental. «Giussani no nos ha dejado un grupo de espiritualidad, sino un cambio de alcance histórico para responder al drama de nuestra época, que es la enemistad con el Misterio». Porque lo que está en crisis «es nuestro nexo misterioso con la realidad», prosigue Julián citando a María Zambrano. Así «se rompe el nexo con lo que sustenta nuestra vida ». Pero si perdemos el nexo con lo que alimenta nuestra vida, ¿cómo miraremos a nuestros hijos? ¿Qué les salvará de la mirada petrificadora de nuestra medida? ¿Y del Poder?

Vivir la realidad
Y este es el punto de partida, el primer paso del método, el primer acto razonable: vivir la realidad, vivir la razón como ventana abierta a la realidad en la totalidad de sus factores, es decir, hasta llegar a la afirmación del Misterio, que es su razón de ser. Es la vida de la que nace nuestro movimiento –Carrón cita una carta de don Giussani a Angelo Maio de 1946, cuando don Gius tenía 24 años–, es un “tú” amigo, es «esa vibración inefable y total ante las cosas y las personas». «Volved a leer el capítulo diez de El sentido religioso», sugiere Carrón, la ley del ser es un “Tú”, es un «yo soy tú que me haces». Y sin embargo es verdad que «ninguno de nosotros consigue por sí mismo volver a tener una mirada verdadera sobre la realidad». Por ello –segundo punto de método– escuchemos, por favor, la noticia del siglo: «Para hacernos familiares con el Misterio, el Misterio ha entrado en la historia. El cristianismo es el anuncio de que Dios se ha hecho hombre, en un determinado lugar, en un determinado tiempo». Un encuentro que se renueva hoy para nosotros, «como un relámpago en la niebla». Como para Juan y Andrés aquella tarde de hace dos mil años, el encuentro es toparnos con una humanidad excepcional que no tiene igual. Y «excepcional es algo que corresponde a la exigencia original del corazón, por confusa y nebulosa que sea la conciencia que tenemos de ella». En efecto «la presencia de Cristo coincide con la compañía de los que ha llamado contigo», no es algo que se aprenda en los libros de historia o de teología, casi se comprende nada más sentarte a la mesa con cualquiera de los ochocientos presentes, testigos de Su cuerpo en el ancho mundo («Cuerpo es lo que aparece y se deja ver de lo que uno es –explica Carrón–. Es real y al mismo tiempo excede lo visible, hunde sus raíces en una tierra desconocida para nosotros, la tierra del Ser»).
Dennis, Cleuza, Marcos... y los demás
Son historias casi ocultas, pero en ellas se contiene el drama del universo («Mi compañero ha perdido la fe; durante el genocidio en Ruanda mataron a toda su familia, cerca de dos mil personas entre parientes cercanos y lejanos. Habló con muchas autoridades eclesiales, pero nadie logró convencerle, dada la sospechada connivencia de algunos hombres de Iglesia. Comprendo que yo soy su única esperanza contra toda esperanza», dice Dennis, de CL Ruanda). O historias dignas de una exclusiva, como la de la brasileña Cleuza y su marido Marcos que, han llegado por caminos absolutamente inimaginables (cuenta Cleuza: «Un médico italiano que hablaba demasiado y salpicaba su discurso con referencias a don Giussani, y sus amigos, que siempre citaban a Giussani, y que eran extraños, distintos, pero de una extrañeza y diversidad buena, siempre atentos a las personas, a sus problemas concretos; en resumen, encontré lo que me faltaba: la esperanza»), y han introducido su Movimiento de los Sin Tierra –cien mil hombres y mujeres comprometidos desde hace años con la lucha social– en el movimiento de CL («Muy bien, Julián, tú nos dices: “Tenéis que hacer Escuela de comunidad” –dice con simpática ironía Cleuza en una de las asambleas– pero si por casualidad el diez por ciento de nuestra gente se adhiriera a tu invitación, ¡a ver cómo hacemos mi marido y yo Escuela de comunidad con diez mil personas!»).
Y como en La Thuile se habla italiano aunque Julián sea español, os podéis imaginar el trabajo y el cansancio de los traductores. ¿Os parece normal que un obispo (el de Petrópolis, Brasil) haga tranquilamente la traducción desde una cabina, o que Annamaría se pase cuatro días en la montaña pegada a las faldas de su compatriota croata Ylena para traducirle todas las lecciones, las asambleas y los encuentros de las vacaciones? «Cambia. Todo cambia».

Un show de humanidad
El coro argentino alegra la cálica noche. Pero, ¿habéis visto alguna vez a un coro de alpinos negros cantando Sul pajon y, a medida que crece el grupo en la terraza, a nigerianos, americanos, austriacos e italianos, cantando juntos Guantanamera y Aida? Pablo no sabe muy bien cómo empezar la historia. Porque Pablo viene de Colombia, y el número que te cuenta es que vive en un barrio en el que los niños visten camisetas de Benetton (con una foto impresa de unas ovejas que piden no ser sacrificadas en la mesa), y en el barrio de al lado, por la noche pasa “la limpieza”, es decir, los escuadrones de la muerte que abaten por un euro por cabeza a travestis, prostitutas y drogadictos. Enrique viene de Chile (desde donde puede verse que «el continente sudamericano corre el riesgo de hundirse en una nueva ola de populismo y de caudillos»); y Michelle, de Washington (en donde trabaja y su problema es aprender la profesión, trabajar duro en un doctorado de investigación). Cindy, en cambio, es australiana, «punto de referencia de CL» a su pesar; «las circunstancias no las he elegido yo, te salen al encuentro, creo que no he encontrado nada mejor en mi vida, y no es que no haya visto cosas en la vida, tengo tres hijos de veinte, dieciocho y dieciséis años, y he vuelto a nacer a los cuarenta y tantos años». También John es australiano, pero de Perth, costa oeste; donde todo parecería estar en contra de un compromiso serio con la vida: desayuno en la playa, paréntesis de trabajo, aperitivo en la terraza, y por la tarde puesta de sol frente al mar, como dice la camiseta del lugar, «dios mío, Perth, otro aburrido día en el Paraíso». ¡Qué espectáculo de humanidad diferente, de historias, de alegría mezclada con problemas y sufrimientos conocidos y desconocidos! Y sin embargo nos alcanza imprevisto, desde los confines del mundo, entre gente que no habríamos imaginado conocer, negros, blancos, amarillos, Olga de Moscú y unos jóvenes siberianos, unos chinos gentiles y una surcoreana fantástica, nos toca el atractivo del Ser.

El atractivo del Ser
La Asamblea de Responsables muestra lo que es el movimiento a todos sus niveles: personales, comunitarios, geográficos y espacio-temporales. Habíamos salido del Meeting de Rímini asombrados por una realidad abierta a todo y hostil a nadie. Hemos entrado en el AIR palpando cómo permanece y se mantiene una belleza pura. Lo que sorprende no es la variedad y la riqueza de las personas venidas de todos los rincones del mundo. Humanamente hablando sorprende que haya Algo que hace posible todo eso. «¡Qué hermoso es el mundo y qué grande es Dios!» repite el cuerpo de nuestro movimiento. Salvación del infierno del dualismo: vemos, tocamos y anunciamos una vida, solo una vida, nada más que una vida, que nos hace rendirnos ante el atractivo. Ante el atractivo del Ser que nos sale al encuentro.

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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